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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
La tarde caía radiante sobre el horizonte, marcando un lindo contraste entre tonos cálidos y fríos en el cielo. Parecía como si un camello estuviese tratando de jalar de un bocado de una cortina de agua. Raro, atípico, hermoso. Una de esas tarde en que los dioses parecen jugar con pintura, manchando el eterno celeste de tonos anaranjados. Además, la perpetua lluvia era azotada por una leve pero constante brisa, formando un colorido arcoiris más alla del umbral de tierra visible. Una tarde singular en algunas tierras, y común en otras.

*Crick* *Crick* *Crack*

Por las lluviosas calles de Amegakure circulaba un joven. Un chico bastante pequeño, de ojos celestes y cabellera azabache. Su cabello estaba bastante alborotado, como si recién se hubiese despertado de una intensa borrachera, y aunque de tamaño dispar, en general tenía una longitud corta. Tenía unas ojeras bastante pronunciadas, y bastantes pecas entre la nariz y los ojos. Vestía una camiseta de mangas cortas de tono blanco, con el símbolo de la lluvia en negro a mitad del pecho. Los pantalones eran anchos y cortos, de color negro también. Y calzaba unas sandalias shinobis de tono negro, acompañando al conjunto en armonía de ausencia de colores. Tenía atado al pantalón un portaobjetos, con un único pergamino pequeño en su interior. En el brazo derecho tenía atada la bandana de Amegakure, y a la espalda tenía una especie de bulto atado con vendas, y unas tiras de pelo en lo más alto. El chico caminaba con tranquilidad bajo la lluvia, en una calle apenas transitada. Tan poco transitada, que destacaba sin lugar a dudas, pues a cada pocos pasos...

*Crick* *Crick* *Crack*

La rodilla crujía tan fuerte, que el chico parecía perder el equilibrio por un instante. Detenía entonces su caminar apenas un par de segundos, como si tratase de recomponerse de una mala lesión, como si tratase de mentalizarse en el movimiento que debiere hacer. Miraba al cielo un instante, y nuevamente comenzaba a caminar. Un paso. Dos pasos. Tres. Cuatro. Cinco. Y entonces...

*Crick* *Crick* *Crack*

De nuevo la función volvía a repetirse ante un escaso público. Era algo casi hipnótico, era algo que raramente podía pasar por desapercibido. Era una tímida llamada del lobo a la luna, ejecutada en una silenciosa noche mientras está descrestando en la montaña más alta de la zona.
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#2
La tarde caía radiante sobre el horizonte, marcando un lindo contraste entre tonos cálidos y fríos en el cielo. Una tarde hermosa a la que una joven kunoichi que llevaba un paraguas no estaba prestando atención en lo absoluto. Se trataba de Kaminari Kimi, una joven chiquilla de piel oscura y ojos de distinto brillo y color. El izquierdo era morado, mientras que el derecho era rojo. Iba vestida con una camiseta negra impermeable, con el símbolo de un rayo azul adornado su espalda. Sus pantalones eran los típicos pantalones blancos que se utilizaban en la práctica del Karate, teniendo el resto del karategi atado a la cadera junto a un portaobjetos lleno de pequeñas botellas de agua. Tampoco llevaba puesta su bandana, pues no estaba de servicio.

Lo que sí estaba era ocupada. Solía ser la clase de persona que se tomaba las cosas con calma y se paraba a disfrutar de días tan preciosos como aquel, pero aquel día tenía que darse prisa. ¿El motivo? En una tienda del distrito comercial ponían a la venta una figura que quería comprarle a su hermana, y como no fuese de las primeras en llegar, probablemente se agotaría antes de que llegase. No tenía tiempo de detenerse.

*Crick* *Crick* *Crack*

A pesar de la prisa que llevaba, fue imposible no escuchar aquel sonido entre la lluvia, que provenía de la rodilla de un chico menudo que rondaba su altura. El chico caminaba con dificultad por la calle, cargando con un gran peso a sus espaldas.

Al ver eso, Kimi valoró durante unos segundos la situación. Quizás sí tenía algo de tiempo para detenerse.

Kimi se acercó al chico con algo de prisa en cuanto este volvió a detenerse, tapándolo con su paraguas a la vez que le ofrecía la mano para ayudarlo. El joven podría ver que aquella mano, igual que el resto del brazo, estaba completamente hecha de metal.

— Buenas. —Saludó, con una sonrisa amable—. ¿Puedo ayudarlo?
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#3
Hubo caminado durante varios minutos. Decenas de minutos, a decir verdad. El chico caminó a tanto como su resquebrajado chasis le permitía, hasta que topó con alguien cuyo interés o preocupación en lo ajeno era mayor a la que tenía sobre sus asuntos. No era algo extraño, era algo relativamente calculado. Era cuestión de tiempo que esa situación se diese.

*Crick* *Crick* *Crack*

El chico, cubierto en gran parte de la lluvia por el paraguas de la joven, llevó su mirada al brazo que no portaba el susodicho paraguas. Estaba extendido hacia él, ofertando su ayuda. Ésta saludó, afable. Tras ello acompañó el gesto con la pregunta. ¿Podía ayudarlo?.

¿Podía?.

El chico llevó su mirada entonces hacia el rostro de la chica, buscando ver quién era la que ofrecía ayuda de manera desinteresada.

*Crick* *Crick* *Crack*

Ese brusco sonido otra vez. Casi parecía causado por engranajes de metal chocando entre sí, en lo que desplazaban un trozo de madera u otro metal. Pero en apariencia, solo era el gesto del chico al ejecutarse. Apenas visto el rostro de la chica, el chico alzó levemente la suya, en un gesto que casi parecía decir que no era necesario.

*Crick* *Crick* *Crack*

Y otra vez pudo escucharse ese sonido tan peculiar. El chico pareció sonreir, parecía no requerir su ayuda. O al menos no pareció aceptarla.

Estoy bien. Muchas gracias, señorita. —Contestó sin mover los labios siquiera.

Dada la distancia, y la poca práctica del chico, la chica podría diferenciar que claramente se trataba de un henge extraño, o quizás un clon. El detalle más peculiar era que no había movidos un solo músculo facial para hablar. No parecía ni necesitar respirar. Su torso no hacía esos movimientos comunes en cualquier ser humano.
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#4
Si Kimi tuviese que describir a aquel chico, lo describiría como extraño. De lejos, parecía una persona normal, pero ahora que lo veía de cerca todo estaba mal. Como si fuese la marioneta de un mal ventrílocuo, su boca no se movía para hablar y como si no necesitase el aire, su pecho no se movía para respirar. Era como si fuese una persona mal hecha: la marca de un Henge mal hecho.

¿Quién era? ¿Se trataría de un estudiante que se estaba escabullendo? ¿Algún ninja de misión? No lo sabía. Llevaba una bandana, pero con los tiempos que corrían, tampoco podía simplemente ignorar algo tan sospechoso.

— De acuerdo. Siento molestarlo. —Le dijo, apartándose de su camino para dejarlo pasar, antes de empezar a caminar en la misma dirección—. Pero... disculpe la indiscreción, pero debo preguntar. ¿Por qué tiene una transformación activada? ¿Está todo bien?
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#5
Como cabía de esperar, la poco fiable transformación del chico destacó lo suficiente como para llamar la atención de la joven. Ésta se apartó del mismo, dejándole sitio para que pudiese continuar su camino sin problemas. Pero su curiosidad pudo con ese tenso pulso, haciendo que la kunoichi preguntase al respecto de la transformación. Lo hizo con todo el respeto, y hasta preguntando si tenía algún tipo de problema.

No es ningún problema, señorita. —Contestó el extraño, realizando una brusca reverencia.

*Crick* *Crick* *Crack*

La madera, los engranajes, o lo que fuere volvió a resonar. Algún otro transeúnte de esa casi abandonada calle miraba de reojo, o con recelo, pero parecian mantenerse al margen de la conversación. Más bien del sujeto sin paraguas y de sonidos raros. Con los tiempos que corrían, nadie era de fiar, ¿no?.

Está todo bien. —Contestó de nuevo. —La transformación es para evitar asustar a la gente, señorita. Requiero de interactuar con más personas, para mejorar mis habilidades.

*Crick* *Crick* *Crack*

El sonido tan característico del individuo volvió a resonar para cuando éste deshizo el movimiento de reverencia. Todo parecía en orden, o eso afirmaba.

¿Me aprecia usted extraño, señorita?.
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#6
Kimi sonrió, feliz al escuchar al chico hablar.

«¡Qué chico más educado!»

Quizás podría ser un error, pero Kimi bajó la guardia del todo al escuchar al chico hablar. Parecía una persona amable y educada, así que debía ser también una persona buena, o eso pensaba.

Kimi asintió, sincera, cuando el chico le preguntó si le resultaba extraño. Mentir y adornar la verdad no eran habilidades que ella tuviese en lo absoluto.

— Sí. Su boca no se mueve cuando habla, ni parece estar respirando. De lejos no se notaba, pero al acercarme... —Le explicó, aunque ella no sabría como solucionarlo. Ni siquiera sabía hacer el Henge—. Oh ¿dónde están mis modales? Yo soy Kaminari KImi. Es un placer conocerlo.

Con una practicada reverencia protocolaria, Kimi se presentó, antes de volver a mirar al chico a los ojos.

— Ha dicho que quiere mejorar sus habilidades... ¿Qué querría aprender? Quizá pueda ayudarlo.
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#7
Tras una timida sonrisa, la chica asintió frente a la pregunta del extraño. No tardó en revelar que su boca no se había movido para hablar, lo cuál era bien extraño a simple vista. Por otro lado, los movimientos propios de la respiración en el cuerpo eran apenas visibles, o ausentes. Al parecer esos pequeños grandes detalles apenas habían sido apreciables desde lejos, pero desde cerca era diferente. Y de pronto, pareció haber olvidado algo importante, la etiqueta. La kunoichi se presentó como Kaminari Kimi, y con ello realizó una bien ejecutada reverencia.

Es cierto. No olvidemos los modales. Fallo mio también. Mi nombre es Ichikawa Arata. Todo un placer, señorita Kaminari.

Tras hablar, sin mover los labios de nuevo, Arata realizó una cortés reverencia. Era como la que había realizado la chica, pero mucho más brusca y aguda. Y de nuevo...

*Crick* *Crick* *Crock*

Un sonido parecido al de antes, aunque ligeramente diferente. El chico permaneció en esa posición entre incómoda y mortal para cualquier persona, pareciendo incapaz de volver a la anterior postura.

Kimi se ofreció a ayudar, preguntando antes un poco por los detalles. Quizás podía ayudar. Pero curiosamente, la posición de reverencia aguda del chico no volvía a deshacerse. De pronto, las vendas que tenía tras de sí el chico —Las que envolvían algo—, se movieron de manera súbita. En apenas un par de segundos, una mano se abrió paso entre las vendas, y poco después apareció una segunda mano.

Un momento, por favor. —Inquirió el chico.

Pero su voz no venía ésta vez del chico, si no que venía desde dentro del bulto que poco a poco se deshacía. Apenas unos segundos después, del bulto habia asomado medio torso, un torso cuyos rasgos faciales y apariencia en general eran las del chico que se había presentado como Arata.

Creo que se ha estropeado del todo... Pobre Momo. —Dijo Arata. El verdadero. —No tendrá usted por algún casual un destornillador de estrella de pequeño tamaño, ¿verdad?.

El titiritero terminó de salir del envoltorio, mostrandose por completo. Era toda una faena, pero tendría que arreglar por completo a Momo si deseaba continuar con sus experimentos.
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#8
El chico se presentó como Ichikawa Arata, haciendo una brusca y seguramente dolorosa reverencia mientras lo hacía. Tardó unos segundos en abandonar aquella posición. De hecho, ni siquiera la abandonó él mismo, pues mientras Kimi lo miraba curiosa, unas manos salieron de su equipaje.

«¿¡Qué!? ¿¡Lleva una persona ahí dentro!?»

No expresó su sorpresa, pero se quedó allí, con los ojos abiertos como platos, mientras miraba como una persona entera salía de su equipaje. Aquella no era una persona cualquiera, sino que se trataba, presumiblemente, del mismo Ichikawa Arata. Aparentemente con quien estaba hablando la chica era con Momo, una especie de... ¿marioneta? ¿robot?

— Eh... esto... —Kimi rebuscó en su portaobjetos, apresurada, antes de sacar un pequeño destornillador de estrella de entre las botellas que utilizaba para apretarse las tuercas del brazo en casos de emergencia—. Tengo este. ¿Es del tamaño adecuado?

Le ofrecería el destornillador con ambas manos, para que lo pudiese comprobar él mismo.

— Y solo para asegurarme. Usted es Ichikawa-san y el... esto... —No tenía ni idea de cómo llamar a Momo—. Disculpe. ¿Qué es Momo?
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#9
Contra todo pronóstico, la chica apresuró a buscar en su porta objetos. No tardó apenas, sabía que lo tenía ahí guardado. Y ¡PUM! Ahi estaba, un destornillador de estrella y que para colmo tenía un tamaño adecuado para manipular en Momo. La kunoichi lo ofrecía a ambas manos, en lo que preguntaba si podía servir.

Si, creo que es del tamaño perfecto. Muchas gracias, señorita Kaminari. —Agradeció el titiritero con una sonrisa.

Tras ello tomaría el destornillador, en lo que Kimi exponía una nueva duda. La verdad, tal y como se podía ver, era una duda más que razonable. Momo era su segunda marioneta, una de sus mejores obras. Pero con su nueva invención, era algo complejo de explicar sin más. El marionetista tomó el destornillador con la boca, para realizar un sello de manos: Carnero.

¡Plufff!

Una nube de humo deshizo la tecnica que ocultaba o disimulaba la apariencia del títere. Junto a Arata, y frente a Kimi, se desveló una marioneta de madera y metal con apariencia humanoide. Medía casi lo mismo que el chico, pero era robusta como una armadura, y con lineas de unión en la mayor parte del cuerpo. El rostro estaba borrado, no imitaba a una cara, no tenía ningún intento siquiera. Además, sobre el rostro tenía una etiqueta de sellado, en la que se podía leer "unión".

El chico tomó de nuevo el destornillador con la mano. —Éste títere es Momo. Lo siento por no haberlo presentado antes. —Acompañó con una nueva reverencia. —Estoy trabajando en una técnica que me permita controlarlo sin ver desde fuera, que me permita controlarla desde mayor distancia, o incluso un escondite. Aunque aún me falta bastante, creo...
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#10
— ¡No hay de qué! —Contestó la Kaminari.

Kimi miraría al titiritero y a su marioneta con curiosidad mientras Arata realizaba un sello para devolver a Momo a su forma original. El muñeco de metal y madera que antes tenía la apariencia del chico tenía ahora la apariencia de lo que era: un muñeco. Uno con un extraño sello en el rostro. Para Kimi, ver al verdadero Momo se le hacía realmente curioso. No era el primer muñeco que veía en su vida, claro, pero sí era el primer muñeco de ese tamaño que veía moverse por sí solo.

Bueno, si contaba a Meme, este sería el segundo. Pero Meme era tan realista que a veces se le olvidaba a Kimi que era una muñeca.

— Oh. —Kimi se tapó la boca sin poder evitar reírse un poco sin querer cuando el titiritero presentó a su marioneta—. Un gusto conocerlo, Momo-san. —Se presentó con una reverencia, igual que antes—. Vaya... eso parece muy complicado. Realmente no sé mucho de marionetas, así que no sé si le podré ser de mucha ayuda.
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#11
Ante el agradecimiento del titiritero, Kimi contestó que no había de qué. Su mirada atenta y curiosa no desapareció un solo segundo del marionetista, ni de su obra. La chica si que pareció sorprenderse un poco con la apariencia real de Momo, y para cuando el genin la presentó, ésta sentenció que era un gusto conocerlo. Casi como si fuese una persona, o algún tipo de ser con sentimientos. Arata no entendía demasiado bien esa reacción, pero quizás hubiese respondido al cortés saludo con uno de vuelta por parte de Momo. Si estuviera en las condiciones apropiadas, claro.

Siento que Momo no pueda moverse bien. La última misión tuvo fuertes repercusiones en su sistema motriz. —Confesó algo apenado.

Kimi alegó que eso parecía realmente complicado, refiriéndose a la marioneta. Decía no saber mucho de maionetas, lo cuál significaba que sabía algo. Pero en realidad, el titiritero tenía ese ambito más que resuelto, al menos por el momento. Todas las marionetas que llevaba consigo eran obras suyas. Hasta la última pieza. El verdadero problema era...

En realidad, el problema lo tengo con la técnica de sellado que estoy trabajando. ¿Ve usted esa etiqueta, señorita Kaminari?. —Inquirió, señalando la pegatina que cubría un tercio del rostro de la marioneta. —Ésta etiqueta me permite si cierro los ojos y mantengo el sello del carnero, ver todo lo que Momo está viendo, y reproducir mi voz desde él. Pero al parecer no se mueven sus labios, y la vista es un tanto imprecisa...

El titiritero se arrodilló junto a Momo, y comenzó a apretar un par de tornillos, mover algunos resortes, y recolocar algunos tubos.

O al menos eso pensaba. Tiene unos ojos peculiares, señorita Kaminari. Al principio pensé que se trataba de un error de visión en Momo.
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#12
A Kimi le parecía simplemente sorprendente lo mucho que el joven había avanzado con su técnicas. Sí, quizás no se movía su boca ni respiraba, pero podía ver todo lo que el muñeco veía y hablar a través de él. ¡Era increíble! La Kaminari no podía ni imaginarse lo complicado que sería algo como eso. De hecho, hasta ese momento ni siquiera sabía que era una posibilidad, pero ahora que lo sabía había empezado a soñar con la de cosas que podría hacer con una habilidad como esa.

«Antes de pensar en algo como eso, debería pensar en aprender lo más básico». Se detuvo a sí misma a tiempo.

Y es que, aunque Kimi era capaz de hacer cosas más complicadas como transformar su chakra en un elemento y utilizarlo para pelear cuerpo a cuerpo, ni siquiera podía ejecutar la técnica más básica de las que le enseñaron en la academia. No podía andar por el agua ni por las paredes. Tampoco podía crear clones, ni ilusiones, ni sellar objetos, ni nada. No era algo que le avergonzase, pues el motivo no era más que el hecho de que le había dado toda su atención al Karate Kaminari, pero sí era cierto que no saber hacer nada más que pelear era un problema que debía resolver tarde o temprano.

Kimi se agachó para ver como el titiritero arreglaba a Momo. No entendía nada de lo que estaba haciendo, pero le parecía realmente interesante ver como el chico apretaba cuerdas y recolocaba tubos.

Mientras el chico trabajaba en su muñeco, hizo un comentario que pilló algo por sorpresa a Kimi.

— ¿Eh? ¿Mis ojos? —Kimi se llevó ambas manos a la cara, tardando unos segundos en entender a qué se refería—. Oh. ¿Lo dice por el color?

Tan de cerca, Arata podría comprobar que la única diferencia no era el color, pues aunque su ojo derecho era bastante realista, tenía un brillo distinto a uno real. Podría notar que, al contrario que su ojo izquierdo, el protésico no solo reflejaba la luz como cualquier ojo, sino que emitía una muy leve luz roja desde el centro de la pupila.
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#13
Dubitativa, la chica se llevó la mano al rostro. No tardó en preguntar si con lo de sus ojos, el chico se refería a su color. En cierto modo era eso, si. Pero por muy ciego que estuviese, era imposible dejar de lado que uno de sus ojos tenía un tono diferente, y mucho menos obviar que casi parecía retroiluminado. Como un mechero en una habitación a oscuras, o un farolillo de papel surcando los cielos de una noche de invierno.

En cierto modo, si. —Contestó presto. —Siento si es un atrevimiento, señorita Kaminari, pero no pude eludir el detalle al verla con mis propios ojos. Lo lamento.

»¿Se trata de algún tipo de protesis? ¿o es algún tipo de mejora en la visión?. Lamento ser tan curioso, señorita Kaminari.

Conforme la conversación fluía, y bajo el amparo de una incesante lluvia, el chico continuaba laborando en su títere. Sabía de sobra que no iba a poder arreglarlo en su totalidad, pero en realidad ese no era para nada su objetivo. Manteniendo un 30% de sus funciones básicas tenía suficiente para continuar practicando con su técnica de sellado, lo cuál era el objetivo primario.

Un par de apretones mas... —Informó en lo que ultimaba los detalles con el destornillador. —¡Y listo!.

Por el momento, con el arreglo improvisado, sería mas que suficiente. O al menos eso esperaba el titiritero. Arata a veces era demasiado confiado, pero no era para menos. Tenía unas expectativas que cumplir, a ojos de todos.
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#14
— ¡Oh! Ahm... No se preocupe. Es normal preguntar. —Era extraño pero, la verdad, era la primera vez que se lo preguntaban en mucho tiempo, quizás porque ya la conocían bastante por su buena fama, o porque no consideraban apropiado preguntar—. Esto... sí. Es una prótesis. Um... Estuve en las gradas en el último Torneo de los Dojos.

No era algo cómodo de decir, pero para Kimi tampoco era algo especialmente difícil. Decir toda la verdad cada vez que hablaba era algo que ella hacía de forma natural, o mejor dicho, que no podía evitar, sin importar de qué tema se tratase.

En pocos segundos, el marionetista acabó de reparar a Momo. Claro, no la había arreglado al 100%, para eso probablemente necesitaría estar en su estudio, pero aún así lo había hecho en tiempo récord.

— ¡Maravilloso!

Ver a un artista como él en acción era emocionante, aunque realmente no entendía su arte.
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#15
La kunoichi quitó plomo sobre el asunto de preguntar, casi parecía estar acostumbrada a lidiar con ese tipo de preguntas. No era de extrañar, pues no a todas las personas le brillan de esa manera los ojos. Y según parecía, se trataba de una prótesis. Ese extraño ojo que suplía al real, era una "cicatriz" de haber sido público en el último torneo de los Dojos. Si, exactamente, el torneo aquél donde se lió parda y hubieron muchas muertes y heridos. Arata por un momento quedó sin palabras, no sabía ni qué decir a eso...

Uh... Entiendo... Tuvo que ser... Difícil estar allí... Leí bastante sobre ese torneo... Fue todo terrible... —Dijo, a duras penas.

Pero al menos, había una buena noticia: La marioneta estaba reparada. Aunque no fuese al 100%. Pero ya era algo.

Arata se reincorporó, y ofreció el destornillador a su propietaria de vuelta. —Muchas gracias, señorita Kaminari. Aquí tiene.

Dicho ésto, y entregado el susodicho destornillador, Arata realizaría una humilde y bien ejecutada reverencia. En ésta ocasión, la marioneta imitaria al titiritero a la perfección, realizando también una reverencia hacia la genin. Los dos estaban en deuda con la chica; el títere por haber podido ser arreglado, y el marionetista por haberse ahorrado un camino a casa para pillar un maldito destornillador. Quizás en un futuro, debería apañar un kit de reparación de emergencia. De hecho, no era para nada una nala idea.

¿Puedo ofrecerle un refresco o algo por la ayuda, señorita Kaminari? —Preguntó.
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