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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
El Ishimura, después de llamarla de una manera un tanto peculiar, agradeció el gesto de la joven, a lo que Eri se sintió satisfecha con el gesto que había hecho, alagándose interiormente por la victoria que acababa de obtener. Sonrió y se volvió a relajar en su asiento, cuando el albino tomó su sombrilla y la dejó en un soporte, segura.

Después se fijó en sus al rededores, allí se encontraban las famosas fuentes del Jardín de Cerezos de Uzushiogakure. Sus ojos se iluminaron ante la belleza que se encontraba ante ellos, y entonces se fijó en la que se encontraba en el centro, misteriosa y a la vez, tan atrayente para ella. Escuchó atentamente las palabras de Kazuma ante la fuente y rió por lo bajo, ¿jóvenes amantes? Frunció la nariz, confusa, no había oído esa historia en su corta vida, pero... Tal y como lo contaba el joven, estaba deseando poder venir de noche algún día solo para ver el espectáculo que pudieran ofrecer las luciérnagas y las luces emitidas por las lámparas de aceite.

Los jóvenes no, eso no le importaba.

- ¿Y cómo sabes tanto, Kazuma-san? - Preguntó, con ese brillo en los ojos de interés y de querer aprender cada vez más y más. -¡Si te sabes el camino podríamos venir ambos un día por la noche a verlo! - Ofreció levantando las manos hacia arriba.
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#17
De cierta manera el joven peliblanco estaba cumpliendo su papel de guía y cochero, pues había conseguido captar el interés de la chica a la cual le estaba dando el recorrido.

—Cuando comencé en este trabajo mi jefe se aseguro de que me aprendiera los detalles e historia de cada ruta que recorrería.

Ciertamente fue así, aunque la forma en que contestaba el Ishimura no daba fe de lo fuerte y difícil que fue el curso. Aprenderse nombre, ubicaciones, curiosidades y fechas, algo que normalmente resultaría demasiado para un joven común y corriente.

—Sí, creo que sería interesante venir a verlo por mi mismo un día de estos —contesto mientras su mente curiosa trataba de imaginarse el escenario.

El paseo transcurría con bastante calma. Aquello era lo habitual, el no apurarse para que los pasajeros pudieran disfrutar lo más posible de la vista y el ambiente.

Cerca del final del recorrido por aquel espacio se encontraba una fuente abarrotada de aves multicolores. Siendo tan bonitas y de tan alegre cantar, cualquiera hubiera evitado pasar cerca y hacer ruido puesto que podrían espantarse. Pero el caballo que tiraba el coche no era como cualquiera, ya que si como la mera presencia de aquellos pajarillos le molestara, se dispuso a espantarlos.

En el momento en que paso por un lado de la fuente lanzo un bufido lo suficientemente fuerte como para hacer que todos los pájaros salieran volando apresuradamente. Dio un sorbo de agua y continuó su camino con un andar que denotaba cierta alegría.

En aquel momento, Kazuma, no pudo hacer otra cosa además de reírse como rara vez lo hacía. La situación tenía gracia, puesto que al salir volando las aves fueron en su dirección y un loro chocó contra su sombrero cayendo junto con este al asiento. Luego de reincorporarse y sacudir un poco la cabeza el ave volvió a tomar vuelo. Dejando atrás un sombrero caído y unas cuantas plumas multicolores en el blanco cabello del joven.

—Bien ahora iremos al lugar conocido como el espacio de los cometas —Aseguro girándose hacia su pasajera mientras el carruaje abandonaba el lugar de las fuentes.

En aquel momento el Ishimura decidió dejar a un lado el sombrero, pues pensó que no le haría falta. Aunque en aquel momento aún no se había dado cuenta de las plumas en su cabeza.
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#18
Escuchó atentamente al de cabellos blancos y sonrió, pobrecito, debió haber sido duro tener que aprenderse todos esos datos para satisfacer la búsqueda de conocimiento de sus clientes. Entonces pensó que lo mejor sería dejar de hacer preguntas y de disfrutar el viaje, que pasaba con calma, como a ella le gustaba. Sus pies ya comenzaban a dejar de doler y eso se sentía genial por esos momentos, así que cerró los ojos y disfrutó de la pequeña brisa que creaban los abanicos del carruaje.

Escuchó como el corcel paraba, así que el coche donde ella iba se detuvo también, con lógica. Se escuchó agua moviéndose en la cercanía y asoció eso con la parada del animal. Pero lo que también podía escucharse era un alegre piar y cantar de unos pájaros cercanos. Eri decidió abrir los ojos para observar a las aves en su entonación, pero justo al abrirlos, el caballo pegó un bufido que hizo a todos los pájaros de colores volar. Escuchó carcajadas de su cochero, hasta que un pájaro impactó contra la cabeza del Ishimura, haciendo a su sombrero caer y el ave quedándose en su cabeza. La chica reprimió una carcajada, y gracias a ello se puso roja completamente, hasta que soltó una pequeña risa detrás de su mano, intentando que Kazuma no la escuchase. Cuando el loro retomó el vuelo, dejó atrás varias plumas en la cabeza del de ojos plateados, así, la huérfana se acercó mientras escuchaba dónde irían después de ello.

-¿Espacio de los cometas? - No tenía ni idea de qué era eso, por ello frunció el ceño y esperó a que Kazuma se lo explicase. Decidió quitarle las plumas antes de que siguiese pareciendo un plumero, acercando su mano y apartando suavemente las piezas que el loro había dejado olvidadas allí, habiendo un total de cuatro. Luego antes de que Kazuma pudiese reprocharle nada, se sentó en su asiento correspondiente y empezó a jugar con las pequeñas plumitas rojas, azules y amarillas. -¿Es un lugar lleno de niños volando tela?
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#19
Lentamente regresaba a su rostro la expresión habitual, ya que sonreía con facilidad pero en cambio reírse como tal era algo un poco inusual. Estando ya en normalidad, pudo escuchar como desde la parte trasera Eri le hacia una pregunta. Kazuma planeaba contestarle normalmente, pero cuando giro su rostro ya tenía la mano de la jovencita puesta sobre sus cabellos. Durante un momento se sintió sorprendido, pero rápidamente vio que le estaban retirando algunas plumas que se le habían quedado encima. Antes de que pudiera decir cualquier cosa al respecto, aquella joven se retiro a su asiento, y mientras paseaba las plumas por sus manos realizo otra pregunta.

El Ishimura no estaba seguro de cómo reaccionar, pues por un momento se sintió irritado, ya que era muy receloso con su cabello, prácticamente nunca permitía que alguien se lo tocara. Por otra parte se sentía un poco avergonzado puesto que estaba consciente de que la jovencita solo había sido amable y no había razón de molestarse.

—Gracias —dijo por lo bajo, mientras en su cara, se podía observar un leve rubor.

Luego de guardar silencio por unos instantes recordó que le habían hecho una pregunta.

—En realidad así es. Se trata de una espacio de hierba baja bastante amplio y con mucha brisa, en realidad es mas como un gran claro donde los chiquillos pueden correr y jugar tranquilamente.

Habiendo dejado claro hacia donde se dirigían el cochero apresuro un poco el paso del animal. Al principio parecía que solo daban giros y desvíos entre la gran cantidad de arboles. Pero al final llegaría al lugar indicado.

Incluso antes de que el carruaje saliera de entre la cortina de arboles, se podía escuchar el lejano e inconfundible sonido de la risas infantiles. Al avanzar un poco mas por el borde del claro se pudo apreciar lo idílico del lugar: Un área completamente plana, repleta de césped de un color lleno de vitalidad, el sol brillando con fuerza en un cielo despejado y poco menos de una docena de chicos que corrían de un lado a otro mientras dejaban que la fuerza del viento sacudiera sus cabellos y elevara sus cometas.

—Bonito lugar ¿cierto? —dijo mientras se giraba para ver a su pasajera.
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#20
- De nada - Contestó con una sonrisa. Después escuchó atentamente la suave voz de su cochero, la que había empleado durante todo el trayecto para explicar los diferentes lugares a los que iban o que dejaban atrás, o simplemente dudas que le acosaban a la kunoichi del remolino. Sonrió al escuchar que era un lugar donde los niños podían jugar en libertad, tal y como ella pudo haber presupuesto al escuchar el nombre del lugar.

Notó como la velocidad del animal que arrastraba el coche aumentaba y vio a los diferentes cerezos del jardín pasar a ambos lados de la joven como si ellos mismos tuviesen piernas y hayan comenzado a correr hacia el lugar opuesto de donde se estaba dirigiendo ella, ya que en pocos minutos la pared de árboles de flores rosas desapareció, dando paso a una planicie de césped verde que combinaba perfectamente con el azul sin nubes del cielo y los rayos del sol que se reflejaban en él.

Escuchó las voces y los gritos de los niños a la lejanía en aquella área rodeada de árboles, niños que comprendían toda la etapa infantil y parte de su madurez estaban sentados sobre el césped bajo sombrillas, tumbados con los sombreros sobre su cabeza, jugando con otros niños o, como el nombre del lugar indica, jugando con esos objetos hechos de tela tirados por un hilo que se quedaban flotando en el aire.

-Es... Precioso... - Susurró con un brillo de admiración en los ojos. Le encantaba poder disfrutar de aquella vista que la naturaleza le ofrecía. Una suave brisa zarandeó sus cabellos, pero no le importó, estaba absorta por el paisaje que se presentaba ante ella. -¿Te gustan las cometas, Kazuma-san? Yo nunca he podido volar ninguna - Comenzó a relatar la joven sin apartar la vista. - Siempre se me enredaban los hilos...

Ahora deseaba con todas sus fuerzas poder lograr volar un juguete de esos.
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#21
La jovencita parecía haber quedado maravillada ante aquel paisaje. Lo cual no era para menos puesto que se trataba de un lugar que transmitía mucha alegría y vitalidad. El mismo Kazuma lo sentía así en las ocasiones en que visitaba aquel lugar y sentía que podía olvidarse de los pequeños problemas mundanos que lo aquejaban diariamente. Sin embargo visitaba cada vez menos aquel sitio, puesto que como shinobi no podía permitirse al apartarse y olvidarse de sus problemas y responsabilidades.

—Bueno, en realidad no es que me gusten mucho, pero podría decirse que soy bastante diestro con ellas.

El Ishimura no buscaba sonar presuntuoso, pero se encontraba bastante orgulloso de lo referido a su habilidad manual. Ya fuese con las armas o con simples juguetes recreativos.

—Creo que podría ser una buena oportunidad para que intentes volar una —Le dijo a su pasajera.

Llevo el carruaje hasta el borde del claro, lugar donde lo detuvo. Se bajo del mismo y aseguro lo que parecían ser unas especies de cuñas que debían hacer de frenos. Seguidamente espero de pie junto al carruaje mientras miraba minuciosamente los alrededores. Hasta que por fin dio con lo que buscaba.

—¡hey aquí! —le grito a alguien cercano.

Se trataba de un hombre mayor que tiraba de un carrito de madera que parecía estar lleno de juguetes. El anciano se detuvo y Kazuma procedió a hablar con él mientras le mostraba su mercancía. Luego de inspeccionarla por un momento el ojosgrises se decanto por una pequeña cometa de colores muy vivos, le puso unas cuantas monedas en la mano al sujeto que volvió a su camino mientras el joven se alejaba.

Cuando se encontró de vuelta en el carruaje, sin subirse se acerco a donde se encontraba Eri y procedió mostrarle lo que tenía en manos.

—Mira, esta es una cometa sencilla. Es ideal para quienes están aprendiendo a manejarlas.

—¿No quisiera tratar de elevarla un rato? —le pregunto a la jovencita—. El cordel es bastante largo, así que no hace falta que te bajes del carruaje.
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#22
El Ishimura parecía haber sentido un orgullo bastante importante al responder a la joven de cabellos azules por su manejo con las cometas. Luego añadió una frase un tanto peculiar. ¿Oportunidad para que intentase volar una? Ni de coña. Observó como Kazuma paraba el carruaje y bajaba de él, buscando con la mirada algo.

''Creo que me temo lo peor...''

Y, efectivamente, Kazuma volvió con una pequeña cometa de colores vivos entre sus manos. Eri suspiró y bajó del carro con paso lento, intentando no manchar su precioso vestido y tomó la cuerda entre sus manos. Sabía que no hacía falta bajar del carruaje, pero estaba segura que el viento soplaría allí arriba y la preciosa cometa se iría volando junto con el dinero del albino.

- ¿Có-cómo debería hacer volar la cometa? - Preguntó cuando el sudor empezó a descender por su frente mientras formaba una sonrisa forzada. Pero antes de que el joven lograse contestarla, un poco de viento se llevó la cometa al cielo, siendo sujetada por el cordel que traían sujetas las manos de la joven kunoichi del remolino. Sonrió satisfecha, acababa de hacer algo por sí misma sin ayuda de alguien. Giró la vista hasta Kazuma para enseñarle lo lista que era al poder volar ese juguete, e incluso los niños que por ahí jugaban se acercaron para que todas las cometas bailasen juntas al compás del viento.

No fue hasta que un pájaro topó con la cometa de la pequeña huérfana que todo terminaría.

-¿...Qué? - Su cometa había sido raptada por un pájaro de oscuros plumajes, tomándola con su pico. Eri tiró del cordel para que éste no se lograse escapar con su cometa prestada de Kazuma, pero por desgracia, el cordón que lo sujetaba se rompió, y el ave salió volando hacia el oeste del jardín. -¡Kazuma-san, se lleva mi cometa! - Chilló, angustiada.
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#23
El paseo estaba marchando de buena manera, y la chica a cual se le estaba proporcionando parecía entretenida y satisfecha, o al menos así fue hasta que comenzó a volar su cometa. Al principio parecía algo insegura sobre intentar planear aquel juguete, pero luego de unos instantes de duda se decidió por hacerlo. A pesar de cierto nerviosismo que era evidente en su rostro, sus esfuerzos tuvieron resultados al conseguir elevar por los cielos su juguete de papel.

La joven sonreía mientras que con la mirada le decía a Kazuma que observara lo que podía hacer. Todo era sonrisas y felicidad hasta que un pájaro negro de buen tamaño, tomo entre sus garras la cometa, llevando fuerza suficiente como para romper el cordel y dejar a Eri con una expresión entre frustración y tristeza.

«Cielos, ahí va otro» —pensó mientras veía como el plumífero se alejaba.

En aquel instante, Eri dio un grito de angustia. A lo que el Ishimura reacciono instintivamente llevando la mano hacia el portaobjetos en busca de un shuriken. Pero sus reflejos y recuerdos le engañaron, pues como se encontraba trabajando no había manera en que cargara un arma consigo.

«Es lo mejor… Se hubiera visto muy feo matar a un ave solo por una cometa» —pensó mientras relajaba su postura.

Mientras repasaba lo sucedido, el Ishimura sintió que le hacía gracias la situación. Pues le recordaba que en el pasado le había sucedido lo mismo. Y por un instante sintió ganas de reírse, pero tuvo que contenerse pensando en que probablemente a la peli azul no le haría nada de gracia.

—Bueno… Creo que lo mejor es seguir.

—Este lugar es bastante agradable ¿Qué te parece si hacemos una pausa para tomar el almuerzo aquí?

Estaba tratando de animar a la jovencita, pero paso por al alto el que ella no había traído comida consigo, a menos que llevara bolas de arroz entre sus ropajes. También había pasado por alto el decirle que los paseos de lujo también incluían almuerzo.
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#24
- Pe-pero mi cometa... - Susurró apenada la kunoichi mientras hacía un puchero. Al final había logrado volar la cometa por diversos segundos, escasos para poder disfrutarlos por el repentino pájaro que acababa de usurparle su juguete. Suspiró y escuchó a su cochero, ya que éste había dicho que lo mejor era seguir y olvidarse del tema.

''Pero mi cometa... ''

Miró por donde se había ido el ave volando, pero ya no quedaba ni rastro de plumas negras. Juró venganza mientras levantaba el puño con frustración y entonces notó algo en su interior.

-Grrrgmr... - Las mejillas de la joven se encendieron como si un mechero hubiera sido encendido por dentro de la boca de la joven y se llevó ambas manos a su estómago. Se había olvidado por completo de traer comida en la peregrinación al rededor de su villa para lucir los trajes de diseño de su vecina y ahora se moría de hambre. Sonrió con vergüenza y miró a Kazuma, intentando buscar una solución al problema.

Pero el chico se había anticipado a su petición, preguntándola si le parecía bien hacer una pausa para tomar el almuerzo y algo dentro de ella se alegró totalmente, como si su estómago tuviese rasgos faciales y hubiera formado una sonrisa de placer al escuchar la pregunta del albino. La peliazul asintió enérgicamente, pero luego volvió a ruborizarse ya que parecía desesperada por llevarse algo a la boca.

Y no era mentira.

- Pero, Kazuma-san, no tengo dinero... - Recordó amargamente, y su estómago volvió a entristecerse como ella. ¿Ahora qué podrían hacer?
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#25
La idea de almorzar se presentaba bastante oportuna, pues la jovencita de cabellos azules la recibió con una gran expresión de aprobación. Sin embargo su rostro rápidamente cambio para mostrar algo muy similar a la preocupación.

— Pero, Kazuma-san, no tengo dinero…

—Ya veo. Era eso lo que te preocupaba. Pero no pasa nada, después de todo vine preparado.

Lo que había dicho no explico mucho, pero sus siguientes acciones le dejarían en claro a Eri que era lo que estaba tratando de decir.

Tomo lugar en la parte de los pasajeros, donde se acerco a aquel sospechoso baúl que había subido a bordo. En cuanto la abrió se pudo apreciar que adentro había dos cajas más pequeñas, esta se encontraban separadas por una especia de espuma plástica que también cubría los borde internos del arcón.

—Veamos que tenemos por aquí —dijo él, mientras daba a entender que no sabía que había dentro de ambos.

La situación debía de parecer extraña, pues desde la posición de la Mizumi resultaría muy difícil ver aquellas dos cajas. Tendría que haberse inclinado y estirar un poco el cuello para poder ver sobre los hombros del Ishimura.

Kazuma primero abrió la caja de la izquierda, de la cual salió una especie condensación que le hizo temblar un poco pues parecía bastante frio. Le hecho un ojo, e hizo un gesto aprobatorio al contenido de la misma. En cuanto abrió el siguiente su rostro se ilumino, mientras que del cofre salía una especie de vapor cálido que cargaba consigo un suave olor a comida.

—Cielos —dijo dando un leve silbido de apreciación—, parece que he agarrado la caja buena.

—Hay mucho de donde escoger; bolas de arroz, emparedados, sushi y otros bocadillos. Además también tenemos varias cosas para beber, hasta vino trajo.

Inmediatamente se hizo a un lado, para que su pasajera pudiera apreciar con su propia vista y olfato el contenido de aquel cofre. Que por sentido común parecía ser más una caja de almuerzo gigante.
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#26
Escuchó atentamente al Ishimura y lo siguió con la mirada mientras seguía con un brazo en el estómago, temiendo que volviese a reproducir algún sonido embarazoso para ella. Así, cuando el joven shinobi se acercó al gran baúl que había subido a bordo, no logró ver más allá que el rostro serio de Kazuma buscando en su interior. Frunció el ceño, ¿habría comida ahí dentro? ¿O dinero para poder comprar algo?

Su estómago hizo un ruido de aprobación ante sus pensamientos.

No dudó en acercarse más al chico y lograr divisar lo que había dentro del baúl, pero no antes de que el Ishimura pudiera afirmar gracias a sus palabras y su sonrisa que había hecho una gran elección al coger esa caja, y que, por tanto, había todo un surtido de lujosa comida - a ojos y estómago de la pequeña huérfana que estaba muerta de hambre - y bebidas, incluso alcohólicas... A esto la joven frunció el ceño, no bebía ese tipo de cosas a menos que fuese estrictamente necesario, y como nunca lo era, pues no había probado gota en su vida.

Se sentó como pudo para disfrutar mejor de su posición y observó la comida que se encontraba dentro, haciendo gruñir de nuevo a su interior, ya que no podía esperar más. Miró a Kazuma, con un brillo en los ojos, y habló:

-¿De verdad... Que puedo comer esto?- Susurró con un deje de esperanza. Y sin esperar nada más... -¡Qué aproveche!- Alzó la voz, y así, tomó una bola de arroz del baúl y se lo llevó a la boca, pegándole un mordisco digno de su apetito. Cuando lo probó y notó como los granos de arroz se separaban en su boca, sintió que se encontraba en el cielo.

Sabía que después de eso tendría que agradecer a Kazuma muchísimo. Y por ello lo miró, esperando a ver si él la acompañaba a ella en su almuerzo.
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#27
La vista de la jovencita se ilumino notablemente, dejándole en claro a Kazuma que hace rato que había empezado a sentir hambre. Por su suerte, el joven cochero ya se había anticipado a la situación, por lo que tomo uno de los cajones de alimentos que se utilizaban en los paseos de lujo.

—¿De verdad… Que puedo comer todo esto?

—Por supuesto. Date gusto —dijo amablemente.

Con la tradicional frase del antes de comer, la chica tomo por asalto los alimentos frente a ella. Sin pensarlo mucho tomo lo más cercano, que resultaba ser una bola de arroz. Su expresión al comerla fue poco menos que eufórica, lo habitual en alguien que tiene mucha hambre. Kazuma la miro por un momento y no pudo evitar reír un poco al saber que no era la única persona que reaccionaba de esa manera con la comida.

El Ishimura procedió a sentarse frente a su pasajera, para luego dar las gracias por lo que se iba a comer. Quizás fuera lo bonito del día, o la curiosa compañía. Lo cierto es que le parecía el mejor emparedado de atún que había probado en mucho tiempo.

«Creo que estoy pasando un buen rato… A pesar de que estoy trabajando»

Los jóvenes no tardarían en quedar satisfechos, especialmente el peliblanco, que luego de tres emparedados se encontraba bastante bien. O al menos eso es lo uno pensaría. En cuanto decidió buscar algo frío para tomar, una bonita bandeja de plata llamo su atención. Siendo fiel a su naturaleza curiosa levanto la cubierta para inspeccionar.

—Espero que aun te quede un poco de espacio, porque tengo algo genial aquí —le dijo a la peli azul, mientras sostenía una leve sonrisa.

Lo primero que hizo fue colocar una pequeña mesita en el espacio que había entre los asientos —Una de esas típicas mesitas de madera para tomar te mientras se pasea—. De la caja extrajo dos hermosos vasos decorados con motivos tropicales, los cuales acomodo para a continuación vaciar en ellos el contenido de una pequeña jarra de metal humeante. El aire se impregno con un suave y agradable olor a cítricos, mientras aquella helada limonada con hielo colmaba los pequeños recipientes. Pero eso no era lo único, ya que mientras se formaban pequeñas gotas de aspecto refrescante sobre la superficie del cristal, un complejo y seductor olor a chocolate atraparía los sentidos de los presentes.

En dos elegantes platos que hacían juego con sus elaboradas cucharillas, se encontraba el postre. En cada uno había una porción de un pastel, que incluso ante la vista de gente no conocedora, resaltaba como algo propio de la más alta repostería gourmet.

El Ishimura se tomo un momento para acomodarlo de manera adecuada, y por un instante su mente se perdió en la compleja forma de aquel pastel. Tantas capas y tantos tonos de chocolate. La forma tan perfecta y el color tan vivo. La bonita textura de su oscura superficie cubierta de un polvo blanco y coronada con una cereza confitada.

—Casi es demasiado bonito para comerlo… Bueno casi —dijo a modo de ocurrencia antes de ir a por su postre.

Si bien aquel ambiente recién animado por los alimentos era agradable, no podrían quedarse en aquel lugar por mucho tiempo. Fuera de su vista, una porción del cielo comenzaba a llenarse con oscuras nubes que goteaban levemente. Algo difícil de imaginar pues aun se podía sentir el calor irradiado por el sol de medio día.
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#28
Kazuma no le cortó a la hora de comer, por lo cual decidió hacerse con toda la comida que estaba en su mano para satisfacer su hambre, sonrió al ver como el Ishimura procedió a comer junto a ella, bueno, mejor dicho, en frente de la kunoichi de cabellos azules.

''La verdad... Es que es muy agradable tener una comida así de vez en cuando''

Su estómago gruñó, emitiendo un sonido ya no de hambre, si no de pequeña culpa. Estaba haciendo este trayecto completamente gratis, y eso le hacía sentirse un poco nerviosa, ¿le descontarían a Kazuma el dinero que estaba gastando? ¿Le despedirían? Sus ojos se oscurecieron ante tal pensamiento, y negó con la cabeza varias veces intentando disipar esos pensamientos. Mostrando de nuevo una sonrisa y tomando otra bolita de arroz. No había por qué preocuparse, y si sí lo había, ella misma pagaría al albino por sus servicios.

—Espero que aun te quede un poco de espacio, porque tengo algo genial aquí -

Captando de nuevo su atención con aquella frase y haciendo que sus malos pensamientos se distanciasen de su mente, observó curiosa los movimientos del joven. Sacó una pequeña mesa de madera y justo encima colocó dos preciosos vasos con graciosos dibujos en ellos. Notó como en sus fosas nasales entraban los olores del contenido de la jarra y no pudo evitar ensanchar más su sonrisa: era limonada, una de sus bebidas favoritas. Pero todo no quedó ahí, ya que sus ojos esmeralda pudieron captar un brillo marrón...

-¡Un pastel!- Logró chillar emocionada cuando dejó su porción correspondiente en el plato. Y lo observó con anhelo y gula.

—Casi es demasiado bonito para comerlo… Bueno casi.

Asintió enérgicamente, y sin dudarlo más, utilizó su cucharilla para arrancar una porción y llevándoselo a la boca. ¡Estaba delicioso! Aunque no sabía si debía mezclarlo con la limonada, ya que el cítrico y el dulce sabrían bastante mal juntos... Cuando terminó de devorar ese delicioso manjar, y de beberse esa riquísima limonada, se dio cuenta de lo que se avecinaba: oscuras nubes que traían lluvia con ellas.

-Oh, oh... - susurró señalando lo anteriormente visto.-Kazuma-san, ¿sería mejor dar la vuelta?
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#29
Fue poco lo que duro el pastel y la limonada, pero aun así ayudaron a pasar un buen rato. Al menos eso era lo que sentía el Ishimura. Eran pocos los días que podía pasar así. Aunque con Naomi siempre pasaba buenos ratos, ella siempre insistía en que debía salir a hacer amigos de su edad como un chico normal.

«Creo que está bien si esto es lo que suele hacer la gente normal, pero hacer algo así todo el tiempo me aburriría pronto» —pensó él.

Mientras permanecía sumido en sus pensamientos, Eri hizo algunos gestos tratando de llamar su atención. En cuanto dirigió su vista al lugar donde señalaba, pudo ver como las nubes empezaban a formar oscuros cúmulos del mismo color de sus ojos.

—Kazuma-san, ¿sería mejor dar la vuelta?

—No, lo más rápido seria terminar la ruta —le respondió—. Además no hay de qué preocuparse, si llueve simplemente subiré la capota del carruaje —Aseguro él, estando consiente y poco preocupado por el hecho de que la parte del conductor no tuviera con que cubrirse.

El sol era lentamente engullido por las oscuras nubes y el caballo parecía ansioso al olisquear la humedad del aire. Viendo todos aquellos signos, Kazuma se apresuro. Con gran destreza tomo todo lo que había tomado el baúl y lo guardo de nuevo. Retiro los abanicos que se encontraban a cada lado puesto que ya no haría más calor. Finalmente se aseguro de bajar la cubierta de la carroza.

Kazuma aun no se había dado cuenta, pero mientras se movía de un lado a otro preparando todo. Una expresión de nostalgia y ensimismamiento se acentuó en su rostro.

«Se viene la lluvia» —pensó mientras le acomodaba las riendas al caballo a la vez que distraídamente le acariciaba la crin.

Era una reacción natural. Siempre se comportaba de aquella manera en reacción al clima nublado y lluvioso. En el fondo sabía que era por el recordar del día en que lo perdió todo, algo que provocaba un lúgubre sentimiento de nostalgia. Pero para él era algo extraño. Sabía que las personas normales asociaban la lluvia y las nubes grises, con sentimientos de tristeza y desolación. Pero en el causaban algo similar a la paz, quietud e introspección, mientras que le hacían recordar cosas “tristes”, pero irónicamente sin hacerle sentir tristeza como tal.

«Es frustrante… Siempre veo personas que en situaciones así son llevadas por la tristeza. Aun así siento como si yo no fuera capaz de hacer lo mismo. El viejo dice que es porque soy fuerte, pero a mí me parece más como una especie de insensibilidad al dolor»

Mientras se encontraba sumido en sus pensamientos, ni siquiera noto que ya había comenzado a llover copiosamente y que se encontraba empapado. El carruaje mantenía el paso, mientras el gris del cielo y sus ojos se encontraban. Abría hecho falta que le hablaran en un tono bastante alto como para que escuchara algo más que el sonido de la lluvia y el de sus propios pensamientos.
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#30
Miró directamente al albino cuando éste le contestó.

—No, lo más rápido seria terminar la ruta, además no hay de qué preocuparse, si llueve simplemente subiré la capota del carruaje.

-Bien, lo que diga el experto - Le respondió con una sonrisa pintada en el rostro, entonces observó como el Ishimura ni si quiera necesitó ayuda de la joven kunoichi para recoger todos los utensilios y las sobras de lo que se habían dignado a probar para almorzar, incluso recordó con pena la magnífica tarta que ya no podría volver a probar ni aunque todos los planetas se alinearan. Suspiró y se acomodó en su asiento asignado mientras no dejaba de seguir con sus ojos verdes al dueño de los ojos plateados.

Clop, clop, clop

Las gotas de agua intentaban traspasar la capota del carruaje, o eso intentaban dar a ver por la fuerza con la que golpeaban dicha parte del carro. Miró a las nubes y agradeció mentalmente que lloviese por una parte, pero por otra se sintió completamente aterrorizada... ¿Su vecina se cabrearía si manchase su adorado vestido? Bueh, qué más da.

Los grados comenzaron a bajar poco a poco, agradeciendo que aminorasen el calor que se había instaurado en su villa, le encantaba la lluvia, aunque Genza siempre la recriminaba empaparse y coger resfriados a menudo en la temporada que estuvo con él.

Genza...

Chistó molesta, mordiéndose el labio. Tenía prohibido pensar en esa temporada, todavía no lo había superado y siempre que lo recordaba, comenzaba a ponerse triste o a llorar directamente. Así que antes de llorar o comportarse como una chiquilla, llamó al cochero.

-¿Cuánto faltaría?
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—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
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