El rezagado pastel de fresa

[Manase Mogura]

Daruu sonrió, y uno hubiese pensado que todo estaba bien. Pero no estaba todo bien, y Mogura no iba a estar bien durante mucho mas tiempo.

—Oh...

Dejó escapar un alarido desde el suelo el abatido médico.

El secreto era ser hábil. Sostenía Daruu, pero la realidad no había cambiado.

—No pude evitarlo... !pero pude verlo!

Lentamente buscaría ponerse de pie. El médico de Amegakure recibiendo un poco de justicia por lo que decía, Aiko y Keisuke estarían mas que contentos de haber visto algo como eso.

—Veo que no has interrumpido tu entrenamiento en este tiempo que ha pasado.

[Amedama Daruu]

—Anda, deja que te ayude. —Daruu rio y extendió el brazo para ayudar a Mogura a reincorporarse.

—Veo que no has interrumpido tu entrenamiento en este tiempo que ha pasado.

Daruu se encogió de hombros y resopló.

—¿Cómo podría hacerlo? —dijo—. Con todo lo que está pasando. ¿Te has enterado... de lo de Ayame?

[Manase Mogura]

El médico se puso sobre sus pies con la ayuda de su interlocutor.

Daruu no podía parar de entrenar, como tampoco podía parar de cambiar su atuendo. Para lo último no había una causa clara, pero para lo primero parecía que si.

—¿Aotsuki-san?

¿Qué había sucedido ahora con la jinchuuriki de Amegakure? ¿Nuevamente había sido secuestrada? ¿La enviaban a otra misión secreta donde posiblemente podría morir?

—No tengo idea de que está pasando.

Tanto tiempo fuera de acción tenía sus consecuencias.

—No me he enterado de nada a decir verdad... ¿Qué sucedió?

[Amedama Daruu]

¿No se había enterado de nada?

¿De nada de nada?

—Me parece que tenemos bastantes cosas de las que hablar... pero vamos a un sitio más apropiado.

· · ·

Como era habitual, en la taberna Los Kunai Cruzados no había más que shinobi de Amegakure. Con ellos podría charlar con Mogura con total normalidad. Era un milagro que no se hubiera enterado de los últimos acontecimientos, porque los rumores habían corrido como la pólvora.

Daruu bebió un sorbo de su bebida favorita, la hidromiel pluvial.

—Ayame fue interceptada por un miembro de los Generales de Kurama, una facción de ninjas al servicio del Nueve Colas —explicó—. Usando un Fuuinjutsu súper avanzado, revirtieron el sellado del Gobi. Ahora es el Gobi quien controla el cuerpo de Ayame, y es ella la que está encerrada. El Gobi huyó hacia el este.

»Zetsuo, Kori-sensei y mamá me ayudaron a interceptarlo. Redujimos al bijuu y ahora está encerrada en los calabozos de la Torre de la Arashikage, a la espera de que encuentren una forma de revertir de nuevo la técnica de sellado y puedan traer de vuelta a Ayame.

Taciturno, bajó la mirada y observó con interés exagerado las burbujas de la espuma de su hidromiel.

[Manase Mogura]

Daruu estaba con humor para dejar un segundo su entrenamiento y tener un poco de dialogo. Pero aquel no era un espacio adecuado para ello.

Más tarde ese mismo día, el médico estaría sentado en un bar junto al muchacho. Lugar solo frecuentado aparentemente por otros efectivos de la aldea. Sin duda alguna podría no llegar a ser la mejor hora, pero no iba a dejar pasar la oportunidad de tomar un buen trago de alcohol con un poco de carne asada clavada en un palito de madera. Su compañero por otro lado habría optado por una opción mas particular.

El chuunin soltó de golpe mucha data que de alguna manera había esquivado a Mogura todo ese tiempo, como si de un topo dentro de la tierra se hubiese tratado. Generales de Kurama, Nueve colas, Fuuinjutsu avanzado y hasta el propio Gobi estaba involucrado.

Revolvió con un giro de su muñeca la pequeña copa donde se servía sake de la botella que le habían dado, pensando en la última vez que había visto a la kunoichi. Aquel día que se metieron en la Academia a altas horas de la noche, buscando fantasmas. De eso mas de un año quizás.

—Tengo un montón de preguntas que hacer tan solo de esto que me has comentado.

Dijo para luego bajar de un sorbo el contenido de su copa.

[Amedama Daruu]

Daruu suspiró, tomó la jarra de hidromiel y le dio un buen trago.

—Pues espera a que te cuente lo que me pasó el otro día en una misión simple de rango C —dijo, con una sonrisa triste.

[Manase Mogura]

El médico avistó la sonrisa triste de su compañero y no pudo evitar bajar la mirada levemente a su copa, mientras tomaba con una mano la botella con alcohol y la llenaba con una cantidad tan ínfima que hubiese sido lo mismo darle un sorbo directamente a la botella, pero bueno. Modales eran modales.

—¿Qué fue lo que te sucedió? ¿Te cruzaste con tu amigo Akame de nuevo?

Preguntó mientras recordaba la ultima vez que lo había visto con un ánimo similar, antes de que barriera el piso con él con técnicas prohibidas.

[Amedama Daruu]

Aunque hubiera dicho que tenía muchas preguntas que hacerle, Mogura no se las hizo. Aún más, con esa última a Daruu le pareció que se estaba riendo de él. De un sonoro golpe, dejó la jarra en la mesa, retiró la silla y clavó las palmas de las manos en la madera.

—¿Siempre tienes esa cara de "no me importa nada una mierda"? —le espetó—. ¡Estamos hablando de Ayame! ¡Nos jugamos la vida por ella en aquella misión, con los hijos de puta de los Kajitsu! ¡Y ni tan sólo has levantado una ceja al saber que está en peligro!

»De ese grupo, ya hay dos que nos han dejado. —Daruu bajó la mirada—. Porque te habrás enterado, ¿no? Ah, no... ¡tú estabas viviendo con la cabeza debajo de una piedra y ni siquiera sabrás que Kaido está muerto!

Umikiba Kaido había sido muchas cosas. Un chico arrogante, algo abusón, y bocazas. A veces daba un poco de miedo, con esos dientes de sierra. Pero todos ellos habían forjado algo muy importante. Una amistad.

Y ahora estaba rota.

Daruu comenzó a llorar.

[Manase Mogura]

El comentario del médico no le cayó nada en gracia a Daruu, quien por poco tiraría todo en un arrebato de evidente enojo. Y claramente aprovechó toda la confianza que había entre ellos para usar las palabras que tuvo ganas de usar.

La cara de nada me importa una mierda en Mogura se mantendría durante el sermón sobre Ayame casi por una cuestión de orgullo mezclado con sorpresa, pero cuando las noticias sobre las bajas en el grupo y los reclamos de la ausencia por parte del médico fueron haciendo mella en su expresión.

Bajó la cabeza al punto que solo su copa podría ver su rostro, sus ojos estaban cerrados. La noticia de la muerte de Kaido llegó a sus oídos. El último Kajitsu, de alguna manera se había buscado la muerte en aquel tiempo que estuvo fuera.

Levantó la mirada y vio las lagrimas en el rostro de su compañero y no pudo evitar mirar hacía un lado, no solo porque no quería ver aquel momento de debilidad en él sino porque tampoco deseaba mostrarle aquella expresión de derrota que tenía él mismo en su rostro.

Apoyo un codo sobre la mesa y se cubrió tanto como pudo con la mano en la que apoyaba su mentón.

—¿Cómo sucedió eso? Volvimos todos de ese lugar. Todos.

¿Que era lo último que sabía de él antes de salirse del mapa?

—Se fueron al examen todos juntos. ¿Acaso tuvieron que volver sin él?

¿De alguna manera habían permitido que la vida del muchacho se perdiese en el mendigo examen? Su mano libre comenzaba a golpetear la mesa con la punta de sus dedos en un ritmo que cada vez tomaba mas velocidad.

—Y esa chica, esa cosa que tiene en su interior es una cruz.

Refiriendose al Gobi mismo.

—¿Qué mierda son esos generales? ¿Para qué la quieren si ya tienen uno de Nueve Colas? ¿Por qué Arashikage permite que sigan respirando después de atreverse a tocar su Guardiana?

Y no pudo evitar entonces sentir que había perdido un año entero atendiendo negocios ajenos a lo que sucedía.

—Debería haber cerrado ese maldito negocio en cuanto el viejo se murió. Si hubiese seguido haciendo mi trabajo tal vez tendría la maldita solución a ese fuuinjutsu.

Se agarró la cabeza y se peinó hacía atrás dejando escapar un profundo suspiro mientras se echaba para atrás en su asiento.

—¿Si hubiese estado presente podría haber evitado que el idiota de Kaido se muera?

No pudo evitar preguntar con una triste sonrisa en el rostro y con un nudo en la garganta.

[Amedama Daruu]

No sabía nada. Realmente Mogura no sabía nada. Pero en serio, ¿¡dónde coño había estado todo ese tiempo!?

—Debería haber cerrado ese maldito negocio en cuanto el viejo se murió. Si hubiese seguido haciendo mi trabajo tal vez tendría la maldita solución a ese fuuinjutsu.

Daruu se limpió las lágrimas y volvió a derrumbarse sobre la silla.

—¿Tu padre? —Pero, incluso si había estado ocupándose de un negocio, alguna noticia le habría llegado, ¿¡no!? No. No lo parecía—. Lo siento mucho.

El muchacho suspiró y se dejó caer sobre la mesa, apoyando el codo, y la cabeza sobre la palma de una mano.

—¿Si hubiese estado presente podría haber evitado que el idiota de Kaido se muera?

—No, Kaido no murió en el examen —dijo, negando con la cabeza—. Se supone que Yui le envió a una misión secreta importante. Nunca volvió de la misión, y hace poco... encontraron su cadáver... Mierda, joder. Todo está mal.

»Y esos putos generales... No lo entiendes Mogura. El Kyuubi es su líder. No, no el Kyuubi. Kurama. Kurama es su nombre. Es difícil que Yui pueda hacer nada precipitado contra ellos si son tan poderosos como parece.

[Amedama Daruu]

—¿Sabes qué? —dijo Daruu, bufando—. Que le den a todo. Creo que no ha sido una buena idea venir a tomarme algo contigo. —El muchacho se levantó, dejó un par de monedas sobre la barra y salió a toda prisa—. Y haz un favor: infórmate un poco. Han pasado muchas cosas este año, y parece que hayas viajado desde el pasado directamente.

Fin.