Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Ranko no cobrará esta misión, puesto que tengo otra misión activa.
Esta trama la tomo con mi espacio para personajes nuevos.
Como toda misión donde se busque aprovechar el tiempo de los shinobi al máximo, aquella les indicaba que partieran a primera hora. Ranko esperaba a la salida de la aldea, sentada bajo un árbol, mochila lista a su lado, preparada para partir apenas llegara su compañera. Mantenía la vista atenta, aunque a esa hora, al alba, no es que hubiera mucha gente caminando por allí. Una chica de piel bronceada y cabellos grises no sería difícil de distinguir, ¿no?
Ranko vestía su blusa del estilo de siempre, verde, junto con unos pantalones negros a la rodilla. Llevaba muchos bocadillos en su equipaje, y ya le estaban entrando ganas de zamparse alguno.
”Creo que madre me hace demasiada comida… Aunque agradezco que ya no intente controlar mis misiones… Lo agradezco mucho.”
Buscó en su mochila y sacó dos objetos. El primero era un pergamino. Lo desenrolló para darle una última leida. Lo compartiría con su compañera de misión, una tal Lyndis, cuando ella llegase.
”Lyndis… Qué extraño nombre...”
(C) Croqueta continental
Publicada en: Kusagakure no Sato Solicitante: Oruno Shizozamon Lugar: Tane-shigai — Tanzaku Gai
El señor Oruno es un respetado chef de Tane-Shigai. Suele recibir encargos de otras partes de Ōnindo, y él viaja para demostrar sus habilidades culinarias. No obstante, debido los recientes cambios a lo largo de todo el mundo, el señor Oruno ha decidido no viajar más fuera de su ciudad por su seguridad, sin embargo, sigue enviando sus platillos a otros lados.
Ha pedido ayuda a Kusagakure para enviar un paquete sumamente especial y delicado, lo que llama “Croqueta continental”, una preparación costosa que fue encargada por un cliente específicamente para un festejo en Tanzaku Gai. Requiere de al menos dos shinobi para que lleven el encargo de una ciudad a la otra, pues no confía en que los servicios de envío mantengan su preparación a salvo de quienes quieren atentar contra su carrera culinaria.
Ranko volvió a guardar el pergamino mientras preparaba el segundo objeto, su flauta. Comenzó a tocar una melodía suave y relajante, aunque internamente estaba emocionada por una misión más. Y una compañera más.
7/03/2021, 01:18 (Última modificación: 20/07/2021, 21:05 por Zhaoren Lyndis. Editado 1 vez en total.)
No cobraré por esta misión por tener una ya vigente
Aquella mañana fue habitual dentro de lo que cabía para ella; estaba acostumbrada a levantarse temprano al igual que su madre para preparar el desayuno, y posteriormente si era necesario preparar algo de comida con cierta antelación. Además, tenia una misión, por lo que su madre la ayudó a preparar algo de comida extra; varios bollos rellenos de carne y especias del tamaño de su palma con forma redonda. Tras meterlos en su zurrón, y posteriormente echárselo a la espalda con una pequeña cantimplora en su interior también aparte del rollo que la acreditaba para la misión, acompaño a su madre hasta que sus caminos se separaron yendo la chica de piel bronceada hacia la entrada.
— Sasigo Ranko... ¿Me suena de algo? — Se llevó una mano al mentón mientras caminaba, tapandose la boca con un par de dedos, pero no le dio más vueltas al asunto.
Varios minutos después de que su compañera llegara, aparecería ella algo desorientada mirando a los lados, portando su ropa habitual oscura con algunos detalles dorados. Era su primera misión, y llevaba años sin ser activa tras aquella extraña aventura subterránea, por lo que seguramente estaba algo oxidada en combate. Finalmente una melodía llamó su atención, procedía de una chica de piel más oscura que ella que llevaba una larga coleta y era un poco más baja que Lyndis; esta se acercó sin terminar de molestarla, para cuando se diera cuenta, estaba relativamente cerca cruzada de brazos con una media sonrisa.
— Hey — dijo con un tono algo jocoso. — ¿Ranko? Yo soy Lyndis, encantada — se marcó el farol tras haber visto su bandana ninja.
Al fin la vio acercarse. Era una chica un tanto más alta que ella, y tal vez mayor de edad, de apariencia atlética, como ella también. Lo que más le sorprendió fue la parte negra que rodeaba sus ojos. ¿Era maquillaje? Ranko se puso en pie y le regaló una reverencia, sonriente.
—M-mucho gusto, Lyndis. A-así es, mi nombre es Sagisō Ranko. ¿Estás lista para partir? ¡Ah! —Buscó y sacó el pergamino de misión de nuevo, a la vez que guardaba su flauta en su mochila. Le ofreció el documento a la peliplateada —. No sé si te lo dieron al asignarte la misión...
Si Lyndis no lo tomaba, lo guardaría de nuevo, y se pondría en marcha en cuanto ella estuviera lista.
Tras presentarse ella también, le mostró un pequeño pergamino similar al que tuvo ella. Lyndis movió un poco su saco para ponerlo al frente, y buscar el mismo rollo que le dieron el día anterior a ella también.
— Oh si, estoy lista, era algo así como... — lo desenrolló un poco, para intentar refrescar su memoria. — Debemos llevar un... ¿Paquete de comida?
Y mientras caminaba a su lado, dejándola tomar la delantera lo enrolló de vuelta seguramente después de que ella confirmara sus palabras. Lo devolvió a su mochila y posteriormente esta a su espalda.
—Eso parece... Debe ser comida muy costosa para necesitar ayuda shinobi... Espero no comérmela antes de llegar.
Ranko se rió de su propia broma, aunque no por mucho.
"¡Ah! ¡Ahora creerá que soy de las que bromea con todo!"
Sacudió la cabeza, como quitándose los pensamientos negativos de la mente.
—P-pues ¡andando! —La de la trenza comenzó la caminata. Intentaría no adelantarse mucho a Lyndis, e ir más a su lado. Tenían que ir al oeste, a la estación de ferrocarril para poder arribar a Tane-Shigai —. ¿Sabes? No he estado en una misión desde el verano. Creo...
—Eso parece... Debe ser comida muy costosa para necesitar ayuda shinobi... Espero no comérmela antes de llegar.
Lyndis no pudo evitar bufar disimuladamente ante aquel comentario, dejando escapar el aire por la nariz y dibujando una pequeña sonrisa, parece que no estaba sola en la idea de darle un bocado si se le antojaba. Tras ello, incitó la marcha en dirección a la estación de Tane-Shigai.
Para Ranko tal vez no, pero para ella desde luego era un camino conocido por el que no había pasado en varios años. ¿Qué habría sido de aquellos fosos? Con un poco de suerte lo habrían cerrado para siempre, pero estando cerca de un lugar de paso tan concurrido y estando tan bien escondido, difícilmente se habrá llegado a clausurar un negocio así.
— Yo la verdad es que... Ni me acuerdo cuando fue la última, y como no se me ha necesitado mucho pues... He estado inactiva bastante tiempo, por lo que supongo que estaré algo oxidada. En estos años, salvo coser y ejercitarme un poco, no he hecho mucho más — añadió intentando darse un poco a conocer mientras alternaba la vista al frente y a Ranko, intentando hacer memoria sobre alguna misión. — Creo que una vez estuve rescatando gatos y perros callejeros... — se llevó una mano al mentón, y alzó un poco la vista sin detener en ningún momento su caminata.
A Ranko le alegró que a Lyndis le hiciera gracia su chiste, o al menos esperaba que su bufido significara eso.
—¿Coser? Oh, ¿eres una modista? Mi hermana Kuumi también lo es. Bueno… diseña ropa. ¡Ropa muy bonita! Como la que traigo, je... P-por mi parte siento que he estado en un entrenamiento constante, me encanta —Alzó un brazo, flexionándolo a la vez que sonreía, para mostrar su fuerza —. ¡No hay que dejarse ablandar! ¡Podemos entrenar juntas algún día si quieres!
Como siempre, Ranko creía que la mejor manera de conocerse era mediante un combate amistoso. ¿Qué mejor manera de entablar una amistad que peleando? Además, Lyndis parecía ser capaz de dar golpes potentes, ¿por qué no invitarla?
Les tomaría un rato antes de llegar a la estación de fuera de Kusagakure. Ranko comenzaba a dudar de sus habilidades de conversación.
—Ta-también he estado en misiones sencillas, como… buscar hierbas y cuidar de un niño pequeño. —Aunque hubiesen sido encomiendas simples, Ranko recordaba tales misiones, así como a Kazuma, Etsu y Daigo, con sumo cariño.
—Bueno modista... Creo que es una palabra excesiva — rio levemente. — Mi madre tiene una pequeña tienda de ropa; generalmente son arreglos y alguna que otra cosa similar. A veces la ayudo, pero no soy una experta en el tema — miró más detenidamente de arriba abajo a Ranko, recortando un poco de distancia para pellizcar con suavidad la tela de uno de sus hombros, solo para comprobar la textura. — No me importaría entrenar un dia que tuviera libre, asi voy intentando hacerme una rutina tambien... Oh, es bastante suave, y desde luego bonita, sin duda tiene que tener bastante talento — Volvió a añadir con total sinceridad, y los ojos ligeramente abiertos en gesto de sorpresa.
Evitando incomodarla, volvió a poner algo de distancia ente ambas mientras le daba un par de vueltas otra vez a la idea al tema de las misiones.
— Tampoco es que me queje de que sean sencillas; quiero decir, es trabajo y dinero. Mientras no quieran aprovecharse de mí, bienvenido sea ¿no? Hay gente que es realmente vaga y que les sobra el dinero por lo que... — suspiró un poco, cruzandose de brazos. — Que piden una misión para algo sencillo o que les resulta molesto me parece bien, mientras me paguen y no intenten explotarnos, estamos para lo que haga falta. Los fuertes defienden a los débiles, y toda esa parafernalia — zarandeaba su índice ligeramente frente a ella, mientras alternaba su mirada hacia el frente y a Ranko, para evitar tropezar. — O por lo menos, esa es mi opinión
A Ranko le extrañó que Lyndis se acercara a tocar la tela de su blusa. Tal vez la peliplateada era demasiado confianzuda. No evitó que la de la trenza se sonrojara levemente, simplemente por la cercanía momentánea.
—Ahm... S-sí, suelo ir a los dojos casi todos los días... Pu-puedes unirte cando desees. Sí, Kuumi es muy buena con las telas...
Ranko agradeció mentalmente que Lyndis retrocediera de nuevo y le diera espacio. Ranko asintió cuando su compañera mencionó lo de proteger a los débiles.
—¡Por supuesto! ¡Usar mi fuerza para proteger y ayudar a mi aldea es lo que me gusta hacer! Aunque... No sé qué tanto ayuda el que escoltemos una... croqueta. —Soltó una risilla.
Cruzarían el puente y tomarían el camino del bosque al poniente.
—Ahm... —Comenzó Ranko, rascándose un pómulo —. ¿Es...? ¿Es maquillaje? L-lo de tus ojos... Es como... ¿pintura de guerra? Se ve genial...
—¡Por supuesto! ¡Usar mi fuerza para proteger y ayudar a mi aldea es lo que me gusta hacer! Aunque... No sé qué tanto ayuda el que escoltemos una... croqueta. —Soltó una risilla.
A lo que Lyndis respondió con una carcajada que no intentó ocultar. Sin duda más bien la misión hubiera sido ocultar la croqueta de ellas dos.
—Ahm... —Comenzó Ranko, rascándose un pómulo —. ¿Es...? ¿Es maquillaje? L-lo de tus ojos... Es como... ¿pintura de guerra? Se ve genial...
— ¿Que se ve genial? — bufó sonriente. — Vaya, es la primera vez que me dicen que se ve guay, no se ni que responder a eso. Es más como una marca de nacimiento, pecas o lunares solo que... Bueno, la verdad es que ahora que lo dices, si que da un aire a pintura de guerra. Aunque parezco un tanuki, o con el pelo plateado a un mapache común — se acarició uno de sus mechones plateados, sin perder la sonrisa.
Empezaba a sentir cierta confianza con Ranko, y le resultaba agradable, pues no era una persona que se callara lo que pensaba si no que más bien lo decía directamente y sin cortarse un pelo. Si realmente era algo delicado o que pudiera dañar a un ser querido, intentaba perder el hilo de la conversación, buscando otros temas o dando largas, pero con Ranko parecía que no necesitaba hacerlo.
— ¿Tu larga coleta es por algo en especial? Se ve esponjosa y blandita, seguro que si la enroscas, es capaz de hacerte de almohada si no la deshaces — añadió dejando escapar de nuevo el aire por su nariz en gesto de gracia.
—¡Oh, es cierto! ¡Un tanuki! Sí, se ve genial, aunque te da un aspecto un tanto... agresivo, tal vez. S-sin ofender. Oh, ¿esto?
Ranko llevó su trenza al frente sobre su hombro, y la acarició un par de veces.
—Siendo honesta... No tiene razón. Di-digo, creo que mi madre alguna vez me dijo que se veía linda y... me la he dejado desde siempre. Alguna que otra vez me he preguntado si debería recortármela... Nunca me ha dado problemas al pelear, tampoco, así que no lo he... ahm... considerado en serio. Y la verdad... —Lo siguiente lo susurró, antes de devolver la trenza hacia atrás —. Sí he hecho lo de la almohada —Rió un poco más —. Sigue siendo cabello, así que n-no es tan cómodo como crees... ¿Te parece que me sienta bien?
Se le hacía muy fácil charlar con Lyndis. ¿Era por cómo era ella? ¿O era acaso que la práctica social de Ranko había rendido sus frutos y ahora podía contener su pena a pura voluntad? No lo sabría pronto. Tal vez un combate ayudaría.
No tardarían mucho más en divisar el edificio que era la estación de ferrocarril a la distancia.
No pudo evitar volver a reir cuando confirmó que aquel disparate que se le había pasado por la cabeza, el usar tanto pelo a modo de almohada, ya lo había hecho por lo menos una vez.
— Si, sin duda te queda genial esa coleta; y tranquila, no me ofende lo de que de un aspecto agresivo, como mucho me resulta curioso
Por fin parecía que llegaban a su destino, o por lo menos la primera parte de este. Lyndis fue capaz de reconocer la estación sin mucho problema.
— ¿Deberíamos esperar afuera al cliente o...? No sé, supongo que al ver las bandanas nos reconocerá en el momento — Preguntó un poco confusa. — Asi que mejor esperamos fuera ¿no?
—Gracias. —Las mejillas de Ranko ardieron, no con un rubor avergonzado, sino con uno cálido y agradable. Le alivió que no le ofendiera que le dijera de apariencia agresiva.
La de la trenza revisó el pergamino después del comentario de Lyndis. Al abrirlo un poco más, vería una línea extra a final del papiro, una dirección.
—N-no, el chef es de Tane-Shigai, hay que tomar el ferrocarril para ir hasta allá. Y de allí llevaremos la croqueta hasta Tanzaku-Gai, p-parece.
Ranko procuraría entonces ir a la taquilla para comprar ambos boletos de tren. No dejaría que Lyndis comprara el suyo, sino que se lo invitaría sin preguntar. Como siempre, si era posible ayudar a alguien con sus propias posibilidades, Ranko lo haría.
— Ya veo... — respondió casi en un murmuro, viendo como Ranko se alejaba hasta la taquilla.
Pero si al fin y al cabo iban a hacer todo el trayecto en tren ¿para qué solicitar la ayuda de dos genin? Seguramente estarían escoltados y seguidos por algún personal que contratase y... Oh claro, ellas eran el personal. Se sintió estúpida por unos segundos al no haber caído antes.
—Oh, gracias — dijo como respuesta al coger el ticket que Ranko había comprado para ella para observarlo durante un breve momento. — Iremos hasta Tane-Shigai, luego hasta Tanzaku-Gai y posiblemente de vuelta otra vez hasta Tane antes de volver a Kusa... — Enumeró con la mano contraria a la que tenía el billete de tren y luego suspiró de forma larga y tendida. — Si nos lleva tan solo un día, será un milagro.
—De nada —dijo al entregarle su boleto —. Bueno, igual podríamos descansar en alguna de las dos ciudades. U-una vez hayamos entregado el paquete, creo... No veo necesario terminar a prisas.
Sonrió suavemente. Esperarían algunos minutos antes de que anunciaran el siguiente tren y abordaran. Ranko había pedido, por supuesto, asientos de primera clase, en los primeros vagones del tren y con mucho más espacio que los comunes. Tardarían en llegar unas ¿cuatro horas? ¿cinco? Se le daba mal calcular tiempos.
—C-cada vez le agarro más gusto a viajar en tren. Me siguen pareciendo un tanto... ahm... mágicos, creo —dijo con una risita mientras la mole de hierro comenzaba a moverse — C-creo que la última vez que estuve en uno fue... ah... fue cuando regresé del Valle de los Dojos en verano, cierto... —la sonrisa de Ranko desapareció por un momento cuando recordó aquello. Aunque ya llevaba su poco de tiempo, el atentado a los Dojos había dejado una marca bastante profunda en todos. ¿Qué sabría Lyndis al respecto? No quiso preguntar diretamente.