Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
30/01/2020, 22:56 (Última modificación: 6/02/2020, 13:19 por Himura Hana. Editado 2 veces en total.)
Después de mucho insistir por parte de su tutor legal, que también era un conocido Chunin de la villa, Hana no tuvo más remedio que empezar a hacer misiones. Y no cualquier tipo de misiones, sino misiones D, las conocidas por tener mucho que ver con retretes y más bien poco con la grandilocuencia de ser un ninja y proteger a tu villa.
Aquel día era especialmente soleado, lo cual no era tan raro por esos lares. Cuando la rubia llegó al edificio del Uzukage aún era pronto, pero eso ahí daba igual, ya había gente subiendo y bajando, yendo y viniendo de todas partes como si de un centro comercial se tratase. Casi era reconfortante, casi. Entró con confianza, acariciando una última vez el mango de su Kodachi, y se acercó al mostrador detrás del cual estaba el encargado de dar las misiones.
— Buenos días, vengo a por mi primera misión. — dijo con confianza sin mirar atrás.
Era una soleada mañana en Uzushiogakure, donde el sol brillaba con fuerza en lo alto de un cielo despejado de nubes. Aunque Daisuke era holgazán por naturaleza, no le importaba madrugar para salir a dar un agradable paseo por la villa. Además, ese día era especial para él. Acababan de ascenderlo a Gennin, por lo que ya se podía considerar oficialmente un shinobi de pleno derecho, aunque fuese de rango inferior. Y eso significa una cosa: estaba preparado para comenzar a realizar misiones de rango D en compañía de otros ninjas de su misma villa, motivo de más por la cual decidió madrugar aquel día. Estaba notablemente nervioso, con ganas de empezar, y apenas había podido pegar ojo aquella noche. Se vistió con una camiseta negra, unos pantalones largos azules donde colgó su portaobjetos con las armas correspondientes, unas botas a juego con el pantalón, su querido chaleco sin mangas de color marrón en cuya espalda llevaba orgulloso el símbolo de su clan, unas coderas azules que llegaban hasta sus muñecas y por último, se ató su bandana de ninja en el brazo izquierdo. Una vez listo, salió de su casa en dirección al edificio del Uzukage.
Cuando llegó, pudo divisar a varias personas entrando y saliendo de aquel lugar con bastante prisa, parecían ocupadas, por lo que decidió ignorarlas. Acto seguido, entró por la puerta principal y allí pudo ver a dos personas: el encargado de dar las misiones y una joven kunoichi que parecía estar pidiendo un encargo. Así pues, miró con curiosidad a la rubia para luego evitar sonrojarse. Era bastante tímido y educado, por lo que esperaría su turno para hablar, aunque parecía evidente para lo que había llegado.
- Oh, lo siento, no quería molestar. - Dijo llevando su mano derecha a la nuca, todavía ruborizado. - Venía a pedir mi primera misión de rango D, si no era mucha molestia. - Añadió con una sonrisa nerviosa en su rostro.
Una mañana cualquiera en el centro neurálgico del País de la Espiral. Aquel fue el típico día en el que un buen par de gennins habían elegido para debutar en las labores de todo ninja. En definitiva, ir a pedir la primera misión con los clásicos nervios y aquel maremoto de mariposas en el estómago.
La primera en llegar fue la joven Hana que rápidamente acudió hasta el escritorio donde se escondía la apuesta Uzumaki Kiyomi con sus rojizos cabellos sueltos y bailando al son de los movimientos que realizaba su cabeza.
— Buenos días, vengo a por mi primera misión.
Aquella vocecita capturó la atención de Kiyomi, la cual alzó sus dos ojos de color caramelo hasta la altura de la cabecita de la gennin. Pero antes de que la Uzumaki pudiese decir nada, llegó la última gran apuesta del clan Nara, el prometedor Nara Daisuke que no tardó en revelar que el motivo de su visita era el mismo.
- Oh, lo siento, no quería molestar.dijo el muchacho, mostrando los modales que se alzaban como principal valor de la academia del remolino.Venía a pedir mi primera misión de rango D, si no era mucha molestia.
Kiyomi se recogió sus cabellos en una coleta mientras alternaba su atención entre uno y otro gennin a medida que recordaba a sus polluelos.
— Oh, buenos días, chicos. La verdad es que creo que si que tengo algo, ¿es la primera misión? —respondió la Uzumaki con su especial afecto por los chavales.— No será un problema que os haga trabajar juntos, ¿no?
Hana se giró en cuanto oyó la voz a su lado pedir misión también. Vio a un chico rubio que le sonaba muchísimo. Sin duda lo había visto con anterioridad y era un recién graduado, así que tenia que ser de la academia. Los segundos que la Uzumaki les habló ella los usó para intentar sacar el nombre de su compañero.
— No será un problema que os haga trabajar juntos, ¿no?
— Sí. — tardó un momento en registrar la pregunta y entender qué acababa de decir. — Quiero decir, que sí podemos trabajar juntos. Vamos, por mi parte.
Le dedicó una sonrisa nerviosa al muchacho. No había cosa que la incomodase más que estar delante de alguien conocido y no recordar el nombre. Que era Nara sí lo recordaba, pero ya.
El joven Daisuke no tardó en recibir una respuesta por parte de la Uzumaki encargada de entregar las misiones. Cuando Kiyomi se hizo la coleta, el Nara la observó con la curiosidad de un joven que nunca había tenido novia, pero acto seguido, desvió su mirada hacia el suelo, tras volver a ponerse rojo. Luego, escuchó las palabras de aquella mujer, a lo que el rubio asintió con su cabeza en silencio en señal de afirmación a la primera pregunta mientras levantaba su mirada para volver a observarla de nuevo. Efectivamente, era su primera misión.
— No será un problema que os haga trabajar juntos, ¿no? — Preguntó la Uzumaki a los dos Gennin.
El Nara levantó su ceja derecha tras escuchar las palabras de su compañera. Acto seguido, la miró a los ojos y al ver que lo estaba sonriendo, volvió a desviar su mirada.
— Tampoco será un problema por mi parte. — Respondió Daisuke con el rostro serio tras haber recuperado la compostura.
Después, se volvió a girar hacia la kunoichi rubia y se acercó hacia ella lentamente, extendiendo su mano derecha hacia ella mientras sonreía en señal de formalidad y educación, tal y como sus padres le habían enseñado. Aunque era educado y respetuoso, nunca había sabido con exactitud si a las mujeres se les saludaba con un apretón de manos, con un abrazo o con dos besos. En cualquier caso, y debido a su extrema timidez, siempre optaba por la primera de las opciones, y así evitaba problemas mayores.
— Me llamo Nara Daisuke. — Le dijo para presentarse oficialmente.
— Ay, que traviesita es esta Hana — dijo, entre risas.
Pero finalmente ambos aceptaron ante la condición que les ofrecía Uzumaki Kiyomi.
— ¡Estupendo pues! Dejadme un segundito que lo encuentre...
La muchacha recordaba más o menos donde lo había dejado, así que empezó a buscar en los cajones que su mente le iba recordando. Porque claro, no era lo mismo hacer funcionar el cerebro a las 7 de la mañana que a las 12. A las 7 costaba más, claro, pues todavía estaba encendiendo todos los programas principales y finalmente, dio con lo que estaba buscando.
— ¡Aquí está! —extendió un pergamino enrollado hacía los dos muchachos— ¿Quieres llevarlo tú, Hana?
(D) El precio de la fama
Solicitante: Nohara Kazuki Lugar: Salón de fiestas "El último grito" Nohara Kazuki ha pedido la ayuda de uno o dos gennins de la aldea para ayudarle en el servicio de guardaespaldas y guia turístico de una de las estrellas emergentes del mundo de la música del País de la Espiral. Se trata de Miura Shizuka. Kazuki se las ha apañado para reunir un buen puñado de ryos y poder traerla hasta su local del centro neuralgico de Uzushiogakure, pero no dispone de los recursos para ofrecerle un servicio de guardaespaldas profesional. También se requerirá que antes de la actuación, los ninjas que se hagan cargo de la misión se ocupen de acompañar a Shizuka en todo momento.
31/01/2020, 12:41 (Última modificación: 31/01/2020, 12:42 por Himura Hana.)
— Ay, que traviesita es esta Hana —
No entendía a qué venía eso, pero lejos de replicarle, apartó la mirada, avergonzada de su error. Por suerte, la mujer volvió a ponerse con la misión y Hana pudo serenarse, respirando hondo.
Quiso aprovechar el momento para hablar con su nuevo aliado, pero éste ya se le había adelantado.
— Me llamo Nara Daisuke. — se presentó, ofreciéndole la mano para estrecharla.
La rubia aceptó la mano del shinobi con la suya y le sonrió.
— Encantada, yo soy Himura Hana.
— ¡Aquí está! ¿Quieres llevarlo tú, Hana?
Asintió y aceptó el pergamino, abriéndolo ipsofacto. Echó un breve vistazo antes de leerlo detenidamente. Y dudó. Dudó de si hubiese preferido limpiar retretes a hacer de guardaespaldas de una cantante. Una vez Daisuke lo hubiese leído también, lo cerraría y se iría hacia la puerta, despidiéndose cordialmente de Kiyomi.
Daisuke observó cómo su compañera le estrechaba la mano y posteriormente hacía lo propio para presentarse correctamente. El Nara la sonrió y luego procedió a pronunciar una serie de palabras a modo de respuesta.
— Encantado, Hana.
No tuvieron tiempo para seguir hablando, porque en ese instante, la Uzumaki se dirigió hacia ellos con un rollo en su mano que entregó a Hana.
— ¡Aquí está! ¿Quieres llevarlo tú, Hana?
Daisuke observó cómo su compañera asintió con la cabeza en señal de respuesta y cogía el rollo, para luego leerlo detenidamente y dárselo al Nara. Éste hizo lo mismo, leyéndolo durante varios minutos para tratar de memorizar su contenido y luego poder devolvérselo a Hana. Pasados estos minutos, el rubio alzó la mirada del rollo mostrando una sonrisa y se lo entregó a su propietaria. Al parecer, se les había encargado escoltar a una cantante famosa. No era una misión del otro mundo ni complicada. Además, Daisuke agradecía que no le hubieran encomendado limpiar retretes pues consideraba que no estaba lo suficientemente preparado psicológicamente como para haber realizado ese tipo de encargo, pues, con toda seguridad, habría acabado devolviendo.
Así pues, el rubio observó cómo Hana se despedía de la encargada de las misiones, y éste hizo lo propio, elevando su mano derecha desde la distancia en señal de despedida.
— Muchas gracias por la misión. Nos vemos. — Dijo, para después, girarse hacia su compañera y seguirla en su camino hacia el lugar donde podrían dar por comenzada la misión.
31/01/2020, 16:52 (Última modificación: 31/01/2020, 16:53 por Sasagani Yota. Editado 1 vez en total.)
Himura Hana aceptó de buen grado serla portadora del pergamino. No obstante, permitió que Nara Daisuke echará una ojeada aunque solo fue capaz de retener los datos más relevantes, como el nombre del local o el nombre de la cantante, pero poco más. Por suerte siempre podrían echar un vistazo de nuevo.
— ¡Buena suerte, chicos!
Sacudiendo la mano, Daisuke y Hana desaparecieron del alcance de la vista que le ofrecían aquellas cuatro paredes a la chunnin de cabellos rojizos que atendía a la gente que se le iba acercando durante toda la mañana y así era todas las semanas. Siempre con su habitual sonrisa.
Rolead que vais hacia el local. Si lo deseáis podeis rolear un poco que charlais y eso. Como queráis.
Una vez fuera, Hana se guardó el pergamino en el portaobjetos y se dispuso a encarar a su compañero para discutir su plan de acción.
— Creo que sería buena idea ponernos al corriente de nuestras habilidades. Yo por mi parte, puedo hacer un poco de todo y, principalmente, Doton. ¿Y tú?
Mientras hablaba, iba andando calle abajo en dirección al local en cuestión, esperando que Daisuke la siguiese. No es que se orientase demasiado bien, pero conocía de sobra el sitio al que les mandaba la misión, ella y cualquiera que viviese en la villa. Era, sin duda, el lugar donde se hacía prácticamente todo lo que era minimamente famoso.
Nada más salir del despacho donde se les había asignado la misión, Hana se dirigió a Daisuke, tal vez, para conocerse un poco mejor de cara a trabajar en equipo, aunque el Nara suponía que no les iba a hacer falta el uso de técnicas ninja durante aquellas horas.
— Creo que sería buena idea ponernos al corriente de nuestras habilidades. Yo por mi parte, puedo hacer un poco de todo y, principalmente, Doton. ¿Y tú?
El rubio levantó su ceja derecha, mirando a su compañera con cara de circunstancias. No era que Hana hubiese sido muy concreta y específica con sus propias habilidades. Sus palabras y el no decir nada eran casi lo mismo. Lo único que había comprendido Daisuke era que su compañera era capaz de utilizar técnicas del elemento tierra. Acto seguido, el joven suspiró. No era absolutamente bueno en nada y nada se le daba demasiado bien. Podía hacer un poco de todo, como la propia Hana había mencionado, pero eso no era gran cosa. Es más, le avergonzaba bastante hablar de sus habilidades, ya que no tenía absolutamente nada de lo que presumir. Tras unos segundos de incómodo silencio, finalmente Daisuke se propuso a responder a Hana, mientras proseguían con su camino hacia el lugar de encuentro.
— Bueno, emm, yo... — Dijo, balbuceando. — Yo no soy bueno en nada. — Dijo finalmente, con el rostro notablemente sonrojado. — Puedo combatir cuerpo a cuerpo, con mis puños desnudos o con armas, y también a distancia. Puedo efectuar con éxito la técnica adecuada para disipar técnicas ilusorias, aunque no conozco ninguna. Por supuesto, también puedo hacer el Bunshin no jutsu. Soy usuario del elemento agua, aunque sólo conozco una técnica básica. Y... bueno, puedo utilizar el Kagemane no jutsu, que es la técnica más básica y característica de mi clan. — Explicó entre risas cortas provocadas por los nervios. No se le daba para nada bien hablar con mujeres porque ya de por sí era tímido, pero más vergüenza le daba haber hablado de sus habilidades.
— Yo no soy bueno en nada.Puedo combatir cuerpo a cuerpo, con mis puños desnudos o con armas, y también a distancia. Puedo efectuar con éxito la técnica adecuada para disipar técnicas ilusorias, aunque no conozco ninguna. Por supuesto, también puedo hacer el Bunshin no jutsu. Soy usuario del elemento agua, aunque sólo conozco una técnica básica. Y... bueno, puedo utilizar el Kagemane no jutsu, que es la técnica más básica y característica de mi clan.
La primera frase del muchacho hizo fruncir el ceño a Hana. Sobre todo teniendo en cuenta que conforme hablaba se daba por entendido que sí podía hacer cosas y no pocas, precisamente.
— Yo no diría que no eres bueno en nada cuando puedes usar técnicas exclusivas de tu clan y usar un elemento. Hay genins con bastante menos por ahí. Además, yo... — hizo una breve pausa y se acercó a Daisuke, bajando el tono. — Yo no sé hacer el Bunshin no jutsu.
Soltada la bomba se separó, volviendo su atención al camino. Ya lo había admitido, y si alguien tenía que saberlo era su compañero de misión. Si en algún momento su vida dependía de que ella hiciese un clon, se podía dar por muerto.
— Pero sí puedo hacer el Henge no jutsu, no todo iba a ser malo. — explicó la rubia, sonriente y optimista. — Por cierto, tu clan es el de las sombras ¿no? Entonces el Kagemane es la técnica que paraliza con la sombra. Creo que nos será bastante útil.
Daisuke escuchó con atención las palabras de su compañera de misión. Le agradaba gratamente que ésta lo alabase, pero eso no le haría sentir mejor ni mucho menos. Que hubiera Gennins por ahí con menos nivel que él no quería decir que fuese fuerte ni poderoso. Todavía tenía mucho camino que recorrer y mucho que entrenar para considerarse un ninja de pleno derecho. Cuando Hana se acercó al Nara, éste, lejos de apartarse y alejarse por sentirse incómodo o intimidado por la cercanía con aquella mujer, se quedó paralizado mientras contenía la respiración a la espera de saber porqué motivo se había acercado tanto. Cuando por fin escuchó lo que tenía que decirle, respiró aliviado, y luego mostró una sonrisa. El Bunshin no jutsu era una técnica inútil comparada con otras, ya que las copias eran simplemente ilusiones inertes, inútiles e inservibles.
— Pero sí puedo hacer el Henge no jutsu, no todo iba a ser malo. Por cierto, tu clan es el de las sombras ¿no? Entonces el Kagemane es la técnica que paraliza con la sombra. Creo que nos será bastante útil.
Daisuke asintió con la cabeza a modo de respuesta afirmativa, aunque todavía no lograba comprender de qué les servirían sus técnicas en una misión sin peligro como ésa.
— Bueno, ahí te equivocas, pero no ibas mal encaminada. — Dijo el rubio, corrigiendo sus palabras. — Es cierto que antiguamente la técnica se conocía como Atadura de sombra, cuyo único fin era el de paralizar a los adversarios. Pero con el paso del tiempo, evolucionó hasta convertirse en lo que hoy todos conocemos como Imitación de sombra. — Hizo una breve pausa, esperando que Hana procesara dicha información. — Con esta técnica, los oponentes atrapados con mi sombra imitan mis movimientos, lo que no es precisamente muy útil por sí sola, ya que sólo sirve para retenerlos. Y por si fuera poco, se librarán fácilmente si son más fuertes que yo, cosa que no es muy difícil. — Explicó, levantando su brazo derecha para intentar sacar su bola sin éxito aparente mientras sacaba su lengua a modo de burla. — Además, la técnica también se deshará tanto si yo recibo daño como si lo reciben ellos, por lo que, como ves, es una pérdida de tiempo si se utiliza en solitario. Sin embargo... — De nuevo, se mantuvo en silencio durante unos breves segundos, con la intención de captar la atención y la curiosidad de la joven. — El clan Nara no debe ser subestimado en absoluto, y mucho menos nuestra técnica principal. Existen variaciones de esta técnica que pueden asesinar a los oponentes atrapados si quisiéramos. — Explicó, para luego retomar la conversación tras un incómodo silencio. — Pero yo ni poseo la capacidad de realizar dichas técnicas ni la voluntad para ejecutarlas. — Dijo con una leve sonrisa, ya que no se veía a sí mismo en la situación de matar a nadie ni creía que fuese capaz de ello, lo que, decía mucho de su actitud compasiva, bondadosa e incluso estúpida y cobarde.
Tras aquel breve pero intenso monólogo, procesó la nueva información que le había aportado Hana y comprendió que debía de tener un alto nivel de Ninjutsu si era capaz de ejecutar la técnica de transformación, es más, estaba seguro de que era más diestra en dicho arte que el propio rubio, lo que decía mucho de sus propias habilidades y capacidades.
— Así que puedes ejecutar el Henge no jutsu, ¿eh? — Repitió. — Seguro que además de esa técnica eres bastante diestra en el uso de tu elemento tierra. Me juego lo que quieras a que conoces más de una técnica de tierra, a diferencia de mí con mi elemento. — Añadió, bromeando, sin dejar de sonreír.
Hana no pudo evitar sonreir al ver como se le soltaba la lengua a Daisuke hablando de su clan. Estaba claro que había invertido sus horas en conocer bien las bases de la técnica que sí podía usar. La rubia no dijo nada, se dedicó a escuchar atentamente por si algún detalle les ayudase más adelante. Lo de que no pudiese matar a nadie solo con su sombra era algo que no deberían necesitar en una misión sin peligro como es una de rango D, pero era bueno saber a qué extremos podía llegar.
— Seguro que además de esa técnica eres bastante diestra en el uso de tu elemento tierra. Me juego lo que quieras a que conoces más de una técnica de tierra, a diferencia de mí con mi elemento.
Finalmente, pasó a hacer conjeturas sobre las técnicas de la kunoichi, conjeturas bastante acertadas.
— Sí, sé un par, pero el problema con los jutsus de Doton es que son muy aparatosos. No creo que destrozar todo el suelo nos vaya a ser muy útil en esta misión. El Suiton, en cambio, mientras no salga todo estrepitosamente mal, sí nos puede ayudar. — comentó la rubia a sabiendas de que en esa misión, ella tendría que usar más la cabeza y los puños que las técnicas ninja, mientras que Daisuke podía resultar mucho más útil. — Creo que la única técnica que voy a poder usar yo es la de hacer un destello con la hoja de la katana. Cuento contigo para todo lo demás.
Le apoyó la mano en el hombro a Daisuke en señal de confianza, dedicandole una sonrisa. Esperaba subirle un poco la confianza a su compañero, que no parecía confiar demasiado en sus habilidades. Al volver a prestar atención a donde iban se dio cuenta de que ya estaban llegando.
— Venga, que ya casi llegamos. Esperemos que todo vaya bien. — tras avisar a Daisuke, cogió la bandana que normalmente llevaba al cuello y se la colocó en la frente. — Vamos.
Una vez ambos estuviesen listos, Hana doblaría la esquina, llegando a la calle del lugar citado en el pergamino.
Hana no tardó en responder a Daisuke, que la observó curioso ante lo que tenía que decir.
— Sí, sé un par, pero el problema con los jutsus de Doton es que son muy aparatosos. No creo que destrozar todo el suelo nos vaya a ser muy útil en esta misión. El Suiton, en cambio, mientras no salga todo estrepitosamente mal, sí nos puede ayudar.Creo que la única técnica que voy a poder usar yo es la de hacer un destello con la hoja de la katana. Cuento contigo para todo lo demás.
El joven notó la mano de su compañera en su hombro, y también contempló su bonita sonrisa, a lo que él le devolvió el gesto con otra sonrisa. Todavía no entendía muy bien cómo había llegado hasta el punto de hablar tanto tiempo seguido con una mujer, y mucho menos, tener esa confianza y esas muestras de afecto. Para él, era toda una proeza.
— Venga, que ya casi llegamos. Esperemos que todo vaya bien. — Dijo, para acto seguido colocarse su bandana en la frente. — Vamos.
Dicho esto, ambos doblaron la última esquina para llegar finalmente al lugar indicado de reunión. Allí, efectivamente, había muchas personas, entre las cuales se encontrarían esperando el mandatario de la misión y la cantante a la que tendrían que escoltar. Sin embargo, al no conocer a ninguno de ellos, Daisuke se mantuvo en silencio y contemplativo, a la espera de que ellos se acercasen al identificarlos como los ninjas encargados de la escolta, ya que, después de todo, eran los únicos Gennin que se encontraban allí en ese preciso momento.
— Espero que no tarden en llegar. Es extraño en mí, pero tengo ganas de comenzar con la misión. — Explicó el Nara a su compañera tras sincerarse, pues, normalmente, el rubio era un holgazán por naturaleza propia. Sin embargo, el hecho de poder realizar su primera misión de rango D le suponía un pequeño incentivo y una motivación añadida a tener en cuenta, motivos de su felicidad y sus ganas de trabajar.