Un mal despertar

[Sasagani Yota]

—Entonces sirve, hijo de puta. Sirve.

Aquel fue el preludio o mejor dicho, el anuncio de la toma de medidas alternativas. Rápidamente mi rostro fue a besar el suelo y sentí la presión de la suela del zapato del que se había convertido en mi torturador. Sentí aquella presión como el anticipo de algo peor.

—Hubo una época que trabajaba con un tipo llamado Katame. Él solía encargarse de estas cosas, ¿sabes? —apoyó la suela de la bota contra su espalda, haciendo fuerza—. Yo prefería no verlo. Prefería no escucharlo. El viejo bastardo no se detenía cuando doblegaba la voluntad de los rehenes. Oh, no, eso era demasiado sencillo para él. Donde verdaderamente disfrutaba era cuando se las hacía añicos.

— ¡Eh! ¿qué ves a hacer? no no no, para, joder, ¡para!

«¿En serio va a cortarme los putos dedos?»

—Me dijo una vez: cagonmimadre, Zaide, si alguna vez te dedicas a esto, tómatelo con calma. Él sabía que a veces pecaba de impulsivo. Me dijo: si empiezas a cortar dedos al primer minuto, y el tío es un tío duro, los echarás de menos para cortárselos al décimo día.

— No, para, joder, por favor

Crack.

— ¡KYAAAAAAAAAAAAAJAJAJAJAJAJA!

Resoplaba entre suspiros y bocanadas de aire. Trataba de no llegar al límite, uno que no había costado de alcanzar. Me daba vergüenza, ¿tan poc era capaz de aguantar? Tenía que hacerlo, por Kusagakure. La aldea era más importante que mis intereses pero aquel dilema interno estaba costando horrores.

— ¡Eso es, joder, vamos, casi ni lo he notado, cabronazo!

De nuevo, risas inundaron la estancia, parecían las de un jodido loco. Puede que si estuviese enloqueciendo de verdad. Lo cierto es que mientras aguantaba iba alimentando mi entereza pensando lo que Kintsugi sería capaz de hacer si le daba a Zaide la localización de la aldea.

[Uchiha Zaide]

«Me cago en todo, Yota. No me hagas reventarte más.» Pero lo iba a hacer. El cabronazo se descoyuntaba de risa y aseguraba que ni lo había notado. Zaide tomó otro de sus dedos, con delicadeza. Dejó que se imaginase el siguiente latigazo. Le mantuvo en esa espera agónica. Cinco segundos. Diez. Quince.

—Hmm… Creo que volveré aquí más adelante —dijo, sin romperle el dedo. Por esta vez. Le tomó del antebrazo y tiró de él hacia arriba, mientras apretaba con fuerza la espalda del kusajin con la suela de la bota—. Si lo otro ni lo notaste, creo que esto te dolerá un poco. Solo un poco.

¡¡TrrraaaAAAACCCCKKKKKKK!!

Zaide había tirado y tirado y tirado hasta dislocarle el hombro, que emitió ese característico sonido tan feo que ponía los pelos de punta. Verlo era todavía peor. El hueso de la articulación le sobresalía más cerca del cuello, en una posición que claramente no era la suya.

—Si no lo vas a hacer por ti, al menos hazlo por Daigo. Creo que tiene un hueso de la cadera roto, ¿sabías? Dudo mucho que aguantase un interrogatorio como el tuyo. Quizá sí mentalmente, pero su cuerpo colapsaría más temprano que tarde. Acabaría matándole, Yota. Tú eres su Capitán. Es tu responsabilidad. ¿Vas a permitir que le suceda lo mismo? Piensa en él… ¡Piensa en él y canta, joder!

[Sasagani Yota]

Sentí como ese cabrón tomaba otro de mis dedos ye speraba pacientemente a que el tiempo hiciese el resto. En vez de segundos parecían horas. tenía los ojos cerrados, preparándome para resistir estoicamente.

— ¡Vamos, echale huevos, joder!

Como si se hubiera picado en ese preciso momento, liberó mi dedo.

—Hmm… Creo que volveré aquí más adelante

En su lugar había tomado el brazo y había pasado a algo más serio.

—. Si lo otro ni lo notaste, creo que esto te dolerá un poco. Solo un poco.

— ¡Eh, párate ahí! Dijiste que ibas a joderme los dedos, no los brazos.

Yo sabía que en el momento en el que empezó a hacer fuerza de verdad no iba a poder resistirlo. Que allí iba acabar todo y en aquel preciso momento iba a convertirme en lo que siempre había odiado. Un puto traidor.

¡¡TrrraaaAAAACCCCKKKKKKK!!

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGH

La respiración se había acelerado y la cabeza había tocado aún más fondo debido a la dislocación de la articulación. El pulso también había aumentado su frecuencia y resultaba incluso sorprendente que siguiese consciente y no me hubiese caído redondo del puro dolor. con aquello mi límite se había visto superado.

—Si no lo vas a hacer por ti, al menos hazlo por Daigo. Creo que tiene un hueso de la cadera roto, ¿sabías? Dudo mucho que aguantase un interrogatorio como el tuyo. Quizá sí mentalmente, pero su cuerpo colapsaría más temprano que tarde. Acabaría matándole, Yota. Tú eres su Capitán. Es tu responsabilidad. ¿Vas a permitir que le suceda lo mismo? Piensa en él… ¡Piensa en él y canta, joder!

— Serás hijo de la gran puta — maldecí entre suspiros de dolor — Deja que se vaya, ya me tienes a mi, joder. Él solo es un gennin, no le metas en esto

¿Es que la crueldad de aquel hombre no conocía límites?

— Está bien, pero júrame que vas a soltarlo y le dejarás vivir

Y así fragué mi traición a lo que siempre juré proteger.

[Uchiha Zaide]

Cediendo por su compañero. Zaide respetaba eso. No iba a ser menos duro o más compasivo por ello, ni a Yota le valdría una mierda, pero era algo que respetaba. Le tomó por el pecho y le empujó hacia arriba para que se sentase en el suelo.

—Dime todo lo que quiero saber, y te prometo que no le torturaré físicamente. Llegado el momento volverá a casa, como tú. Vivos. —A apenas un palmo de distancia, Uchiha Zaide le miró a los ojos—. Tienes mi palabra.

Sacó de nuevo el mapa y se lo puso delante. No añadió nada más. Tan solo esperó.

[Sasagani Yota]

—Dime todo lo que quiero saber, y te prometo que no le torturaré físicamente. Llegado el momento volverá a casa, como tú. Vivos.

¿Acaso tenía otra opción que creerle? En caso de no hacerlo tampoco es que pudiera hacer otra cosa. Era un jodido callejón sin salida, solo me quedaba fiarme de sus palabras. Parecía que era un tipo con unos mínimos visto su modo de operar así que preferí confiar en el milagro de poder llegar a contar todo aquello, aunque sabía que la charla con la Morikage no iba a ser agradable. Pero debía actuar por el bien de Daigo y tratar de traerlo de vuelta. Era lo que se esperaba de mí, supongo.

—. Tienes mi palabra.

El muy mamón desplegó el mapa del País del Bosque de nuevo ante mis ojos, esperando que yo hiciese mi parte y así poder sellar el trato, por decirlo de algún modo. Observe con terror aquel papel, como el que está viendo la peor de sus pesadillas con sus propios ojos, cerrandolos y suspirando lo más profundo que pude mientras trataba de soportar el dolor del dedo y el hombro que me había lesionado el Uchiha.

— Justo ahí — dije abriendo de nuevo los ojos y clavando los ojos en la localización correcta. — Al norte de Tane-Shigai

Y así fue como se confirmó mi traición.

[Uchiha Zaide]

Zaide esbozó una sonrisa. Dependiendo de los ojos de quien la viese, era una sonrisa distinta. Si alguien de Dragón Rojo estuviese allí, probablemente hubiese dicho que era una sonrisa triunfal. Un civil común optaría por escoger otro adjetivo, como una sonrisa peligrosa o de esas que, sin saber exactamente el porqué, te provocaba escalofríos. Un kusajin, que era una de esas sonrisas que sentencian. Un Daimyō, que pertenecía a la de un sucio revolucionario.

—Espero que no me guardes rencor, Yota. Esto no es nada personal —Solo negocios. Guardó de nuevo el mapa en el portaobjetos y desapareció entre las sombras de la cueva por unos instantes. Cuando volvió, llevaba con él un cubo con nieve dentro. Se la dejó al lado—. Pon las manos ahí, o el dedo que te rompí parecerá una morcilla dentro de no mucho.

Tendría que enderezárselo y entablillarlo, o la cura sería un desastre. Lo haría después, si se seguía portando bien. Aunque le había sacado lo más importante, todavía necesitaba conocer otros detalles.

—Pasemos a algo menos delicado. Háblame de las técnicas secretas de la villa. He oído que tenéis unas cuantas. Me interesa saber sus nombres, quién las creó y qué hacen.

[Sasagani Yota]

El mamón sonreía. Lo hacía sin esconderse ni siquiera un poquito y yo me vi obligado a apretar los dientes y luego los puños, lo cual provocó una mueca de dolor. El dedo roto se había resentido y me lo hizo saber con un notable estímulo.

—Espero que no me guardes rencor, Yota. Esto no es nada personal

«Igual ya es un poco tarde para eso»

De hecho, si salía vivo y capacitado para hacer de ninja, tenía claro cuales iban los siguientes pasos a seguir en lo referente a Zaide.

—. Pon las manos ahí, o el dedo que te rompí parecerá una morcilla dentro de no mucho.

Asentí sin rechistar, por la cuenta que me traía. Me moví como buenamente pude y entre muecas de dolor por el hombro y el dedo puse mis manos aún inmovilizadas en el interior de aquel cubo para sentir aquella sensación de alivio sobre mi dedo roto. Creo que incluso mi rostro trató de dibujar un semblante de alivio, aunque mi cabeza trató de resistirse. creo que ganó la sensación de alivio.

—Pasemos a algo menos delicado. Háblame de las técnicas secretas de la villa. He oído que tenéis unas cuantas. Me interesa saber sus nombres, quién las creó y qué hacen.

Alcé mi mirada hasta alcanzar el rostro de Zaide.

«Tiene que tratarse de una puta broma»

Esta vez fui yo con esbozó una media sonrisa.

— Me temo que no va a ser posible. No las conozco. Como supongo que imaginarás mi entrenamiento está completamente centrado en mejorar mis habilidades y mi relación de combate con las arañas

«Vas a tener que preguntarle a kintsugi-sama tu mismo, hijo de la gran puta»

[Uchiha Zaide]

Zaide se quedó mirando al chico, analizando si le estaban dando gato por liebre. La sonrisa que esbozaba aquel cabrón no parecía un farol, sino de quien sabe que nada le pueden robar porque nada tiene.

Se lo dejaría pasar. Por aquella vez.

—Ah, sí. El Senjutsu es un camino largo, dicen. Si quieres le digo a Ryū que te eche una mano, ¿huh? Me da la impresión de que te vendría bien.

Fuera bromas, Ryū había demostrado ser, por chocante que pareciese, un sensei de lo más efectivo. No conocía sus métodos, pero tanto Muñeca como Kaido habían mejorado muchísimo a su lado.

—Háblame de tu Kage. Imagino que no conocerás sus habilidades —dijo, haciendo un ademán, como si aquello no tuviese importancia—. Me interesa más su personalidad. ¿Cómo es? ¿Cuál es su historia? Y confiésame una cosa, que quede entre tú y yo, pero…

»¿Es que nadie le dijo que con ese antifaz parece salida de un circo? Es de esas cosas que todo el mundo piensa pero nadie se atreve a decirle, ¿huh? —se imaginó.

[Sasagani Yota]

—Ah, sí. El Senjutsu es un camino largo, dicen. Si quieres le digo a Ryū que te eche una mano, ¿huh? Me da la impresión de que te vendría bien.

«Pero la recompensa es mayor que cualquier otra cosa»

—Háblame de tu Kage. Imagino que no conocerás sus habilidades

El tipo dejó de interesarse por los jutsus de Kusagakure como si hubiese creído lo que le había dicho, que en realidad era cierto. Cambió de tema y ahora se interesaba por su verdadero objetivo tras mi secuestro y el de Daigo.

—. Me interesa más su personalidad. ¿Cómo es? ¿Cuál es su historia? Y confiésame una cosa, que quede entre tú y yo, pero…

»¿Es que nadie le dijo que con ese antifaz parece salida de un circo? Es de esas cosas que todo el mundo piensa pero nadie se atreve a decirle, ¿huh? —

Arquee una ceja mientras trataba de encontrar las palabras adecuadas sin meterme en demasiados lios.

— Kintsugi-sama es bastante misteriosa. Siempre ha sido así y así es como debe ser, sino te iba a tener que decir todo sobre ella ahora mismo y eso estaría mal, ¿no crees?

Chasquee la lengua.

— Pero, dime... ¿quién eres tú para dar lecciones de etiqueta? ¡Mirate bien, joder! Eres como un mono de feria barbudo pero cabezón

Una risotada de lo más forzada invadió el lugar.

[Uchiha Zaide]

Zaide se rascó con un dedo la sien, imitando a un mono, aunque con la expresión de quien no entiende su comentario. Luego sonrió, divertido.

— Así que no sabes nada de tu Kage, ¿huh? Matas por ella. Arriesgas tu vida por ella. Acatas sus órdenes sin rechistar y te diriges a ella con el máximo honorífico. Pero no sabes nada de ella.

Lo peor de todo es que podía estar contando la verdad.

—Sabía que los ninjas erais gilipollas y meras marionetas, pero no sé si creerme que llegáis a tanto. —Le tomó del cuello y apretó. La sensación de asfixia era una muy jodida. Mantuvo la presa por un largo tiempo. Dejó que patalease y se revolviese lo que quisiese, pero sin aflojar la mano. Cuando vio en sus ojos que estaba a punto de desmayarse, le soltó—. No me toques los cojones y canta, que lo estabas haciendo muy bien.

[Sasagani Yota]

— Así que no sabes nada de tu Kage, ¿huh? Matas por ella. Arriesgas tu vida por ella. Acatas sus órdenes sin rechistar y te diriges a ella con el máximo honorífico. Pero no sabes nada de ella.

Aquel tipo era un necio. Era cierto que la Morikage era nuestra líder, tal y como lo había sido nuestro antecesor pero lo que hacíamos era en nombre de Kusagakure y no de un hombre o una mujer. Kintsugi tan solo, bueno, era nuestra guía en este mundo de locos y ninjas.

—Sabía que los ninjas erais gilipollas y meras marionetas, pero no sé si creerme que llegáis a tanto.

Sin tiempo para reaccionar el tipo me agarró del cuello con el objetivo de hacerme ver la muerte de frente, apretando sus dedos contra mi cuello y empezar un proceso en el que cada segundo que pasaba resultaba más difícil respirar. Traté de propinarle algún que otro rodillazo o patada pero fue en vano. Cuando parecía que todo iba a terminar me liberó de sus ataduras y empecé a toser una vez que el aire volvió a inundar mis pulmones.

—. No me toques los cojones y canta, que lo estabas haciendo muy bien.

Zaide insistía, pero lo cierto es que no había mucho que añadir a lo que ya le había dicho antes.

— ¿Qué quieres? ¿Saber con qué cabrearla? dile que los bijū no son malos. ¿Te viste con Juro, verdad? dile que Juro te dijo la verdad, que actuó en defensa propia. Yo qué sé, usa la puta cabecita que para algo se supone que eres el listo que no se limita a seguir las órdenes de un kage, ¿cierto?

Volví a toser y sentí como mi cuello rascaba un poco, aquel estrangulamiento aceleró un poco el hechod e que encesitaba algo de beber. La ansiedad tampoco ayudaba.

[Uchiha Zaide]

Zaide bufó. Aquello no era mucho, más bien era una puta mierda. Salvo para revelar la posición de Kusagakure, Yota no estaba siendo de mucha utilidad.

Todavía le quedaba una última pregunta que hacerle antes de terminar con aquello, pero algo que dijo le llamó la atención.

—La verdad sobre Juro, ¿huh? ¿Y cómo es que conoces tú esa verdad?

[Sasagani Yota]

—La verdad sobre Juro, ¿huh? ¿Y cómo es que conoces tú esa verdad?

Por un momento sentí como que había metido la gamba hasta el fondo, así que no me quedaba otra que hacer una finta a tiempo para recular y trampear con aquello de la forma más eficaç posible.

— Oh, no te equivoques — afirmé con rotundidad. — Juro mató a Kenzou-sama a sangre fría y pagará por ello. Lo único que digo es que si quieres tocarle las pelotas a Kintsugi-sama es que le cuentes una milonga sobre la verdad de Juro

Sí, así quedó lo suficientemente bien. Lo único que me faltaba es que aquel malnacido se metiera en medio de mi tarea con Jurete. No, eso simplemente no podía pasar.

[Uchiha Zaide]

Zaide se le quedó mirando con una media sonrisa que se fue ensanchando hasta terminar en una gran carcajada. Había ciertos tics, cierta forma de mirar a un lado, de mojarse los labios, de contener el aliento, que una persona hacía cuando mentía. Especialmente cuando no se le daba bien mentir (Carisma 10). Especialmente cuando estaba bajo mucha presión.

—Muy bien —se acercó a una bolsa que había en el suelo y tomó algo de su interior: un caramelo. Se lo llevó a la boca—. Espero no te importe. Cuando te cachee llevabas un montón. Hmm... Joder, ¡no están mal!

Lo pasó de un lado a otro de la boca, moviéndolo con la lengua, y volvió a ponerse frente al kusajin. Era hora de finiquitar aquella charla.

—Última pregunta, chico. Háblame sobre las relaciones externas de Kusagakure. Entendí que forjasteis una especie de alianza con las otras dos villas, ¿cierto? Cuéntame un poco de qué va ese rollo. Quiero estar al día.

[Sasagani Yota]

—Muy bien

El Uchiha había tomado una bolsa, la cual reconocí prácticamente al instante, del cual sacó un caramelo para saborearlo delante de mis narices.

«¡Serás cabrón!»

—. Espero no te importe. Cuando te cachee llevabas un montón. Hmm... Joder, ¡no están mal!

Pues claro que estaban buenos, eran los mejores de todo Ōnindo. Aún tenía que probar unos caramelos más gustosos y dulces. Creo que me había caído un poco de baba. En aquellos instantes mataría por uno de esos.

— D-Dame uno-o....

—Última pregunta, chico. Háblame sobre las relaciones externas de Kusagakure. Entendí que forjasteis una especie de alianza con las otras dos villas, ¿cierto? Cuéntame un poco de qué va ese rollo. Quiero estar al día.

— ¿Eh...? — dije mientras seguía teniendo en mi cabeza los malditos caramelos. Me relamí los labios. — No conozco demasiados detalles pero básicamente es una especie de tregua. Ya sabes, hay que unir fuerzas para asegurar la victoria contra Kurama y su ejército de hijos de puta

¿Por qué le había dicho eso sin oponer siquiera resistencia? Aquella pregunta retumbaría miss esos durante un rato largo. Supongo que la respuesta más acertada o acercada es que había sucumbido, mis resistencia se había esfumado por completo y lo que necesitaba era un puto caramelo y descansar, sin esposas ni nada. Pasar página y avanzar hasta el día siguiente. Ni siquiera pensaba en lo que podría suceder de ahora en adelante con Kintsugi cuando ese cabrón fuese a pedir el dinero del maldito rescate.