Entre brotes y malas hierbas

[Hanamura Kazuma]

—Así que eso es lo que llaman la cadena del odio… —dedujo mientras se descubría el rostro y miraba hacia el techo con pesar.

Había leído acerca de ello, acerca de ese algo que parecía ser un elemento común en la historia y que la abrazaba como un incendio enorme que es capaz de iniciarse con la menor de las chispas. No tenía la capacidad de borrar el odio ajeno, solo podía limitarse a ver como los demás elegían que hacer; es decir, solo podía limitarse a controlar sus propias acciones.

—Yo creo que pue… do callar y seguir con mi vida discreta. —Juzgaba que aquello era posible, pues hasta entonces la tranquilidad y el bajo perfil eran su forma de vivir—. Puedo aceptar la culpa que reca… e en él y su crimen y todo lo malo.

»¿Pero tengo que odiarle o algo así? Es que apren… dí muchas cosas buenas y no quisiera corrom… perlas. Puedo simplemente guardar silencio: no decir nada a favor o en contra…

»No es como si fuera construirle un altar secreto, es solo que… las emociones fuertes me nublan el pensamiento.

[Aburame Kintsugi]

Kazuma comenzó a hablar sobre algo que llamó cadena de odio. Kintsugi no respondió a aquello, ni siquiera movió un ápice la cabeza. Simplemente, seguía mirando a su shinobi con una calmada fijeza.

Pero lo que no le gustó en absoluto fueron sus siguientes palabras. La Morikage se inclinó sobre la camilla de Kazuma, apoyando la mano sobre el colchón.

—¿Callar y seguir con tu vida? ¿Aceptar su culpa? ¿Aceptar la culpa de un traidor? —siseó Kintsugi, más sombría que nunca—. Kazuma. Eikyuu Juro fue una vez tu sensei, pero ya no lo es. No puede serlo después de lo que ha hecho. Kazuma. Hanamura Kazuma. Eikyuu Juro y su bijū son los mayores enemigos de Kusagakure. Tu vida ya no está ligada a la de él. Ya no puede estarlo. Porque eso significaría...

»Que tú eres tan traidor como él.

Kintsugi extendió un largo silencio. Inspiró profundamente y volvió a erguirse en toda su estatura.

—Así que, elige Hanamura Kazuma. Y elige bien. Eikyuu Juro o Kusagakure. Dejaré que lo medites bien. Pero, te lo advierto, no volveré a tolerar una salida como la del torneo.

[Hanamura Kazuma]

Ante la presión de su líder, Kazuma no pudo si no encogerse intimidado en su camilla. Se le pedía que tomara una resolución, sin medias tintas o desvió alguno. En fin, se le pedía que estuviese lo suficientemente comprometido con la aldea como para tomar sin dudar la postura exigida.

—Así que, elige Hanamura Kazuma. Y elige bien. Eikyuu Juro o Kusagakure. Dejaré que lo medites bien. Pero, te lo advierto, no volveré a tolerar una salida como la del torneo.

Sin duda aquel era un ultimátum bastante firme, aunque también justo. No podía recriminarle nada a la Morikage: estaba actuando tal como debería un líder y los actos que estaba condenando no eran algo que simplemente se pudiese pasar por alto. A Kazuma le hubiese gustado poder leer las mentes en aquel momento, mirar dentro de Kintsugi y saber que tanto había en ella de odio hacia Juro y de amor hacia la aldea, saber cómo manejaba su deber hacia Kusagakure sin perder sus propios intereses y a ella misma como individuo.

—Entendido, Morikage-sama.

[Aburame Kintsugi]

Las últimas tres palabras de Kazuma fue todo lo que Kintsugi necesitó escuchar. Con un mudo asentimiento, la mujer terminó de reincorporarse.

—Bien. Espero que tengas una pronta recuperación, tus compañeros te están esperando.

Y su deber como shinobi para el País del Bosque, también. Con todo dicho, la Morikage se dio media vuelta y salió en silencio de la habitación. Ahora sólo dependía de Hanamura Kazuma el reconducir su vida como shinobi.