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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
Ranko asintió.

Creo que puedes llevarla tú, y yo llevaré tu mochila, s-si te parece.

La de la trenza le ayudó a quitarse su equipaje y le colocó la mochila de las croquetas con cuidado. Cuando la hubo ajustado, dio un paso atrás y se dedicó a acomodarse la mochila de su compañera junto con la suya propia a la espalda. Más que pesado, era trabajoso tener dos piezas de equipaje encima, pero nada a lo que no pudiese acostumbrarse.

Solo sé que está hacia el sur. No, sureste. ¿Sur-sureste? —Ranko se dio toquecitos en el mentón —. S-sí, creo que lo ideal sería conseguir un mapa… A-apuesto a que en algún lugar de aquí nos venden uno.

”¿Pero dónde?” Ranko se quedó perdida por un par de segundos, pensando.

A-a menos que quieras que vayamos ubicándonos solamente con preguntas… —Se encogió de hombros. Una idea surcó su cabeza de repente —. ¡Oh! Podríamos seguir las vías del tren. Eventualmente algunas llegarían a Tanzaku-Gai, ¿no?
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#32
La joven de cabellos plateados no tenía claro el como llegar, y una tienda de mapas... No era algo precisamente habitual, podrían tirarse casi todo el día para buscarla y eso retrasaría el llegar hasta su objetivo. Prefería la idea de llegar con antelación y tener que estar durante un tiempo dando vueltas, pero usar el tren tampoco le hacía gracia dadas las condiciones del acuerdo.

A-a menos que quieras que vayamos ubicándonos solamente con preguntas… —Se encogió de hombros. Una idea surcó su cabeza de repente —. ¡Oh! Podríamos seguir las vías del tren. Eventualmente algunas llegarían a Tanzaku-Gai, ¿no?

Aquello hizo que los ojos de la kunoichi se abrieran un poco sorprendida.

Pues... No me parece una locura — añadió. — Y a unas malas si nos vemos en un apuro, podemos subirnos a uno de los trenes y ya pensaremos como rematar la faena. Igualmente un mapa no nos vendrá mal, nos ayudará a situarnos un poco y saber que estamos siguiendo las vías correctas ¿no crees? Y de todas formas... 3 dias... — se cruzó de nuevo de brazos, y arrugo un poco la boca mientras miraba al cielo. — Deberiamos de tener cuidado de no acabar durmiendo a la interperie. Y tampoco quiero tener hambre y acabar queriendo comerme una croqueta...
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#33
Ranko se tocó el mentón con el índice y se imaginó saltando a un tren en movimiento con su amiga. Sería algo incorrecto, pues no habrían pagado el boleto, pero muy emocionante, por supuesto. Soltó una risita.

S-sí, tienes razón, sería mejor tener uno, por si acaso. ¡Oh! ¿Crees que vendan alguno en la estación de tren?

Ranko comenzó a caminar en dirección a la escalera más cercana para descender. Tal vez algún día decidiría regresar a Tane-Shigai de vacaciones, quién sabe, para acostumbrarse a andar entre puentes y árboles.

Claro. C-creo que podríamos quedarnos e-en alguna posada en el camino. Si es que encontramos... ¡Ah, no te preocupes! Creo que traigo suficiente comida. Creo. Podríamos comprar más en el camino, ¿no?

Claro que no creía que hubiese tiendas cada tanto en el camino, pero podría ser una solución. Por un momento, la imagen de ambas kunoichi sobreviviendo como salvajes le cruzó la cabeza, y se le hizo entre preocupante y gracioso.
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#34
S-sí, tienes razón, sería mejor tener uno, por si acaso. ¡Oh! ¿Crees que vendan alguno en la estación de tren?

Lyndis se encogió de hombros, dibujando algo de confusión en su rostro.

Supongo que por preguntar no perdemos nada

Claro. C-creo que podríamos quedarnos e-en alguna posada en el camino. Si es que encontramos... ¡Ah, no te preocupes! Creo que traigo suficiente comida. Creo. Podríamos comprar más en el camino, ¿no?

Jé, suena divertido. Como si fuéramos de excursión, con suerte podemos probar algún plato excéntrico — comenzaría entonces la marcha en dirección a la estación de trenes por la que habían salido hace una hora excasa.

Una vez allí, se pasaría un rato mirando los puestos en los que se vendía algo de comida, bebida o recuerdos para los viajes, en búsqueda de algo parecido a un mapa a la venta. Si no tenía suerte, le comentaría a Ranko de preguntar en alguna taquilla poco concurrida donde vendían billetes donde a lo mejor la fortuna les sonreía.
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#35
Ranko sonrío y asintió.

¡Una excursión suena muy divertido, Lyndis! —dijo la de la trenza, llena de emoción. Regresaron a la estación, entonces.

De vuelta al establecimiento, Lyndis pasó primero por los puestos de comida, pero no tuvieron éxito más que en abrirle el hambre a Ranko. Las taquillas, por el contrario, sí tenían mapas, y gratis. Claro, era un mapa que mostraba como punto principal las estaciones y las vías de ferrocarril, y las ciudades y relieve como algo secundario. Si Ranko hubiese sabido más de cartografía, se habría dado cuenta de que el mapa no estaba realmente a escala, aunque se acercaba.

Creo que esto bastará, ¿Te parece? —Después de mostrárselo a Lyndis, Ranko le echó un ojo a los puestos de comida que la otra kunoichi había revisado. Algo se le ocurrió —. Ahm… ¿S-se te apetecía algo, Lyndis? De comer, quiero decir. S-si no, podríamos ponernos en marcha.

Ranko sonrío de nuevo. Hasta el momento, Lyndis se mostraba entre neutral y muy amigable, y más importante, ganas de entrenar con ella no le faltaban. Una parte de ella lamentaba que no fuese una misión más… combativa, para ver de qué estaba hecha.
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#36
---- Uhm, la verdad es que no. No tengo mucha hambre después de haber comido en el tren... — Pero aun así dedico una larga mirada a los diversos puestos de comida.

Algunos simplemente vendian algunos simples dulces o bollos junto a una gran variedad de periódicos, revistas y un largo etcétera. Los dulces no era algo que disfrutaba como otras personas, prefería algo más salado, sobre todo si estaba relacionado con la carne o el alcohol, era algo bastante chiclé que apuntaba a su sangre maldita. Por ello, se fijó más en los escasos puestos ambulantes que estaban un poco más alejados de la estación, donde vendían algunas fiambreras, bollos de carne similares a los que llevaba ella y otras comidas. Si no había de algo en un puesto, seguramente en uno de los vecinos si que hubiera.

Creo que me voy a llevar una fiambrera ¿tiene alguna con huevos, carne y arroz? — preguntó al dependiente sosteniendo una de color grisaceo entre sus manos.

Estas de aquí, tienen trozos de tortilla, algo de lechuga y zanahorias... — respondió el dependiente encorvandose un poco por delante y señalando unas de un tono bermellon; era un hombre adulto, con algunas marcas de la edad ya en el rostro, recogía su excaso pelo en una densa rejilla y llevaba un delantal con un tono grisáceo seguramente de haberlo lavado tanto.

De acuerdo, me llevaré entonces esta — afirmó intercambiandolas, metiendola en su mochila para después buscar en esta un monedero de cuero, en el que rebuscaría monedas para pagar.

¿Y tu jovencita? ¿Quieres algo en especial? — añadió dirigiendose a Ranko, cruzado de brazos y apoyado sobre el mostrador con una tierna sonrisa.
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#37
Lyndis decidió comprarle una fiambrera a un amable señor, y le preguntó a Ranko si querría alguna. La de la trenza lo pensó unos segundos.

Mmm… Creo que sí… E-es mejor que sobre a que falte. Sí. Disculpe —se dirigió al vendedor —, ¿alguna con salchicha o carne seca? Tal vez soba...

Después de que el señor le diera un paquete similar, color mostaza, luego de agradecer y pagar, Ranko regresaría a los puestos anteriores para comprar media docena de bollos. Volvió a Lyndis con una sonrisa y algo de timidez.

L-lo siento, se me antojaron… ¡Bien! ¿E-estás lista? —Con un poquito de trabajo, Ranko guardaría las cosas en su mochila, excepto los bollos, pues los llevaría en una bolsa de papel. Para bocadillos en el camino, claro.
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#38
Tras guardar su próxima comida en la mochila y una breve afirmación con la cabeza ante Ranko. Después miraría a la estación de trenes, y señalaría tanto a un lado como a otro por donde las vías se acercaban hasta el edificio.

Sigamos entonces las vías como sugeriste ¿por cual de las dos debemos ir? — Cruzó los brazos, y se acercaría a mirar por encima el mapa que había conseguido Ranko por si podía ayudarla a ubicarse, mientras se acariciaba el mentón con el indicé y pulgar de su mano izquierda. — Uhm... Con suerte llegamos a algún sitio, aunque sea una posada, y nos evitamos una noche a la intemperie.

No sería una experta en lo que a la materia se refiere, pero cuatro ojos ven más que dos, y entre ambas seguramente serían capaces de tomar el camino indicado.
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#39
Ranko miró el mapa por un rato, luego a la estación, luego a las vías, luego al mapa de nuevo.

Creo que es hacia allá.

Apuntó al sur, pues veía en el mapa que la estación de Tane-Shigai estaba bordeada por dos vías, así que supuso que la que bajaba era la que iba hasta Yachi, y luego Tanzaku Gai. Las palabras de Lyndis sonaban preocupadas por pasar la noche, aunque su tono de voz era tranquilo. Ranko no lo pensaba demasiado, pues seguía con la idea de la excursión, y le emocionaba. Era apenas cerca de mediodía, todavía tenían tiempo de sobra antes de que cayera la noche.

La encontraremos a su tiempo, espero.

Si la peliplateada no se oponía, Ranko comenzaría a caminar siguiendo las vías hacia el sur, a paso regular. Respiraría profundamente después de un momento de caminata.

Oruno-san dijo que la Croqueta se preparaba con movimiento, ¿No? —comentó la de la trenza al cabo de unos momentos —. ¿Te parece si comenzamos con una carrerilla? Para entrar e-en calor y darle algo de velocidad al viaje.

Por alguna razón, a pesar de que era una petición simple, Ranko se sentía levemente apenada, como si correr juntas fuese algo ajeno a lo común.
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#40
Tras el paso decidido de Ranko, Lyndis marco el suyo. La peliplateada le sacaba edad además de algo de altura, y seguramente algo de experiencia, por lo que sin duda era la que definía la marcha como la capitana de ese pequeño duo.

En algunos metros alrededor de las vias, había una gran cantidad de piedras para mantenerlas tanto derechas como para complementar las irregularidades del camino. Y aun así, había partes por las que se podía caminar tranquilamente, la maleza todavía no se había apoderado de la parte que utilizaron los que construyeron las vías.

Ara ara~ ¿Una carrera? — Sonrió levemente cruzando los brazos bastante contenta con la idea pero no dejaría de caminar a su lado.— Uhm ¿por qué no? Eso hará que se mezclen bien los ingredientes como dijo ¿no? Por el vaivén constante
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#41
El edificio quedó detrás, y pronto las estructuras humanas también. Si no fuera por el camino de metal y madera que se extendía hasta el horizonte y se perdía entre los árboles, parecería una caminata común en un bosque.

No supo porqué, pero el ara ara que Lyndis soltó le dio escalofríos a Ranko. Un leve nerviosismo que le hizo sonreír.

S-s-sí. Veamos qué tanto aguantamos. Corriendo. Sí.

Sería un poco trabajoso hacerlo con el doble de equipaje a la espalda, pero no le molestaba para nada. Al contrario, se emocionó como si fuese a combatir con alguien. Empezó a mover los hombros y a dar saltitos en su lugar para prepararse.

¿Lista?

Si la peliplateada daba el toque de salida, Ranko comenzaría a correr tan rápido como pudiese, siguiendo las vías, mas separada de ellas por algunos metros. Era hora de probar las habilidades de su compañera.
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#42
La chica de la trenza estaba mas que visiblemente emocionada, preparando su lugar de salida con algunos saltitos y moviendo los hombros. Lyndis por su parte estiro los brazos apoyando uno contra otro y también algo las piernas. No llegarían muy lejos ambas con el equipaje que llevaban a su espalda cada una.

Lista — respondió a su pregunta, colocándose lo más en linea recta posible con ella a su lado. — En tres... Dos... Uno... ¡Ya!

Y en el momento, saldría casi al unísono con Ranko a la carrera, algo alejada de ella lateralmente. Hacia mucho tiempo que estaba inactiva, y salvo algún que otro ejercicio básico para mantenerse en forma, Lyndis había perdido muchas de sus capacidades de cuando combatía en los fosos. Correr no era precisamente lo que mas se hacía en estos, pero si que se necesitaba un buen fondo para aguantar un golpe tras otro.
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#43
En cuanto Lyndis soltó su ¡Ya! Ranko dio buen uso a sus musculosas piernas y emprendió la carrera al lado de su amiga. Curiosamente, dar patadas no era lo mismo que correr, y pronto se vio que ambas Kusajin estaban parejas en cuanto a velocidad se refería.

Cada paso que la peliplateada daba, la castaña podía igualarlo, y viceversa. La emoción le podía mucho, y pronto se sintió como una niña corriendo colina abajo en verano, sin preocupación alguna.

Claro, al cabo de un tiempo, el equipaje se tornó lastre para la de la trenza, y comenzó a perder terreno muy lentamente. El calor del mediodía se hacía notar también, perlando su frente y brazos. Los árboles ocultaban ya los espacios a sendos lados de las vías, dejando al camino del ferrocarril como el invasor artificial que era en tierras fértiles.

Pero Ranko aguantaría corriendo más, e intentaría no mostrar debilidad ante su compañera. Su mirada era decidida, y su sonrisa cálida, pero desafiante.
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#44
Era difícil distinguir cual de las dos le seguía el ritmo a la otra al principio. Pero con el paso de tiempo, el poco peso de Lyndis en su espalda, quien solo llevaba unas croquetas no muy grandes, mientras que Ranko llevaba tanto el peso de su mochila como el de la de su amiga, acabaría pasándole factura antes a la chica de piel más morena, y más con la comida que habían comprado hace unos minutos.

Con el trote a la hora de correr por parte de la peliplateada, seguramente sería perfecto para la mezcla de los ingredientes que llevaba en aquella mochila. A lo mejor con un poco de suerte, les dejaban probar a ambas un trozo de estas al acabar la misión y si no... Pues a lo mismo deberían pedir una para la vuelta a su villa y terminar de cocinarla estando allí.

La bronceada piel de Lyndis, se vería perlada por el sudor de la misma forma que lo estaba haciendo el cuerpo de Ranko. La civilización parecía haber desaparecido a su alrededor de no ser por los fuertes railes de acero que distaban de ellas un par de metros.
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#45
La energía de cada paso, el viento enfriando el sudor de su rostro, el aroma a verde que les envolvía. Todo llenaba a Ranko de emoción, como una aventura, como si fuese a explorar lo desconocido, a pesar de que las vías que las guiaban mostraran un camino más que transitado.

Lentamente, la cabellera plateada de Lyndis apareció frente a ella, superándola de a poco.

"¡Ah! ¡Mi equipaje es más pesado! Bueno, supongo que fui yo quien decidió llevarlo… ¡Hay que meterle más sazón a esta carrera para equilibrarla, entonces!"

Dando unos pasos hacia un lado para no estar justo detrás de su amiga, entre la creciente maleza, Ranko flexionó las rodillas e imbuyó sus piernas de chakra por un instante, antes de sali disparada hacia adelante por varios metros. El terreno a su alrededor se partió, tal vez agarrando a la propia Lyndis y desestabilizándola, aunque no alcanzó a afectar las vías, afortunadamente.

¡Hitoshin! —exclamó, pasando al lado de su compañera. Al tocar suelo, volvió a usar su técnica, rompiendo el suelo y saliendo disparada otra vez. Apenas y volteó la cara para dirigirle una sonrisa desafiante a Lyndis.

Ranko se sintió totalmente despreocupada por un instante.
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