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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Una semana había pasado desde aquel casual encuentro entre dos kunoichi bastante diferente. La ninja médico que seguía su rutina para ir a estudiar a la biblioteca se había cruzado por mera suerte con la antisocial Sayori, una otaku de las armas como ella. Realmente no había mucho que pudiesen saber la una de la otra, salvo que compartían profesión y que tenían ganas de entrenar juntas un día.

Y ese día, previamente acordado, había llegado.

Bajo la protección de su capa, la médica recorría las calles cargando su armamento perfectamente acondicionado en lugar. Además cargaba con un pequeño paquete bellamente adornado, en su interior llevaba algo que era muy importante para ella, su snack favorito.

«Espero que Yuki-san no se haya olvidado de nuestro encuentro.»

Realmente no tenía motivo alguno para pensar algo como eso de la kunoichi, pero quizás serían los nervios los que estuviesen manipulando sus pensamientos en aquel instante.
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#2
*Había pasado una semana y Sayori no había olvidado que pronto se volvería a ver con Moguko, tenía interés por probar sus habilidades de combate y aprovechar para conocerse un poco más, ¿tendrían más cosas en común? Aquel día la kunoichi estaba entusiasmada y a la espera de que Moguko llegara a la dirección que indicaba aquel papel, solo esperaba que no lo haya olvidado.*

- Vaya te ves feliz… ¿hoy viene Yamanouchi-san?

- Sí… voy a enseñarle el estilo de combate de la familia Yuki

*Era una sorpresa para su padre verla tan animada pero una que había recibido bien, era bueno que su hija tuviera una rival por así decirlo, alguien con quien pueda practicar y seguir mejorando… él siempre estaría dispuesto a seguir enseñándole técnicas y control de las armas por supuesto, pero tener a alguien de su nivel le iba a ayudar más.*

- ¿Y llevas todos los implementos ninja para tu combate?

*La joven revisaba que cada objeto estuviese en su lugar, kunai oculto en la muñeca, bandana de Ame en su rodilla, portaobjetos, shuriken... listo.*

- No olvides la Kodachi que te regalé.

*Era cierto, cómo podría olvidarla… recordó que la había dejado en su habitación pues la noche anterior se quedó puliendo la hoja de su espada para estar lista para este día. Así que subió con prisa a verla.*

- La dejé arriba, enseguida bajo…

- ¡Adelante, puedes esperar arriba, te avisaré cuando llegue Yamanouchi-san!

*Su padre ahora permanecería en la entrada del hogar que también era su puesto de trabajo, allí se encontraría atendiendo su negocio y cuidando de las armas que tenía puestas en exhibición.*
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#3
La médica no perdería el tiempo ni buscaría evadir la realidad en ninguna vitrina de ningún negocio, aquel día tenía un compromiso con alguien en particular y no iba a permitir que nada se interpusiese en su camino.

Cruzaba los puentes y serpenteaba entre los charcos de las calles como las mismas tuberías que recorrían las paredes de los edificios de las aldeas. Como si fuese aquella mañana fuese la mañana del duelo de su vida, pero lejos de ser un enfrentamiento con alguna clase de enemigo, lo que la kunoichi buscaba era formar un lazo con una nueva kunoichi.

Llegado un punto, delante de la tienda de armamento. Una figura encapuchada haría acto de presencia, en su cinturón podía verse que cargaba con orgullo una espada corta con empuñadura de color azul y en una mano cargaba con un paquete, la blanca capa tapaba su rostro.

¡Buenos días!

Saludaría con amabilidad mientras se aproximaba hasta el frente de la tienda. No podría evitar ver entonces al hombre custodiando el ingreso de la misma.

Me llamo Yamanouchi Moguko, tengo que encontrarme en esta ubicación con Yuki Sayori.

Explicaría entonces el motivo de su presencia en aquel negocio.
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#4
*El hombre que se encontraba frente a la tienda volteó a ver a la kunoichi que acababa de acercarse y lo saludaba cordialmente, así que aquella era la joven con la cuál se había encontrado su hija la semana anterior, le había hablado bien de Moguko y conociéndola en persona demostraba ser alguien con buenos modales.

Yuki Fubuki era muy diferente a Sayori en varios aspectos, para empezar tenía el cabello blanco, una bandana cubría el lado derecho de su rostro donde antes tenía un ojo y su único ojo visible tenía la pupila de color negro, pero pese a esto no era intimidante sino al contrario, el hombre tenía una mirada tranquila y amigable. Su personalidad también se diferenciaba en varios aspectos, aquel hombre era bastante sociable y bromista, quizás las únicas características que compartía con su hija era que también tenía la mirada cansada además de compartir su gusto por las armas.*

- ¡Buenos días joven Moguko! Sayo no debe tardar en bajar, toma asiento…

- Mi nombre es Yuki Fubuki por cierto, pero puedes llamarme Fubuki simplemente… Soy el padre de Sayori, seguro te ha hablado de mí


*Dijo esta última parte riendo un poco, conocía bien a su hija y lo que le costaba hablar, lo más probable era que ni haya mencionado que tenía padre. A la vez que se presentaba de manera amigable le invitó a tomar asiento, cerca del stand de armas había un banco para clientes donde la joven podía esperar, talvez el hombre era bastante distraído y olvidó avisarle a su hija que Moguko ya había llegado o talvez tenía algo más en mente y quería aprovechar la situación.*

- Me dedico a vender armas, fabricarlas y darles mantenimiento… adelante puedes echar un vistazo, talvez haya algo que te interese…

*Le comentaba mientras tomaba una espada y empezaba a lijarla para darle brillo. La joven podía acercarse y ver de cerca los artículos o bien observar desde el banco mientras esperaba a Sayori, tenía toda clase de armamento shinobi, desde los más comunes como kunais hasta armas de mayor alcance que requerían de una gran habilidad para poder empuñar.*

- Por cierto me enteré que van a tener un combate hoy, les deseo suerte a ambas… ¡ah! Y asegúrate de que tus objetos estén en condiciones… puedes venir aquí siempre que necesites que las repare…

*Terminó por agregar finalmente, tenía la mala costumbre de hablar demasiado pero después de todo era un vendedor y de una forma u otra debía captar la atención de cualquier persona que se acercara a su puesto de trabajo.*
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#5
El hombre a cargo de la tienda tenía cuanto menos una pinta interesante, su aspecto parecía contar una historia. Tenía el cabello canoso y parecía ser tuerto, pese a ser un comerciante, su parche lo constituía una bandana. No se sintió particularmente intimidada por las pintas de aquel hombre, quizás todo lo contrario incluso.

Tuteaba a su hija, como cualquier persona relajada podría llegar a hacer. Cosa que no sería precisamente común en su hogar, pero cada familia era un mundo a fin de cuentas.

Es un gusto conocerlo, Yuki-san.

Se apresuraría a decir remarcando su reverencia en señal de respeto, no tenía intención alguna de salirse del más que estudiado protocolo que había asimilado con los años.

No hubo mucha oportunidad de tener una conversación muy larga el día que nos conocimos.

Defendió de la mejor forma que pudo la situación de su recién conocida, sin intenciones de mentir por ella tampoco. Tomaría entonces el asiento que se le había ofrecido y le dedicaría un instante de su vida a examinar con sincera curiosidad a las existencias de la tienda.

Escucharía con atención las palabras del hombro y se detendría un segundo más a ver como tomaba la espada para darle un tratamiento de belleza. Buscaría pararse en el lugar y girar sobre su eje para apreciar el arsenal disponible para todo aquel que tuviese la suficiente cantidad de monedas en su poder. Claramente no era su caso, pero esperaba que ese día no estuviese tan lejos tampoco.

Sin duda alguna es una tienda hermosa, mis padres me han enseñado a apreciar el valor de un arma bien fabricada. Ellos también se dedican a comerciar armamento ninja.

Reconocería alabando la puesta en escena que le habían ofrecido mientras que se paraba de forma tal que la wakizashi que cargaba en su cinturón estuviese perfectamente a la vista para el ojo hábil de un artesano como podría ser Yuki Fubuki.

Una ligera sonrisa se marcó en el rostro de la kunoichi cuando le recordaron sobre el estado de su equipo, el día anterior le había dedicado la tarde a poner a punto el brillo a la hoja de su espada y ajustar la tsuka decorada con hilo azul para poder presentársela a la kunoichi que había ido a encontrar.

Cuento con sus servicios en caso de que sea preciso hacer el mantenimiento a mi espada, Fubuki-san.
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#6
- ¡Oh! no sabía que tenía competencia…

*Bromeó, un poco desilucionado pues esperaba ganarse un cliente ese día pero de todas formas había conseguido información interesante de la kunoichi y no pudo evitar observar la Wakizashi que llevaba en su cintura, un arma bien fabricada a simple vista, le hubiese gustado apreciarla de cerca pero no quería incomodar a la joven.*

- Talvez podría visitar la tienda de tus padres en alguna ocasión, me gustaría poder apreciar su trabajo en persona…

*Comentó y se alegró un poco al saber que la kunoichi contaba con él para reparar su equipo de ser necesario.*

- ¡Claro! cuando quieras, eres más que bienvenida…

*Había terminado de expresar cuando escucha pasos bajando la escalera, no era otra que Sayori quien desde la ventana había visto hace muy poco que Moguko ya había llegado. Se acercó a su padre un poco molesta y haciendo una mueca, gesto que se le pasó enseguida pues ya sabía cómo era él cuando le ponía el ojo a una persona nueva que podía ser un potencial cliente, no podía culparlo por hacer su trabajo.*

- Dijiste que ibas a avisarme si llegaba Moguko…

«No puede ser, el viejo le estaba vendiendo armas a Yamanouchi… espero no se haya incomodado»

*La kunoichi se acercó a Moguko y la saludó levantando su mano, disculpándose a la vez por haberla hecho esperar, se encontraba emocionada porque pronto tendrían un combate de entrenamiento, tenía algo de prisa por llegar al lugar y tener ese encuentro.*

- Buenos días… perdón por la espera… ¿Nos vamos?
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#7
No pudo evitar dejar escapar una ligera risa ante el comentario en broma del padre de Sayori. Y por supuesto asentiría con amabilidad ante la propuesta de visitar la tienda de sus progenitores.

¡Estoy seguro de que disfrutará de su visita y le aseguro que estarán encantados de recibir un artesano tan hábil!

Aquel momento sin duda alguna era un autentico duelo de vendedores, la chica intentaba defenderse de las propuestas de negocio del tuerto y lanzar a su vez un poco de propaganda.

No pudo evitar escuchar los pasos de la escalera, pero cortésmente hizo su mejor esfuerzo de ignorarlos hasta que la kunoichi se decidiese a hacer acto de presencia. No tenía intención de forzar la sociabilidad de la recién conocida, no ese día al menos. Simplemente se mantuvo entretenida mirando las diferentes armas disponibles en aquella tienda.

Sayori se aproximó hasta su persona y le dedicó un saludo con la mano. La médica no podría evitar echar mano nuevamente a su libro de modales y contestar su saludo de la forma que mejor sabía, con una reverencia.

Buenos días, Yuki-san. No te preocupes, recién llegaba.

Saludaría con una leve sonrisa en el rostro, bastante relajada.

Si estás preparada. Guíame, por favor.

Contestaría a su pregunta.

¡Gracias por recibirme en su tienda, Fubuki-san. Esperamos verlo por la armería Yamanouchi cualquier día!

Agregaría con una marcada sonrisa en el rostro, la sonrisa de vendedora, como le decían sus padres. Aún tenía que trabajar en esa mueca pero algún día iba a ganarle un cliente, estaba segura.
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#8
- ¡Gracias por visitarnos Yamanouchi-san… vayan con cuidado y diviértanse!

*Fubuki se despidió de Moguko con una sonrisa, había quedado con interés de conocer la armería Yamanouchi un día, Sayori por su parte se despidió de su padre levantando y agitando su brazo, entonces ambas kunoichi salieron camino a su destino, el cuál era…*

«¿Y… a dónde vamos?»

*Habían dado unos pasos alejándose de la casa sin un rumbo exacto, entonces Sayori se detiene de pronto. La kunoichi no tenía la más mínima idea de qué sector de la aldea sería un lugar ideal para combatir, aquel día llovía casi cómo cualquier otro así que era otro factor a tomar en cuenta. Su padre tenía más conocimiento de la aldea, seguro podía ayudarle con esa información.*

- Moguko, espérame aquí no tardo…
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«Esta niña… ¿se habrá olvidado de algo?»

*Cuando finalmente se acercó le preguntó hacia qué dirección podían ir ya que como él bien sabía, la kunoichi no salía mucho y no quería perderse y hacerle pasar un mal rato a Moguko. El herrero se reía un poco ante la situación pero no tardó en darle solución al problema.*

- Bueno… te diría que combatan aquí en el patio de la casa… pero no quería que pensaras que no te estaba dando libertad de salir…

… ó si siguen en esa dirección, van a encontrar un terreno baldío que es comúnmente utilizado por ninjas de distinto rango… he visto que tiene una arena en el centro utilizado especialmente para combates de prueba…


*Terminó por sugerir el cansado hombre. Las kunoichis tenían dos opciones y ambas poseían un terreno totalmente distinto. Sayori regresó hacia donde estaba Moguko y le informó las sugerencias de su padre, ahora iba a dejar que la kunoichi elija dónde quería combatir y según eso se dirigirían hacia alguna de las áreas mencionadas.*



*Es un terreno amplio cubierto por techo, algunas partes del techo son de vidrio para permitir el ingreso de la luz del día. La mitad derecha está cubierto por vegetación variada, césped, árboles frondosos y arbustos distribuidos desordenadamente. La otra mitad carece de vegetación y el suelo es arenoso, también posee unas pocas rocas altas de un metro. Hacia la parte superior izquierda hay una fuente de agua de unos cinco metros de diámetro y un metro de profundidad.*



*Campo abierto donde actualmente está lloviendo fuertemente y se ha formado una niebla espesa, permitiendo la visión del oponente a un máximo de 6 metros de distancia. Posee unos cuántos árboles sin hojas distribuidos por toda el área. El suelo es irregular y se han formado charcos de distinto tamaño, haciendo un poco difícil recorrer largas distancias rápidamente sin que exista riesgo de tropezar.*
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#9
Tras haber partido de la casa y tienda de los Yuki, las kunoichi darían unos pasos en dirección a vaya uno a saber. No pasaría mucho tiempo hasta que Sayori detuviese la marcha y solicitara a la médica un poco de tiempo fuera.

Al cabo de un rato, que Moguko esperaría bajo la fiel protección de su capa blanca, su nueva aliada volvería con algo maravilloso: opciones.

Entre estas se encontraban dos, por un lado podían acceder a las instalaciones de la propia residencia de la familia de la Yuki, que destacaba por su sumamente atípico y sin duda alguna exótica presencia de vegetación en una urbe donde prácticamente nada crecía salvo edificios y tuberías que transportaban agua, cemento y hierro.

¡Me agrada la propuesta del terreno baldío para entrenar!

Confesaría la kunoichi con total sinceridad, la postal que ofrecía sin duda alguna le resultaba más fiel a lo que podría llegar a esperar en un campo de batalla en el país de la Tormenta. Aunque a lo mejor y después podían ir a degustar el postre que la chica había traido para compartir.
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#10
- ¡Bien, entonces vamos!

*El terreno baldío le pareció una buena opción, después de todo era un área nueva por explorar para la kunoichi y esto le serviría de práctica en comparación a la zona que se encontraba en su residencia que ya la conocía bien. Aún así le hubiese gustado poder mostrarle a Moguko esa área de su casa pero ya habría otra oportunidad en el futuro. Ambas chicas comenzaron a avanzar en dirección al terreno que no debía estar muy lejos y Sayori no pudo evitar notar algo que despertó su curiosidad.*

- ¿Qué traes ahí?

*Dijo señalando el empaque que llevaba la joven consigo. También había notado la Wakizashi que traía a un costado y quería verla de cerca pero esperaba encontrar un lugar donde puedan cubrirse de la lluvia y poder examinarla, o bien la vería directamente en el combate que tendrían dentro de poco.*
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#11
Mientras las kunoichi emprendían su marcha hacía el lugar elegido para el duelo de mentiritas de aquel día, el paquete que la médica cargaba consigo no podría evitar llamar la atención de la antisocial Yuki.

Arrojando sin mayor problema la interrogante, la chica señalaría el envase donde Moguko transportaba el dulce, la sustancia, la porquería buena.

¡Oh, me descubriste!

Admitiría la chica haciendo un gesto falso de sorpresa, realmente no pretendía ocultar nada de lo que llevaba consigo ese día después de todo.

Es un pequeño snack que traje para después del entrenamiento de hoy, es uno de mis dulces favoritos.

Comentaría levantando ligeramente el paquete para que estuviese más accesible a la visual de su recién conocida.

Espero que sea de tu agrado...

Diría para luego relajar el brazo y regresar el paquete a su posición inicial.

Pero antes, el entrenamiento, Yuki-san.
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#12
- ¿Un dulce?

*Seguía con curiosidad, ahora por saber qué tipo de dulce era, pero al parecer tendría que esperar al entrenamiento. A su vez pensaba que también habría sido buena idea empacar algo para compartir con Moguko, no estaba acostumbrada a ello puesto que no conocía a muchas personas pero serían cosas que seguiría aprendiendo con cada interacción.*

- Bien, luego del entrenamiento

*Dijo simplemente y continuaron hacia el lugar donde tendrían su combate, aún no se sentía en suficiente confianza para hablar con la recién conocida durante el trayecto y tampoco se le vino nada interesante que decirle o preguntarle, solo esperaba que Moguko no se sintiera incómoda o se aburriera de tener a alguien bastante silencioso a su lado.*

«No debe faltar mucho para llegar...»

*Si seguían en esa misma dirección no tardarían en llegar a su destino, la lluvia ya empezaba a ser más fuerte y se comenzaba a formar una niebla muy fina a medida que avanzaban pero los elementos aún eran visibles a la distancia. El lugar no estaba muy lejos y pese a que era un área abierta, vacía casi en su totalidad, contaba con unos pocos elementos, entre ellos alguna construcción abandonada donde se podrían refugiar de la lluvia un momento, sentarse o simplemente dejar las cosas que no iban a necesitar en combate.*
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#13
No podría evitar asentir con un leve gesto de su cabeza y esbozando una ligera sonrisa ante las palabras de la kunoichi, le gustaba que las cosas saliesen como ella quería. Y aquel momento fue para Moguko una pequeña victoria.

No se demorarían mucho más en llegar hasta el destino que habían barajado, si bien había lluvia, no era nada que dos nativas de Amegakure no pudiesen soportar, incluso llegar a extrañar. Lo que podría llegar a resultar más o menos molesto dependiese la persona, sería el nivel de visibilidad que la presencia de la niebla establecía.

Realmente no había mucho que destacar de aquel lugar, una plaza libre en la urbe, salvo por la construcción deshabitada que realmente les venía de perlas para poder dejar a salvo la comida y algún que otro elemento que no fuesen a ocupar mientras entrenaban.

Moguko se apresuraría hasta esa construcción y buscaría un lugar que pudiese catalogar como seco y pudiese confiarle la tarea de salvaguardar la integridad del postre.

Bueno.

Exclamaría una vez se hubiese encargado de eso.

El momento ha llegado, Yuki-san.

Llevaría su mano hasta su cinturón y liberaría de este su espada, con saya y todo por supuesto. Rotaría su muñeca con un poco de gracia y reposaría entonces la funda de la espada en sus dos manos para luego ofrecérsela a su recién conocida.

Esta es la wakizashi que mis padres me regalaron cuando me volví una kunoichi.

La funda de la espada era de madera laqueada con una terminación en un hermoso blanco que combinada con varias partes del atuendo de la muchacha, de la tsuba realmente no había mucho que destacar, era bastante estándar para lo que se podía llegar a pretender de un arma secundaria, pero la belleza de la espada, o como Moguko lo consideraba al menos era el hilo azul que decoraba la empuñadura que remataba en una pieza metálica que mantenía la integridad de esta, con el kamon de su familia grabado, una abstracción del dibujo de un valle.

Puedes sostenerla si gustas.
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#14
*Finalmente se encontraban en el terreno donde las kunoichis tendrían pronto su combate de entrenamiento. Sayori no pudo evitar observar los alrededores, notaba que la niebla podría suponer un problema para ambas pero a su vez agregaría algo muy interesante a su batalla, siguió a Moguko hasta la construcción donde observó que dejaba sus objetos bien protegidos de la lluvia, aquel “postre” que ya quería saber qué era y un par de cosas más. Sayori no llevaba nada “extra” así que solo aguardó bajo la construcción, cubriéndose de la lluvia hasta que decidieran comenzar. Vio que Moguko se dirigió a ella y le daba la oportunidad de observar su Wakizashi más de cerca, no dudó ni por un momento así que la sostuvo y empezó a observar detenidamente, tenía que ver esa arma a detalle.

No era de extrañar que la kunoichi al haber visto de cerca el trabajo de su padre y haber admirado las armas que él fabricaba, haya adquirido conocimientos en esta área. Lo primero que notó fue el peso de la espada que poseía buen balance, observó los elementos que adornaban la funda, se podía ver que el fabricante había puesto mucho cariño a la hora de forjarla y que los elementos utilizados en cada parte eran de calidad, sin duda la personalización que tenía la espada hacía conjunto con el atuendo de la médica.*

- Wow…

*Luego de examinarla externamente por varios minutos la sostuvo con ambas manos y la desenvainó, quería ver si la hoja de la espada estaba a la altura del resto del arma. Tenía un brillo y un filo que indicaba que su usuario la limpiaba y daba mantenimiento con frecuencia, Sayori la sostuvo un momento con una mano y la empezó a agitar lentamente, sintiendo una vez más el peso de la espada, ahora ya sin su funda. La sujetó nuevamente con ambas manos y empezó a lanzar movimientos al aire, probando la velocidad y midiendo al ojo la distancia. El arma no tenía nada extraordinario en este aspecto pero había podido comprobar que en efecto estaba bien construida.

La kodachi que llevaba Sayori no tenía nada de especial grabado o detalles que la hagan destacar de cualquier espada común, después de todo lo importante era que cumpla su función o al menos eso había aprendido de su padre quien de vez en cuando recibía algún cliente que solicitaba un modelo o grabado único, pero estas personas eran coleccionistas o gente que las quería para exhibición pues en una batalla había riesgo de que se dañe algún decorado, y ahora que lo pensaba mejor, se sentiría muy mal si llegase a romper cualquier parte de esa espada a la cual le habían dedicado bastante cariño. Volvió a guardar la Wakizashi en su funda y se la devolvió a Moguko.*

- Tus padres te dieron un buen regalo, es una gran espada, cuídala mucho...

*Le comentó, y ahora giraba la mirada y observaba el que sería su campo de batalla dentro de poco. Se sentía emocionada, ansiosa y un poco impaciente por empezar, comenzó a estirarse un poco para relajar los músculos y elevó ligeramente la mirada hacia la kunoichi.*

- Podemos empezar cuando quieras y pelea con todo
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#15
La antisocial Sayori había empuñado el arma y se había dispuesto a manipularla para saciar tanto como le fuese posible su curiosidad. Desde luego, siendo una fanática de las armas como ella, la médica se deleitaba de poder proveer aquella clase de entretenimiento para su recién conocida. La sintió con ambas manos e incluso lanzó algunos movimientos contra el aire. Lo más sincero y especial que podía llegar a tener aquella espada, más allá de ese color particular, era que no tenía nada destacable, era una común y corriente hoja, y eso podía resultar muy bien en más de una ocasión.

Como ninjas no deberíamos estar apegados a los objetos materiales, pero lo cierto es que aprecio mucho esta espada. Es mi tesoro.

Comentaría con una leve sonrisa culposa en el rostro. No pudo evitar confiarle aquel pequeño secreto a la muchacha.

La kunoichi acompañaría a la Yuki en su estiramiento, calentando un poco más sus extremidades más allá de lo que habría permitido esa caminata que había hecho. De haber tenido una espada de madera a mano, le habría encantado poder hacer unos abanicos de práctica.

¿Cómo te gustaría que arranquemos? ¿Con o sin armas primero?

Consultaría la muchacha ajustándose los lentes con una mano mientras apoyaba la otra en su cinturón.
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