Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
El de rastas trató la puerta como su más fiel amante, pero ésta le devolvió una vida de posibles pasiones en forma de una torta en plena jeta con la mano abierta. Pero no solo con la mano abierta, si no que además podría decirse que hasta llevaba pegamento en ella, con trozos de cristal, chinchetas, y clavos. Quería joder —sí—, con creces quería joder.
*¡¡ÑIIIIIIiiiiiiiiiiIIIIIIIIICCCC!!*
La muy hija de mujer que vende su cuerpo por tiempo a hombres con pocos escrúpulos chirrió como si la vida le fuese en ello. Alertó al hombre que había tras ella, alertó a Etsu, a Daigo, a Akane, a la chica que había sobre su lomo, al chino que había cosechando arroz a varios kilómetros en un arrozal perdido, a su abuela, y a media Kusagakure.
¿Exagerado?
No, apenas.
El hombre teorizó en lo que los chicos entraban —ya que había sido expuestos— que la precaución al entrar podía ser por distintos motivos, pero ninguna de sus primeras hipótesis se acercaron a la realidad. Tenían cuidado por esas tantas trampas que habían en el pasillo, nadie les aseguraba que no hubiesen más. El tipo seguía manipulando cosas en ese laboratorio improvisado, y continuaba teorizando. Llegó a la conclusión incluso de que se quisiera matar al único superviviente...
«¿ÚNICO SUPERVIVIENTE?»
Pero el hombre no terminó de hablar aún, terminó aceptando que teniendo un arma tan poderosa "en su poder" nadie iba a querer eliminar a un superviviente. Llegó por fin a una conclusión, pese a que dejaba en otros muchas dudas. Los chicos estaban allí por un motivo que al parecer el hombre conocía, pero que no dejó a la luz. En vez de eso, dio a conocer su nombre.
Y su rostro.
Ninguno de los chicos pudo evitar quedar impactados ante el rostro del científico, pues lo que se dice normal, normal... pues como que no. No era un rostro común, de esos que te ves a alguien por la calle y lo saludas sin querer, confundiendolo con otra persona. No, a ese hombre ni su santa madre tendría la poca vergüenza de confundirlo con otra persona.
Daigo apresuró a preguntar por lo que para él cundía más importancia, el veneno. Razón no le faltaba, quizás el hombre supiese algo...
—Tsuchigumo, —llamó su atención ahora el de rastas —¿podrías explicarte un poco? Hemos encontrado a otra superviviente, no eres el único que ha sobrevivido. Pero no entendemos qué ha pasado ahí fuera, ni el porqué de éste... "laboratorio" lleno de trampas.
El extraño sujeto del rostro deformado mantenía una sonrisa calmada que resultaba bastante disonante considerando todo el desastre que había acaecido allá afuera. El sujeto se detuvo a observar las bandanas de los muchachos en lo que estos, claramente confundidos exigían respuestas al solitario y misterioso sujeto.
—Oh, ya veo ya veo. Son shinobi de Kusagakure, pero si no saben realmente que ha ocurrido acá he de intuir en que han llegado hasta aquí por casualidad y no porque halla sido una orden oficial... Ya veo, ya veo — El hombre se acercó calmado hasta ambos genin y observó a Daigo.
El ojo expuesto del sujeto se movía de forma inquietante, o más bien, analítica.
—Oh, el veneno de la entrada. Pues para un civil podría haberlo sido, pero tú que eres shinobi lo has tolerado bien. ¡Qué digo! No sé como demonios estás aquí parado, deberías estarte retorciendo como una lombriz tras levantar la piedra en la que se escondía, pero aquí estás hablando conmigo — Explicó alegre. Sin embargo, de pronto el Inuzuka fue quién decidió lanzar una una pregunta al misterioso hombre. —¿Otro superviviente? Vaya, viendo las fuerzas del demonio las probabilidades de que eso sucediese eran de menos del cero como cinco por ciento, pero ha ocurrido — Se llevó los dedos al mentón. —¿Y este sitio? Mi sótano reforzado donde realizaba mis investigaciones. En realidad estaba planeado para evitar que gente sin escrúpulos intentara usar mis experimentos para el mal pero por una casualidad me permitió sobrevivir al incidente que ocurrió. Solía haber un pequeño asentamiento aquí, no más de unas seis casas, pero sin quererlo esto terminó siendo el único búnker capaz de quedar medianamente intacto — Se llevó los brazos tras la espalda y empezó a caminar.
—Sobre el cómo sucedió, no tengo muchos detalles. Ha aparecido algo a lo que según la nomenclatura popular he decidido llamar demonio para que sea fácil familiarizarse con él. Era una criatura con la cara de chacal, pero su cuello era extremadamente largo y movible como el de una serpiente, mientras que la cola era fuerte y gruesa cómo la de un caimán. Sus patas traseras eran cómo de chacal también, pero las delanteras tenían garras largas y móviles de un animal que no sé identificar, pero tenía pulgares y podía moverlas... Simplemente apareció y masacró a cuanto pudo. Intenté llamar su atención y luego me escondí aquí. La escuché alejarse, pero al tiempo escuché un tremendo estallido que me ha dejado con los oídos zumbando... Por el temblor ocasionado y la fuerza del sonido, no necesito salir afuera para imaginar que básicamente no ha quedado nada allá arriba.
29/03/2020, 23:02 (Última modificación: 29/03/2020, 23:02 por Inuzuka Etsu.)
El hombre no tardó en reconocerlos como shinobis de Kusa, y tampoco le llevó demasiado tiempo averiguar que no estaban allí por una misión, si no por mera casualidad. Para bien o para mal, no tenían ni idea de lo que se cocía en aquel sitio.
Sin demora, el hombre se acercó hasta Daigo para examinarlo, con ese tan singular ojo que casi parecía que se le fuese a caer de la cuenca. Tras un instante, afirmó que no era mortal, pero que era muy extraño que no se estuviese retorciendo como una lombriz. Sin duda Daigo estaba aguantando el tipo, ya fuese por la niña o por no mostrar debilidad ante Etsu. Fuese como fuese, su estoicismo era digno de elogio.
El de rastas llamó la atención del ojo-loco con sus palabras, sobre todo con eso que el científico había dado casi por imposible. Un superviviente era para el hombre algo inimaginable, pues la criatura a la que habían denominado demonio tenía una fuerza demencial. Al parecer, arriba, donde ahora yacía tan solo ceniza, antes había un pequeño poblado. Etsu no pudo ocultar la sorpresa, pues arriba apenas quedaba siquiera pasto quemado...
«¿E-En serio...? ¡No puede ser!»
Pero no detuvo las palabras del científico, éste terminó por explicar cómo era esa criatura, y por lo que contaba casi parecía un ser sacado de un dibujo de un niño de 3 años. Habían pillado la cabeza de un animal, el cuerpo de otro, la cola de otro, y las manos de otro... parecía un puzle mal encajado, de esos que terminas con un martillo porque ya no queda tiempo.
—Y... ¿qué se supone que estás experimentando o estudiando aquí en un bunker capaz de aguantar lo que ha sucedido arriba? Jamás hubiese imaginado que ahí arriba hubiese un poblado...
Nervioso, Daigo se puso recto como una tabla cuando el hombre se acercó a examinarlo. Todo de él era extraño. Todo. ¿Puede que fuera uno de esos científicos locos que tanto aparecían en los libros? Aunque por muy extraño que pareciera, no parecía ser mala persona...
El chico tragó saliva al escuchar que ese veneno podría haber matado a un civil. La verdad es que no sabía cómo se estaba manteniendo de pie en ese momento, pero ahora se sentía un poco más tranquilo sabiendo que no lo mataría, solo lo dejaría medio muerto, probablemente.
—Gra-gracias —decidió tomárselo como un elogio.
Tsuchigumo entonces les explicó todo lo que sabía de lo sucedido, como antes había un pequeño asentamiento «Joder...», como todo había sido destrozado, a excepción de su laboratorio, e incluso como se veía el demonio. También les dijo que lo escuchó marcharse.
Daigo apretó los puños y miró a su compañero. ¿Y si se había ido a otra aldea? ¿Qué harían entonces?
De momento, solo podían conseguir toda la información que el científico podía darles.
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El médico analizó las miradas de ambos jóvenes con detenimiento. Pese a que mantenía esa sonrisa plástica su cuerpo estaba tenso e incómodo ante la pregunta del Inuzuka. Aunque al final de cuentas, estando ante dos shinobis de Kusagakure y con la incertidumbre de no saber que era lo que había atacado el exterior exactamente, su mejor a sobrevivir iba a ser contar la verdad.
—Experimentos de genética humana con Kekkei Genkai— soltó, aunque no pretendía que aquello fuese lo más normal del mundo. —Pero descuiden, no he lastimado a nadie en el proceso — Añadió antes de que alguien pudiese increparlo de forma alarmista por su reciente revelación.
»Todo lo que he hecho ha sido en pleno consentimiento, aunque no negaré que puede ser riesgoso. Las mentes científicas queremos saber más, mi crimen es buscar conocimiento. ¿Cuantos curiosos y pioneros no lo han hecho a lo largo de la historia? Pero también entiendo que todo conocimiento puede ser usado para el mal, así que busqué aislarme en este sitio. Un lugar en medio de la nada, porque no puedo confiar en nadie, ni siquiera en las Aldeas Ocultas. Es triste para mí, porque quiero compartir un saber que podría ayudar, pero que también podrá ser usado para el mal. La encrucijada de saber que tanto beneficio o mal podré causar. ¿Debería enterrar todo mi trabajo en el olvido?
1/04/2020, 18:46 (Última modificación: 1/04/2020, 18:46 por Inuzuka Etsu.)
El hombre tardó un poco en contestar, seguramente con motivo de lo que tenía para contestar. Su labor era experimentación con los kekkei genkai, ni más ni menos. Pero por otro lado, afirmaba que ninguno de sus sujetos de prueba habían sufrido daños. Bajo su razonamiento, no le faltaban argumentos que le diesen la razón. Existía la posibilidad de científicos locos que no estuviesen demasiado locos, ¿no?
—La verdad, no soy quien para juzgar algo así. Si alguien se ofrece para experimentar con él, es responsabilidad suya... no sé si me explico. Yo no lo haría, la verdad, pero todo el mundo es libre de elegir qué hacer.
El chico miró hacia la puerta, no pudo evitarlo.
—¿Podrías desactivar por un momento las trampas? Necesito que entren mi hermano y la superviviente, sería recomendable que le eche un ojo si puede... parece muy afectada por lo que sea que haya sucedido allá arriba. —volvió la mirada al científico. —¿podría hacerlo?
¿Quizás confundía un poco entre científico y médico? Seguramente, pero si experimentaba con la genética, seguramente algo debía entender de medicina, ¿no?
Los ojos de Daigo se abrieron como platos cuando escuchó la explicación del científico. ¿Experimentaba con personas? Dijo que esas personas estaban de acuerdo, pero... ¿siquiera decía la verdad con eso? Y si lo hacía ¿Eso hacía que estuvieera bien? No parecía tener malas intenciones. Tampoco parecía estar mintiendo...
Etsu fue el primero en contestar a Tsuchigumo. No parecía tan sorprendido como Daigo. Incluso parecía entender que, mientras las personas diesen su consentimiento, no debería haber nada malo en ello, ¿verdad?
Esperó a que su anfitrión le contestara al Inuzuka antes de volver a hablar. No sabía si podían confiarles la pequeña a Tsuchigumo, pero pensaba que si él vivía aquí, probablemente conocía a la pequeña y todo.
140/200
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veneno 6/6 turnos
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Daigo había logrado recuperarse del veneno sin mayor problemas, como si al desaparecer de su sistema volviese a ser el mismo por arte de magia, lleno de energía y rebosante de alegría juvenil.
—¿Afectada de qué manera? Si es herida física tal vez y sólo tal vez pueda hacer algo, pero mientras no tenga algún shock nervioso o algo no me metas, no soy un jodido psicólogo — El médico alzó ambas manos como queriéndose desentender. —Y además, no tengo ningún motivo para cooperar, pero tampoco para negarme — Se cruzó de brazos. —Aunque, siendo práctico podría interrogarla luego para saber más del misterioso demonio, quizá lo haya visto. Ciertamente el beneficio puede ser útil para todos nosotros en lo que se refiere al misterio del ataque a este poblado — Junto ambas manos y sonrió de una manera que parecía que el ojo flojo finalmente fuese a salirse de su cráneo.
—Si este chico estaba envenenando y no hubo sonido de alguien cayendo al foso de estacas significa que sólo activaron una de las dos trampas — Se llevó la mano al mentón. —Trabaré el mecanismo del foso para que puedan pasar, pero me tomará un poco de tiempo.
El sujeto entonces tomó una linterna y se aventuró a salir por la puerta al pasillo.
Sin embargo, los ninjas no sabían lo que se estaba avecinando. Quizá por estar bajo tierra en un aparente búnker, no escucharon el ominoso alarido a la lejanía.
Akane, quién aún tenía a la niña en el hombro si que podría percibirlo. No sólo el grito de un ente desconocido, sino que podría ver una extraña silueta acercándose. Si algo llamaba su atención, era que parecía ondear tres colas. Ahí en esa planicie plana donde el sol no alumbraba, la silueta se acercaba lenta pero firme hasta donde estaban.
El científico rehusó ayudar en primera instancia, pero no tardó en meditar sobre las existentes posibilidades. Tenían a una chica que había sido testigo integral de lo acontecido arriba, y si conseguían averiguar qué le pasaba, y tratarla, quizás pudiesen indagar un poco en todo el asunto del demonio. Si, tal y como lo iba planteando cambió drásticamente de opinión.
Por otro lado, el hombre acertó de nuevo. El foso no había sido activado aún, y con las mismas tomó lo necesario para desmontar la trampa, y se puso en camino. Eso sí, antes avisó que le tomaría un tiempo, que no sería cosa rápida. El Inuzuka aceptó con un gesto de cabeza, y no lo dejó ir solo. Acompañó al hombre, seguramente a su vez acompañado por Daigo. El hombre comenzaría entonces a trabajar en el mecanismo, en lo que el Inuzuka optó por encaminarse hacia el otro extremo del pasillo, donde aguardaban las escaleras por las que entraron.
—Voy a avisar a mi hermano, vuelvo ahora... —Quiso informar, pero no le fue posible.
Al girarse, podría ver a Akane corriendo con la chica aún a su lomo, bastante alterado. El can rápidamente se puso a la altura de Etsu, que no entendía muy bien qué sucedía.
—¿Q-que ha pasado?
Y enseguida lo entendió, no hicieron falta palabras. Arriba había aparecido algún bichejo con 3 colas ondeando. Podía tratarse perfectamente del "demonio" que había destruido la aldeucha de arriba...
«Mierda...»
El sudo bajaba helado por la frente del Inuzuka, que curiosamente sonreía. Estaban jodidos, muy jodidos.
—Tengo dos noticias, una buena y una mala... —aseguró el Inuzuka. —La buena, es que ya no hay que avisar a los que están arriba. La mala, es que ya no hay que buscar al bicho ese sacado de una película mala de terror...
»Está arriba, y al parecer venía en ésta dirección.
Etsu se adelantó un poco, y avisó con la mirada de la posición de la trampa al can. Éste apresuró a dejar la chica en el laboratorio, esquivando eficazmente el foso, y tras ello regresaría con el resto.
—Lo mejor sería que ustedes se queden aquí en lo que desviamos la atención de ese bicho, vigile y cuide a la niña, por favor.
El kusajin ya empezaba a sentirse mucho mejor ahora que el efecto del veneno parecía haber acabado. No podría decir en qué momento exacto se recuperó, pero de un momento a otro se dio cuenta de que ya no tenía que esforzarse en mantenerse erguido y luchar contra el dolor.
«Espera, nonononono. No vamos a interrogarla» pensó. La niña ya había tenido demasiado.
Aún así, nada de eso podía suceder sin que antes desactivaran la trampa que todavía estaba activa, no fuera a ser que Akane y Kanae cayeran en el foso de estacas.
Eso no sería nada bueno.
Oh, pero lo que estaba a punto de suceder seguramente se pondría mucho, mucho peor.
Daigo pudo ver a su senpai bajar las escaleras con prisa para comunicarle sin palabras a su hermano lo que estaba sucediendo arriba.
Etsu sonrió, y Daigo no necesitó ver nada más para descubrir en su rostro algo muy importante. Cuando el Inuzuka reveló que el demonio estaba arriba, y les sugirió tanto al científico como a la niña que se quedaran allí, simplemente confirmó sus sospechas.
Estaban jodidos.
Daigo también sonrió, queriendo hacerles ver que todo estaba bien.
—No se preocupen. Nosotros nos encargaremos.
Dicho esto, el joven se apresuró a subir las escaleras, solo para encontrarse con la silueta del demonio en el horizonte.
No, del demonio no...
—Oye... ¿esas no son muchas colas?
... de otro demonio.
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Pero antes de que cada uno hiciese su acción, el científico pareció reaccionar y abrir los ojos cuando el canino bajó con la niña ens u lomo, aunque no se podría decir lo mismo de la pequeña que parecía tener la mirada perdida en todo momento.
—¿Kaede?— Parpadeó con el ojo que si tenía párpado.
—¿Papá?— Respondió sin emoción.
—¡Kaede!— El hombre dejó de lado en lo que estaba trabajando y se apresuró para tomar a la niña con ambas manos y levantarla. —Estás aquí, no iba a perderte dos veces — Su voz sonaba feliz, pero a su vez era extraña. No era la típica alegría que surgía tras aliviarse de una preocupación.
Ya para cuando Daigo y Etsu subieron, pudieron avistarlo a la lejanía. Etsu podría definir su silueta mucho mejor gracias a su aguda visión: Un animal con patas anormalmente largas, con una figura esbelta en el torso que se iba engrosando ya llegando a sus cuartos traseros. La cola, o mejor dicho, las colas, eran cómo las de un cocodrilo y eran mucho más robustas. De pronto, aparentemente la bestia los identificó a ellos también y se terminó parando momentáneamente sobre sus dos patas traseras mientras alzaba el hocico al cielo para aullar a las nubes. Sus patas delanteras tenían dedos largos, casi humanoides pero con uñas exageradamente largas.
Y entonces la bestia volvió a su postura salvaje, echando carrera a toda velocidad hasta la posición de los shinobi.
Por suerte para todos, al bajar la chica terminaron por descubrir que se trataba de la hija del científico. Las emociones sin embargo no eran muy palpables, mucho más cuando se trataba de una persona que daba por muerta y tan cercana. En ambos sentidos, parecían carecer de emociones hacia el otro. Aunque para palabras de un científico, quizás se refería al hombre como papá por haber jugado a la genética con ella...
Fuese como fuese, Etsu se alegró en gran medida, aunque no era momento para celebraciones. Arriba el peligro acechaba, y no un peligro cualquiera. El "demonio" que había sido capaz de arrasar con varias casas de un solo ataque seguramente los había escuchado, u olido... Era cuestión de tiempo que ese bicho malnacido diese con ellos.
Los shinobis salieron del refugio, no solo por plantarle cara al demonio, si no por alejar el peligro de esa niña y su padre. La aguda vista del Inuzuka le permitió ver que se trataba de exactamente lo que el hombre había descrito abajo, una auténtica quimera. Ni en los cómics que tenía Etsu había visto uno igual. Sin duda era una criatura aberrante, y su aullido no hizo más que anunciar su propósito. Etsu alzó la guardia en lo que corría hacia el flanco derecho, debían alejar a ese monstruo de la entrada del refugio a cualquier coste.
—Si, ese bicho tiene demasiadas colas... —contestó al peliverde.
»Intentemos alejarnos de la entrada al refugio, debemos alejar a ese monstruo de la niña y su padre.
El Inuzuka corrió hasta separarse lo suficiente, en lo que la criatura recortaba las distancias para con ellos. Jamás había enfrentado a algo similar, no sabía ni cómo actuar ante ésto. Pero debía mantener la calma, y mirar única y exclusivamente por el bien de todos. No podían dejar a esa familia al amparo de su suerte, pues todo estaba condenado para ellos si huían de allí.
A pesar de que era realmente extraño para Daigo escuchar la interacción entre la pequeña y su padre, no tuvo demasiado tiempo para pensar en ello. El tiempo apremiaba y se estaban quedando sin él.
Ya fuera, Daigo tragó saliva, algo nervioso al escuchar la confirmación de su compañero: esa cosa tenía demasiadas colas, y el peliverde solo conocía dos clases de demonios que tenían más de una cola.
Primero estaban los Bijuu. No había una sola persona en Ōnindo que no conociera a las bestias con cola. Demonios que en el pasado han llegado a mascrar ciudades enteras, y más recientemente se habían llevado la vida de Moyashi Kenzou, aunque aparentemente eso estaba empezando a olvidársele al resto de Ōnindo.
Luego estaban sus primos más pequeños, los Gebijū, otra desgracia más que había ocurrido recientemente, aunque estos no habían llegado a cometer la misma cantidad de atrocidades que sus familiares más grandes. Probablemente se debía a que no habían tenido el tiempo suficiente.
Claro, hasta que Daigo vio lo que había hecho uno de ellos en aquel pueblo.
—No puede ser...
El chico temblaba un poco ante la idea de enfrentarse a uno de esos, especialmente ahora que...
—Intentemos alejarnos de la entrada al refugio, debemos alejar a ese monstruo de la niña y su padre.
—¡Sí!
No podía ponerse a pensar en eso. Tenía que actuar. Tenía actuar.
»¡Eh, tú! —Empezó a gritarle a la bestia mientras seguía a su compañero, para asegurarse de que fuera a por ellos—. ¡Por aquí!
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La bestia estaba claramente alerta. ¿A qué había llegado? No lo sabía. Ni siquiera sabía por qué existía. Sólo existía dolor y furia en su interior, siendo los genin de la hierba los destinados a sufrir ahí mismo las consecuencias de toda aquella acumulación de emociones sin snetido que se arremolinaban en su interior.
Sus ojos felinos se posaron sobre ambos, detuvo su carrera y de inmediato abrió la boca acumulando una gran cantidad de partículas en su boca. Si Etsu y Daigo recordaban lo ocurrido en el examen chūnin que se celebró en Uzushiogakure, sabrían lo terriblemente malo que era aquello. Que no los persiguiese no significaba que los iba a dejar escapar. Sus patas rompieron al árido suelo y fragmentos de tierra se levantaron en el aire. Formaría una esfera de ochenta centímetros, y esta saldría disparada en la dirección tomada por los kusajines.
- PV:
250/250
–
- CK:
202/250
–
-48
–
Daños: 80 PV Bijuudama en forma de bomba
¤ Gebijūdama ¤ Esfera de Bestia con Cola Menor - Tipo: Ofensivo - Requisitos: - - Gastos: 0.6*X CK - Daños: X PV - Efectos adicionales: - - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones:
La bomba ocupa X/100 metros de diámetro, y la explosión abarca X/10 metros de tamaño.
El láser ocupa de ancho el doble de la esfera y el doble de la explosión hacia delante.
La Gebijūdama es una versión más débil de la técnica definitiva de un bijū. Para formar el ataque, el usuario concentra chakra positivo negro y chakra negativo blanco, lo reúne en una esfera y lo comprime dentro de su boca. El chakra necesita ser balanceado en una proporción 8:2, respectivamente, o será contraproducente. Para finalizar, puede dispararlo en forma de una enorme explosión de energía hacia delante en proporción a su tamaño o en forma de bala de color oscuro que provoca igualmente una enorme explosión al impactar contra algo. La Gebijūdama es increíblemente densa y pesada, y el Gebijū se puede ver hundido en la tierra en el proceso de creación. Usada cerca de otros Gebijū u otros bijū, puede ser combinada aumentando drásticamente su tamaño y su poder destructivo.
19/04/2020, 01:32 (Última modificación: 21/04/2020, 01:11 por Inuzuka Etsu. Editado 1 vez en total.)
Los shinobis se dispusieron a alejar a la bestia de la entrada al refugio, y lo consiguieron por el momento. Desde que éstos habían salido del refugio se habían convertido en la prioridad del demonio, y más aún cuando Daigo le vociferó para reclamar su atención. La bestia corría hacia ellos, sin pudor alguno, pero de pronto se paró. Su posición no anunciaba nada bueno, en absoluto lo hacía. Un sudor frío recorrió la sien del Inuzuka al verlo, y más aún cuando a pesar de las distancias, el demonio comenzó a acumular una ingente cantidad de chakra en su hocico.
—¡¡CUIDADO!!
Etsu corrió a toda velocidad hacia el flanco derecho, en lo que Akane hacía justo lo contrario. El demonio lanzó la esfera directa hacia el grupo, y para cuando ésta impactó al suelo, los Inuzuka saltaron en la dirección que huían. Una horripilante explosión de casi diez metros sacudió el suelo. El bichejo quizás demostraba lo poderoso y terrorífico que podía ser...
Y lo era.
Un cráter recién hecho —con una esfera de chakra puro—, dejaba bien clarita la diferencia de fuerzas entre ellos. Pero por desgracia, ellos tenían un deber para con las personas del país. No podían dejarlas al amparo de su suerte, no tenían esa libertad o libertinaje. Tenían un deber, una obligación, y por qué no... eran humanos. ¿En qué clase de personas se convertiría dejándolos ahí a morir en manos de esa bestia?
El rastas, apenas tocar tierra de nuevo, se lanzó en una acometida directa. La distancia aún era medianamente grande, pero si tenía alguna oportunidad contra esa cosa era en su especialidad, el combate cuerpo a cuerpo. De ninguna manera iba a poder ganar enfrentando esos disparos de chakra.
Etsu se dirigía hacia la bestia por el flanco izquierdo, en lo que Akane lo hacía por el contrario. Para cuando estuviesen lo suficientemente cerca, si es que la bestia no los atentaba de nuevo, se lanzarían casi al unísono. Etsu se convertiría en un torbellino de garras y dientes, en lo que Akane atacaría con sus fauces.