25/03/2016, 01:44
—Es bonit...
—¿¡Pero cómo cojones piensas meter un estanque en un décimo piso?! —replicó Zetsuo, ahogando la respuesta de Daruu, y Ayame sonrió con cierto nerviosismo.
—En la bañera... ¡Es broma! ¡Es broma! —se apresuró a aclarar, al percibir los reprobadores ojos de su padre.
—Oye, estaba pensando... ¿No os apetece un baño nocturno? —sugirió Kiroe, que se había acercado junto a Zetsuo al estanque. Daruu la miró alarmada, Ayame la miró con un gesto similar, Zetsuo alzó una ceja, y Kōri mantuvo la misma cara de impasibilidad—. No, en el estanque no, ceporro —especificó—. Un baño calentito en las aguas termales del hotel. Ya que está todo pagado...
—Ay... Yo sí quiero probarlo. Además, tengo los pies molidos de tanto caminar... ¿Podemos? —le preguntó directamente a su padre, como una niña pequeña que pide permiso para un capricho.
—¿A estas horas de la noche?
—Yo... Creo que será mejor que os espere en la habitación.
La intervención de Kōri alarmó a Ayame, y al darse la vuelta hacia él comprobó que se removía en su sitio, inusualmente nervioso.
«Ay, es verdad, no le sienta nada bien el calor...»
—¿¡Pero cómo cojones piensas meter un estanque en un décimo piso?! —replicó Zetsuo, ahogando la respuesta de Daruu, y Ayame sonrió con cierto nerviosismo.
—En la bañera... ¡Es broma! ¡Es broma! —se apresuró a aclarar, al percibir los reprobadores ojos de su padre.
—Oye, estaba pensando... ¿No os apetece un baño nocturno? —sugirió Kiroe, que se había acercado junto a Zetsuo al estanque. Daruu la miró alarmada, Ayame la miró con un gesto similar, Zetsuo alzó una ceja, y Kōri mantuvo la misma cara de impasibilidad—. No, en el estanque no, ceporro —especificó—. Un baño calentito en las aguas termales del hotel. Ya que está todo pagado...
—Ay... Yo sí quiero probarlo. Además, tengo los pies molidos de tanto caminar... ¿Podemos? —le preguntó directamente a su padre, como una niña pequeña que pide permiso para un capricho.
—¿A estas horas de la noche?
—Yo... Creo que será mejor que os espere en la habitación.
La intervención de Kōri alarmó a Ayame, y al darse la vuelta hacia él comprobó que se removía en su sitio, inusualmente nervioso.
«Ay, es verdad, no le sienta nada bien el calor...»