Una ofrenda de paz

[Uchiha Datsue]

Datsue asintió con molestia.

—Así es —coincidió. A Uchiha Akame solo le bastaba con un parpadeo para escapar a cien kilómetros de la escena. Tanto él como Eri le habían dado muchas vueltas al respecto, intentando incluso colaborar en algún fūinjutsu especial que evitase tal acción. Pero todos sus estudios e intentos acababan por llegar a un callejón sin salida.

Solo había una cosa que podía, si bien no impedirlo, minimizar aquel problema.

Solo una cosa.

—¿Qué lo matamos, dices? Pero, ¡qué me estás contando! ¡Fue un General de Kurama quien lo hizo! ¡Un puto General de mierda! —exclamó, quizá más a la defensiva de lo que hubiese querido. Se dio cuenta que Akame no merecía tal trato—. No, pero escúchame, Kaido. Quizá no lo matamos, pero debimos haberlo hecho. Un puto traidor, ¿me oyes? Un puto espía, un mentiroso de mierda. Eso es lo que es.

[Umikiba Kaido]

—¿Qué lo matamos, dices? Pero, ¡qué me estás contando! ¡Fue un General de Kurama quien lo hizo! ¡Un puto General de mierda!

—Oh.... con que un General —resultaba increíble, como con una pequeñísima porción de información como aquella, podía cambiar la forma de ver las cosas. Ahora todo era más claro. Ahora, ya no había tanta niebla alrededor de la historia de Akame. Kaido ahora entendía que a pesar de las medias tintas, el fatídico camino de inmoralidad en el que se vio sucumbido Akame fue debido a un agente externo, y no a su propia Aldea, como creía él. Detalle que además le generó al escualo numerosas preguntas, como la de que si esa información le fue revelada a Akame en su encuentro con Kurama, o no. ¿Sabría él ahora mismo la verdad?

—No, pero escúchame, Kaido. Quizá no lo matamos, pero debimos haberlo hecho. Un puto traidor, ¿me oyes? Un puto espía, un mentiroso de mierda. Eso es lo que es.

—Puede ser. Como también puede que no —y eso era lo que le preocupaba a Kaido. Que el caso estuviera envuelto en tantos engaños que ya fuese muy tarde como para dar con la verdad—. coño, me pongo en tus zapatos y entiendo que te será jodidamente difícil de ver más allá, pero qué si desde el inicio, desde el momento en que metisteis a Akame en esa celda, habéis vivido engañados, los dos?...

... mira. Akame no tenía motivo alguno para mentirme, pero también se sintió traicionado por los suyos. Dudasteis de él a la primera que ese chico, el que fue su pupilo, se la jugó —Kaido no sabía su nombre, ni tampoco el cómo había traicionado a Akame como para que le encerraran, pero con lo que sabía podía hacerse una idea. Kaido se apuntó a la cabeza—. hurgaron allí dentro y no encontraron nada. ¿Estoy en lo cierto o no?

[Uchiha Datsue]

Datsue se quedó mirando a Kaido con un rostro impertérrito. Su corazón, no obstante, se agitó, sacudido por las palabras del amejin al contemplar la posibilidad de que Akame no fuese un traidor. Aquello le molestó. No las palabras de Kaido, sino su reacción visceral. Expulsó el aire de los pulmones y contrajo el pecho con fuerza, como queriendo mandarle un mensaje a aquel órgano tocapelotas: deja de tocarme los cojones, o te aplasto.

Kaido siguió desgranando sus argumentos. Poco a poco, palabra a palabra, Datsue se fue dando cuenta. «Oh, Kaido, tú…»

—No sabes nada —dijo, tranquilo, sin ánimo de ofender, mas para solo hacerle ver la realidad—. Quizá hurgaron en su cabeza y no encontraron nada, sí. Me leí los informes. Había ciertos recuerdos bloqueados por un poderoso fūinjutsu. Pero te equivocas si piensas que Chokichi fue lo único que nos hizo dudar de él. El padre al que siempre mencionaba no existía, Kaido. Nada de su pasado encajaba con la realidad. Y había fotografías de él reuniéndose con una criminal. Entre otras cosas.

Cosas que no le diría. Cosas que no había hablado siquiera con Hanabi. Ni con Eri. O Reiji. Cosas que, quizá en otro tiempo, cuando estaban unidos por un vínculo similar a la camaradería, se hubiese atrevido a confesar ahora. Pero como ya había dicho horas atrás: aquel vínculo estaba roto.

[Umikiba Kaido]

El escualo se recostó en el asiento y se acarició la barbilla, meditabundo. El no era un ninja con una capacidad de análisis exhaustiva y metódica, pero si algo tenía claro es que ahora mismo estaba lidiando con un contraste horrible de información, de medias verdades, y mentiras veladas. Complicado. Muy complicado todo.

—Uhm. Quizás ese tal Chokichi no fue lo único que os hizo dudar de él, pero sí que fue el que sembró esa semilla. Y por esa razón, está muerto. Yo estaba con Akame esa noche, Pero como ya te dije, yo no estoy aquí para expiarlo de sus pecados ni hacerte cambiar de parecer. Sólo quiero que sepas la verdad. Que sí, que tuvisteis vuestras sospechas y quisisteis corroborarlas. Yo no juzgo a nadie. Pero eso es tan cierto como que Akame vivió en el exilio creyendo que Uzushiogakure lo asesinó.

»Desconozco qué fue lo que pasó después. De que si murió, de cómo vivió entonces, o de cómo llegó a Tanzaku Gai. Ahí fue que lo encontré. O los pedazos que quedaban de él, al menos —una mera sombra de lo que fue alguna vez—. abatido. Sucio, hediondo. Y enganchado al Omoide, para colmo.

[Uchiha Datsue]

Datsue se rascó la barbilla y miró hacia otro lado, incómodo por la conversación. Tener a alguien frente a él que no paraba de excusar a Akame le ponía de los nervios.

—Ya, bueno. Pues que lo pensase. Mucha pena me da —dijo, cargado de sarcasmo—. Yo me pasé medio año pensando que estaba muerto. Le hablé, ¿sabías? Cuando le enterramos… Bueno, cuando enterramos un puto señuelo, le hablé. Él y yo compartíamos uno de esos sellos que uso para comunicarme con Daruu y Ayame —dijo, señalando uno de los sellos que tenía tras la oreja—. No importa la distancia que nos separase, él me oiría y yo le oiría a él. Le hablé muchas más veces después de aquello. Le contaba cómo iba yendo mi vida. Le… Oh, joder, esto te parecerá gracioso.

Rio antes de poder contárselo siquiera. Una carcajada seca y carente de alegría. Una carcajada que evocaba más al llanto que a la risa.

—¡El día que nos encontramos, Kaido! ¡Allí, en el lago de Shiona! ¿Lo recuerdas? —Fue un encuentro fugaz. Datsue por aquella época no sabía que Kaido se había unido a Dragón Rojo y abandonando a Ame—. ¿Sabes que estaba haciendo justo cuando me interrumpiste? ¡Hablarle! ¡Hablarle a ese maldito bastardo! ¿Sabes cuántas veces me respondió, eh? ¿¡Sabes cuántas!?

Datsue negó con la cabeza, apretando con fuerza los dientes. Comprimiendo esas malditas emociones que le erizaban el vello y, por una incomprensible e irritante razón, hacía que le diesen ganas de llorar.

—Me alegro que se hubiese enganchado al omoide. Lástima que no se hubiese muerto de sobredosis.

[Umikiba Kaido]

En realidad, no le pareció gracioso. Nada de lo que contaba. Porque la anécdota de Datsue sólo reflejaba su dolor. Akame era —y aún es, de cierta forma—. importante para él. Que alguien tratase de hacerle entender que todo podría haber sido distinto si la verdad hubiera salido a la luz, seguramente le molestaba. Pero Kaido trató de mantener la cabeza en frío y pensar. ¿Entonces Akame oía a su Hermano, y decidió no responder? ¿qué le habrá contado Datsue entonces, como para que el propio Akame hiciera sus conjeturas?

Quizás las quemaduras eran demasiado profundas.

El Hōzuki agachó la cabeza y se lamentó.

—Pudo haber muerto enganchado a esa mierda, si es que yo no hubiese dado con él. Mira, yo fui el que lo saqué de ese estiercolero en el que vivía. A él y a su pluma azul —Kaido acarició por inercia el diente de tiburón que le colgaba del cuello. En aquél entonces pensó que esa insignificante pluma, por las razones que fueren, era tan importante para el Uchiha como ese diente para él. Ambos guardaban un significado. Ambos pertenecieron a alguien importante para ellos—. pronto me di cuenta de que no había sido una buena idea. Lo ayudé a rehabilitarse. A recuperar su antaña forma, y todo fue a peor a partir de entonces.

»Pero a pesar de todo el daño que causamos, creo que Uchiha Akame tiene salvación. Solo hay que mostrarle un poco de luz y sacarlo de la oscuridad en la que vive desde que se exilió. Quizás entonces hacerle pagar por todo lo que ha hecho. Dudo de que podáis, tú y Hanabi, darle una oportunidad como la que he recibido yo pero una vida tras los barrotes siempre es mejor que la jodida muerte definitiva. Así que, hagas lo que hagas, lo importante es que se haga rápido. Por eso he querido hablar contigo.

»Akame quiso durante mucho tiempo alejarse de todo y encontrar un lugar en el que el status quo no le tocara los cojones. Con la resurrección de Kirigakure, que era lo que teníamos en mente antes de que el Feudal del Agua nos traicionara, aquello era posible. Luego pasaron muchas cosas y bueno, terminamos envuelto en el puto plan de Zaide. Ahora hay que pensar en cómo dar con él rápido antes de que no le quede más remedio que buscar cobijo ahí donde no nos conviene que lo haga.

«Bajo las colas de Kurama»

[Uchiha Datsue]

«¿Su pluma azul?» Datsue miró a Kaido, confuso. ¿A qué se refería con su pluma azul?

«La pluma de Yume. No veas el melodrama que se montaron en la celda. Yo estaba con las palomitas. ¡JIA JIA JIA!»

Datsue calló, sin decir nada. Simplemente guardando aquella información, sin analizarla en profundidad. Al final, estaba de acuerdo en algo con Kaido: había que dar con Akame, y cuanto antes.

—El problema es que no tenemos ni puta idea de donde puede estar. Si aún pudiese tomarme unos meses para rastrearle… Pero tengo obligaciones con la villa. En estos momentos Hanabi no me dejaría. —Quizá cuando cumpliesen la misión que el Uzukage les había adelantado en una comida, hacía unos días, pudiese preguntarle de nuevo. Quizá entonces sí le diese permiso—. En fin. ¿Cómo te fueron estos años, Kaido? —dijo, cambiando algo de tema—. ¿Qué tal es la vida fuera de la ley?

[Umikiba Kaido]

—Pues cuando vayas a hacerlo, dile a Hanabi que hable con Yui. Quizás podemos ayudarte —dijo, convencido de que Datsue no tenía porqué hacerlo solo—. y, pues, una puta mierda, cómo más va a ser. Aunque no te voy a mentir, tuve algunas aventurillas de lo más emocionantes, pero no sé si se equipara con la de poder cargarse a un General o a la de que tu Kage decida probarte en una rica pelea, eh. Algo me contó Daruu.

»La pregunta es: ¿ganaste?

[Uchiha Datsue]

Datsue se extrañó.

—Pero, Yui dejó de ser Arashikage, ¿no? ¿O es que sigue cortando ella todo el bacalao? —preguntó. Lo suyo ahora sería pedir ayuda a la nueva Arashikage, creía él. Seguramente también condicionado a que, por mucho que hubiesen limado asperezas, Yui seguía sin caerle bien.

Luego, Kaido aseguró que los pros no compensaban las contras de una vida en el exilio. Y que, además, sus aventuras no podían compararse a enfrentarse a un General o un Kage.

—La pregunta es: ¿ganaste?

Datsue esbozó una sonrisa zorruna.

—Eso dejo que tú te lo imagines —se sentó en el sofá y apoyó la espalda, relajándose un poco—. Te… ¿Te caía alguno bien? —se atrevió a preguntar—. Quiero decir, sé que tenías el cerebro lavado y todo eso, pero, son... ¿Cuánto? ¿Dos años conviviendo junto a ellos? —Si a Akame lo defendía de aquella manera, quizá hubiese otros con los que también hubiese hecho migas. Quizá otros que tenían el cerebro lavado, o…

[Umikiba Kaido]

Kaido sólo sonrió. Yui nunca dejaría de cortar el bacalao en ese, su País. Que pregunta tan tonta era aquella. Pero tenía razón, quizás Hanabi tendría que hablar con Shanise para asuntos como aquél, que no trascendían hacia el nuevo rango secreto que había adquirido la última de los Amekoro.

—Casi tres —corrigió, respecto al tiempo que estuvo en Dragón Rojo—. y, pues, sí. Había uno que sí me caía bien. O dos. A Ryū le admiraba por su fortaleza, así como el animal que admiran al más fuerte de la manada. Es un maldito bastardo genocida, capaz de matar a su esposa y a su hija para que nadie pudiera usar su amor por ellas en su contra, pero un maldito bastardo poderoso, eso sí. El otro era un Hōzuki. Shaneji era su nombre. El menos malo de todos, y el más tonto. Pero creo que a pesar de todo, era un buen tipo. Un gran camarada.

»Una lástima que Akame lo haya asesinado mientras yo me ocupaba de otros asuntos... en el fondo del océano.

[Uchiha Datsue]

«Casi tres, ¿hmm? Joder, qué rápido pasa el tiempo». Aún no le parecía tan lejana aquella aventura que habían corrido por la Isla Monotonía. Él, Akame, Kaido… y un Yota que se había cagado por los pantalones al pisar tierra. Qué bien había hecho el kusareño en volver, ahora que lo pensaba.

Le chocó que Kaido admirase precisamente a Ryū. Si no tenía mal entendido, era el mayor responsable de la matanza de los Dojos. Si bien no podía sorprenderle, pues algo así ya le había escuchado cuando le quitó el sello. «Mató a su esposa e hija… Joder, pero ese tío es un puto psicópata. ¿Cómo coño vas a admirarle?»

Del tal Shaneji, Datsue no había oído hablar en la vida. Ni lo haría, viendo que Uchiha Akame lo había asesinado.

—¿Por qué lo mató? —preguntó, intrigado. Uchiha Akame sería muchas cosas, pero siempre había una razón tras sus actos—. Y… ¿Cómo? ¿Cómo vas a tener asuntos en el fondo del océano? ¿De qué hablas? —preguntó, sin comprender a qué se refería.

[Umikiba Kaido]

Kaido se había hecho la misma pregunta, y sólo la entendió cuando se encontraron, él y Akame, en Ryūgujō. Bien hubiese querido hacer algo para vengar la muerte de su primo lejano, pero con su fatídico fallo en la Prisión del Yermo y la llegada de Zaide a la guarida de la organización, no había podido hacerlo. Desde entonces no le quedó más que aceptarlo y continuar adelante, con Akame a su lado, en reemplazo de Shaneji.

—Uhm. Que por qué lo mató... pues no sé, creo que se sintió amenazado. Akame estaba convencido de que Shaneji quería matarlo, cosa que era improbable, dado que lo introduje al grupo como uno de mis perros de guerra. Pero por lo visto no estuvo muy a gusto con el collar y decidió labrarse su camino hacia lo más alto de la jerarquía por su propia cuenta. Como ya te conté durante la Liberación, para convertirse en un Ryūto...

«Debías matar a otro para ocupar su lugar»

—Lo del Océano lo dejamos para otra ocasión. Preferiblemente con un trago entre las manos, si no te molesta —sugirió el escualo—. y a ti no es que te ha ido tan mal, compañero. El ninja idílico de Uzushiogakure. El Uchiha pródigo al que probablemente le caiga un sombrero de Kage sobre la cabeza algún día. Serías el primero de nuestra generación, si es que no contamos las horillas en las que mi buen amigo Daruu se ocupó del cargo.

[Uchiha Datsue]

Datsue asintió, desviando la mirada a un punto de la pared. Las razones que esgrimía Kaido eran bastante lógicas como para que Akame segase otra vida. Además, no es como si a Akame le hubiese costado nunca asesinar. Cuando estaban de misión siempre lo hacía de manera metódica y eficaz, sin remordimientos aparentes. Sin dudas. Lo hacía y punto.

Umikiba Kaido prefirió no contarle la aventura en el océano. No, al menos, en aquella ocasión. Luego, piropeó un poco al Uchiha.

—Bueno, tanto como el ninja idílico de Uzu… Muchos no estarían de acuerdo con esa afirmación. Diría que yo mismo —agregó, con una sonrisa dibuja en el rostro. Sus liadas no habían sido tan bestias o sanguinarias como las de Kaido, pero había hecho según qué cosas en el pasado que, desde luego, no le convertían en un ejemplo a seguir—. Oye, ¿y por qué no íbamos a contarlas? —protestó, cuando Kaido no consideró que a Daruu se le pudiese atribuir el cargo de Kage por el corto lapso de tiempo en que lo ejerció—. En Uzu la hija de Shiona estuvo poco tiempo, y aún así se la considera. Qué coño, el puto Zoku apenas estuvo tres días ejerciendo el cargo. ¡Tres días! Y en los libros de historia se le pondrá el título de Godaime Uzukage. Si os llevó un par de días llegar a Ame, más o menos anda igual la cosa.

[Umikiba Kaido]

—Ah, pues, es que ya sabes como es Daruu. El mismo dice que fue algo momentáneo, y además, le ha llegado después de una de las mayores catástrofes de la historia de ōnindo. Entiendo perfectamente que no le resultase para nada placentero recibir ese título bajo esas circunstancias —soltó, sincero—. oye, también quería hablarte de otra cosa. Hace unos séis meses propuse en Dragón Rojo meternos a Soroku en el bolsillo para aumentar la influencia de la organización en el tráfico de armas. ¿Te acuerdas de él, el de los Herreros?

Claro que debía acordarse. Soroku había sido, después de todo, su maestro en las artes de la Herrería y el que lo introdujo en el mundo de las armas, donde imperaba un antiguo círculo ancestral de familias que pertecían al Estandarte del Hierro.

»Pero cuando fui a buscarlo, no estaba. Y su forja... prácticamente abandonada. ¿Sabes qué le sucedió al jodido calvo?

[Uchiha Datsue]

—Ya, sí. Entiendo.

Desde luego, no debía traerle buenos recuerdos aquel sombrero provisional. Datsue nunca había contemplado una masacre igual. El olor a muerto y a carne quemada se le había quedado pegada a la piel por días. Los gritos, las imágenes… Esas quedarían grabadas en su mente hasta su último aliento.

El giro de timón que dio Kaido a la conversación tampoco les llevó a aguas más cristalinas.

—Está muerto —confesó—. O eso creo. Su familia colaboró con la enemiga número uno del Daimyō de la Tierra. Él se vio envuelto y… desapareció.