El mito del oeste

[Uchiha Datsue]

«Vaya, vaya. ¡De lo que uno se entera!» Datsue, que había pasado parte de la noche en el lavabo, y había llegado tarde a la pelea, apenas se había enterado de las relaciones que allí había.

Resultaba que Mano Cortada había ayudado al alguacil a atrapar a Bandō. ¡Qué Homura le había pagado la fianza! Y que, en fin, tan solo eran hermanos por parte de padre. Aquel pueblo no dejaba de sorprenderle.

—Bueno, podía ser peor. Al menos no se lo gasta en drogas —¿Ropa y putas? Aquello no hacía daño—. Comprendo, comprendo. Oye, estaba yo recordando… La técnica esta de la que te hablaba, acabo de acordarme, los papelitos necesitan ser pegados a una distancia máxima de cien metros. Descartemos pegarlo en la habitación de mi hotel y sitios así de lejos —Ah, alguna limitación tenía que haber.

[King Roga]

—Demonios, eso sí que es un problema— Se llevó la mano al mentón. —No sé si lo notaste pero por aquí no hay demasiados sitios aparte de los establos y la comisaría. A lo sumo mi casa, pero de ahí tenemos un problema. ¿Es necesario poner todos esos papeles por obligación?

El hombre regresó a su silla y continuó devorando el resto de carne que quedaba en el hueso, pero con más prisa.

[Uchiha Datsue]

Datsue negó con la cabeza.

—No, no es necesario. Se puede poner una y ya. Pero sí que es recomendable. A más sellos, más seguridad de que no los encuentren todos si se diese el caso de robo.

»Podemos ir a lo sencillo. Una en el techo, por ejemplo. Otra debajo de la mesa. Otra... ¿Hay alguna plaqueta suelta? —preguntó, mirando a su alrededor—. O mira, bajo la alfombra. Sitios así. Cien metros dan para lo que dan, después de todo.

[King Roga]

—Hmm, creo tener una idea en todo caso— Terminó su ración y se limpió la boca con una servilleta. —Hay ciertos puntos estratégicos donde podríamos colocarlos. El primero sería aquí mismo detrás del estandarte, aunque ese tendrías que quitarlo tú, que supuestamente ustedes los ninjas se pegan cuales arañas a las paredes, ¿no? Y así nos ahorramos la escalera. El segundo sería en la caseta del establo donde labura mi mujer, ella sabrá esconderlo. El tercero cómo bien dices, en nuestra casa. El cuarto, pues está el sótano de la comisaría. Sobre el quinto, pues no tengo ni idea. Y no, realmente este piso está intacto y bien cimentado.

[Uchiha Datsue]

Datsue asintió, complacido.

—Dejémoslo en cuatro sellos entonces, ¿de acuerdo? —Tampoco se iban a morir por no poner el quinto—. Perfecto. Pues empecemos pues…

Una a una, Datsue iría colocando las etiquetas —que tenía guardadas en el portaobjetos— donde el alguacil le indicaba. Lo primero, sería en la propia bóveda donde se guardaba la caja fuerte. Luego, aprovechando que estaban allí, el Uchiha diría de ir al sótano a colocar la segunda.

Con aquellas dos etiquetas listas, tan solo quedaría ir al establo y… la casa del matrimonio.

[King Roga]

El señor le guiaría hasta su hogar, específicamente a la habitación de los esposos, tomando el consejo del Uchiha de dejarlo debajo del tapete.

Luego de ello, no les costó mucho regresar a los establos, donde la mujer estaba sirviendo alimento a los camellos del Uchiha en dos canastas bastante grandes.

—Oh, ya vinieron por aquí— Se reincorporó y se limpió el sudor de la frente con el brazo. —Le di una buena ojeada a cada uno, y realmente es difícil sacar a uno por encima del otro— Se acercó al de las manchas oscuras y le acarició desde la base de la pata. —Este tiene un buen músculo eh, aunque el clarito es algo más enérgico y podría tener más resistencia de lo que esperaba. Eres su dueño, depende de ti decidir en cual confiar— Le miró a los ojos.

—Cuando terminen ahí vamos a colocar uno de los sellos en tu caseta, cómo medida de seguridad— Miraba a los animales que corrían en los corrales.

—Oh, ¿por qué tenían que poner uno aquí?— Puso ambas manos en la cintura y frunció el ceño. —Cómo sea, vamos.

[Uchiha Datsue]

La mujer no resultó ser de gran ayuda en la elección de los animales.

—Pues me quedo con el claro —anunció, escogiendo el que había sido su animal durante toda su aventura en el Viento. El oscuro pertenecía a Riko. Luego, la siguió para colocar la cuarta y última etiqueta—. Por cierto, ¿he de apuntarme en algún sitio para la carrera? ¿Me recuerdan cuántos días quedaban para ella? —pidió, que con tanta cosa a analizar, se le había olvidado.

[King Roga]

—Habla con el señorito Utage, el dueño del hotel de la Calle Real. Te dará tú número que te certifica cómo participante, además de que ese será el punto de partida.

—Los Reisei siempre patrocinaron el festival, aunque con la reciente partida del buen Kawaraga a sido su hija pequeña Homura la que tomó las riendas del evento y los demás preparativos. Por mucho que los papeles digan una cosa, la actitud demuestra otra y siempre actúa como La Patrona de todos. No sólo del negocio sino del pueblo en general.

—Ella no sacó a Bandō por que sí, se llevan de la patada.

—Pero cuando se trata de negocios ella sabe donde rascar, así que habrán hecho sus diferencias al lado en pos de algo mejor. Mi hermano seguramente estaba desesperado por salir del calabozo y ella aprovechó eso para que seguramente compita y le de parte del dinero. No es tonta y sabe que ir con el mejor corredor es tener el dinero asegurado en el bolsillo. No me extrañaría que luego le meta una zancadilla para hundirlo de nuevo cuando ya no le sirva.

—Escuché por ahí que un jovencito forastero estuvo bailando con ella. ¡Ja! La mayoría de muchachos por aquí prefieren ir a tirarse de un barranco antes que terminar con una castración psicológica de su parte— Río a carcajadas.

—Hoy es kazeyōbi, la carrera toca este mismo tsuchiyōbi, tienes tres días hasta entonces. Aunque quién sabe y el estúpido de mi hermano cause un lío que viole los términos de su liberación.

[Uchiha Datsue]

Hablar con Utage. Apuntado. Homura no solo mandaba en el hotel, sino en el pueblo entero. Apuntado. El matrimonio entre Homura y Bando era de conveniencia. Apuntado. Le quedaban tres días para la carrera. Apuntado.

—Un lío, ¿hmm? ¿Cómo el que montó anoche conmigo? ¿De sacarme sus cuchillas para amenazarme? ¿O solo romperá sus términos de liberación si hace correr sangre? —Datsue, haciendo lo que mejor se le daba hacer: echar mierda.

[King Roga]

—Pues sí. Si tuviéramos que arrestar a cada persona que inicia una trifulca en un bar, la mitad del pueblo estaría condenado y no tengo espacios para tantos acá atrás— se excusó frunciendo el ceño. —Aunque, desde el día de ayer Bandō a estado extraño. Incluso me dijeron que erró varios tiros y se cayó de su montura a la mitad de la pelea con el trío de bravucones—. Aquel dato no debería ser relevante, pero para los lugareños es cómo si dijeran que en el desierto no hay arena.

—El jodido caballo salió corriendo desbocado y sólo acentuó el escándalo. Cómo dicen que las cosas se parecen a su dueño.

—No es normal que viniera a mí pidiendo auxilio, diciendo que tú bien podrías ser un asesino serial infiltrado entre nosotros. Obviamente no le hice caso a sus delirios, quizás al final de cuentas si le entró a las drogas.

—Cómo sea, yo aquí tendré bien cuidaditos a tus chiquitos hasta que vengas por ellos. No olvides enlistarte, quién sabe y logres dejar una firma con una historia muy importante en ese telar.

[Uchiha Datsue]

«Vaya, vaya… ¿No será que le afectó mi visión?» Sonrió para sí. Sin saberlo, quizá había realizado una jugada maestra que le beneficiaría en la carrera.

—¿Un asesino en serie? —rio—. ¡Já! Esa es buena, ¡lo reconozco!

»Muy bien, pues muchas gracias. No, no me olvidaré, ni loco. —Hizo un gesto con la mano a modo de despedida—. ¡Nos vemos!

Giró sobre los talones y emprendió la marcha. ¿Su objetivo? De vuelta al hotel. A por Utage.

[King Roga]

Cuando regresara al hotel, no habría demasiada diferencia. Poca gente, poco ruido. Sin embargo, no encontraría a Utage en la recepción. En caso de preguntar a la tabernera, ni siquiera iba a dignarse a dirigirle la palabra. Simplemente se limitaría a señalar un pasillo algo estrecho que conducía a una pequeña oficina en lo que sería la zona intermedia del hotel.

Poco antes de entrar al lugar, el sonido reconocible del tecleo de una vieja máquina de escribir mecánica sería audible desde el otro lado de la puerta.

[Uchiha Datsue]

Vaya con la tabernera, ¡qué borde que era!

—¡Muchas gracias! —exclamó, consciente de que más que nunca necesitaba sus buenos modales y llevarse bien con aquellas gentes. Al menos, hasta finalizada la carrera.

Caminó por el pasillo que le indicó, dirigiéndose a una oficina de la que salía el característico sonido de una máquina de escribir. Llamó a la puerta dos veces.

—¿Se puede?

[King Roga]

—Adelante.

Adentro, el muchacho estaba redactando alguna clase de documento, mientras más hojas similares yacían ya apiladas sobre el escritorio.

—Si vienes a pedirme que te quite la sanción de mi hermana mejor vete dando la vuelta. En serio, si por mi fuera los dejaría ir, pues ya suficiente con lo de ayer. Sin embargo, cuando algo se le mete en la cabeza a nee-san no hay poder que se lo saque. No seré de mucha ayuda— suspiraba mientras seguía escribiendo, además que sus cejas le daban un aire de pesadumbre y desanimo bastante acentuado.

[Uchiha Datsue]

¿La sanción de su hermana? No, aquello era lo que menos le preocupaba en aquellos instantes. El Uchiha siempre había pecado de ir algo por libre, trayéndole problemas incluso con su Uzukage, como para ahora seguir las reglas de una niña con ínfulas de autoridad en un pueblo perdido del desierto. ¿Hace dos años? Quizá. Pero, ¿ahora? Ahora era distinto.

—Nah, no se trata de eso —dijo, mientras avanzaba hasta el escritorio y lanzaba una mirada distraída a la pila de documentos—. Quiero participar en la famosa carrera. Vengo a inscribirme.