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Tan rápido como sonó la campana, escuchó unos pasos rápidos provenientes del pasillo. Una sombra se asomó nuevamente por la ventana y escuchó como el picaporte era girado.
—¡Oh vaya!— Ni un con permiso ni nada. Una mujer un tanto rechoncha y que aparentaba ya estar sobre sus cuarenta años se adentró al lugar, vistiendo el típico uniforme en color blanco que podría esperar de un trabajador de sanidad.
Se adentró entonces en la habitación y paró frente al pie de la cama y lo miró de arriba para abajo varias veces para cerciorarse de su estado.
—Pese a que te ves más desnutrido que un perro callejero te has recuperado bastante bien. Por menos de la que te han dado allá afuera muchos han terminado con secuelas, ¡pero tú estás aquí fresco como una rosa¡ En fin, que si ya estás como nuevo podemos dejar esa cama libre para alguien que realmente lo necesite. Mira que intentamos darte algo de suero para que no te deshidrataras pero parece que esas ojeras no te las quitamos ni con todos los electrolíticos del planeta— Zapateaba con su pie derecho, como si estuviese impaciente.
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El genin la observó sin mucha atención y se sentó sobre la camilla comprobando una vez más si todas sus cosas estaban allí. Trató de no arrancarse la vía para no hacerse una herida innecesaria y escuchó lo que la enfermera tenía que decirle. Nada nuevo... Que si desnutrido, que si ojeras... Parecía que la gente era muy poco original y siempre le decía lo mismo, por lo que optó por contestarle con el mismo tacto.
-Sí, me lo dicen mucho -Contestó con tono frío y seco como era habitual en él -Básicamente necesitaba que me quitaras la vía. De haberlo sabido hacer yo mismo ya me habría ido, tengo muchas cosas que hacer -Añadió a su contestación, ignorando el resto de comentarios -Necesito hablar con los guardias que me recogieron y saber donde estoy también, puedes ayudarme en eso también? -Preguntó con frivolidad.
Se sentía con fuerzas de nuevo y no estaba de suficiente humor como para aguantar a una mujer con problemas de sobrepeso metiéndose con su genética física. Ya bastante tenía para él con sus problemas. Si no le ayudaba, seguro que en aquel hospital habría una recepción con alguien medianamente servicial. Quería encontrar a aquellos hombres y a aquella niña. Por ese orden y... Desde luego, no decirle nada a su padre porque si no sería peor para él.
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—¿Cómo me has respondido?— La vieja puso las manos en jarra. —Ah bueno, si tienes prisa y planeabas quitártela tu mismo no me necesitas— Tal cuál, se dió la vuelta y se encaminó a la puerta. [colro=sienna]—Esto es un hospital público, tratamos a la gente sin cobrarles y nos mantenemos con impuestos. ¡Y todavía tenemos que lidiar con esta gente!—[/color] Le volteó a ver una última vez de reojo. —No me pagan lo suficiente para aguantar respondones. que quince años llevo trabajando aquí y eres el más insolente que me ha tocado atender— ¿Exageración? Quizá sólo estaba teniendo un mal día, pero los platos rotos los estaba pagando Kisame. —Los de la guardia sólo te trajeron aquí y dijeron que contactarían a Amegakure para informar de tu caso. En cuanto despertaras dijeron que debías ir al cuartel anexo que está acá al salir del hospital, adiós.— Sin decir nada más, cerró la puerta tras de sí sin retirar la aguja ni nada.
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La miró con odio y comenzó a quitarse el adhesivo y posteriormente la aguja muy lentamente, de manera que no se hiciera demasiada sangre. Si le salía medianamente bien, se taparía la parte de la herida durante unos minutos con el pijama del hospital hasta detener la posible hemorragia y después se vestiría rápidamente. Menuda intolerante. Encima de venir faltando al respeto debía de tratarla con amabilidad...? Ese no era su estilo. Esperando haberse quitado la vía de una forma que, al menos no le fastidiara el brazo.
Se puso su túnica primero, sus botas y el portaobjetos, comprobado una tercera vez, casi paranoico de que no le faltara nada, se ajustó las botas y la bandana ninja en su cuello algo floja como siempre. Lo cierto es que se encontraba bastante bien, por lo que salió del hospital, despidiéndose de la recepcionista para que supiera que su cuarto estaba libre de nuevo.
Intentó buscar con la mirada el cuartel. No era demasiado bueno orientándose sin un mapa, pero si era cierto que estaba justo al lado, simplemente se acercaría a él y entraría con cautela, buscando a alguien a quien dirigirse para avisar de que había llegado.
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Al salir no tendría que caminar mucho, pues el edifico de ladrillos grises e imponente portón de madera que fácilmente llegaba a mediar cuatro metros de lado a lado se alzaría airoso ante él. Que decir, que aparentaba ser más alguna clase de castillo fortificado que una simple comisaría de policía. Las puertas del mismo estaban abiertas de par en par, dejando ver en el interior una recepción con candelabros un tanto antiguos en lugar de alguna clase de iluminación eléctrica.
Habría de cruzar un pasillo medianamente corto, donde dos guardias custodiaban una puerta de metal con reja.
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Se quedó asombrado ante lo imponente del castillo y el atraso tecnológico de la zona. Estaba acostumbrado a que en Amegakure todo fuera muchísimo más avanzado que en el resto de sitios, pero nunca había visto la diferencia con tanta evidencia frente a sus ojos. Era grande y en aquel momento agradeció que fuese una simple línea recta ya que, de otra forma, seguramente se habría perdido como siempre le pasaba. Dos guardias custodiaban la puerta como si de épocas pasadas se tratase. Durante aquella caminata no paraba de pensar que había retrocedido en el tiempo. En un castillo iluminado por candelabros con guardias armados custodiando las puertas... Traspasaría la puerta si los guardias se lo permitían y se dirigiría al recepcionista en tono seco.
-Tengo entendido que debía pasar por aquí antes de volver a Amegakure -Se limitó a anunciar el genin mientras miraba al encargado de la recepción con mirada distante.
Esperaba que aquellos guardias hubieran recabado algo más de información que él. De lo contrario, no tendría ningún hilo del que tirar en su investigación de aquella niña. No le hubiese importado si no le hubiera atacado, pero como lo había hecho y sin aparente razón, aquello ya era personal y debía encontrar a aquella mocosa para arrancarle la vida de sus dedos. Solo podía pensar en vengarse y demostrarle la desesperación que se puede llegar a sentir cuando no puedes tocar a tu oponente.
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Los sujetos no respondieron, pues era como si lo hubiesen estado esperando todo este tiempo. Al ver la bandana en su cuello ya sabían de quién podía tratarse, además de que era el único que encajaba con la descripción de paliducho escuálido. El de la izquierda se hizo a un lado mientras le de la derecha tomó las llaves de su cintura para abrir la puerta metálica y abrirla para que el genin pudiese pasar.
—Primer cuarto de la derecha— Fue la única indicación que le dio.
Una vez cruzase el pesado portón se cerraría tras de él con un sonoro [/i]CLANK[i], acompañado nuevamente del sonido de una cerradura girando. Sería un lugar antiguo, pero hacían todo lo posible por mantener la seguridad. Adelante de él se extendería un zagúan un poco más amplio con cuatro puertas para él. Dos a la izquierda, dos a la derecha y una escalera enfrente que bajaba a algún sitio. La puerta que le habían indicado curiosamente parecía estar bien iluminada, además de que la puerta estaba abierta de par en par. Se escucharía un tecleo constante acompañado del sonido de una campanita cada cierto tiempo.
Si se asomaba, notaría que ese cuarto si poseía al menos un foco eléctrico decente. Un hombre uniformado estaba sentado en un escritorio,redactando alguna clase de documento en una antigua máquina de escribir. Era una estancia similar a una oficina, con un sillón para los invitados, una estantería del otro lado y una katana en horizontal sobre un andén en la pared.
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21/01/2020, 20:53
(Última modificación: 21/01/2020, 20:56 por Taka Kisame. Editado 1 vez en total.)
Pasaría lentamente por el umbral para, una vez en aquella estancia, escuchar como la pesada puerta se cerraba tras de sí. Parecía un lugar bastante antiguo pero también seguro, eso no lo había dudado en ningún momento. No obstante, le daba un poco de lástima que no hubiese la misma sensación de seguridad en las calles de aquel pueblo donde los delincuentes paseaban por las tabernas a sus anchas. Caminó un par de metros en la sala, observando cada detalle hasta que se fijó en la dirección que le habían indicado. Parecía iluminada por medios modernos. Era una especie de despacho con buen gusto para la decoración y una pequeña biblioteca dentro. Seguramente el tipo que repiqueteaba la antigua máquina de escribir era el pez gordo de la zona, así que intentaría hablarle con educación para no dejar ne mal lugar a su aldea.
Entró a la sala despacio, sin apartar la mirada del hombre que escribía. Su gesto era neutro y sus manos se escondían bajo las anchas mangas que colgaban de su túnica. El tipo estaba trabajando así que no quiso sobresaltarle.
-Me ha llamado? -Se limitó a decir sin apartar su inquisitiva mirada de él -Siento no haber venido antes, me tenían muy sedado en el hospital -Dijo sin saber realmente cuanto tiempo llevaba inconsciente allí.
No quiso añadir más, primero quería escuchar lo que aquel hombre tenía que decirle. Sería de muy mala educación entrar al despacho de alguien así inundándole a preguntas y más aún si era el a quien habían llamado para que acudiera a aquella improvisada audiencia. Era alguien importante, así que estudió hasta el último detalle de su vestimenta y de la decoración de su escritorio. Siempre había sabido que ese tipo de cosas dicen mucho de la persona.
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El nombre cesó y levantó lentamente la mirada hasta el muchacho para luego extender su palma y señalar con ella el sillón que tenía dispuesto enfrente de él.
—Toma asiento— Si bien las palabras eran sencillas, el profundo tono de voz de aquel hombre sonaba autoritario aunque no fuese su intención.
—¿Te tuvieron sedado dos días? A alguno de los practicantes de auxiliar se le debió haber ido la mano— El hombre giró un poco su asiento y juntó ambas manos apoyando su mentón en el dorsal de estas mientras sus codos se posaban en la mesa. —Soy el Comandante Kazanami Karou, jefe de la sede número tres de la Guardia de Shinogi-To— Haría silencio por unos instantes, como si esperase que el propio genin se presentase.
—Estamos muy interesados en el caso que se nos acaba de venir en las manos y YO necesito hacerte unas preguntas— Frunció el ceño. —Interrogamos al cantinero de las Siete Monedas, donde se nos dijo que llegaste tan pancho y te pusiste a hablar con un exiliado borracho en la barra. Luego, llegaron tres hombres e inició una trifulca, pero él no pude ver mucho más debido a que él se había ausentado al interior del comercio y no supo que ocurrió luego de ello. Fuera de sus declaraciones, nos encontramos a un shinobi de Amegakure herido que dijo haber sido atacado. Te trajimos al hospital de al lado y esperamos a que te recuperases para que nos dieras unas cuentas explicaciones.
Hubo un largo silencio.
»¿Exactamente que estabas haciendo tú platicando tan tranquilo con un posible criminal buscado? Mira que fácilmente se puede deducir que estabas con él y por eso te atacaron pero oye, a mí me gusta escuchar primero las versiones de lo sucedido antes de mandar a nadie a un calabozo. Por tu rango nos indica que eres del rango más bajo en la jerarquía militar, pero en cuanto a oficio aquí no te podemos dar demasiado privilegio tampoco. Contactamos a Amegakure y nos solicitaron un reporte antes de mandarte de regreso.
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21/01/2020, 21:24
(Última modificación: 21/01/2020, 21:25 por Taka Kisame. Editado 1 vez en total.)
El genin tomó asiento en el cómodo sillón y comenzó a escucharle. Efectivamente, era un pez gordo de aquella zona y al parecer del ámbito militar. Antes de que comenzar a hablar ya podía imaginarse de que iba todo este asunto, por lo que se dispuso a contarle su intención inicial, la cual, a pesar de haber acabado hablando de otros temas, nunca había cambiado.
-Taka Kisame, genin de Amegakure -Se presentó una vez acabó aquel hombre.
Y nuevamente, sus sospechas se habían hecho realidad. No era demasiado dificil pensar que un representante de la ley de alto rango quisiera preguntarle sobre lo allí ocurrido. Al fin y al cabo, lo que había hecho no era un delito pero tampoco estaba bien visto entre ese tipo de gente, por lo evidente de ir por ahí charlando con criminales.
-Bien... Pude ver su bandana rasgada al entrar en la taberna, señal inequívoca de que se trataba de un shinobi renegado. Lo primero que quise hacer es identificar el nivel de poder del susodicho ninja. Como usted puede imaginar, para mí es casi obligación intentar encarcelar a los desertores de mi aldea, pero no puedo ser un suicida por ello -Hizo una breve pausa para observar su reacción y continuó -No tardé en darme cuenta que, a pesar de su gran estado de embriagadez no estaba, ni por asomo, al alcance de mis posibilidades capturarle y llevarle frente a Yui-sama. Así que opté por intentar recabar información sobre él, como por ejemplo su escondite para hacer un reporte a la aldea y que pudieran enviar a un shinobi cualificado para encargarse de dicho hombre. Obviamente, ocultando mi procedencia para que todo fuera creíble -Prosiguió, con tono frío pero serio -No tardé en darme cuenta también que, para mi desgracia, aquel hombre acabó dándose cuenta también de que era un shinobi de Amegakure. Para entonces aún no había conseguido suficiente información, así que traté de simular un trato cordial para poder conseguir algo. Acabé consiguiendo saber donde se esconde, o al menos donde se iba a esconder antes de que vinieran a por él. El resto usted ya lo sabe. Nos atacaron y yo solo pude defenderme. Traté de llevar el combate fuera de la taberna para no causar grandes daños materiales, y ese error casi me cuesta la vida.
Terminó intentando parecer convincente, aunque realmente en aquellas declaraciones no había apenas una pequeña mentira, el resto solo habían sido verdades que había ocultado. Era alguien que sabía hablar y, dado que aquel hombre no había intentado intimidarle por el momento, estaba totalmente calmado.
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El oficial, sin embargo, iba frunciendo el ceño más y más ante las palabras de Kisame, como si no se acabara de convencer con lo que le estaba contando. Podía saber hablar, pero sus palabras no tenían peso alguno.
—En resumen te quisiste pasar de gallo y la terminaste cagando— Soltó sin pelos en la lengua.
Retiró las manos y se cruzó de brazos, pateó suavemente su escritorio para impulsar las ruedecillas de su silla y se recostó en el respaldo. Negó con la cabeza y suspiró.
—Pudiste haber causado más problemas con ese atrevimiento de lo que crees. No hace más de seis meses se hizo un operativo aquí para liquidar a uno de los principales grupos criminales de la ciudad por órdenes de la propia Amegakure y el ambiente ha estado tenso por su caída. Por las descripciones que obtuvimos tanto del renegado como de los atacantes, se puede saber que no son de la zona. Ni por aspecto ni por actitud, que entre las propias mafias locales suelen tener un mínimo código de respeto para operar y estos sujetos. Están más atentos a posibles intervenciones de shinobi que antes. El colmo, que han dejado nulo rastro, que comprar silencios acá esta a la orden del día. Por lo menos dijiste que sabías dónde iba a esconderse en caso de que algo sucediese. ¿Dónde es ese sitio?— Increpó.
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El genin trataba de ocultar su molestia. Estaba hasta los cojones de que todo el mundo le menospreciara. Si no era por su aspecto, era por intentar hacer las cosas bien. Todo el mundo se le echaba encima al mínimo fallo y, aunque las intenciones fueran buenas, cuando el resultado es malo es como si hubiese hecho el mal a propósito. Con cada nueva persona que conocía, perdía aún más la poca fe que le quedaba en las personas y, por supuesto, en la ley de esta especie a la que pertenecía. No quiso reprochar nada, no quería acabar entre rejas así que se limitaría a responder sus preguntas con diligencia esperando que le dejaran marchar. A no ser que tuvieran unas esposas supresoras, no iba a irse a ningún calabozo vivo, eso lo tenía muy pero que muy claro.
-Mencionó un lugar llamado La Bruma Negra. No tengo ni la más remota idea de si se trataba de aquel mismo establecimiento u otro de la misma índole -Respondió sin decir absolutamente nada más.
No se iba a excusar, no era el momento. No iba a contar más cosas. Aquel tipo estaba demostrando ser un arrogante y un engreído al no creerle en sus palabras. Poco a poco, este mundo estaba consiguiendo poner al bueno de Kisame en contra de la ley y de las personas. Alguien con el corazón tan puro que podría dar su vida por un completo desconocido inocente. Alguien como él, cada vez odiando más la "burrocracia" y la jerarquía dominada por gente incompetente y viciosa que creerían antes a un charlatán descorazonado que a un buen hombre con malas pintas. Un mundo de prejuicios donde solo destacas si tienes un poder destructor sin igual y lo usas a las órdenes de otras personas siendo una macabra marioneta de una persona o un grupo de ellas para sus propios fines enmascarados en un bien común. Un mundo que se pudría por dentro.
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En cuanto escuchó las palabras "Bruma Negra" el hombre tragó repentina saliva y empezó a toser con fuerza. Se dió de golpes en el pecho y finalmente recobró la compostura.
—¿¡Me estás tomando el pelo!?— El hombre abrió los ojos como platos, parecía sorprendido y confundido. —La Bruma Negra es una de las mejores posadas en el Distrito del Este, uno de los pocos sitios seguros de esta inmunda ciudad. Que digo, me atrevo a decir que el lugar más pacífico de estos lares. Además es un sitio frecuentado por shinobi de la Lluvia ya que parece traer bastante de la cultura de la aldea. O a ti te han embaucado o ese sujeto es el criminal más estúpido del universo para ir a una de las zonas más vigiladas de Shinogi-To— Empezó a toser de nuevo.
»Que yo mismo conozco al dueño. Joder, tendré que ir a hacerle unas preguntas que esto me ha dejado tonto. Pero, bueno. Pasando a otra cosa. ¿Tienes alguna información de aquellos que te atacaron?
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Le dedicó una mirada frívola como aún no había hecho en todo el tiempo que llevaban allí. Tan siquiera se atrevía a cuestionarle? A cuestionar a un profesional que trabaja por la seguridad de la gente del país? Estaba seguro de que aquel hombre iría a buscar a Kid. Solo esperaba que pudiera aplicar su técnica magistral para no recibir rasguño alguno una vez más y que no le guardara rencor por haber tenido que chivarse. "Antes de que llore mi madre, que llore la tuya" Había escuchado muchas veces decir esa frase a su padre, pero por fin ahora la había entendido.
-No estoy mintiendo -Añadió para remarcar su posición -De hecho iba a preguntarles lo mismo. A usted y a los guardias que me recogieron... Yo solo pude verle la cara a un chico joven, el que me atacó, quizás tendría mi edad o algo más. Pero cuando recibió el primer ataque, pude ver que aquello solo era una transformación y en realidad era... -Hizo una breve pausa y continuó -Una niña de apenas diez años. Vestía un kimono rosa y tenía el cabello negro azabache. Lamento no poder decirle más acerca de aquella gente, no tuve tiempo para fijarme en más detalles mientras me atacaban. Cuando la transformación finalizó, simplemente huyó y yo me desmayé. -Terminó de hablar sin haberle apartado la mirada de los ojos en toda la conversación, con el gesto inquietante y estático que le caracterizaba.
Ni siquiera habían encontrado a la niña. La guardia de aquel lugar eran unos inútiles. Cosa que no le sorprendía, solo en las aldeas ninja había podido ver tal férrea seguridad, como si no se pudiera mantener un pueblo a salvo sin practicar las artes de combate que se entrenaban allí.
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—El hombre se llevó la mano al mentón. Aunque hubieses visto a los otros, me hace pensar que los otros dos también pudieron haber estado disfrazados. Están cubriendo sus pasos, cautelosamente, pero si uno de sus miembros es una niña kunoichi entonces no son unos cualquiera. Hay que tener muchos huevos para venir e intentar ganar terreno en Shinogi-To, pero con esa descripción ya podemos deducir que se trata de un grupo de organización media— El hombre nuevamente pasó sus manos a la máquina de escribir.
—Gracias por la información. Con estas descripciones ya podemos organizar una pesquisa más precisa de la zona y girar una orden de captura inmediata. Enviaremos el informe a Amegakure, tú puedes retirarte ahora— Remató mientras empezaba a teclear de nuevo a toda velocidad.
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