Cicatrices

[Kurogane Toshio]

— Ahora solo podemos dejarla descansar. —Acabó por decirle Tamao a Toshio—. Se pondrá bien, no te preocupes.

Toshio se había quedado allí durante todo el proceso, esperando preocupado mientras su amigo hacía todo lo que podía por salvar a Kinumi.

Ahora que había terminado, el herrero le agradeció a su amigo, que acabó por volver a su casa a descansar, con la promesa de volver al día siguiente para revisarla.

Ahora solo Toshio quedaba allí consciente, pensando. Estaba preocupado porque alguien hubiese intentado asesinar a Kinumi, y lo peor era que ahora no sabía siquiera si podía confiar en su padre. ¿Y si era un ninja disfrazado? Tenía que hablar con ella cuando despertase.

Al final, lo único que pudo hacer fue quedarse despierto toda la noche, preocupado, hasta que finalmente cayó rendido en su silla.

[Himura Hana]

Dormido en su silla, Toshio ni siquiera había notado la presencia adicional en la sala hasta que ésta habló:

— Bebe a sorbos, sino te ahogaras. — el hombre había sentado a su hija para que pudiese beber algo de agua.

Agua que había cogido de la cocina como si esto fuese su casa y no la del pelirrojo. De hecho, estaba ignorando por completo al propietario del lugar. Tras darle medio vaso de agua a su niña, la volvió a recostar con todo el cuidado del mundo. La miró, profundamente apenado. No había rastro alguno de la ira que tenía esta mañana.

— Lo siento, esperaba que toda esta situación no te salpicase, pero subestimé la amenaza que suponían.

Acomodó a Kinumi en la cama y le acarició el pelo, ella le miraba directamente a los ojos, abriendo la boca para intentar decirle algo sin que ninguna palabra entendible saliese de ella.

— No te esfuerces, descansa, ya me he encargado de todo. — o de casi todo.

[Kurogane Toshio]

Toshio abrió los ojos poco a poco. Finalmente había conseguido dormir, aunque fuera poco y mal, pero al menos lo había conseguido. Al abrir los ojos, vio al padre de Kinumi tratar a su hija, en su casa, dándole su agua de su vaso como si esta le perteneciera.

Probablemente le habría molestado el simple hecho de que estuviera aquí en cualquier otra situación. Pero esta vez hasta lo agradecía.

— Veo que no he tenido que ir a avisarte. Me alegro. —Le dijo, con una media sonrisa—. Esta madrugada conseguí que un amigo mío la tratase. Siento no haber podido llevarla antes a casa.

Bostezó, cansado. Era raro en él la forma en la que trataba ahora al Uchiha, pero si se trataba de proteger a Kinumi, realmente le daba igual.

— ¿Me podrías explicar lo que sucedió? Porque diría que estoy ligeramente metido.

[Himura Hana]

En un principio, ni siquiera le miró. Dio un par de caricias a la mano de Kinumi y le dio un beso en la frente.

— Ahora vuelvo.

Entonces sí, se puso en pie y se giró a Toshio.

— Hablemos en el salón. — salió por la puerta y se esperó a que el pelirrojo le siguiese.

Cuando éste salió, cerro la puerta y colocó una etiqueta de sellado en la puerta. Tras pegarla la acarició suavemente y le puso un poco se chakra para hacer algo, el qué, Toshio no lo sabía.

Entonces anduvo hasta el salón, esperando que le siguiese, de nuevo, como si fuese su casa. Tomó un asiento y volvió a encarar al dueño de la casa.

— Antes de nada, agradezco tus acciones de hoy. Sin embargo, no te pases de listo conmigo, Toshio.

Podía notar en su tono que se estaba conteniendo, seguramente era su forma de agradecerle salvar a su hija. Porque no lo soportaba.

[Kurogane Toshio]

Toshio mantuvo su media sonrisa.

— Claro. —Dijo, antes de levantarse para seguir al Uchiha, mirando un segundo a Kinumi y sonriéndole antes de salir—. Ya vengo.

Los dos caminaron hasta el salón, donde el Uchiha tomó asiento en uno de sus sillones y encaró a Toshio, que movió otro sillón para sentarse frente al hombre.

— Antes de nada, agradezco tus acciones de hoy. Sin embargo, no te pases de listo conmigo, Toshio.

De nuevo, Toshio mostró esa jodida sonrisa. No estaba burlándose de del Uchiha, ni pretendía provocarlo, ni nada, pero era cierto que, desde la última vez que lo vio, Toshio se había vuelto más confiado y valiente.

— ¿Cuándo me he pasado yo de listo contigo, Dentō-senpai? —Le dijo, en tono calmado—. Lo único que me preocupa es Kinumi. Ahora solo quiero saber es qué le ha sucedido, y cómo puedo ayudar.

Ni siquiera tenía que tragarse su orgullo para hablarle de aquella manera, pues, aunque era cierto que tenían sus diferencias, verlo preocupado por su hija le hizo entender que en aquella situación no eran tan distintos.

[Himura Hana]

El Uchiha pudo comprobar cuan osado podía llegar a ser Toshio, acercandose peligrosamente a la linea que separa el respeto de la mala educación y paseandose por ella. Nunca llegaba a ser irrespetuoso, pero despertaba unas ganas de que le calzasen una hostia que era difícil para el hombre soportarlas. Por desgracia, aquel día estaba más enfadado consigo mismo de lo que Toshio podría jamás despertar en él. Sin embargo, parecía haberse repensado su estrategia.

— Mira, chico. Kinumi y tú aún sois crios. Explicartelo no ayudaría a nadie. — se reclinó, apoyando la espalda en el sillón y soltando un largo suspiro. — Ya arreglaré el traslado de Kinumi, si ven que la sacamos de aquí no te molestarán más.

El deber y el querer parecían haberse alineado para Dentō. Ni quería ni debía involucrar a Toshio. Un chico huerfano que poco tenía que hacer en asuntos ajenos, aunque fuese por preocupación por Kinumi. De hecho, especialmente si era por preocupación

[Kurogane Toshio]

Y entonces toda la calma estuvo a punto de irse a tomar por culo muy rápido, pero pareció recuperarla casi igual de rápido. En silencio, había tomado una decisión al ver a Kinumi aquella madrugada, y la había vuelto a tomar cuando vio a Dentō al despertar.

Apretó los puños, con el ceño fruncido, antes de levantarse del sillón, con decisión y...

Realizó una profunda reverencia, de exactamente 90 grados, frente al Uchiha.

— No quiero que no me molesten. —Dijo—. Quiero que Kinumi esté a salvo, y quiero ayudar en ello. Si lo desea, considéreme bajo su mando hasta que lo esté, pero cuéntemelo.

[Himura Hana]

Esperaba que Toshio explotara, de una forma o de otra. Tal vez pataleara hasta que no le quedasen fuerzas, se pusiese ironico y sarcastico o directamente se lanzase a pegarle. En general, no lo consideraba lo suficientemente maduro para encajar que le dijesen que no era lo suficientemente maduro. Cuando lo vio levantarse pensó que se había decantado por la última opcion.

Para su sorpresa, se sacó una cuarta. Le dedicó una profunda reverencia y volvió a usar la tercera persona, todo a la vez. Aunque el Uchiha seguía pensando que Toshio intentaba calzar más talla de la que abarcaba, decidió premiar su osadía.

— Está bien, sientate, muchacho. No hace falta ir tan lejos. — le hizo una seña con la mano para que se sentase de nuevo. — Lo primero es lo primero. Diga lo que diga, no puede salir de esta sala. No puedes contarselo a nadie

Aseveró el hombre con el rostro ensombrecido por la seriedad.

[Kurogane Toshio]

Toshio se permitió levantar la cabeza y sonreír. No era una media sonrisa confianzuda de esas suya, sino más bien una sonrisa de alivio.

Finalmente volvió a sentarse en el sofá, ligeramente inclinado hacia el frente.

— De acuerdo. —Le dijo—. Pero ayer llamé a un amigo mío, Oda Tamao, para que la curase. Ya sabe que algo está pasando.

No se lo decía por romper la promesa que le hizo de guardar el secreto. Simplemente le advertía de que él no era el único implicado.

[Himura Hana]

Dentō ni se inmutó cuando se lo dijo. Ya había visto las curas que había recibido Kinumi, eran de un profesional y Toshio era lo más lejano a un médico.

— Me lo figuraba, no te preocupes. Dile que unos radicales la atacaron en la noche y ya. Obviamente, pidele que se mantenga al margen después, por su bien. — hizo una breve pausa, sopesando cómo empezar. — ¿Alguien más de quien debamos preocuparnos?

Decidió darse algo más de tiempo para organizar su discurso. O siquiera hasta donde iba a explicarle.

[Kurogane Toshio]

— De acuerdo. —Respondió Toshio, antes de reclinarse en su asiento y mirar hacia arriba, pensando.

No recordaba que nadie más lo hubiese visto, y estaba seguro de que Yuki no se había vuelto a meter en su casa mientras estaba dormido ni nada.

Aunque considerando la cantidad de gente que se mete en su casa como si le perteneciera, probablemente toda Kusagakure ya lo había visto.

— No. —Respondió—. Nadie más.

[Himura Hana]

Dentō asintió brevemente.

— Bien, bien.

Se tomó otro momento para explicar lo que tenía que explicar.

— Mi mujer era una kunoichi excepcional. Tenía un historial impecable y su ascenso fue tan impresionante como ella. En cuatro años pasó de genin recién graduada a jounin. Y consiguió todo eso con astucia y nada más que su talento natural. Joder, apenas la vi entrenar una vez a la semana.

Río levemente al recordar escenas de hace tanto tiempo. La amargura se coló en su sonrisa directamente desde su corazón. Lo que había perdido...

— Pero, por algún motivo que desconozco, se casó conmigo y quiso tener niños. — su rostro reflejó una emoción rara.

Era una mezcla entre tristeza y arrepentimiento contenido. Como si se sintiese mal de sentirse mal.

— A mí me era completamente indiferente. Tenía a la mujer más hermosa y fuerte de Onindo a mi lado. Si quería niños, se los daría. Me hubiese peleado con Kenzou por el sombrero si me lo pedía. — volvió a sonreír levemente — El parto la destrozó. Algo salió mal y por poco muere. Consiguió sobrevivir, pero el coste fue terrible. Dejó de ser ninja para dedicarse a Kinumi. Realmente quería hacerlo, pero hay una gran diferencia entre querer hacer algo y no tener más opción que hacerlo.

Miró al suelo, consternado.

— Te digo esto para que sepas que Kirie era una superviviente. Mi mujer no hubiese muerto en un simple accidente. He estado investigando el incidente y sé que fue asesinada. Por eso ha pasado esto.

Se quedó en silencio, mirando fijamente a Toshio. Esperando su respuesta.

[Kurogane Toshio]

Según Dentō le hablaba sobre su mujer, Toshio apoyó la mejilla en su mano, embobado. Él también conocía una chica así, pero su situación con ella era... algo distinta.

Saber que aquella mujer había muerto le hizo ver que quizás era hora de ser valiente y hablar de nuevo con Yuki.

De cualquier manera. La situación parecía afectar bastante a Dentō, y no era para menos. Toshio también estaría destrozado si perdiese a alguien tan querido... de nuevo.

— ¿Ha sido La Guerrilla? —Preguntó—. ¿O se trata del otro grupo?

[Himura Hana]

Dentō negó con la mano.

— Dudo que ninguno de ellos se tomase la molestia de planear el asesinato de Kirie, una kunoichi retirada. Alguien se aprovechó de eso para ocultar el asesinato.

Se detuvo. Incluso un hombre calmado como él necesitaba unos segundos para no entrar en cólera tras hablar del asesinato de su mujer. Tras una larga bocanada de aire, procedió a levantarse.

— Y eso es cuánto puedo contarte. No le digas nada a Kinumi. Si hay algo que todos los Uchihas comparten, es una necesidad de proteger a sus seres queridos. Y de vengarlos cuando se falla.

Por el tono en que lo dijo, sonaba a que el segundo caso era más común que el primero. Empezó a caminar hacia la puerta de la casa.

— Volveré por la noche.

[Kurogane Toshio]

Aparentemente aquel asesinato no tenía nada que ver con ninguno de los grupos terroristas. Pero ¿entonces quién? ¿Qué clase de enemigos podría tener la familia de Kinumi dentro de la villa?

Quería creer que no había nadie en Kusagakure tan gilipollas como para hacer aquellas cosas dentro de la villa, pero estaba claro que no. Tampoco podrían ser gente de fuera, pues el sello que tenían las aldeas los habrían detectado.

Aquello era realmente extraño y el Kurogane no se veía con los recursos de investigar, pero aún así no podía quedarse de brazos cruzados. Entonces ¿qué podía hacer?

De momento, estar con Kinumi.

— De acuerdo. —Le acabó por decir a Dentō—. Aquí estaremos.

Cuando el Uchiha se marchó, el herrero decidió volver a la habitación para ver a su amiga.

— Eeeey, Kinumi-chan. —Saludó—. He vuelto~