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Nabi le dijo a Daruu que no tenía ni idea de cuándo dejaba de llover en Amegakure, pero que creer ciegamente en algo no era bueno. Daruu asintió enérgicamente.
—Claro. Por eso no creo ciegamente en ello. —Sí que sentía una especie de superstición extraña. Era inevitable. Casi todo el mundo a su alrededor se comportaba como si el hecho de que no cayera ni gota de agua fuese una tragedia. Era imposible que, estando en una sociedad así, no se te pegara algo. Pero en el fondo sabía que no había tal desgracia. Sabía también que no había Amenokami, el Dios de la Lluvia, aunque participase en las tradiciones que consideraba bonitas.
Como muchas veces decía su madre, Amedama Kiroe, "aquí sólo estamos el cielo, la Tierra y sus hijos".
Nabi se sentó apoyando los codos en las rodillas y la cabeza en las manos, con las piernas cruzadas. Daruu lo imitó, pero se inclinó hacia atrás y apoyó las palmas de las manos con los brazos extendidos en el suelo. El Uchiha lanzó entonces otra incógnita.
Daruu detectó cierto escape de información, y sonrió.
—Me gusta mi villa. Me gano la vida como ninja, pero tengo aficiones. ¿De su historia? Las clases me resultaban aburridas. No prestaba atención.
Sí que lo hacía, ¿pero no estaba ya hablando mucho de él mismo?
—Respecto de la imagen que tengo sobre Uzushio... No me han hablado mucho de ella, ¿lo harás tú? Al menos tú sabes que en la mía llueve un huevo.
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Como ya se podia imaginar, Daruu no creia ciegamente en ello, pero sí que le daria mala espina que pasara. Parecia un chico sensato y con los pies en la tierra, como todos a esas edades, despues ya empiezan a perder la cabeza con los años. Intentó aplicarselo en su caso, aunque no era lo mismo, pero si un año los cerezos no florecian seguramente la mitad de su villa perderia la cabeza.
Daruu se sentó con las manos apoyadas en el suelo, inclinandose hacia atras. Sin duda, el chico reaccionó a la pregunta del rubio, sabia que era una pregunta bastante comprometida teniendo en cuenta que al fin y al cabo, eran de villas ocultas diferentes, y por mucha paz que hubiera, eran soldados de diferentes ejercitos. Así, como esperaba, su respuesta fue poco extensa. Acto seguido le pregunta por su villa.
—Te voy a decir algo que no te dira mucha gente, no te fies de mi opinion. No voy a ser tan hipocrita como para decirte que mi villa es la mejor. Pero sí que creo que es la más justa, y protegeré aquello en lo que creo. Dicho eso, en primavera Uzushio se llena de color y vida, sobretodo cuando no llueve.
La lluvia cuando los cerezos han florecido es una de las peores cosas para cualquier Uzushiogakuriense, cuando todos van de picnic a sentarse bajo aquellos hermosos arboles. Era un poco triste pensar que Daruu, como tantos otros que vivian en otras villas y tenian más que restringido el paso, jamas verian aquel espectaculo de colores y naturaleza. Lo que más le afectaba al rubio, es que creia que eso era injusto, él podia gozar de su villa porque habia nacido en ella, sin embargo, Daruu tenia que vivir en una aldea cuya belleza residia en que siempre estaba oscuro y llovia, comparas eso a los cerezos en flor y no parece justo.
No era justo, pero no se lo iba a comentar al shinobi, que seguramente se lo tomaria como una ofensa y eso era lo último que queria.
— Hablando de imagenes, a mi siempre me han hablado de lo... estrictos que sois en Amegakure. Y de los rituales que haceis bajo la lluvia.
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Nabi contestó algo que prometía ser enigmático pero que acabó siendo otro comentario tan anodino sobre el clima como el que había sido el suyo. Que su villa era la más justa porque en primavera se llenaba de color y de vida, sobretodo cuando no llovía. Daruu torció el gesto y giró la cabeza preguntándose qué había querido decir. Había entendido eso, pero no estaba seguro.
—Qué... poético ha sonado eso. —Por no decir "tío, esa droga ha venido desde Kusa por lo menos", ¿sabéis?
El Uchiha rubio pareció recordar algo que le habían contado. Ah, sí, rituales bajo la lluvia de la gente de Amegakure. Una serie de rumores que ellos mismos difundían para dar miedo y parecer más sanguinarios ante los demás. Una especie de broma a gran escala.
Bueno, broma a medias. Sí, seguía siendo una tradición salir a correr casi o completamente desnudo bajo la lluvia, con el frío. Pero eso no era más que otro entrenamiento más: fortalecer el cuerpo y la mente para ganar resistencia bajo el agua, en su terreno. Si un invasor entraba al país, tenían las de ganar, pues estaban adaptados al constante azote de Amenokami.
Pero Nabi no sabía eso.
Os podéis imaginar lo que le contó Daruu.
—¡Oh, Dios, no me lo recuerdes! —Daruu simuló una arcada—. El primer corazón de mangosta que nos hicieron comer crudo me hizo vomitar... Pero el cuarto y el sexto me dejaron marcado...
Hizo una pausa dramática y cerró los párpados.
—Después de unos cuantos más te acostumbras, pero nunca olvidaré la Ceremonia de Decapitación del Recién Nacido.
Por supuesto, en Amegakure no existía tal cosa, ni tampoco se comían los corazones de las mangostas. De hecho, no había visto a una mangosta en su vida.
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Ante la duda del rubio sobre los rituales hidrofilicos que llevan a cabo en Amegakure, porque les pone la lluvia, Daruu se quedo absorto un instante para reaccionar con asco como si acabara de recordar algo que le devolvía un sabor extraño a la boca. Por un momento pareció que fuera a vomitar, pero logro recomponerse y dijo algo de un corazón de mangosta, y después del cuarto corazón de mangosta, y después del sexto. Sonaba bastante perturbador, pero había más.
Tras una pausa, comentó que llega un momento en que te acostumbras a comer corazones de mangosta, pero que lo que de verdad le marcó era la ceremonia de decapitación del recién nacido. Claro, después lo comparabas con la técnica de los Mil Años de Muerte, y pues te queda esa esperanza de que el nombre sea una exageración demasiado hiperbolizada.
Y lo de las mangostas, no tenia ni idea de qué demonios era eso. ¿Era alguna especie de langostino que pescaban en la inmensidad de sus mares? La biología siempre le había parecido aburrida e innecesaria, es decir, hay tropecientos mil millones de bichos en el mundo, ¿como esperan conocerlos a todos? Estaban todos locos. La cuestión, comer corazones crudos es un poco perturbador, pero bueno, hay gente comiendo huevos de pez por el mundo, por comerte su corazón a lo mejor te entra alguna enfermedad, pero allá tú con tu conciencia. En resumen, todos comemos animales, si quieres hacerlo a lo bruto y comiéndote partes que no son recomendadas por nutricionistas, es su elección, que cada uno se envenene como quiera.
Seguía siendo perturbador, pero había supuesto cosas peores. Como comerte un pez vivo y obligarte a cagarlo vivo también con algún tipo de laxante superpotente, siendo Amegakure, todo estaba dentro de las expectativas del rubio.
— ¿Y de qué trata la Ceremonia? Si puedo preguntar, claro.
Su expresión se habría vuelto bastante más seria, por los temas que se estaban sacando a relucir, muerte, comer corazones crudos, decapitar bebés, el tipo de cosas que te hacen ponerte serio o asquearte. Era consciente de que según la respuesta que le diera el shinobi no pudiera sino demostrar lo abochornante que le parecían las tradiciones de los Amegakureños para la raza humana y a lo mejor acabarían a hostias. Un día normal en el calendario de relaciones interaldeanas del Uchiha.
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A Daruu le habían dado cuerda, y lo peor que se podía hacer era darle cuerda a alguien de Ame que además tendía a ser un poco bromista cuando se trataba de difundir rumores falsos de su propia aldea. Todo el mundo se pensaba que en Amegakure eran una especie de monstruos que tenían que superar pruebas crueles para graduarse. Eso a Daruu le hacía mucha gracia, y no desaprovechaba una oportunidad para fardar de inventiva.
En una ocasión, había conocido a un niño llamado Timomaru. Al pequeño Timomaru, que vivía en Shinogi-to —la capital del País de la Tormenta— le habían gastado una broma, y le habían dicho que todos los años sacrificaban a un niño de su edad para que el Dios de la Lluvia les diera suerte a los ciudadanos de aquella localidad. Daruu había acabado traumatizándolo sin querer. No le dio tiempo a decirle que lo de que ese año le tocaba a él era sólo una broma.
Le vino bien recordar aquella anécdota. Podía expandirla.
—La Ceremonia... —dijo, misterioso—. Todos los años sacrificamos al primer recién nacido del año, para que no deje de llover.
Y lo dejó ahí, no dio más explicaciones. Pero no iba a parar.
—Pero hay una más. Una que, si no la cumples, no te consideran ni medio hombre. Es la que he venido hoy a cumplir.
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7/11/2015, 18:07
(Última modificación: 7/11/2015, 18:08 por Inuzuka Nabi.)
Amegakure era un lugar más siniestro de lo que el rubio hubiera creido, normalmente cuando la gente exageraba tanto algo él tendia a hacer lo contrario y con cada burrada que escuchaba le hacia el efecto contrario y cada vez veia más estupido el hecho en cuestión, ese metodo le habia servido casi siempre. Y ese casi era por Amegakure. Habia oido muchas, muchisimas cosas de Ame, y sin embargo, todas ellas parecian tan mediocres al lado de lo que le acababa de contar Daruu.
Su palabra como nativo valia muchisimo más que todas las que le habian hablado de aquella villa, normalmente no se fiaba de extraños, pero cuando eran extraños hablando de sus propias villas de extraños, eran su única fuente de información medianamente fiable. Además, el moreno no tenia pinta de bromista, o por lo menos, no le habia dado aquella impresión a Nabi.
—La Ceremonia... —dijo, misterioso—. Todos los años sacrificamos al primer recién nacido del año, para que no deje de llover.
El rostro del Uchiha ni se inmutó. ¿Amegakureños sacrificando amegakureños? Su problema. Siempre habia pensado que el mundo era una mierda injusta, podia preocuparse de que los suyos no sufrieran injusticias, no podia preocuparse de todo el mundo. Él no era ningún heroe internacional. Obviamente su imagen de los habitantes de la lluvia iba bajando posiciones conforme avanzaba la conversación. Y así, Daruu habia pasado de un agradable ninja de otra villa a un psicopata que verdaderamente estaba igual de loco por su lluvia como todos los Amegakureños.
—Pero hay una más. Una que, si no la cumples, no te consideran ni medio hombre. Es la que he venido hoy a cumplir.
— ¿Otra? ¿Cuantas teneis que hacer a lo largo de vuestra vida? Además, habias dicho que no venerabas la lluvia como hacian ellos. ¿Como puedes dejar que sacrifiquen niños por ella?
Realmente no tendria que haber abierto la boca, sabia que lo iba a decir, sabia que era injusto y no podia sino sentir ira por ello. Que una villa que se supone ha de proteger a los suyos se dedique a matar a sus infantes por un hecho climatico es tan estupido e inhumano que simplemente no podia ignorarlo. Estaba atento a la reacción de Daruu, cualquier cosa que pasara a partir de ahí podia salirse de control con facilidad.
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Daruu dio un pequeño paso, cabizbajo, en la dirección del rubio.
— ¿Otra? ¿Cuantas teneis que hacer a lo largo de vuestra vida? Además, habias dicho que no venerabas la lluvia como hacian ellos. ¿Como puedes dejar que sacrifiquen niños por ella? —inquirió Nabi.
Dio otro pequeño paso y dejó caer sus brazos hacia adelante.
—La última ceremonia es la más importante...
Otro paso más. Sólo les separaban dos metros. Y ahí paró, fija la mirada al suelo como quien clava un tablón de madera con un clavo de acero.
—Salimos de la Aldea. Solos. Sin protección. Sólo valiéndonos de nuestras habilidades, de nuestra fuerza y de nuestras armas —dijo casi en un susurro, sólo lo suficientemente alto para que Nabi pudiera oírlo con esfuerzo.
Metió la mano en el portaobjetos y sacó un kunai.
Entonces levantó la mirada y le puso a Nabi la sonrisa más perturbadora que podía haberse imaginado, y se puso a gritar como un loco y a levantar la voz y a agitar ambos brazos, pareciendo que iba a saltar sobre su cuello para asesinarlo pero sin moverse del sitio:
—¡¡Y NOS LLEVAMOS LA CABEZA DE UN EXTRANJERO DE VUELTA A LA VILLA, BUAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!
»Es broma, no matamos gente. Normalmente.
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Entonces, Daruu se puso en modo demente. Bajo la mirada, y a la vez que contestaba al rubio con un tono más bajo de lo normal y más psicopata de lo normal, se iba acercando a él, Nabi se levantó al momento, pero no retrocedió. El moreno siguió acercandose hasta que a unos dos metros de él, se detuvo en seco. Bajo todavia más el tono, haciendo parcialmente inaudible lo que decia para el Uzushiogakureño.
—Salimos _______. Solos. __________. ____ valiéndonos de______bilidades, ________ fuerza y de _______ armas —
A pesar de que sus ojos carmesies le permitian ver con mayor precisión, aun no era capaz de leer labios, tal vez porque nunca le habia interesado o porque sus ojos aún no eran lo suficientemente precisos. Pero por ahora solo se podia valer de sus oidos para escuchar y los habia usado tan bien como habia podido. Sin embargo, su atención dividida en oir y vigilar al shinobi que de repente parecia enagenado.
Y no iba desencaminado. Daruu sacó un kunai, y Nabi respondió desenfundando su katana, con cualquier otro shinobi desenfundar un kunai con una actitud sospechosa ya valdria para lanzar un ataque al sospechoso. Pero Nabi no era cualquier otro shinobi, a pesar de que el Amegakureño habia perdido un par de tornillos no iba a iniciar un conflicto armado hasta que no viera una ofensiva directa hacia su persona. Daruu subió la mirada hasta encontrar la carmesí del rubio y su expresión acompañaba su comportamiento, como si algo en su cerebro se hubiera roto, esa era la definición más acertada para la sonrisa del muchacho.
—¡¡Y NOS LLEVAMOS LA CABEZA DE UN EXTRANJERO DE VUELTA A LA VILLA, BUAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!
Y al grito de BUA, su dios de la lluvia, empezó a agitar los brazos de forma preocupante. Nabi se mantuvo en guardia, a pesar del espectaculo de locura no vio ningún indicio de qué Daruu se fuera a mover. Tras unos segundos de gritos y tensión, el rostro del Amegakuriano volvió a la normalidad y confesó que era una broma, a lo que el rubio solo pudo responder con un suspiro.
— Que mal te sienta el Sol, ya me estaba planteando como explicarselo a mi kage.
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A pesar del espectáculo y el griterío, Nabi se mantuvo tan impasible como una montaña hecha del mármol más duro e impenetrable. Si no hubiera sido rubio como los rayos del Sol, Daruu habría pensado que tendría delante a Kori, su vecino, que era en realidad todo blanco, cabello y piel.
Había sido una reacción tan antinatural que se quedó parado con la cabeza torcida, preguntándose qué clase de empanamiento le había poseído. Estaba a punto de chasquear los dedos para despertarlo cuando habló.
—Que mal te sienta el Sol, ya me estaba planteando como explicarselo a mi kage.
Ya véis, menudo fardón estaba hecho aquél Uchiha Nabi. Daruu emitió una sonora carcajada, se cruzó de brazos y se echó hacia adelante mirándole con aquellas pintas de quien no se cree que le estén diciendo algo.
—¿Qué me estás contando? —contestó el moreno—. Si de verdad quisiera matarte, no te daría tiempo a explicarle nada a tu kage, Uzushiogakuriense. Seguro que soy mejor que tú.
Uzushiogakuriense. Estaba seguro de que ese gentilicio no existía, pero qué más daba.
En otra ocasión, su conciencia habló, no se habría mostrado tan bravucón con un extraño de otra aldea al que no había visto pelear, pero la complicidad de antes le había servido para romper el hielo.
«Romper el hielo... Romper el Hielo. ¿Romper el Kori?
Soltó un pequeño "je, je, je" sin venir a cuento fruto de la broma que había hecho consigo mismo.
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28/11/2015, 16:41
(Última modificación: 28/11/2015, 16:42 por Inuzuka Nabi.)
Nabi habia estado rodeado de locos y criminales, y criminales locos, durante un par de años. ¿Amenazas de muerte? ¿Brotes de demencia? Estaba hablando con el muchacho que salio de alli con el ano y la cara en perfecto estado. Ademas, no veia a Daruu como una amenaza, aún cuando se puso tan lugubre y tenebroso, lo veia como una cobaya, un sujeto de experimento. Queria saber de él, no matarle.
El moreno le chasqueó los dedos en frente. Y despues, dejó claro que se sobreestimaba enormemente. Por parte de Nabi, lo que sabia del Amegakuriano era que tenia una capacidad de movimiento silencioso por encima de la media y eso no le iba a ser muy útil en un ataque frontal. Pero él parecia tener una fe ciega en si mismo. Lo cual hizo dudar al rubio.
— No voy a opinar sobre lo que no sé, así que no voy a decir si eres o no mejor que yo. Pero si ambos somos Gennin dudo que me pudieras matar con tanta facilidad como de la que alardeas.
Enfundó parcialmente su arma, algo en la voz del mojadokuriense le hacia pensar que realmente queria probar sus fuerzas.
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28/12/2015, 16:29
(Última modificación: 7/01/2016, 16:37 por Amedama Daruu.)
Tras unos instantes de titubeo, Nabi respondió sin amedrentarse lo más mínimo.
—No voy a opinar sobre lo que no sé, así que no voy a decir si eres o no mejor que yo. Pero si ambos somos Gennin dudo que me pudieras matar con tanta facilidad como de la que alardeas.
Daruu suspiró y relajó los hombros. Hecho esto, se dio la vuelta, aparentemente abatido, y se sentó en el borde del barranco, tan despreocupado como quien no tiene a un ninja extranjero al que acaba de casi retar a sus espaldas.
—Si te digo la verdad, tengo mucha curiosidad por ver cuánto hay de verdad en la leyenda de que los Uchiha son temibles —dijo—, pero estoy muy lejos de mi aldea, el camino ha sido duro y no encuentro motivos para pelear contigo, ni aunque sea de fogueo. Además, lo has dicho tú mismo. Somos genin.
Giró los hombros y el cuello lo suficiente como para poder dedicarle una sonrisa afable a Nabi.
—No representaríamos a nuestros yo del futuro ni aunque lo intentáramos. Medir fuerzas es una tontería.
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El Amegakureño se sentó en el borde del enooooooooorme acantilado como si fuera lo más normal del mundo, como si estuviera de picnic con su tia abuela Zetsua. Y más despues de vacilar a Nabi con su hiperbole acerca de sus inigualables habilidades como super gennin de la Lluvia. No estaba seguro si era solo él o se lo tenian muy creido todos en esa villa. A ver, él era el mejor, pero porque la vida era así, no todos pueden ser Uchiha.
—Si te digo la verdad, tengo mucha curiosidad por ver cuánto hay de verdad en la leyenda de que los Uchiha son temibles —dijo—, pero estoy muy lejos de mi aldea, el camino ha sido duro y no encuentro motivos para pelear contigo, ni aunque sea de fogueo. Además, lo has dicho tú mismo. Somos genin.
Hala, como si no estuvieras con un completo desconocido al borde de un precipicio. Por suerte para él, poco le importara a Nabi lo que dijera de su clan. Suspiró ante los comentarios un tanto siniestros por parte del moreno mientras se sentaba en el mismo borde a un metro de Daruu. No es que confiara ciegamente en la gente como parecia hacerlo su compañero de borde de acantilado, sino que estando ambos sentados, si se intentaban tirar el uno al otro acabarian cayendo los dos, eso le relajaba.
—Si los Uchihas fueramos tan temibles habria algún kage Uchiha.
Un razonamiento logico. Como siempre.
—No representaríamos a nuestros yo del futuro ni aunque lo intentáramos. Medir fuerzas es una tontería.
—Yo prefiero no medir fuerzas hasta que este seguro de que no acabaremos uno de los dos muertos. Prefiero hacer aliados antes que enemigos.
Si alguien encontrara a dos Genin de diferentes villas pegandose en pleno Valle del Fin, se liaria y probablemente uno de los dos saldria muy mal parado. Esperaba no ser él, pero tampoco se lo deseaba a Daruu, parecia buena gente a pesar de estar un poco mal de la azotea.
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El Uchiha acompañó a Daruu en su descanso al borde del acantilado y tomó asiento a su lado, aproximadamente a un metro.
—Yo prefiero no medir fuerzas hasta que este seguro de que no acabaremos uno de los dos muertos. Prefiero hacer aliados antes que enemigos.
Daruu miró a Nabi. Levantó una ceja, sin saber muy bien por qué el rubio había dicho eso.
—¿Qué dices, tío? —Extrañado, le dio una pequeña palmadita en la espalda—. Me refería a una pequeña peleita de entrenamiento, hombre. No es que ser un ninja sea lo que más me gusta del mundo mundial, pero desde luego me encanta retarme a mí mismo y aprender cosas nuevas.
Suspiró y levantó la mirada a las nubes. Se movían con el viento. Libres. Ellas no tenían que pagar una casa, el agua o comida. Tampoco estaban vivas y aunque lo estuvieran, no había mucho que hacer allá arriba más que vagar y vagar. Era algo a tener en cuenta, pero normalmente nadie se ponía a parar en ello cuando se perdía en cosas como esta.
Estaba distraído. Por eso no se dio cuenta de que...
El suelo se resquebrajó debajo de él, y de pronto estaba cayendo por el precipicio junto a Nabi. El borde del barranco se había roto con su peso.
Vislumbró una rama cercana que salía crecida desde la tierra vertical. Se enganchó a ella en plena caída, pero Nabi no tuvo tanta suerte. Estaba demasiado lejos.
Daruu apuntó el brazo libre hacia donde creía que podría estar él. No tenía mucha visibilidad allí colgado.
—¡Nabi, agárrate! —gritó, y su brazo se estiró, transformado todo él en madera, buscando al Uchiha que caía hacia un impacto directo contra el agua.
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Desde luego, Sasuke, digo, Daruu, Daruu, parecia cada vez más familiar con Nabi a pesar de que este tenia la presencia de una patata tanto social como carismaticamente hablando. Simplemente no le interesaba la gente, todo ese rollo emocional y sus problemas eran como la arena para él, podias coger un puñado pero acabara escurriendose entre tus manos, porque es tan circunstancial que no importa. Lo único importante para él es la seguridad de esas personas.
Pero hay temas que le tocan la fibra y cuando el Amegakuriense mencionó que ser ninja no era su vocación, esa fibra se estremeció y no pudo evitar abrir la boca para hacerle LA pregunta.
—Si no quieres ser ninja, ¿por que eres ninja?
El moreno habia levantado la mirada al cielo, tal vez en busca de la respuesta a su pregunta. Lo dudaba, si no era su deseo ser shinobi, seguramente fuera el de sus padres o la presión social de su villa. A diferencia de él, Nabi estaba donde queria y no donde se supone que deberia estar. Hasta que por algún motivo, aparentemente accidental, el suelo bajo sus culos decidió dejar de ser solido y precipitarse directamente cascada abajo. En el momento en que noto que algo se estaba avecinando el rubio sufrió el acto reflejo por excelencia de los suyos, activar el sharingan.
Por suerte, él no se habia quedado embobado con las nubes a diferencia de su compañero. Sacó su kodachi en el aire e intentó clavarla en alguna zona de la pared que el acero de la katana fuera capaz de penetrar. Pero, como si el destino se estuviera riendo de sus intentos por sobrevivir, la pared parecia más resistente de lo que habia sido el suelo sobre el que hace unos segundos estaban sentados. Apenas logro clavar la punta, frenando su caida un poco antes de volver a caer irremediablemente.
Ideas no tan seguras para frenar su caida o al menos aumentar un pelin sus probabilidades de sobrevivir iban viniendole a la mente.
De repente, la voz de su compañero de muerte atravesó el aire a la vez que una especie de palo de madera con forma de mano en la punta. No sabia qué era, pero no tenia tiempo para pensarselo. En un último uso de su querida Kodachi se dio impulso hacia su salvación. Finalmente, el filo se partió y la espada cayó. Ese fue el precio de que Nabi alcanzara aquel brazo de madera que tenia al final pegado a Daruu.
— ¡Al final nos hemos caido! ¡Mira que lo sabia!
Estaba cabreado con él, y la adrenalina le impedia reservarse sus opiniones como de costumbre. O tal vez fuera el sharingan, quien sabe. La cuestión es que le hervia la sangre de Uchiha.
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10/01/2016, 01:21
(Última modificación: 10/01/2016, 01:22 por Amedama Daruu.)
Notó el peso de Nabi que se le enganchaba al propio de su cuerpo. La rama crujió. Se dobló un poco más. Las rocas, donde estaban enganchadas sus raíces, emitieron un sonido desagradable, y un peñasco pasó justo rozándole por la cabeza. Dado que el peso no se soltó ni escuchó quejido alguno, Daruu supuso que la roca no le había dado tampoco a Nabi.
Un enfurecido Uchiha gruñó algo desde allá abajo.
—¡Al final nos hemos caído! ¡Mira que lo sabía!
—¡Coño, pues haber avisado! —contestó Daruu, con un tono evidentemente divertido.
Entornó los ojos al distinguir una figura plateada allá en lo alto del risco, desde donde habían precipitado.
No podía ser.
—¡Eh, chicos! ¿Estáis bien? —Seremaru, el amigo lupino de su madre, asomaba el hocico literalmente. Era seguro de que había estado vigilándole de nuevo.
—¡Maldito chucho! ¡Te dije la última vez que dejaras de vigilarme! —exclamó Daruu.
A Seremaru se le erizó el pelo un segundo. Sus ojos brillaron. Si Daruu hubiera tenido que definir cómo era una mueca de sonrisa cruel, así, tan específico, en un lobo... Habría sido su cara.
—Pe-perdón, Seremaru. No quería... No quería decir...
—Supongo que desde ahí sólo os daréis un buen chapuzón, ¿eh?
Seremaru golpeó la tierra con la zarpa, el barranco tembló. La roca se partió. Una grieta descendió desde donde habían caído hasta el desafiante árbol al que Daruu se había agarrado. Las raíces se soltaron y los muchachos volvieron a caer.
—¡¡NOOOOOO!!
—¡SIIIIIÍ! —se burló Seremaru, y se dio la vuelta, dejándolos a merced del agua.
SCHUUUUAF. SCHLUOF.
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