(C) Croqueta Continental

[Zhaoren Lyndis]

— ¿Aotsuki Ayame? ¡Ah! ¿Era aquella chica de los dojos que se diluía verdad? Recuerdo el combate por el chico de pelo verde — dijo mientras caminaba, intentando hacer toda la memoria posible, intentando ser lo más precisa posible llevándose una mano al mentón. — No porque la chica lo hiciera mal, pero es que tenía una ventaja colosal. Literalmente. Osea, era una jinchuriki, y encima podía modificar su cuerpo en agua y ese chico... Deigo... Diego... Dario... ¿Viego? ¿Mario? No, era Dagio ¿verdad? Es igual — dijo negando con la cabeza molesta al no recordar su nombre, y moviendo de paso una mano queriendo hacer enfasis en dejar pasar ese desliz. — Apenas pudo asestarle golpes al basar todo su combate en taijutsu. Aunque la verdad, yo tampoco podría ahora que lo pienso.

La noche no tardaría mucho en caer sobre las cabezas de las dos kunoichis, aunque por suerte ya habían alcanzado el objetivo que se habían propuesto aquel día. Ahora solo faltaba encontrar un sitio donde dormir. Las calles estarían iluminadas por las luces de los locales, con poco tránsito seguramente debido al frío de la estación.

— Uhm... ¿Vamos al primer sitio que nos guste, o te gustaría visitar la posada que mencionaste? — dijo girando sobre si misma, habiéndose adelantado un par de pasos y deteniéndose en ese mismo sitio.

[Sagiso Ranko]

—¿Se diluía? Mmm... No recuerdo eso... ¡Sí, en los dojos! Es una chica guapa de cabello oscuro y una luna en la frente, sí. ¡Es muy poderosa! Aunque no alcancé a enfrentarla... —Se rascó el mentón. Había quedado de verse con ella en el país de la Tierra, pero con todos los problemas de relaciones inter-aldeas, no habían podido hacerlo. Su sonrisa regresó cuando escuchó mencionar al boxeador —. ¡Ah, Daigo! Él es también un gran amigo mío. Sí, él tiene un estilo... Poco convencional, diría yo. ¡Pero es muy bueno! Tal vez te toque practicar con él en Kusagakure~

A Ranko se le hacía extraño caminar de nuevo por Yachi, como si fuese un lugar familiar y a la vez ajeno a ella. Pero le gustaba estar rodeada de gente otra vez un pensamiento que le parecería loco a la Ranko de hacía años. Sonrió, observando las tiendas y las casas, y escuchando el viento nocturno y los rumores de la gente.

—Creo... Creo recordar dónde estaba la posada. Se llamaba Cucurbita. Vamos allí, si te parece.

Ranko comenzó a guiar a Lyndis por las calles, buscando entre los letreros el nombre del lugar.

—Ahm... Waai-chan... Ahm... Quería preguntarte... —Ranko jugueteó con uno de los mechones de cabello que caía a cada lado de su rostro, sin querer —. ¿Qué...? Ahm... ¿Qué te pare... Qué te parecieron m-mis combates? E-en torneo de los dojos, quiero decir.

Aunque Ranko buscaba la posada, la mayor parte de su atención se dirigiría a Lyndis.

[Zhaoren Lyndis]

Se llevó una mano al mentón intentando hacer memoria en todo lo acontecido. Realmente la mayoría de los combates fueron muy interesantes de ver y seguir, pero tras semejante acontecimiento, muchos quedaron eclipsados en los recuerdos. Seguiría dándole vueltas por un rato, frunciendo el ceño y llevándose unos dedos a la frente, llegándole por fin a la mente.

— ¡Ah! Ya lo recuerdo — hizo un par de patadas al aire frente suya, cuando apenas hubiera gente en la calle. — ¡Destrozaste aquella marioneta como si se tratara de papel con tus piernas! Supongo que si no podías alcanzarle con facilidad, mejor destrozar la marioneta y después acabar con él. Aunque tuvieras que aguantar un par de golpes por parte de esa cosa, seguramente no tendría ninguna opción sin ella de vencerte. Luego hubo un chico que... Apenas comenzar se rindió — hizo una mueca un poco de desagrado, continuando su paso y cruzándose de brazos. — Y al final aquel espadachín de Uzu ¿no? Pelear contra un espadachín es un engorro, pero si conseguías desarmarlo entero, supongo que sería bastante inútil. Por eso supongo que atacaría tan a la desesperada cuando recortaste la distancia — dijo mirando al frente, con un semblante algo serio. Después, se sonrojó un poco y se llevó una mano a la nuca rascándosela avergonzada, mientras con la otra negaba frente a Ranko. — T-Tampoco me hagas tanto caso. H-Hablo como una experta, pero llevo años sin hacer nada más allá de algo de ejercicio por las mañanas; es solo lo típico que desde fuera, ves las cosas desde otro ángulo y es más sencillo fijarte en las cosas que haces bien o mal

Rio al final, pasando acariciarse uno de sus mofletes con el dedo índice, y desviando un poco la mirada.

[Sagiso Ranko]

Ranko se mantuvo silenciosa en lo que Lyndis hacía un recuento de sus combates, asintiendo aquí y allá, sonriente de que la peliplateada se acordase de esas cosas.

—S-sí, tienes razón. Creo que supuse que u-un buen espadachín no sería fácil de desarmar. Aún tengo la cicatriz, je. ¡N-no, e-está bien! Si pudiera ver ese combate en tercera persona, posiblemente encontraría cosas en las que puedo mejorar.

Lyndis mencionó de nuevo que estaba fuera de forma en cuestión de práctica, aparte del ejercicio.

—Bueno... Cuando regresemos a Kusagakure puedes... Ahm... Podemos entrenar todas las mañanas. Di-digo, creo q-que sería mejor a ejercitarte sola. ¿N-no?

La castaña desvío la mirada también, aunque su sonrisa era fácilmente visible. De reojo reconoció el letrero de la posada, y tuvo que alzar la vista para confirmar.

—Llegamos.

Ranko abrió la puerta, mostrando una primera planta lugar no muy grande, pero sí acogedora. La de la trenza se alegró de que todos los destrozos de aquella vez hubiesen sido reparados ya. Un señor canoso, pero bien peinado, les recibió, saludando por detrás de mueble de recepción.

—Ah, bienvenidas, chicas, bienvenidas. ¿Cuarto para dos supongo? ¿Por cuánto tiempo se quedarán?

[Zhaoren Lyndis]

—Bueno... Cuando regresemos a Kusagakure puedes... Ahm... Podemos entrenar todas las mañanas. Di-digo, creo q-que sería mejor a ejercitarte sola. ¿N-no?

— ¡Yoooooooooooosh! ¡Decidido, cuando volvamos nos vamos al estadio a entrenar! — dijo completamente emocionada, chocando uno de sus puños contra la palma del otro, con un brillo resplandeciente en la mirada, y una sonrisa de dientes afillados.

Poco después llegarian a la posada que Ranko indicó; era bastante modesta y acogedora la primera planta, como a ella le gustaba. Casi al momento, un hombre canoso, entrado en edad bastante edad, salió a recibirlas con un amable tono detrás del recibidor.

— ¡Si, una habitación para dos! — Respondió animada adelantándose a Ranko indicando además con su mano el número dos, aunque podría ser un simple signo de victoria, con una suave carcajada — Jijiji

[Sagiso Ranko]

—Oh, yo... Ahm... Bueno, e-en casa tenemos un espacio muy amplio para entrenar, podemos usarlo... S-si gustas... —Ranko se notaba bastante más relajada y a gusto. El rojo seguía presente en su rostro, aunque de manera muy leve.

—Oh, vaya que vienen de buen humor, jeje~ Perfecto. ¿Cuánto tiempo se quedarán?

—Sólo será por una noche, muchas gracias.

—Oh, qué pena. Bueno, déjenme ver... —el hombre buscó detrás de sí y tomó un juego de llaves de la pared —. Habitación siete, en el primer piso.

Ranko tomó las llaves, pagó por la estadía de ambas y guió a Lyndis hacia arriba. La habitación estaba a como recordaba la vez pasada: del tamaño adecuado para ser cómoda, sin llegar a ser grande, con un par de camas individuales, un armario pequeño y, sobre la pared, una pintura de un gato sentado sobre una calabaza gigante. Ranko se deshizo de las mochilas y se estiró.

—Ha sido u-un gran ejercicio llevar todo. Este día fue mucho más calmado, ¿No te parece? —Ranko se sentó en una de las camas y buscó entre sus cosas la comida que su madre había empacado —. Creo que necesitaré comprar más cuando lleguemos...

Rió, casi sin cuidado, como si no estuviesen en una misión, como si fuese sólo un día de campo.

[Zhaoren Lyndis]

Cuando llegaran a la habitación, Lyndis dejaría las mochilas en un lateral de la habitación para después tirarse sobre uno de los futones, y estirarse mientras hacia un agudo ruido alíviada.

— Y que lo digas. Aunque ya estaba empezando a agotarme de tanto caminar. Después del descanso que hicimos a medio dia, me ha costado mucho retomar las ganas, solo quería descansar. Pero como nos quedaba también poco... — Se volteó quedando boca abajo, y moviendo las piernas como una cria.

Después, comenzó a reptar por el suelo para acercarse hasta las mochilas de donde Ranko estaba sacando algo de comida, rebuscando una cantimplora de agua en su mochila sin ni siquiera abrirla del todo para hacerlo con más facilidad, si no tanteando con la mano. Hizo un esfuerzo girando un poco hacia un lado para al menos sentarse antes de beber de la cantimplora, ya que si no acabaría siendo un desastre. Tras haber bebido y sentirse algo mas recompuesta entre haber aliviadoa su sed y esos breves estiramientos, se uniria a Ranko buscando algo de comida en su mochila.

— A ver... Me quedan... Una bolsa de gyozas y dos bollos de carne ¿los compartimos? — Preguntó con uno de los bollos de carne todavía en la mano. — Ya estarán un poco pasados, pero me quedaron bastante buenos ¿qué tienes tú?

[Sagiso Ranko]

Ranko soltó una risita mientras acomodaba sus cosas.

—Tranquila, Waai-chan, sólo falta un día más. Y luego dormiremos doce horas en el tren de vuelta.

Rió con un poquito más de ganas, cada vez más relajada, al fin sacando el paquete que su madre le había dado. Se sentó al lado de la peliplateada y lo abrió. Ya todo lo que había comprado en la estación lo había comido en el camino.

—Veamos... Galletas. Frutas deshidratadas. Carne seca. Nueces. —Ranko mostró una gran cantidad de cada cosa mencionada, todo en compartimentos separados. Se encogió de hombros —. Mi madre cocina delicioso, pero supongo que n-no quiere que la comida se eche a perder en un viaje largo, a-así que me da cosas que resistan... Es bastante práctica. ¡Toda una guerrera! P-puedes agarrar lo que gustes. ¡Oh, pan ácimo y pasta picante!

Ranko sacó del fondo una tela envolviendo un par de panes y un frasco con una sustancia naranja con olor a especias. Le ofreció de todo a Lyndis, mientras tomaba uno de los bollos.

[Zhaoren Lyndis]

Cogería entonces un trozo de aquel pan ácimo para darle un mordisco y enfocarse en saborearlo. Pese al tiempo estaba mucho mejor de lo que podría esperar. No se había hablandado y estaba crugiente, pero no duro como una piedra siendo solo útil para tirarselo a unas gallinas u otros animales de granja. Abrió la bolsa de las gyozas, y comió un par también. Todo tenía una temperatura del tiempo, y pese a que se recalentasen seguramente estarían algo pero que recién echas pero nada de lo presente estaba incomestible.

— En verdad, la posada seguramente tendría para poder cenar. O podriamos haber ido incluso a comer a algun local cercano, pero para lo que nos queda ¡Y encima tu has vuelto a pagar sin dejarme soltar nada! — dijo llevándose una tira de carne seca, para darle un mordisco y apuntarle con lo restante a Ranko algo molesta. — La posada, el viaje de ida que encima ha sido en primera clase con todos los lujos. Que yo solo he podido pagar un par de fiambreras — terminó de comer, y se apoyó sobre una de sus manos cruzada de piernas. — Que no es que me sobre el dinero como a ti pero... Tampoco es justo, me siento en deuda y quiero compensar tanto dinero

[Sagiso Ranko]

Ranko comería de todo un poco, llenándose lentamente mientras escuchaba a su amiga.

—Oh, es verdad... Aunque creo que es mejor aprovechar lo que tenemos antes de que se eche a perder... Y ya nos detenemos en algún puesto de comida a la vuelta, o en Tanzaku Gai —En lo que seguía comiendo, Lyndis se quejó de que Ranko hubiese estado pagando casi todo. La de la trenza se encogió de hombros, apenada —. Oh. Y-yo... Lo siento, sólo... Sólo quería ser amable. ¡Y p-para nada me debes! No es nada, en serio. S-si te incomoda, te dejaré pagar el tren de vuelta...

Ranko sonreiría con esa timidez que le había caracterizado hacía tiempo, como si no hubiese superado su personalidad vergonzosa. Se atiborraría de la comida que le quedara, y dejaría que la peliplateada tomase también todo lo que quisiese.

[Zhaoren Lyndis]

— Bueno, pues empezaré con ese viaje de vuelta — dijo apuntándola con los palillos y arqueando una ceja.

Tras terminar de comer, recogería las bolsas vacias que le quedaban para dejarlas dentro de la fiambrera que ahora también estaba vacía. Se estiraría un momento, y después bostezaría.

— Voy a darme una ducha — dijo sacando un par de prendas de su mochila y dirigiéndose a una puerta de la habitación. — Después de tanto caminar estoy reventada. Voy a caer como un tronco — se crujió el cuello un poco, poniéndose la mano que no llevaba la ropa cerca del hombro.

Tras varios minutos, la puerta se abriría entrando calor en la habitación junto a algo de vapor que exhalaba del cuerpo de la propia chica. Lyndis vestiría una camisa negra de mangas cortas sencilla así como un pantalón largo grisáceo, ambas de un tacto muy agradable. En la cabeza reposaría una toalla blanca por un momento antes de dejarse caer, como la noche anterior, en la cama.

—Fuaaaaaaaaaaaaaaa.... Como lo necesitaba — giró sobre ella misma, dejando que la toalla tapara su rostro.

[Sagiso Ranko]

Terminó de comer junto con Lyndis y asintió cuando ella dijo que se ducharía.

—Claro. Te sigo —Analizó sus palabras por medio segundo —. ¡No! ¡M-me refiero a q-que me ducharé de-después de ti!

Ranko vio a Lyndis entrar a la ducha, y suspiró. Recordó cuando fue a las termas con Mei, aquella chica de Uzushiogakure. Aquella chica que le había hechizado y luego le había abandonado. Recordó lo nerviosa que se puso al verla salir de la ducha, al ir con ella a los baños, al ver sus labios en la nota olor a rosas.

La kunoichi, sentada a la cama, abrazó sus rodillas, pensativa. Lyndis no haría eso, ¿Verdad? Lyndis no le diría "Veámonos en tal lugar" sólo para dejarla congelarse a solas por una semana, ¿Verdad?

"¿Pero de qué hablas, Ranko? No ha pasado nada entre ustedes dos. Waai es sólo... Amable. Aunque grosera a veces. No, pero es linda de corazón. Y es atractiva. ¡Es decir! Se mira... Saludable. Y fuerte. Y... Exótica. Y me siento tan extrañamente cómoda con ella. Ah, alucinas, Ranko, es solamente..."

Entonces Lyndis salió de la ducha. Y los pensamientos de Ranko se detuvieron. Era lo opuesto a Mei: Lyndis se notaba sencilla, relajada, poco glamorosa. Auténtica. Rebelde. Y Ranko no podía dejar de verla, con su rostro tapado por la toalla, hasta que reaccionó.

—¡Ah, sí! Ahm... Sí, voy yo.

Imitó a su amiga, y un rato después salió con unos cómodos pantalones cortos y una blusa larga sin mangas. Se había enrollado y envuelto la trenza en la toalla, sin mojarla, pues esperar a que tanto cabello se secara antes de dormir sería un infierno. Se sentó en su cama y suspiró de nuevo, más relajada que antes, y con sus pensamientos previos movidos a la parte trasera de su cabeza.

—Mañana estaremos llegando a Tanzaku Gai. Espero haya suficiente comida para las dos.

Ranko soltó una risita. Si Lyndis no comentaba o preguntaba nada más, le desearía buenas noches y se dispondría a dormir.

[Zhaoren Lyndis]

— Si no, acabaré comiendome esas dichosas croquetas — respondió sin alzar la toalla, con las manos encima de su estomago alargando un silencio que seguramente se hizo incomodo debido a la seriedad del tono de sus palabras. — Era broma ¿eh?

Se encorbó hacia delante y se acilaó la cabeza con la toalla por un rato. No tenía una densa melena, pero esperaría a sentir el pelo menos húmedo antes de irse a dormir. Respondió a las "buenas noches" de Ranko, y se quedaría un par de minutos todavía despierta, yendo al baño a cambiar de toalla para acelerar un poco el secado. Ranko parecía estar profundamente dormida para cuando volvió del cuarto de baño, y Lyndis se quedó un rato mirándola como una adolescente atolondrada. Desvió la mirada en una ocasión cuando la chica giró sobre si misma, pensando que a lo mejor se había despertado, y Lyndis confirmó que no fue así mirando de reojo algo sonrojada.

Sentía ya los cabellos lo suficientemente secos por lo que no perdió mas el tiempo; estaba cansada y la comida seguida de la ducha terminó de plancharla por completo, por lo que no tardaría mucho en caer dormida. Y es que lo necesitaban, ya solo quedaba un último empujón.

[Sagiso Ranko]

Ranko rió en voz alta, llenando el silencio de Lyndis.

—¡Oh, no, que no nos pagarán! —dijo entre risas, y no tardó en dormirse, arrullada por el caminar de la peliplateada al baño.

Tuvo una noche muy placentera. Soñó que exploraba un bosque lleno de enormes criaturas, pero Lyndis le acompañaba, y juntas se enfrentaban a monstruos a diestra y siniestra, y acababan con raspaduras y moretones, pero muy contentas de vivir en una aventura.

Ranko despertó muy temprano, pues era difícil quitarle su costumbre madrugadora. Antes de que los primeros rayos del sol se colaran por entre la cortina, la chica de la trenza ya estaba de pie, estirándose. Comenzó a cambiarse, con una enorme sonrisa en su rostro, habiéndolo puesto allí sin querer. Miró a Lyndis y se inclinó sobre ella.

—Waai-chan —susurró, tomándola de un hombro y moviéndola un poco —. Es hora de partir, Waai-chan.

[Zhaoren Lyndis]

Aquel sueño fue tan reparador que pareció casi mágico, gracias al cansancio de haber estado todo prácticamente todo el día caminando, durmió sin interrupción alguna a pierna suelta hasta la mañana del día siguiente. Ranko la intentaría despertar con suavidad, acariciándole un hombro y susurrando. Aunque solo obtendría en respuesta unos quejidos incomprensibles. Si seguía por un rato más, o aumentaba la intensidad por fin conseguiría despertarla.

Apoyada sobre sus brazos ligeramente encorvada, daria un largo bostezo mientras todavía se agarraba a su almohada.

— Tan solo cinco minutos más — y se desplomaría sobre esta.

Seguramente Ranko la forzaría a levantarse y esta se quejaría por otro lado agarrándose a la almohada, protestando con quejidos agudos ahogados en la tela del cojín aunque no enfadada. Durante gran parte de la mañana, el sueño sería más que visible en su rostro. No es que hubiera dormido mal, había dormido demasiado bien y quería seguir prolongando ese sueño.