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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Aquella mañana, como cualquier otra, llovía a cántaros en la villa de hormigón armado y acero reforzado. Y al igual que en muchas de otras mañanas, los carteros y ninjas que habían sido designados para ayudar como carteros temporales, repartieron el correó entre los que a algunas personas podrían encontrar un pequeño rollo que les designaba un nuevo encargo.

Una de esas personas fue Chika, quien podría encontrar en el buzón, si no es que alguien del dojo había decidido coger aquel papel por su cuenta antes y leerlo, la misión que se le había designado a la kunoichi.



(D) Limpieza sagrada


Publicada en: Amegakure no Sato
Solicitante: Mikata Takeshi
Lugar: Santuario de Amegakure

Nuestro Santuario necesita un poco de ayuda extra para estar en orden. Aunque Amegakure no Sato nunca ha sido una aldea muy religiosa, en tiempos de guerra mucha gente viene a rezar en pos de la buena suerte y de un próspero futuro. Por ello solicitamos la ayuda de una mano extra para poder terminar de poner en su sitio todo lo necesario.
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#2
Chika se excusaría de sus tareas en el dojo a causa de la misión. No era la misión más animada del mundo, sin embargo, tenía clara relación con su misión anterior en que había tenido que limpiar la academia tras el examen. ¿Se habrían dado cuenta de la excelencia de sus dotes de limpieza?

Era algo que la enorgullecía y la entristecía en partes iguales. ¿Se iba a dedicar a ir por Amegakure con una fregona para siempre? Pero por otro lado, ¡era la mejor limpiadora de todo el cuerpo de genins! Pero ella quería ser la mejor kunoichi directamente. Apretó los dientes y los puños, asegurandose a sí misma que empezaría a entrenar incluso más para poder ser reconocida como kunoichi y no como chica de la limpieza.

Pero por ahora, sería la mejor Chika de la limpieza. Llegaría hasta el santuario y miraría a ver si veía a alguien para preguntar cómo y por donde empezar.
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#3
Llegar hasta aquel santuario no le supondría un problema gracias al pequeño mapa que, en la gran mayoría de rollos, llevaba de acompañamiento. Aquel lugar resultaba realmente extraño; entre el bosque de hormigón, se levantaba aquel santuario con un aspecto tradicional, delimitando sus jardines interiores con el exterior por un muro. Las puertas de madera del muro también tenían ese toque, junto a la fachada de estos y de cualquier otro edificio de aquel lugar.

Poco después de que avanzara un poco por su interior, un hombre con una recortada barba y un bigote ancho, pero no muy alto, salió a recibirla cuando la vio. Llevaba un kimono oscuro con algunos detalles blancos, así como el pelo corto y algo echado hacia atrás, en el que se le podía vislumbrar alguna que otra cana. Tenía una buena complexión, y era bastante alto. Le dio un vistazo de arriba abajo a la muchacha de cabellos azules antes de abrir la boca, y dejando escapar un suspiro entre medias.

¿Eres la genin que he solicitado? Bueno, por lo menos ha sido bastante rápido — dijo mientras se cruzaba de brazos con una voz bastante grave. — Como ya habrás leído, necesito una mano extra para poner a punto el santuario. No hay nada fuera de lo común, más allá de limpiar algún que otro sitio y mover algún que otro objeto. En el edificio central debería estar mi hija, te echará una mano. Si necesitáis cualquier cosa, yo estaré en el dojo de la izquierda, debo impartir unas clases

Fue seco, y más que distante. Mantuvo el ceño fruncido en casi toda la conversación antes de comenzar su marcha, pero al dar un par de pasos se detuvo para voltearse hacia Chika.

Ah, sí. Ni se te ocurra meterle más pájaros en la cabeza. Cada día os aguanto menos — y después, retomó su camino.
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#4
Chika asintió todo lo asentible ante la explicación de su cliente. Ni siquiera se percató de su actitud más bien distante con ella. Estaba completamente concentrada en absorber cada apice de información que le proporcionaba para poder hacer un trabajo tan espectacular que a partir de ahora el templo solo quisiese ser limpiado por ella.

En cuanto el hombre acabó su explicación, la peliazul se puso rumbo al edificio central a buscar a su segunda clienta. Hasta que la detuvo de nuevo.

Ah, sí. Ni se te ocurra meterle más pájaros en la cabeza. Cada día os aguanto menos

Chika se detuvo de inmediato para asentirle dos veces más y no fue hasta que el hombre retomó su camino que ella hizo lo mismo. ¿Meterle pajaros en la cabeza? ¿Tendrían alguna jaula con forma de cabeza? No había oído pajaros. Bueno, con no tocar ningún pajaro ya valdría, ¿no?

Una vez en el edificio central buscaría a la chica en cuestión, preguntando a quien pasase y si no había nadie, preguntando en voz alta.

¿Hola?
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#5
La habitación era simple, con paredes de madera y papel corredizas, así como un tatami simple de varias piezas. Una de las puertas se abriria, dando paso a una chica bajita que llevaba varias sabanas entre sus brazos extendidos hasta el puto de que no podía mirar hacia delante, sino que debía centrar su atención al suelo. Vestía un traje de miko simple, de colores blanco y un azul marino. Su pelo era algo largo, y se separaba en dos coletas pequeñas.

¿Eres la kunoichi que ha venido a ayudar? — dijo desde detrás de las sabanas, una voz que a Chika le resultaría familiar. — Abreme este armario, por fa — dijo acercándose hasta uno, para voltearse al verla.

Pero cuando vió de quien se trataba, le temblaron un poco los brazos. Le resultaba embarazoso que la gente conocida la viera así. Por suerte fue capaz de mantener el equilibrio y evitar que cayeran al suelo.

¿¡C-Chika-san!? ¿¡Q-Que haces aquí!? — preguntó estupidamente.
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#6
Chika estaba acostumbrada a la disposición tradicional del lugar. A los tatamis, las puertas correderas y a chicas bajitas que necesitan ayuda con las alturas.

Abreme este armario, por fa

Claro.

Automaticamente abrió el armario solo para ver a la chica girarse y reconocerla de inmediato. Agarró a Ryo para evitar que se cayese de la impresión y le sonrió.

¡Ryo-chan! ¿Qué haces tú aquí?

Pensaba que volvería a verla por el torreon pegandose con las paredes con esos puñitos chiquitos que tenía.

Pensaba que solo te interesaba pelear, ¿qué haces en un templo?
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#7
Pensaba que solo te interesaba pelear, ¿qué haces en un templo?

E-Es que es mi casa. Vivo aquí — dijo algo avergonzada.

Tras ello terminó de acomodar las sabanas en el armario, pero Chika se daría cuenta de que la parte más alta no podía terminar de colocarla bien, por muy de puntillas que se pusiera y mucho que estirase las manos. Su orgullo le impedía pedir ayuda. Aquello era algo simple y tonto, asi que más allá de que se le cayeran encima algunas telas no suponía ningún peligro para nadie; pero si se trataba de una situación peligrosa, tampoco lo hubiera hecho por mucho que tanto su cuerpo como su mente lo hubiera deseado.
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#8
E-Es que es mi casa. Vivo aquí

Oh...

Practicamente había suspirado esa onomatopeya, girandose y observando los alrededores. Por la actitud de Ryo, había pensado que vivía en un dojo como ella o en una herreria tal vez. Algún sitio ampliamente arraigado en la cultura de la violencia y las artes marciales. No se esperaba que fuera de un templo y vistiese ropas tan... poco de entrenamiento.

Ooooohhhh... ¿Por eso te iban a castigar por pelear?

Estuvo a punto de añadir un "en vez de" pero realmente no tenía ni idea de qué hacían en los templos. ¿Meditar en infinito silencio todo el día? Sonaba aburrido de... muy inspirador, meditar era sin duda muy inspirador y fortalecía la mente y el espiritu. Por supuesto que meditaban. Meditar era genial. A pesar de que pudiese pensar lo contrario, Chika se corregía a sí misma en su opinion por si Kimi o Raijin estaban espiando sus pensamientos. Cosa que podía pasar en algún momento.
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#9
La chica de cabellos blancos asintió con algo de tristeza en el rostro, y posteriormente se dió un par de golpecitos en su kimono, buscando limpiar una suciedad casi inexistente.

N-No me llamo Ryo, Chika-san. Soy Aya — añadió arrugando un poco el ceño disgustada.— Mi padre tiene un dojo aquí. Enseña algunas artes marciales a todo el que quiera.

Después, caminó hacia el pasillo del que había salido haciéndole un gesto con la mano a Chika para que la acompañara. La pequeña se veía visiblemente enfadada y hasta la kunoichi se daría cuenta de cuál era el motivo, pese a no ser la bombilla más resplandeciente de la ciudad.
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#10
N-No me llamo Ryo, Chika-san. Soy Aya Mi padre tiene un dojo aquí. Enseña algunas artes marciales a todo el que quiera.

Chika asintió quedamente mientras seguía a Aya. Era evidente que a Aya le pasaba exactamente como a ella, no la dejaban entrenar tanto como quería.

Oh, así que por eso eres tan fuerte. ¿Y no te gusta ayudar en el templo? Si es... muy bonito. — intentó buscar una palabra para alagar el trabajo que iban a hacer allí, pero ella no era ninguna poetisa.

Y estaba claro que divertido no iba a ser. Bueno, a lo mejor conseguían hacerlo divertido entre las dos, pero entonces sería más la compañia que el oficio en sí. Ya está, solo tenía que hacer un buen trabajo para que Aya viese que no era tan terrible.
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#11
No me gusta el templo. Lo odio — protestó en seco ante sus palabras.

Después, permanecería en silencio con el ceño fruncido más de lo habitual hasta que abrió una puerta corredera. Era una sala algo ominosa, pero a la vez demostraba algo de sencillez al poder ver a través de una de las puertas abiertas al otro lado que daba al jardín y un pequeño terreno de arena zen. Aya caminó al interior y señaló algunos porta velas, la mayoría de ellos bastante consumidos.

En ese armario hay algunas velas, reemplázalas. Yo me ocuparé de quitarle el polvo al tabernáculo — señaló un armario que estaba en el pasillo por el que había entrado, que quedaba justo en frente de la puerta. Su tono parecía bastante enfadado pese a su aguda voz.
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#12
La respuesta de Aya fue contundente y cortante al mismo tiempo, dejando a Chika un poco perturbada. Denotaba un sentimiento muy fuerte de odio hacia el templo. A ver, Chika podía entender que no le gustase, pero tanto como odiarlo... Era donde se había criado ¿no? Seguro que tenía buenos recuerdos del lugar. Sin embargo, no parecía lo más seguro soltarle eso aquí y ahora.

En ese armario hay algunas velas, reemplázalas. Yo me ocuparé de quitarle el polvo al tabernáculo

Siguió las instrucciones de Aya y empezó a reemplazar las velas mientras le dedicaba una mirada de vez en cuando, preguntandose qué era un tabernáculo. Y si ahora sería un buen momento para preguntarle.

¿Y no tienes ningún buen recuerdo del templo? Te has criado aquí ¿no? Seguro que de más pequeña correteabas por aquí queriendo ser una miko.

Estaba segura de que solo estaba en esa fase en la que odia todo lo que le recuerde a su infancia porque la hace sentir una niña y quiere demostrar que es una mujer, pero sigue siendo una niña. Mirala, si es chiquita y no llega a las cosas.
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#13
Aya estaba limpiando un pequeño cajon bien decorado de estilo tradicional, con algunos adornos a su alrededor y un gran cascabel arriba del todo del que caia una larga cuerda. Debajo, había otra caja con rejillas por las que se podía ver el brillo de alguna que otra moneda, pero no habia una gran abundancia.

¿Y no tienes ningún buen recuerdo del templo? Te has criado aquí ¿no? Seguro que de más pequeña correteabas por aquí queriendo ser una miko.

La peliblanca arrugó el ceño mientras se aferraba al paño a la vez que apretaba sus labios, dándole la espalda a Chika.

¡No, lo odio! ¡Yo no...! — Hizo una larga pausa antes de volver a hablar. — N-No... N-No odio el santuario

Entonces se detuvo, con los ojos un poco resplandecientes, reprimiendo las lagrimas.

El santuario me recuerda mucho a mama, y por eso no me importa mantenerlo bien... — Añadió bajando mucho el ritmo de sus brazos.
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#14
El santuario me recuerda mucho a mama, y por eso no me importa mantenerlo bien...

Hasta Chika podía darse cuenta de que su madre ya no estaba viva. Por un breve momento, se preguntó qué sería de sus propios padres, a los cuales ni conocía ni había hecho un solo esfuerzo en buscarlos. Se acercó a Aya y le apoyó un brazo en el hombro, apretando ligeramente para animarla.

Pues dejemoslo lo más limpio posible, ¿vale?

Quería decirle que después ya solucionarían el resto de cosas, pero no tenía ni idea de qué hacer o qué estaba pasando. Así que de momento la ayudaría a limpiar, que eso sí podía hacelro.
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#15
Aya se sorprendió cuando notó el tacto gentíl de Chika, volteando la mirada hacia ella, que la correspondía con una sincera sonrisa. La peliblanca se quedo mirandola algo descolocada sin saber bien como reaccionar. Se llevó una mano a los ojos, y posteriormente la siguió la otra para acariciarlos y dejar escapar alguna lagrima con aquel gesto.

S-Si — respondió debilmente, volviendo a darle la espalda a la chica de cabellos azules para tomar de nuevo un trapo con el que limpiar el pequeño mueble. No sería hasta pasados unos segundos, que volvería a hablar. — G-Gracias, Chika-san.

Esbozó una delicada sonrisa llena de honradez sin darse cuenta.
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