Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
13/10/2022, 14:40 (Última modificación: 13/10/2022, 14:45 por Yamanouchi Moguko. Editado 1 vez en total.)
La kunoichi se apresuraría a salir de su hogar, bajo la protección de su piloto blanco y con su usual atuendo de servicio. La bandana le protegía la frente y sus lentes le ayudaban a visualizar las grises y húmedas calles de la aldea.
Entre charcos y tuberías, la muchacha serpenteaba los pozos conocidos y la muchedumbre de las zonas mas concurridas.
Su destino no era otro que el edificio del Arashikage. La torre más alta de toda la aldea.
No tardaría mucho en aproximarse hasta el lugar, aquel monumento a la autoridad, en piedra y metal. Adornado por figuras de demonios y vaya a saber quien que otras creaturas había representadas en la fachada de la institución.
—Con permiso...
Exclamaría al adentrarse al interior del lugar, que presentaba un ambiente mucho más acogedor que su dura piel exterior. Baldosas de mármol y paredes azules mucho mas hospitalarias. Al fondo de la sala estaba su objetivo, la recepción, flanqueando aquella posición se encontraba uno de los famosos elevadores de Amegakure, y para los mas aventurados estaba siempre la opción de usar las escaleras.
—¡Buenos días! ¡Yamanouchi Moguko se reporta al servicio!
Exclamaría con energía la formal kunoichi acompañando sus palabras de una reverencia digna de un manual de etiqueta.
—¡Vengo a solicitar me sea asignada una misión, por favor!
Ya llevo otra misión al mismo tiempo, así que no voy a cobrar esta.
Aquel día, como en la mayoría de días, Kimi se levantó a primera hora del día, cuando salía el Sol. No cuando salía el Sol en Amegakure, claro, pues raro es el día en el que este se puede ver en la aldea. En su lugar se levantaba cuando salía el Sol en el País del Rayo que era, indudablemente, bastante temprano.
Lo primero que haría por la mañana sería realizar sus entrenamientos matutinos junto a varios de sus hermanos. No se trataban de ejercicios demasiado intensos, pues lo que caracterizaba el Karate Kaminari era la combinación de estilos duros y suaves de artes marciales.
Luego, la joven desayunaría junto a toda su familia, que durante los últimos meses había crecido muy rápidamente. ¡Ahora eran doce hermanos en casa! Al terminar, preparó sus cosas, que eran nada menos que diez botellas pequeñas de agua, y salió de casa luego de despedirse de su familia.
Durante el camino, la chiquilla saludaba alegremente a todos los conocidos con los que se encontraba, hasta que finalmente llegó al edificio de la Arashikage, donde pediría su misión de hoy, aunque parecía que había cola.
Como parecía que había cola, Kimi simplemente se colocó tras la chica que había llegado antes que ella. Se trataba de una joven bastante delgada que le sacaba una cabeza a la Kaminari, aunque eso decía bastante poco de la jovencita y mucho de Kimi.
Aquella mañana pintaba de lo más relajada para Akira, un simple genin que estaba cumpliendo con sencillas labores administrativas a modo de misión. Llevaba poco menos de una hora abierto al público, pero ya tenía ganas de irse a por su segundo desayuno. Tenía el pelo oscuro y corto, y un rostro bastante normal que cualquier podría acabar olvidando si no tenía una relación profunda con él.
No fue hasta que se replanteó cruzar las piernas encima del escritorio y recostarse un poco sobre la silla que alguien hizo acto de presencia. Con el asiento algo reclinado, observo que una segunda persona entró detrás de la primera, ambas con la bandana. Irguió la silla antes de que cualquiera de las dos hubiera podido darse cuenta y acercó ligeramente la silla hasta su parte del mostrador.
— Buenos días — respondió ante su saludo. — Ya veo, ¿es para dos? Dejadme que le dé un vistazo — añadió alzando un poco la cabeza, para mirar directamente a Kimi.
Después, se retiraría dando un leve empujón con las manos a la mesa haciendo que las ruedas sonaran. Se acercó hasta un pequeño archivador, y empezó a rebuscar entre algunas carpetas.
Tomo esta misión como master, no tengo otra activa, blablabla y esas cosas
Una segunda kunoichi haría acto de presencia luego de que Moguko se manifestase en el edificio, lo cual no le resultaba para nada molesto pero si le obligaba a alzar un poco mas la guardia en lo que a formalidades se refería. Por alguna bendita razón, el ego de la muchacha le demandaba esta a la altura de las expectativas.
El recepcionista no actuaba en aquel lugar de manera regular, solamente estaba de paso por una misión. Probablemente cubriendo alguna suerte de vacación para algún empleado regular o algo por el estilo, vaya uno a saber.
—¿Para dos?
No pudo evitar preguntar a las palabras del muchacho. Se giró sobre si misma y observó por un segundo a su compatriota y luego de nuevo al recepcionista. ¿Pensaba que estaban juntas? ¿Cómo si fuesen parte de un equipo o algo por el estilo? Lo cierto era que no...
—Hmm... No tendría problema de trabajar en conjunto.
¿Pero por qué negarse a la oportunidad de colaborar con gente nueva y tender un nuevo puente en su vida?
—Me llamo Yamanouchi Moguko, genin médico. ¿Le gustaría trabajar conmigo el día de hoy?
No demoró mucho más en hacer su introducción y seguidamente formular la formal petición.
¡Le estaba pasando de nuevo! Era como si al entrar a la vez que otra persona para pedir una misión el encargado siempre tuviese que asumir que eran un equipo. Aquella chica no le caía mal a Kimi, ni mucho menos, ¡pero ni siquiera la conocía! No. Esta vez le diría algo al encargado. Le tenía que informar respetuosamente que no podían emparejar a todo genin que resultase entrar al mismo tiempo que alguien más.
— Eh... esto... —Levantó un poco las manos, mostrando las palmas, pero el chico ya se había ido a buscarles una misión.
La otra chica no tardó en girarse para presentarse de forma educada, preguntándole a Kimi si querría trabajar con ella.
— Por supuesto. —Respondió Kimi, con una sonrisa. La gente educada y agradable eran su debilidad—. Me llamo Kaminari Kimi. Sería un placer trabajar con usted, Yamanouchi-san.
El nombre de Kaminari Kimi probablemente se le haría conocido a Moguko, pues la jovencita tenía bastante buena fama en la villa tanto por ayudar a los más desfavorecidos en el comedor y la escuela de Karate de su familia adoptiva, los Kaminari, como por ser la hija biológica de una reconocidísima y talentosa jōnin que desapareció hacía tiempo, Minami Mika.
18/10/2022, 08:47 (Última modificación: 18/10/2022, 09:00 por Himura Ren. Editado 1 vez en total.)
Por suerte para el chunin que estaba cubriendo aquel puesto, las chicas no parecieron tardar mucho en hacer buenas migas. O simplemente algunas. Lo que le dió tiempo a estar un rato demás rebuscando, y tardando un par de minutos en volver a donde estaba antes, esta vez de pie. Sostenía entre sus manos varios papeles que daba la sensación de ser informes, mientras tenía varios rollos sobre la mesa que trajo bajo el brazo contrario. Dejó estos últimos sobre la mesa, mientras se dedicaba a ojear los que tenía, pasandolos hacia delante y hacia atrás tras darles un breve vistazo.
— Veamos... Esta no... ¿Esta que hace en el cajón de las D? — siguió pasando un par más de papeles. — Esta tiene todos los campos rellenos mal... Vale, esta os valdrá — dijo finalmente, dejando el papel frente a él en el desnivel del escritorio.
Después, buscaría entre los rollos sin mucha dificultad, para finalmente entregárselo a las dos jóvenes.
Ofrecido encima de la mesa, había un rollo de color verde oscuro que esperaba a que cualquiera de las dos lo tomara. Si lo abrían, podrían leer el contenido sin ningún problema. Y si lo desliaban un poco más, observarían un pequeño mapa con un punto rojo; tal vez alguna de las dos reconocía el nombre de alguna calle o su forma.
(D) Entrega a destiempo
Rango recomendado: Genin Nivel recomendado: - Solicitante: Hikari Lugar: Almacenes Tanako, Amegakure
Uno de nuestros repartidores lleva un par de días enfermo, y se nos han acumulado algunos de nuestros repartos que ya tienen algunos días de retraso. Nos gustaría si es posible si pueden enviar a alguien para echar una mano, con al menos un día podremos apañarnoslas, desatascando así la acumulación de trabajo que se nos ha creado. Estamos cerca del distrito de almacenes. Esperamos que este pequeño mapa sirva de ayuda.
Las formas y la etiqueta de Moguko le habían merecido un buen comienzo con su compatriota, era agradable poder coincidir con gente que supiese apreciar el esfuerzo que la muchacha ponía detrás de su forma de comunicarse.
—Kaminari.
Como si de un trueno se tratase, el nombre retumbaría en la mente de la kunoichi, lo conocía de un lado. ¿Pero sería posible que se tratase de la misma persona?
—Me disculpo si mi postura es errónea, y quizás lo sea...
Se aventuró a decir. Buscando en su mente las palabras adecuadas para hilar la pregunta que estaba apunto de soltar.
—¿La hija de Kaminari Raijin-sensei?
Consultaría la muchacha haciendo referencia al nombre del instructor del conocido dojo de la aldea. Alguna vez su padre le habría llegado a relatar historias de aquel gran hombre y el trabajo de su familia. Los ojos de la médica brillaban un poco ante la posibilidad de trabajar en conjunto con una estudiante de ese estilo.
En lo que esa conversación tenía lugar, el encargado mantendría su propia batalla con los formularios, pergaminos y demás papeles del escritorio. Finalmente y tras una declarada victoria para la gente que iba a hacer tramites a las oficinas publicas, el botín estaría servido en bandeja de plata.
El pergamino estaba a disposición de las kunoichi y pese a que Moguko se moría de ganas de consultar el interior de este, no podría evitar hacerse a un lado y ofrecerle con un respetuoso gesto de su mano acompañado de una ligera reverencia el honor de ser Kaminari quien tuviese la sorpresa de ver que harían aquella jornada.
Kaminari Kimi siempre intentaba actuar con calma y dignidad en público. Siempre intentando medir cuánto de sus emociones mostraba y actuando como si nada la sorprendiese, pero sin importar cuántas veces sucediese, todavía no se acostumbraba a que la reconociesen fuera de su barrio.
La chiquilla se rio un poco, llevándose la mano derecha a la nuca. Moguko podría entonces notar que que su brazo derecho no era igual que el izquierda, sino que estaba hecho completamente de metal. Del mismo modo, su ojo derecho también era distinto al otro, pues no sólo era de un color diferente sino que, de alguna manera, podría jurar que brillaba distinto.
— Esto... ¡Sí! Soy hija suya. —Admitió—. Mucho gusto.
En aquel momento el joven encargado colocó el pergamino en la mesa, a disposición de las genin. La Kaminari miró a su compañera para ofrecerle que tomase el pergamino, pero se vio sorprendida de nuevo cuando se encontró con que Moguko ya se había apartado.
— Muchas gracias. —Le agradeció tanto a su compañera como al chico, antes de tomar el pergamino para leerlo en voz alta.
Aparentemente unos almacenes habían tenido una baja en el plantel, así que necesitaban unos genin para hacer de repartidores. Una misión sencilla que podría fácilmente complicarse con el clima de la villa.
— ¿Quieres que salgamos ya, Yamanouchi-san? —Le ofreció a su compañera, con el pergamino en la mano, por si Moguko le pedía leerlo.
Era un poco difícil que no lo hubieras escuchado si pertenecías a Amegakure, y si tenías el más mínimo interés en el arte del Taijutsu también; cualquier luchador fuera de los ficticios muros que separaban los países habría escuchado ese apellido al menos una vez. Akira se sorprendió al escucharlo, arqueando ligeramente las cejas y abriendo los ojos, pausando su búsqueda en aquel mar de papeles.
— Bien, tened cuidado igualmente. Como se os caiga un paquete a las alcantarillas, ya podéis decir adiós; se convertirá en comida para los cocodrilos — añadió divertido, antes de volver a aquellas tareas administrativas.
El joven ninja, se maldeciría a lo largo del día por haber aceptado aquella misión. Era como si nadie trabajara allí, la mayoría de los papeles estaban en sitios que no correspondían o en su defecto tenían errores en todos lados. A lo mejor, aquel rumor de que los funcionarios no daban un palo al agua era más cierto que el de los caimanes y cocodrilos en el subsuelo de la aldea.
Si quereis tener un par de rondas libres, adelante e ignorar el siguiente mensaje hasta cuando preciséis.
Cuando las jovenes kunoichis alcanzaran el distrito industrial, podrían observar que se movían entre grandes naves con techos triangulados. Estos servían para canalizar el agua que caía y encauzarla a las canaletas que; o bien se iban por el desagüe, o bien se utilizaba para generar energía o depurarla para beber. En cualquier caso, su objetivo sería uno de aquellos grandes almacenes, y según las indicaciones del mapa correspondería a una nave con un gigantesco "02" escrito sobre la pared que daba a la calle principal.
En su mayoría todos los almacenes estaban hechos de chapas metálicas bastante resistentes, con grandes y pesadas vigas de acero en su interior como estructura base. La tipografía de los números era bastante formal, y todas las naves del distrito compartían el mismo tipo de números en la chapa frontal. A su vez, había una gigantesca puerta de dos piezas y a su lado, o en una de estas mismas, una más pequeña del tamaño de una persona.
En efecto, la kunoichi que tenía delante suya era la mismísima hija de aquella celebridad local, quien pudiese tener la suerte de la médica de poder trabajar juntas. Era un privilegio que no estaba dispuesta a rechazar.
—¡Por favor, faltaría más!
Se apresuraría a contestar a las palabras de agradecimiento de la muchacha al permitirle leer el pergamino para todos.
La misión era de lo más mundana, otro encargo básico para ninjas que recién arrancaban la carrera. La médica de a poco se iba a acostumbrando a que le tocasen esa clase de trabajos, ya había asistido en hospitales y herrerías, ahora tocaba un rubro un poco más cercano, al menos en lo que a delivery se trataba.
Era poesía para sus oídos escuchar la invitación de la bien llevada señorita que iba a ser su compañera ese día.
—Si te parece bien. Yo estoy más que lista. Podemos pasar por la armería en caso de que consideres necesario.
Sería entonces cuando atendería a las advertencias del encargado de las misiones. Los míticos cocodrilos de las alcantarillas. Un ligero escalofríos bajó por su espalda al recordar la experiencia cercana que había tenido con estas en el pasado. Prefería mantener las distancia en la medida de lo posible.
—¡Tendremos el debido cuidado!
Seguidamente no podría evitar acomodarse los lentes para disimular la incomodidad de revivir el recuerdo de la expedición.
Ah, sí. Los famosos rumores de los cocodrilos en las alcantarillas. Kimi realmente no era la clase de persona que creía en ese tipo de rumores, pero aún así sabía que debía tener todo el cuidado del mundo en no dejar caer su paquete. Si acababa cayéndose por las alcantarillas o en alguno de los muchos ríos que habían en la villa, podía decirle adiós para siempre. No por los cocodrilos, sino porque sin duda la corriente se lo llevaría rápidamente.
— Gracias por su consejo. Tendremos cuidado. —Le contestó de forma respetuosa al encargado, antes de girarse a su compañera, con una sonrisa agradable—. No creo que haga falta pasar por la armería, así que podemos dirigirnos ya a los almacenes.
Se despidió una vez más del encargado, agradeciéndole su servicio antes de salir junto a su compañera del edificio. Al salir, guardó el pergamino en su portaobjetos para evitar que se mojase y sacó una botella pequeña de agua, que procedió a beberse de un solo trago.
— ¿Alguna vez has visto a un cocodrilo, Yamanouchi-san? —Le preguntó, para hacer algo de conversación mientras caminaban.
Moguko no pudo evitar asentir con un leve gesto de su cabeza a la contestación de la kunoichi, el paso por la armería no sería necesario para ella. Y lo cierto era que para la médica mucho menos. Los almacenes serían la siguiente parada en su aventura.
Se acoplaría a la despedida del encargado y se apresuraría a colocarse su capucha para proteger su rostro del agua de lluvia, mas que nada sus lentes. A fin de cuenta sin ellos no podía apreciar nada del mundo.
No pudo evitar cruzarse de brazos al escuchar la interrogante de Kimi.
—Hmmm...
Soltaría a primeras.
—Debo decir que los únicos cocodrilos que he llegado a ver han sido en ilustraciones o imágenes en la computadora...
Contestaría con sinceridad para luego encogerse ligeramente de hombros. Más allá de algun tomo de fauna silvestre o alguna pagina de internet en la PC de la casa, realmente no tenía muchas
—Y las pocas menciones que se llega a escuchar por estos lados son de los mitos de las alcantarillas... ¿crees que sean ciertos?
Redoblaría la apuesta con respecto a los mitos, ahora devolviéndole la interrogante a su interlocutora sobre su fe en dichos rumores. ¿Sería Kimi una creyente, o quizás tendría pruebas sobre el asunto?
— No lo creo. —Respondió Kimi—. Probablemente solo sea algo que se dice para mantener a los niños alejados de los ríos y las alcantarillas.
Probablemente las rápidas corrientes de los ríos de Amegakure ya deberían ser advertencia suficiente, pero con los niños nunca se sabe.
— Entonces... ¿eres médico? —Comentó. Lo había visto en el Kanji que llevaba la chica en su espalda—. Me había interesado mucho la medicina en la academia, pero se me da muy mal todo lo que no sean artes marciales, así que realmente no pasé de las clases introductorias de primeros auxilios.
Se llevó una mano a la nuca. Realmente le avergonzaba un poco admitirlo, pero todo lo que era control del chakra se le daba fatal. ¡Ni siquiera podía andar sobre el agua! Lo único que se le daba bien eran las técnicas que su madre le había dejado.
Moguko asintió con un leve gesto de su cabeza, recordando su propia experiencia en el interior de las alcantarillas. Había una cantidad considerable de razones para no causar disturbios en los niveles subterráneos de Amegakure.
Kimi había notado la insignia que cargaba en su espalda, la capa blanca que la protegía de la lluvia era también una suerte de bandera de tregua. De esas que uno podía flamear en el campo de batalla para evitar comerse un flechazo o un espadazo innecesario.
—¿En serio?
Soltó con genuina sorpresa, la prejuiciosa Yamanouchi, que tenía una imagen mental de la kunoichi quizás demasiado subida a un pedestal.
—La medicina ninja fue algo que terminé heredando de mi madre... creo que sin su riguroso método de entrenamiento no me habría ido mucho mejor en la academia.
Llegó a soltar en defensa de la joven peleadora.
—¡Las artes marciales me gustaron siempre! Pero no soy muy buena debo confesar, más allá de la guardia que aprendimos en la academia, no se mucho más. Mi pasión es la esgrima.
Terminaría diciendo cometiendo un par de sincericidios en el proceso.
Al notar la sorpresa de su compañera, Kimi no pudo evitar reírse un poco. Realmente, aquella era una reacción que recibía más que a menudo, pues aparentemente la gente solía tener una imagen demasiado buena de ella.
— Oh. A mi padre también le interesa mucho la esgrima, así que nos ha enseñado un poco. —Mencionó Kimi—. Si lo desea, podría venir a entrenar a nuestro dojo. —La invitó, con una sonrisa amable.
Mientras hablaban, las chicas pronto se darían cuenta de que ya habían llegado al distrito industrial, donde tendrían que encontrar la nave indicada.