31/03/2016, 05:13
¡La madre que le…! Aquel tipo le apretó con tanta fuerza la mano que pensó que se la iba a partir. De hecho, la súbita ráfaga de dolor provocó que se desconcentrase lo suficiente como para que uno de sus Henges Inversos se deshiciese. Por suerte, ambos fardos estaban en un bolsillo interior de su yukata, donde nadie apreciaría la transformación.
—¡Cagonmimadre, Haskoz-san! Estás hecho un tirillas —apostilló, riendo de nuevo—. ¿Y tu amiga es...?
Datsue estaba demasiado preocupado por perder su propia transformación como para responder a aquello. Por suerte, Anzu pareció reaccionar:
—Me llaman Anzu —respondió, extendiendo la mano derecha.
—¡Anzu! —replicó el tuerto, con tono jocoso—. Bonito nombre. A mí me llaman Katame... Por obvias razones —agregó, con una fiera sonrisa que dejó al descubierto su dentadura enteramente chapada en oro.
¿Katame? ¿Así le llamaba también Haskoz? Las dudas de cómo debía comportarse no dejaban de asolar la mente del Uchiha. ¿Cómo se suponía que iba a librarse de aquello? Cualquier desliz, cualquier comentario fuera de lugar… y sería un cadáver más olvidado en alguna callejuela de Shinogi-to.
—Por las tetas de Amaterasu, Haskoz-san, ¡esta mujer tiene más garra que tú! ¿Por eso la has traído? ¿Para que te haga de guardaespaldas?
Jo-der con las pullas. Aquel hombre estaba dejando la imagen de Haskoz por los suelos, y eso… le encantaba. Tener la oportunidad de humillar al hombre que afirmaba ser su padre era una oportunidad que difícilmente volvería a tener. Sin embargo…
Joder, si no fuese por esta situación.
Sin embargo, si quería mantener su papel, debía actuar en consecuencia. No creía que Haskoz se mantuviese impasible ante una broma de aquel tipo, aunque, ¿cómo actuaría? ¿Se mostraría agresivo? ¿U optaría por la ironía?
Alzó la mano con la que había dado el apretón, abriéndola y cerrándola con lentitud mientras la miraba, pensativo. Que cada uno se imaginase su gesto como quisiese, lo que el Uchiha pretendía realmente era ganar tiempo.
—Son otros tiempos —dijo finalmente, tirando de tópico—. Las cosas cambian —Venga, otro tópico más y te conviertes en el perfecto charlatán de taberna. ¡Di algo mejor, joder!—. Pero hay cosas que no cambian, sino que permanecen —aseguró de pronto, con una seguridad que le sorprendió hasta a sí mismo. Mierda… ¡¿Y ahora qué digo?! ¿Qué es lo que no cambia?
»Como mis ojos —dijo finalmente, volviendo a tirar de tópico para salir del atolladero. Al fin y al cabo, ¿qué Uchiha no había alardeado alguna vez de sus ojos?
Y hablando de ojos... Casi por instinto de supervivencia, Datuse activó su Sharingan. Quería comprobar el nivel de chakra de aquel hombretón. Ver si era tan fuerte como lo parecía. Además, sabía que gracias al Henge no jutsu nadie debería darse cuenta de la activación de su Dojutsu. Al menos, no mientras mantuviese la transformación.
—¡Cagonmimadre, Haskoz-san! Estás hecho un tirillas —apostilló, riendo de nuevo—. ¿Y tu amiga es...?
Datsue estaba demasiado preocupado por perder su propia transformación como para responder a aquello. Por suerte, Anzu pareció reaccionar:
—Me llaman Anzu —respondió, extendiendo la mano derecha.
—¡Anzu! —replicó el tuerto, con tono jocoso—. Bonito nombre. A mí me llaman Katame... Por obvias razones —agregó, con una fiera sonrisa que dejó al descubierto su dentadura enteramente chapada en oro.
¿Katame? ¿Así le llamaba también Haskoz? Las dudas de cómo debía comportarse no dejaban de asolar la mente del Uchiha. ¿Cómo se suponía que iba a librarse de aquello? Cualquier desliz, cualquier comentario fuera de lugar… y sería un cadáver más olvidado en alguna callejuela de Shinogi-to.
—Por las tetas de Amaterasu, Haskoz-san, ¡esta mujer tiene más garra que tú! ¿Por eso la has traído? ¿Para que te haga de guardaespaldas?
Jo-der con las pullas. Aquel hombre estaba dejando la imagen de Haskoz por los suelos, y eso… le encantaba. Tener la oportunidad de humillar al hombre que afirmaba ser su padre era una oportunidad que difícilmente volvería a tener. Sin embargo…
Joder, si no fuese por esta situación.
Sin embargo, si quería mantener su papel, debía actuar en consecuencia. No creía que Haskoz se mantuviese impasible ante una broma de aquel tipo, aunque, ¿cómo actuaría? ¿Se mostraría agresivo? ¿U optaría por la ironía?
Alzó la mano con la que había dado el apretón, abriéndola y cerrándola con lentitud mientras la miraba, pensativo. Que cada uno se imaginase su gesto como quisiese, lo que el Uchiha pretendía realmente era ganar tiempo.
—Son otros tiempos —dijo finalmente, tirando de tópico—. Las cosas cambian —Venga, otro tópico más y te conviertes en el perfecto charlatán de taberna. ¡Di algo mejor, joder!—. Pero hay cosas que no cambian, sino que permanecen —aseguró de pronto, con una seguridad que le sorprendió hasta a sí mismo. Mierda… ¡¿Y ahora qué digo?! ¿Qué es lo que no cambia?
»Como mis ojos —dijo finalmente, volviendo a tirar de tópico para salir del atolladero. Al fin y al cabo, ¿qué Uchiha no había alardeado alguna vez de sus ojos?
Y hablando de ojos... Casi por instinto de supervivencia, Datuse activó su Sharingan. Quería comprobar el nivel de chakra de aquel hombretón. Ver si era tan fuerte como lo parecía. Además, sabía que gracias al Henge no jutsu nadie debería darse cuenta de la activación de su Dojutsu. Al menos, no mientras mantuviese la transformación.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado