1/09/2019, 16:38
—Kumokichi, ya te puedes ir, estaré bien —dijo Yota de repente, y el arácnido, tras refunfuñar por lo bajo, estalló en una súbita nube de humo y desapareció sin dejar rastro.
No fue algo que alarmara a Ayame, sin embargo. Después de todo, y aunque ella no contaba aún con ningún contrato animal, había visto el proceso de invocación en centenares de ocasiones.
—¡Oh! ¿quieres saber lo que ha pasado? —esgrimió Yota, acuchillándola con sus ojos dorados y sendos puños apretados junto a sus piernas.
Ayame desvió la mirada, con un amargo dolor en su pecho.
—Yo... yo... —balbuceó, incapaz de responder algo coherente. ¿Que si quería saber lo que había pasado? ¡Pues claro que quería! Aunque una parte de ella sabía muy bien qué era lo que había sucedido después de verse sumergida en aquella nube de humo. La verdadera pregunta era si después sería capaz de soportarlo...
No fue algo que alarmara a Ayame, sin embargo. Después de todo, y aunque ella no contaba aún con ningún contrato animal, había visto el proceso de invocación en centenares de ocasiones.
—¡Oh! ¿quieres saber lo que ha pasado? —esgrimió Yota, acuchillándola con sus ojos dorados y sendos puños apretados junto a sus piernas.
Ayame desvió la mirada, con un amargo dolor en su pecho.
—Yo... yo... —balbuceó, incapaz de responder algo coherente. ¿Que si quería saber lo que había pasado? ¡Pues claro que quería! Aunque una parte de ella sabía muy bien qué era lo que había sucedido después de verse sumergida en aquella nube de humo. La verdadera pregunta era si después sería capaz de soportarlo...