Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Aquella mujer no solo demostraba ser una maleante competente, sino que también el estar dispuesta a combatir. Aquello era lo apuesto a lo que el joven peliblanco deseaba, aunque por cómo estaba bloqueando la puerta, parecía no haber otra salida.
«Ahora la pregunta es: ¿puedo contra ella?», se preguntó, sin ganas de averiguarlo; pero admitiendo que quizás no tuviese otra opción.
Mientras Kana estaba en el marco de la puerta el joven abandono su resguardo y salto al centro de la habitación para llamar su atención, mientras le arrojaba unas cuantas shurikens.
(8 PV/corte superficial, 12 PV/corte e impacto directo) por cada shuriken arrojado
Kazuma ejecutó su estrategia: saltó hacia el suelo, más concretamente, al centro de la habitación. Mientras tanto, arrojó varios shurikens hacia la cabeza de la chica. La mujer alzó la cabeza, aparentemente sorprendida por aquel movimiento. Su boca se curvó en una perfecta "o"...
Percepción de Kana: 60
... y entonces, una sonrisa apareció en su rostro, mientras ejecutaba el sello del carnero.
— Te he visto desde el principio, Kazuma-kun — Entonces, Kana alzó el brazo derecho y una masa de chakra surgió justamente debajo de su axila. Era otro brazo: tenía un tono pálido y rosado y parecía estar hecho chakra puro. Como un apéndice mal colocado, la nueva extremidad se alzó bajo el brazo normal de Kana.
El apéndice se estiró y con la mano extendida, bloqueó los shurikens. Entonces, se lanzó contra el chico, quién aún estaba intentando aterrizar. El resultado fue un golpe en el pecho, que arrojó a Kazuma contra la pared de la habitación.
— ¿Creías que era como esos inútiles? ¿Qué el chakra te daba alguna clase de ventaja contra mi? — la Araña le sonrió ----. Lo siento chico. Ahora mismo, estas atrapado en mi tela, y nunca dejo huir a una presa.
Kana volvió a ejecutar el sello del carnero. De su otra axila, comenzó a brotar el chakra nuevamente, hasta formar otro brazo idéntico. Ahora, la chica tenía dos brazos rosados de chakra y una sonrisa más que siniestra en su rostro.
¤ Patas de araña - Tipo: Apoyo - Rango: B - Requisitos:Ninjutsu 45 - Gastos: 25 CK/mano (divide regen. de chakra) - Daños: 15PV por golpe. - Efectos adicionales: Crea hasta cuatro manos que pueden usarse para golpear, defenderse o empuñar armas. - Sellos: Serpiente → Rata → Carnero (Especificado en la descripción) - Velocidad: Muy rápida (1- 2 manos), Rápida (3-4 manos). - Alcance y dimensiones: Las manos pueden estirarse hasta 3 metros de largo.
Esta curiosa técnica permite a Kana crear brazos hechos de puro chakra. Estos tienen un color rosado y son traslúcidos. Tienen diversa funciones: pueden estirarse hasta tres metros, lo que le permite agarrar diferentes objetos o incluso al enemigo. Pueden usarse para empuñar armas (aunque para hacerlo, tendrá que cumplir los requisitos, cómo si las empuñara con sus propias manos) y para golpear al enemigo. También son capaces de bloquear armas arrojadizas pequeñas sin recibir daño. Al recibir una cantidad de daño igual a su coste (20 PV), estos desaparecen.
No puede crear todos los brazos de golpe. Una vez que ha creado el primero, puede crear otro utilizando el sello del Carnero (y así hasta poder tener los otros 3 brazos restantes).
Kazuma se arrojó al centro de la habitación, que también resultaba ser el centro de una telaraña de problemas que parecía tenerle bien sujeto. Kana demostró no estar sorprendida, pues desde un principio sabía dónde estaba el peliblanco; solo estaba jugando con él.
—Te he visto desde el principio, Kazuma-kun —revelo, mientras de su cuerpo emergían un deforme brazo de chakra.
Aquella extremidad artificial atrapo en su etérea masa todas las estrellas de acero que volaban hacia su dueña. Y luego, justo antes de que el ninja tocase el suelo, el brazo le asesto un golpe lo suficientemente fuerte para arrojarle contra la pared contraria.
—¿Creías que era como esos inútiles? ¿Qué el chakra te daba alguna clase de ventaja contra mí? —la Araña le sonrió—. Lo siento chico. Ahora mismo, estas atrapado en mi tela, y nunca dejo huir a una presa.
—Eso fue… interesante —dijo mientras se levantaba, paladeando el sabor de la sangre que manaba de un labio roto.
Kazuma ahora comprendía que la retirada, aunque aún era una opción, no le seria permitida sin presentar batalla. Con aquello en mente se preparó para luchar enserio y formulo el sello de la serpiente.
1AO revelada
AO = Plantar en la entrada de la habitacion un sello explisivo.
Estado de Kazuma:
• PV: 140 - 15 = 125
• CK: 100 - 15 = 85
Daños causados:
15 PV / explosion Sello explosivo de rango D
Una fracción de segundo. Eso fue la diferencia entre el éxito y el fracaso.
Kazuma era habilidoso para su nivel y bastante imaginativo con sus trucos. Kana, por el contrario, era una mujer rápida y letal: ella prefería actuar y abrumar a su enemigo con su poder superior, y en caso de no poder, huir con la mayor efectividad posible. Kazuma sin embargo, la sorprendió: colocó un sello explosivo en la puerta, que ella misma podría haber reventado de haberla echado a bajo en lugar de la pared.
En cuanto vio a Kazuma ejecutar un sello, Kana movió sus brazos de chakra, en busca de protección.
La explosión la envolvió. La edificación se tambaleó, destrozando la puerta, la pared y echando parte del techo abajo.
Sin embargo, cuando el humo se disipó, Kazuma podría verla en la misma posición, protegida por sus brazos de chakra. Varios escombros yacían a su lado pero no parecían haberla golpeado. Sus brazos de chakra estaban quebrados, pero continuaban funcionando. La experiencia la había enseñado a protegerse ante todo tipo de situaciones y estaba intacta. Aun así, la habían sorprendido: si el sello no hubiera sido uno tan débil, podría haber recibido daños serios.
Temblaba, de pura rabia.
— ¡Maldito niñato! — Con sus dos brazos de chakra, agarró trozos de madera caídos y sueltos por la explosión, y los arrojó contra Kazuma. Desde luego, era un proyectil más poderoso que un shuriken. Dos trozos de escombro se dirigían hacia el chico a gran velocidad.
Daños ocasionados: 20 PV por golpe de escombro (2 lanzados: 20 x 2).
La explosión bastó para agitar y comprometer la estructura, hasta el punto de causar que parte del techo cayera en forma de escombros. Por suerte para él, la mayoría de aquellos fragmentos cayeron cerca de donde ocurrió la explosión; aunque Kana había conseguido protegerse con sus brazos de chakra.
«Ya veo…», pensó al ver el daño en los brazos de chakra.
—¡Maldito niñato! —rugio mientras buscaba algo que arrojarle.
Kazuma se limitó a tomar su leal bokken y acumular chakra en él, hasta que aquella energía emanaba como una neblina gris. Pudo ver con claridad como su oponente tomaba dos enormes trozos de escombro y los arrojaba contra él. Para aquel momento su técnica ya estaba preparada; pero arrojarla contra los proyectiles podría restarle efecto, y dejarse alcanzar sería terrible.
«No retrocederé ahora», se dijo, dando un paso hacia adelante y escogiendo el que le parecia el menor de los males.
El joven esgrimió su espada de madera, proyectando una ráfaga de chakra gris que tomo la forma de una enorme cuchilla que parecía estar hecha de niebla y que amenazaba con cortar en horizontal todo lo que hubiese frente a ella. Sin embargo, al atacar también peco de temeridad: Kazuma se había arrojado contra uno de los proyectiles antes que ambos convergiesen en él, pero de aquella manera su ataque no debería de tener ningún obstáculo para llegar a Kana.
Estado de Kazuma:
• PV: 125 - 20 = 105
• CK: 85 - 36 = 49
¤ Yūreiken: Muchi no Keshin ¤ Espada Fantasma: Encarnación de Ignorancia - Tipo: Ofensivo - Rango: D - Requisitos:Kenjutsu 10 - Gastos:
La técnica avanza 3 metros y la cuchilla abarca 1,5 metros de amplitud (multiplicado x1)
La técnica avanza 6 metros y la cuchilla abarca 3,0 metros de amplitud (multiplicado x2)
La técnica avanza 9 metros y la cuchilla abarca 4,5 metros de amplitud (multiplicado x3)
El usuario canaliza a través de su espada una corriente de chakra visible durante un tiempo determinado. Cuando la carga está completa, puede blandir el arma para liberar la energía retenida; de esta manera proyecta una ráfaga de chakra que adopta la forma de un arco, delgado, veloz y sumamente afilado.
El tiempo de canalización o preparación de la técnica será el equivalente al de 3 sellos manuales; de tal forma que la reducción del tiempo de ejecución estará sujeto al atributo Inteligencia.
Kana se arrojó contra el chico con un grito, lanzando sus proyectiles, dispuesto a asesinarle. Kazuma, por otra parte, no retrocedió: se lanzó al frente, con una técnica preparada desde el momento de la explosión. Dos enormes voluntades chocaron en un recóndito refugio dentro de uno de los barrios más oscuros y tenebrosos de Tane-Shigai.
Todo sucedió en un momento. La técnica de Kazuma se lanzó y cortó limpiamente los escombros, lanzados a máxima velocidad.
Avanzó hacia Kana. Un pestañeó. Entonces, la chica ya no se encontraba ahí.
Estaba justamente encima de Kazuma. Tres manos de chakra la habían impulsado: dos resquebrajadas y una perfectamente funcional y recien utilizada. No había discusión: tanto en destreza como en velocidad, la chica era muy superior a Kazuma. Aun había más. Una de sus manos empuñaban lo que parecía ser un cuchillo.
La mano se arrojó contra Kazuma, en otro rápido movimiento. De repente, las otras dos manos se habían aferrado a sus piernas y lo habían tirado contra el suelo, impidiendole escapar. Aquello parecía una pesadilla para el chico. A pesar de su esfuerzo y de su técnica, la chica no había sido sorprendida, sino que parecía dispuesta a seguir presentando batalla. Kazuma, por sí mismo, no sería capaz de enfrentarla. Al menos, no en aquellas condiciones. Pero el cuchillo se acercaba a su cuerpo. Era luchar o morir.
Entonces, el milagro ocurrió.
Un enorme destello inundó la sala, desde principio hasta final. Rápido, certero y poderoso. Kana chilló e interrumpió el ataque para alejarse, mientras reptaba con sus tres manos de chakra y sus brazos y piernas normales.
Al abrir los ojos, Kazuma se encontraría libre de sus ataduras. Veía todo borroso por el repentino destello, pero debía de ser capaz de moverse.
— ¿A qué estas esperando? ¡Corre! ¡Sal de aquí! — le dijo alguien. Era una voz masculina, jovial. Sin embargo, sonaba mortalmente SERIA.
«Esa no la vi venir», pensó el joven mientras Kana esquivaba su ataque.
Antes de que pudiese prepararse o formular otro pensamiento racional, su oponente le tenía firmemente inmovilizado, condenado al suelo. Entonces su primer pensamiento fue recriminarse: pudo haber utilizado otra técnica, o haber apuntado a la estructura para derrumbarla… Bueno, la primera no era una garantía, y la segunda quizá les hubiese matado a ambos. En definitiva, le faltaba tanto poder como experiencia. De tal suerte que cuando vio el cuchillo se sintió resignado y fallido, como la ternera que se sabe próxima en el matadero.
De pronto, mientras ocupaba su cuerpo en debatirse y su mente en formular alguna plegaria, una luz que parecía ser aquella que solían decir se encontraba al final del túnel, ocupo todo su campo de visión. Lo siguiente que supo es que estaba libre y que una voz imperiosa le invitaba a huir. Así lo hizo, con torpeza, golpes y la duda de si estaba vivo o si hacia el tránsito a la otra vida. Aun así, buscaba cualquier camino que le llevase a salir de aquella casa.
Kazuma no dejó pasar una oportunidad como tal: salio por patas en cuanto pudo. En su camino se cruzó con varios muebles, paredes y alguna puerta, pero el chico atravesó todas ellas, tratando de escapar de aquella maldita casa.
A su espalda, habría más explosiones de luz. Era como si alguien estuviera tirando bombas luminosas en intervalos de tiempo. Había sonido de destrozos: ruidos, gritos. Una batalla se estaba librando a sus espaldas. Una de gran envergadura. Kazuma tendría la certeza de que, si se quedaba atrapado entre aquellos dos frentes, acabaría muy mal malparado.
Cuando comenzó a recuperar la vista, estaba saliendo de la pequeña casa. A sus pies, la escaleras.
Segundos después, la casa se derrumbaría por completo.
Si Kazuma era lo suficientemente rápido, podría evitar el impacto. Tanto la escalera como la plataforma sobre la que estaban se desmoronaría, dando lugar a una larga caída.
Kazuma abandono la casa, llevándose parte de ella consigo en forma de golpes y escombros. No estaba seguro de que sucedía, pero sabía que por el momento estaba vivo y que aquello implicaba correr.
«Esto es demencial», pensó al girarse y ver como la casa se desmoronaba entre un espectáculo de luces.
Sin embargo, no tuvo tiempo de estudiar la situación, pues la plataforma también se estaba derrumbando. Sin perder tiempo, se arrojó por las escaleras, dando saltos tan amplios como el espacio y su cuerpo permitían… A los pocos se segundo llego al primero de los escalones, y de allí en adelante corrió, corrió con toda la fuerza que tenía y con todo el aire que sus pulmones podían proporcionarle. Atrás de él rugía un sonido tan intenso que pareciese que la ciudad entera fuese a desmoronarse. Y aun así no volteo, solo corrió hasta que ya no pudo más y cayo.
No sabía si había llegado lejos o si aún seguía cerca; pero aquello poco importaba, pues era consciente de que, aunque quisiera (y no quería), no podría ponerse de pie y correr hasta dentro de un buen rato.
Corrió y corrió hasta que no pudo más. Esa noche, Kazuma podría saber que se habría librado de la muerte. La suerte le había traído a un mal lugar, pero la suerte también le había salvado.
Alguien le encontró. En esta ocasión, no fue la asesina.
— Cuando te dije que corrieras, no esperaba que fueras tan lejos — al igual que antes, la misma voz —. Lo has hecho bastante bien, teniendo en cuenta las condiciones.
Kazuma se encontraría con un hombre joven, de pelo completamente rubio. Sus ojos eran azules, y debía de tener alrededor de diecisiete años. Su piel era bronceada. Vestía una capa amarilla, que tapaba todo menos su cara.
— La mujer ha escapado, pero se ha llevado nuestros rostros grabados en su memoria. Yo que tú, tendría cuidado si vuelves a hacer el camino hacia Tane-Shigai. Es su coto de caza — le recomendó el hombre —. Intenté detenerla, pero otra vez, se me ha escapado. En fin, ten suerte, chico, espero que no te la vuelvas a encontrar.
Si Kazuma no hacía nada por evitarlo, el joven se marcharía por uno de los callejones de la zona de Armas.
—Cuando te dije que corrieras, no esperaba que fueras tan lejos —al igual que antes, la misma voz—. Lo has hecho bastante bien, teniendo en cuenta las condiciones.
—Creo que no sabes que tan rápido puedes correr hasta que una linda chica se transforma en una demente que quiere matarte —dijo con humor mientras se volteaba para quedar boca arriba.
—La mujer ha escapado, pero se ha llevado nuestros rostros grabados en su memoria. Yo que tú, tendría cuidado si vuelves a hacer el camino hacia Tane-Shigai. Es su coto de caza —le recomendó el hombre—. Intenté detenerla, pero otra vez, se me ha escapado. En fin, ten suerte, chico, espero que no te la vuelvas a encontrar.
—Espera, espera —pidió, incorporándose como mejor pudo—. ¿Me dices que ya te has encontrado con ella antes? Cielos, debes ser bastante fuerte si aún sigues vivo.
»Espero no te importe que te incordie un rato, al menos mientras consigo salir de aquí o mientras que mis piernas dejan de temblar.
El chico se cruzó de brazos, con gesto de impaciencia. Parecía estar pensando en otra cosa mientras Kazuma le hablaba, puesto que no prestaba mucha atención a sus palabras. Más bien, miraba hacia los lados, constantemente.
— Chico, no tengo mucho tiempo para andar de niñero, ¿entiendes? Puede que corramos peligro. No se si vendrán los demás — exclamó el joven, antes de mirar al frente —. Vamos. Sígueme.
El hombre rubio comenzó a correr, sin comprobar si Kazuma le seguía. Andaba a grandes zancadas. El chico pronto se daría cuenta de que estaba deshaciendo el camino que había recorrido (tan alegremente) con Kana. Quizá le trajera malos recuerdos, o quizá se alegrase de estar marchandose de ahí. Al fondo, aún podría ver el edificio destrozado.
La pregunta de Kazuma no le pilló por sorpresa. Simplemente, siguió caminando.
— Unas cuantas veces. Llevo persiguiendo a su organización durante un año y medio. Ella es una de las pocas pistas que tengo. Que sea fuerte o no no importa: nunca he sido más listo que ella.
Siguió caminando. No se detenía. No tenía compasión por el pobre Kazuma.
— Ella se hace llamar Kana, aunque es probable que no sea su verdadero nombre. No tiene un lugar fijo y va dónde le apetece. Se suele encargar de los asuntos sucios de la organización. Su especialidad es eliminar obstáculos que se interponen entre ellos — dijo el hombre, mirando a Kazuma fijamente —. Para que haya ido a por ti. ¿Qué diablos les has hecho, chico?
—Ella se hace llamar Kana, aunque es probable que no sea su verdadero nombre. No tiene un lugar fijo y va dónde le apetece. Se suele encargar de los asuntos sucios de la organización. Su especialidad es eliminar obstáculos que se interponen entre ellos —dijo el hombre, mirando a Kazuma fijamente—. Para que haya ido a por ti. ¿Qué diablos les has hecho, chico?
—Según entendí… —comenzó a contestar Kazuma, quien apenas podía seguir el ritmo—. Parece que impedí un secuestro del cual se iba a ver muy beneficiada… Yo solo quería cumplir con mi encargo.
Y entonces recordó que aún tenía algo que hacer.
—¿Sabes cómo llegar a la Armería Escarlata? —pregunto—. Tengo algo importante que hacer allí.
—Según entendí… —comenzó a contestar Kazuma, quien apenas podía seguir el ritmo—. Parece que impedí un secuestro del cual se iba a ver muy beneficiada… Yo solo quería cumplir con mi encargo.
El joven le escuchó hasta el final, sin comentarios. Solo cuando Kazuma terminó, acabó de hablar.
— Es posible que fuera por eso. Esa mujer forma parte de una asociación dedicada al crimen en pequeña escala. Secuestros, asaltos de mercaderes... hasta hace poco, eran solo una sombra. Pero parece que ahora se están dejando ver — reflexión el chico —. Quizá fue por eso, o quizá simplemente se aburría. Son impredecibles. Ni si quiera se como se hacen llamar. Solo se reconocen con una "N".
A pesar de parecer bastante joven (aunque mayor que Kazuma) el chico parecía tener un gran peso sobre sus hombros. Pero caminaba firmemente. Kazuma podría notar que bajo su pierna derecha, guardaba una funda de un arma. Parecía ser una espada, aunque tampoco podía confirmarlo.
— ¿La Armería Escarlata? Oh, ya veo. Te has confundido. A pesar de su nombre, es solo una tienducha al otro lado de la avenida principal, dónde venden materiales y herramientas para herrero — el chico se encogió de hombros —. Es bastante confuso, la verdad. Yo lo sé porque he vivido varios años aquí. Conozco cada palma de este lugar.
—¿La Armería Escarlata? Oh, ya veo. Te has confundido. A pesar de su nombre, es solo una tienducha al otro lado de la avenida principal, dónde venden materiales y herramientas para herrero —el chico se encogió de hombros—. Es bastante confuso, la verdad. Yo lo sé porque he vivido varios años aquí. Conozco cada palma de este lugar.
—Ya veo… —dijo tratando de recordar la disposición de la avenida principal.
Sus pensamientos pronto le llevaron a preguntarse como aquel muchacho sabía tanto de aquella organización. No tardó mucho en darse cuenta que aquella pregunta era trivial: era probable que tras mucho tiempo siguiéndoles hubiese ido recolectando trozos de información. ¿Qué tanto tiempo? Aquello tampoco tenía mucha importancia; debía ser mucho, una parte importante de su vida. La verdadera pregunta, la interesante, era otra:
—¿Y cómo te relacionas tú con ellos? —arrojo con serenidad—. ¿Eres un agente de la ley o te mueven motivos más personales? Ajuste de cuentas, ¿quizá?