Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
—Reiji-kun, estos últimos días estás teniendo muy buenas ideas —dijo Katsudon—, pero permíteme que te diga, y no es por ofender, eh, que no creo que puedas frenar nada con fuerza bruta. Me parece que me va a tocar a mi de nuevo esa parte.
—Tendrás que tener cuidado de no romper demasiado el barco.
—Tendré que tener cuidado explicándole a Hanabi que uno de sus genin se ha encaprichado con tenerlo, más bien —rio Katsudon—. ¡Está bien! Tratad de mantenerlo recto. Yo haré un Sunshin no Jutsu hacia los muelles y trataré de detenerlo como pueda desde allí.
—¿Un qué? —Yuuna torció el gesto y buscó la mirada cómplice de Reiji, el peor sensei de Oonindo.
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—Reiji-kun, estos últimos días estás teniendo muy buenas ideas —alguna que otra, si. Y buenas canciones pirata.—, pero permíteme que te diga, y no es por ofender, eh, que no creo que puedas frenar nada con fuerza bruta. Me parece que me va a tocar a mi de nuevo esa parte.
—Tienes razón, pero solo por tamaño. Que yo también estoy fuerte eh. No tanto como tu, pero un poco si.
—Tendrás que tener cuidado de no romper demasiado el barco.
—Tampoco hace falta que te preocupes mucho. Mientras no se hunda es suficiente.
Si lo iba a reformar prácticamente entero. Mientras no se hundiera, no pasaba nada.
Eso y aprender a navegar. Que falta me hacía.
—Tendré que tener cuidado explicándole a Hanabi que uno de sus genin se ha encaprichado con tenerlo, más bien
—De todo lo que tenemos que contarle a Hanabi sama, creo que lo del barco es lo que menos debería preocuparnos
—¡Está bien! Tratad de mantenerlo recto. Yo haré un Sunshin no Jutsu hacia los muelles y trataré de detenerlo como pueda desde allí.
—¿Un qué?
—Un ninjutsu de movimiento instantáneo. Es como... como un miniteletransporte. No me preguntes como se hace, no tengo la mas remota idea, por que eso tiene sellos y yo ni puedo hacerlo.
Aunque eso ya se lo había contado en el viaje de ida, parecía un poco mas doloroso admitirlo de nuevo en ese momento. ¿Como se había enamorado de un inútil como yo?
Tampoco le di muchas vueltas al tema. Solo hice caso a Katsudon y mantuve el barco todo lo recto que pude.
—Oye, ya sé que este no es el mejor momento para ponernos a hablar de esto, pero... ¿y si intentas concentrar el chakra en la espada como los samurái y ya está? No luchaban tan mal... para ser un shinobi —picó Yuuna—. Y de todas formas, podrías intentar centrarte en técnicas con pocos sellos, ¿no? Seguro que no eres tan inútil como te cr... ¡Aaah!
El barco dio una sacudida. A ambos lados del casco asomaban las dos manazas de Katsudon, que trataban de retener la velocidad de la embarcación.
Claro que...
La última vez, la misma arena había frenado las hélices. No se trataba de un velero, precisamente, y dicho sea de paso, era todo un milagro que hubiesen conseguido arrancarlo en primer lugar. Aquellas dichosas baterías eléctricas de Amegakure duraban mucho, o eso, o el barco había recibido energía de alguna tormenta... de alguna manera...
¡Qué sabía Reiji! ¡Si no entendía cómo funcionaba aquél cacharro! El caso es que había que parar las hélices o jamás conseguirían frenarlo.
—¡Mierda, esa era la bocina! —Yuuna se retiró de un salto, como si se hubiera quemado con la palanca.
Reiji observó el panel de navegación que había a ambos lados del timón. Había varios botones, pero esos ya habían descubierto que servían para encender y apagar luces en la cubierta y en la cabina. De momento habían dos palancas grandes que no se habían atrevido ni a tocar. Una a la izquierda, que estaba bajada, y otra a la derecha, que estaba subida.
Tenía que elegir una de ellas. Y de ello dependería si el barco se salvaba o si Reiji se quedaba sin su sueño de ser el peor pirata de los tres millones de mares de Oonindo.
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—Oye, ya sé que este no es el mejor momento para ponernos a hablar de esto, pero... ¿y si intentas concentrar el chakra en la espada como los samurái y ya está? No luchaban tan mal... para ser un shinobi
Era un poco torpe, pero hasta ahí si llegaba. Ya tenía varias técnicas que hacían eso. Ademas, que no molesta admitir abiertamente lo mal que se me daba el ninjutsu. Era solo... Que ella estaba delante.
—Y de todas formas, podrías intentar centrarte en técnicas con pocos sellos, ¿no? Seguro que no eres tan inútil como te cr... ¡Aaah!
El barco se sacudió cuando las manazas de Katsudon lo agarraron a ambos lados.
—Mejor si no tiene ningunt sello, pero si, no es el mejor momento y no estoy desanimado
¿Como podía estarlo? Con esa entrada tan épica que habían hecho no podía mas que estar orgulloso de mi ingenio. Cuando Datsue se enterase... Si es que no se había dado cuenta cuándo el solo había desaparecido para dejar toda la aldea cubierta por la sombra de Katsudon.
Volviendo al tema del barco... No se paraba. En el hierro la mezcla de arena y nieve de ka playa habían frenado el barco. Pero allí en el muelle no había arena ni nieve. Solo Katsudon. Y su fuerza no parecía suficiente.
Había 2 opciones. O encontraba el botón que paraba ese barco, o Katsudon tenia que destruir el barco para que el puerto no sufriese daños.
Aún en ma situación en la que estábamos, eso me hizo muchísima gracia, por algún motivo.
La risa estaba bien, pero había que frenar ese barco de algún modo. El panel que tenia enfrente estaba lleno de cosas que... Ni idea. Solo había experimentado con los botones que encendían y apagaban las luces. Pero eso no frenaba el barco.
Lo único que no había probado eran dos palancas que había también allí. La tercera era la bocina que había tocado Yuuna antes. ¿Pero cual de las dos restantes frenaba el barco? Y ¿Para que servía la otra?
Ni puta idea, pero tenía que hacer algo.
—Coge nuestras cosas y preparate para abandonar el barco si sucede lo peor.
Le dije a Yuuna antes de tomar una decisión. Aunque en realidad, en mi cabeza, ya la había tomado.
—No pasa al fin y al cabo yo... Yo ya... —aún me costaba decir estas cosas. —Yo encontré mi tesoro.
Y había estado mas cerca de lo que me había imaginado nunca. Lo bueno es que mi olfato no se equivocaba, siempre había tenido un tesoro cerca.
Y volviéndo otra vez al barco... Dos palancas... Dos opciones y... Dos manos.
—Lo siento compañero, no tengo ni idea de manejarte, pero no puedo destrozar el puerto de Uzushio, me cortarían la cabeza y ahora la necesito sobré los hombros.
Así pues... Subi la palanca que estaba bajada con una mano. Y bajé le palanca que estaba subida con la otra.
Reiji advirtió a Yuuna para que cogiese sus cosas y se preparase, antes de decir algo que la puso roja de pies a cabeza. La mujer salió corriendo de la cabina, y bajó a los camarotes para coger, sobretodo las espadas, y luego el resto de enseres del grupo. El muchacho quedó arriba, sólos él y su barco. ¿Verdad que parecía una despedida?
El chico hizo su elección, y pronto descubriría que se trataba de una decisión final. Lejos de elegir una de las palancas, el shinobi accionó las dos. El barco no dio señales de parar, pero hubo un par de ruidos que le indicaron que los mandos sí que habían hecho algo.
En el puerto había un revuelo enorme. Con prácticamente la mitad de fuerzas de Uzushiogakure revolucionadas, yendo de un lado para otro, no atreviéndose a acercarse a un Katsudon que, con ambos brazos hinchados, trataba de detener al barco sin éxito. Excepto por dos personas.
—¡Coño, Don, qué pretendes! ¡Suéltalo ya o dale una buena hostia! —protestó Raimyogan, dándole una palmada en el hombro.
—¿Quieres que te ayude a mandar volando ese trasto?
—¡NO! ¡ESTE BARCO ES DE UN BUEN AMIGO! —bramó Katsudon. Reiji escuchó las palabras con claridad—. ¡Y PIENSO SALVARLO!
Raimyogan se llevó las manos a la cabeza.
—¡Coño, pues que apague las hélices!
—Llámame loco, pero igual no saben cómo apagarlo, si no Don no estaría haciendo esto —dijo Chae.
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Algo había pasado, por que ruido se había escuchado. Pero desde luego, no era el freno. Pulse todos los botones y tire de todas las palancas sin exito.
—Mierda mierda mierda mierdaaaaa
Nada funcionaba. Nada. El barco no se paraba. Había que darlo por perdido.
—Tenemos que salir de aquí ya, Yuuna, corramos por encima de los brazos de Katsudon
—¡NO! ¡ESTE BARCO ES DE UN BUEN AMIGO! —Luego le agredeceria el esfuerzo. —. ¡Y PIENSO SALVARLO!
No tenia salvación. Yo lo sabia mejor que nadie. Cogí la mitad de las cosas que cargaba Yuuna, para que no tuviera que llevarlo todo. Y salte sobre los brazos de Katsudon.
—¡katsudon, es imposible, dalo por perdido!
A mi me dolía mas que a él. Pero como le había dicho a Yuuna, yo ya tenia mi tesoro.
19/01/2020, 14:28 (Última modificación: 19/01/2020, 14:30 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
—¡NOOO! —gritaron Katsudon y Yuuna al unísono. La muchacha dejó caer todo el equipamiento en el suelo y asió a Tamashigiri con fuerza.
—¡El capitán es el último que debe abandonar su barco! ¡Vuelve a la cabina, Reiji! —gruñó Katsudon. Los pies le arrastraron por la madera. Con un grito de esfuerzo, dio un paso adelante, y el barco retrocedió. Sus dos compañeros dieron un alarido y salieron corriendo hacia la aldea.
—¡No dejaré que te quedes ahora sin él! ¡Lo querías! —gritó Yuuna, abriendo la puerta de golpe. El timón comenzaba a girar—. ¡Sujeta el timón! ¡Mantenlo recto, tengo una idea!
«No puedo creer que haga todo esto por él», se dijo Yuuna. Pero aún así salió corriendo hacia la popa del barco. Se subió a la barandilla de un bote, y saltó. Saltó todo lo lejos que pudo mientras se daba la vuelta y sujetaba el mango de la espada con fuerza. Dentro de la vaina, la hoja comenzó a brillar de un color azul fantasmal.
—¡¡Hiken...!!
»¡¡Jūmantsurugi!!
Yuuna se hundió en el agua de mar y fue arrastrada inevitablemente hacia las hélices. Pero esperó al último momento. Desenvainó su espada.
Fue como si mil guerreros hubieran atacado contra las cuchillas a la vez. El metal fue seccionado limpiamente en más de mil trozos, como si los hubieran pasado por una trituradora. La muchacha cerró los ojos y se cuidó que ninguno de los fragmentos le hiciese daño. Recibió un par de cortes aquí y allá, pero consiguió su objetivo.
El barco perdería velocidad en breves. El único problema es que ella...
...había usado demasiado chakra. Se desmayó.
¤ Hiken: Jūmantsurugi ¤ Espada Secreta: Cien Mil Espadas - Tipo: Ofensivo - Rango: S - Requisitos: Battōjutsu 100 - Gastos: 200 CK - Daños: 100% del PV enemigo (ver descripcion) - Efectos adicionales: - - Carga: 10 - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
Yuuna, con la espada guardada en la vaina, acumula una gran cantidad de chakra que alimenta el filo de la espada y los músculos de los brazos. Luego, propina una gran cantidad de cortes rápidos y en todas las direcciones. Se dice que la técnica es tan rápida que podría ejecutarse incluso bajo el agua, de hecho, es tan imperceptible como un movimiento ultrarrápido. Los cortes actúan a modo de trituradora, despedazando al objetivo. Yuuna es capaz de destruir cualquier barrera física o de chakra y anular cualquier otro ataque ofensivo basado en chakra, como los jutsu de los shinobi. Es una técnica de doble filo, ya que requiere de una gran cantidad de chakra y Aguante para ser utilizada sin caer inconsciente.
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—¡El capitán es el último que debe abandonar su barco! ¡Vuelve a la cabina, Reiji!
Tenía razón. Estaba haciendo el idiota otra vez. No. Yo no podía abandonarle. El nos había llevado sanos y salvos al hierro. Y él nos había llevado sanos y salvos a uzushio.
Corrí hacía la cabina y enderece el timón.
—¡No dejaré que te quedes ahora sin él! ¡Lo querías! —Si. Y a ella. y cada vez la quería más.—. ¡Sujeta el timón! ¡Mantenlo recto, tengo una idea!
—Adelante, confío en ti
Lo que vi después fue... Magia. Si mi corazón no estaba lo suficiente enamorado de esa chica... Por dios. Allí, en aire, sujetando la espada, se veía mucho mas hermosa que nunca.
〜Reiji, capullo, centrate en salvar el barco. Luego ya babeas.
—¡¡Hiken...!!
»¡¡Jūmantsurugi!!
Yuuna desapareció en el agua y ya no vi nada mas. Solo sentí. Sentí que el barco empezaba a frenar.
Pero... Pero... Pero yuuna no volvía.
—¡Katsudon, dejo el barco en tus manos otra vez!
Por que, el barco era importante. Pero ya se lo había dicho varias veces. Ella lo era más. ¿Salvar el barco a costa de su vida? Antes muerto. No iba a perderla. No después de todo el viaje. No después de lo que había costado. No después de superar todas las interrupciones de Katsudon.
Reiji se zambulló en el agua. Las burbujas provocadas por las turbinas del barco no le dejaban ver, pero de todas formas debía abrirse paso hasta la parte de atrás del barco. Su recién encontrado amor podía estar en peligro, y él había sentido una mala corazonada. El shinobi se abrió paso por debajo del casco. Le pareció ver una silueta hundiéndose... sí, definitivamente era ella. Inconsciente, quién sabe si también herida.
Pero con Tamashigiri asida con fuerza. Su corazón se negaba a abandonar la espada de su padre.
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Nadé con todas mis fuerzas, no me importaba nada. Sólo salvarle la vida. ¿Si tuviera que elegir entre el barco y Yuuna? Estaba claro. Yuuna por encima de todas las cosas. Ni siquiera habida dudado un instante en lanzarme al mar.
¿De que servía salvar el barco si ella moría? ¿De que servía todo aquel viaje si ella moría? ¿De que servía seguir viviendo si ella moría? Estaba claro que esto era muy distinto a lo que llegue a sentir por Sakura. Por que quizás con ella no habría llegado a pensar hasta este extremo.
Ella aún estaba lejos. Parecía haber perdido la conciencia, pero sujetaba la espada de su padre con firmeza. Era importante para ella. Igual que lo era ella para mi.
Pero con mis fuerzas solo no iba a llegar. Estiré el brazo pero no llegaba. Y allí, en el fondo del mar, ¿Quien iba a ayudarme? ¿Por que era tan débil? ¿Por que era tan inútil cuando necesitaba ser fuerte?
Pero no me rendí. No me rendí por que sentía que, vivir sin ella no iba a tener sentido. Que nada de lo que había hecho hasta ahora iba a tener sentido. Y entonces. Entonces vino a mi.
No se como lo hice. Fue instinto. Quizás el deseo de salvarla era mas fuerte que el sentimiento de negatividad por lo inútil que era. O quizás es por que EL había escuchado mi llamada y había venido en mi auxilio.
Como fuera, vi como, de mí, salían tentáculos como los que Gyuky había mostrado cuando nos rescató. Y los mas sorprendente de todo, era que sabia manejarlos como si fueran parte de mí. Su chakra había reaccionado a mi llamada como si fuera el mio propio. Pero sabía que era el suyo. Por algún motivo.
Y sabia que, más adelante iba a necesitarlo para identificarme ante sus hermanos. Pero en ese momento todo eso daba igual. Solo habia una cosa que importaba. Solo una: Yuuna.
Utilicé los tentáculos para traerla hacia mí. A ella y a su espada. Y no fue hasta que la tuve, segura entre mis brazos, a ella y a su espada, hasta que no desaparecieron los tentáculos.
Una vez en mis brazos, solo tenia que salir del agua. Y si tenia que volver a usar la fuerza de Gyuki para sacarla, lo haría. Su vida por encima de cualquier cosa.
¤ Transformación Parcial - Tipo: Apoyo - Requisitos: Control del Bijū - Gastos: 24 CK, impide regeneración de CK - Daños: 40 PV por golpe - Efectos adicionales: (ver descripción) - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: Las extremidades pueden extenderse hasta tres metros
En lugar de transformarse en la forma completa de sus respectivas bestias, el jinchūriki puede aislar la transformación a una de las partes de su cuerpo. En vez de aparecer una capa traslúcida de chakra, estas transformaciones parciales se asemejan por completo a las extremidades del bijū, con sus escamas, pelo, etc...
Por cada golpe asestado de esta manera, el usuario debe volver a pagar el coste de chakra si quiere mantener la transformación parcial activa.
El chakra de Gyūki acudió a él como el recurso de última instancia que era, y los tentáculos se enredaron alrededor de Yuuna, atrayéndola hacia el muchacho. Con ella en sus brazos, Reiji trató de salir del agua. Era difícil nadar únicamente con la fuerza de las piernas, pero al menos bajo el agua podía cargar con la chica sin mayor dificultad. Llegó a la superficie cuando pensaba que se le acababa el aire. Entonces algo enorme y cálido les sacó del agua y los arrojó al muelle. El shinobi cayó rodando y Yuuna se desmplomó boca arriba.
—¡Chico, chico! ¿¡Qué ha pasado!? —El hombretón miró a Yuuna—. Dioses, ¿está muerta?
No respiraba.
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—¡Chico, chico! ¿¡Qué ha pasado!? —Estaba intentando recuperar el aliento, no podía hablar en ese momento —. Dioses, ¿está muerta?
¿Cómo? Eso si me hizo reaccionar de golpe. ¿Muerta? Por encima de mi cadáver. Si tenia que quedarme sin aliento, para salvarla, lo haría.
No lo pensé ni un segundo. Me faltaba el aire, si. Pero el que tenia, se lo iba a dar todo a ella.
Si. Una entrada épica. Si, con un desenlace desastroso. Pero no podía dejar que terminará así. No podía.
Lo que hice no se podía llamar beso. No así. Pero aquella era la forma para darle aire. Para darle vida. Y no pensaba parar hasta que ella volviera a respirar. Hasta que no me quedara más aire en el cuerpo.
Reiji se acuclilló frente a Yuuna y le hizo el boca a boca, tratando de salvarla. Katsudon prácticamente ni podía mirar, clavando la vista en los tablones del muelle mientras todo el mundo se acercaba a curiosear.
—Déjalo, Reiji... creo que nos ha dejado —sollozó Katsudon.
—¡Puto cabrón, lo has hecho! ¡Has parado el barco!
—¡Estás hecho un monstruo, Don!
Chae y Raimyogan acababan de entrar en escena. Se quedaron mudos cuando vieron a Reiji y a Yuuna. Katsudon les lanzó una mirada triste.
—Una valiosa, pero triste lección —susurró Raimyogan.
Katsudon suspiró, se adelantó hacia Reiji, y le puso la mano en el hombro.
—Chico...
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Desesperación. Aquello era desesperación. Por que no estaba escuchando a Katsudon. No estaban escuchando a los ninjas que que acababan de entran en acción. No estaba escuchando nada.
Solo tenia una cosa en mente. Solo una.
Solo tenia una cosa delante. Solo una.
No iba a dejarla morir. Ya podían traer a todas las fuerzas de uzushiogakure, que nadie iba a moverme de allí hasta que Yuuna volviera a respirar.
Aunque tuviera que usar de nuevo la fuerza del bijuu.
19/01/2020, 20:13 (Última modificación: 19/01/2020, 20:13 por Amedama Daruu.)
—¡Cof, cof! —Yuuna se levantó de golpe, escupiendo un buen trago de agua. Lo primero que hizo fue mirar a Reiji. Luego a Katsudon, y a los dos extraños que la observaban con cara de circunstancias. Luego, al barco—. El... barco... lo salvé.
—¡La madre que te parió, Yuuna! —exclamó Katsudon, que se abalanzó sobre ellos como una vaca desde un quinto piso, aplastándolos a ambos en un abrazo—. ¡El barco no era tan importante como para arriesgar tu vida!
—Es injusto que digas eso, Don —dijo Raimyogan.
—Casi te aplasta a ti.
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