31/03/2016, 16:17
La flamígera combinación había salido a pedir de boca. Una auténtica obra de arte compuesta por fuego, vapor, aire y destrucción total de todo lo que había de por medio. Suerte que nadie se iba a cruzar por el camino, porque muy bien parada no hubiese acabado. Ante todo, los chicos retozaron en alegría. Parecían mas que sorprendidos con el resultado, y desde luego no era para menos... ni estudiándolo mas a fondo habrían sido capaces de organizarse con ese resultado. Casualidad o no, el resultado había sido excelente.
Mogura no pudo evitar el entusiasmo tampoco, hasta soltó una burrada similar a que la bocanada de fuego le había hablado o algo similar, dato al que la kunoichi no hizo apenas caso. Tras de ello, alzó su diestra, aún tembloroso ante el rugido de fuego. Sin mas, solicitó a la Sarutobi que la chocase, soltando una grotesca carcajada. No cabía duda, el experimento le había gustado, mucho.
La peliblanco sonrió de nuevo, y terminó chocando su diestra contra la del chico. Un contundente aplauso sonó, entre que ambos reían.
—Que buena combinación... Ya te lo dije. Jajajaja.—
Entre tanto, el vapor iba quedando poco a poco en el olvido. Todo volvía a su tranquila apariencia anterior, bueno casi todo, pues la intensa lluvia arrastraba de nuevo todo a un constante vaivén bajo su manto. Lejos quedaba el anterior fogonazo, todo quedaba eclipsado de nuevo bajo ese grisáceo cielo.
—Oye, ¿te hace comer unos fideos en la ciudad, Mogura?—
Tras la breve demostración, y teniendo en cuenta que aún le quedaría un rato para llegar andando hasta Amegakure, ya habría entrenado mas que de sobra su equilibrio en el agua. Podía permitirse ese lujo, al menos por un día. Aunque eso era lo que pensaba al haber dejado de lado su principal moción que la llevaba a hacer esos entrenamientos. Quizás hasta a mitad de camino se arrepentía, pero de momento había optado por liberarse un rato del estrés y la rutina.
Todo el mundo merece un descanso, aunque sea de a siglo en siglo. Ya había dejado caer la oferta, cosa de su antagonista era aceptar o no.
Mogura no pudo evitar el entusiasmo tampoco, hasta soltó una burrada similar a que la bocanada de fuego le había hablado o algo similar, dato al que la kunoichi no hizo apenas caso. Tras de ello, alzó su diestra, aún tembloroso ante el rugido de fuego. Sin mas, solicitó a la Sarutobi que la chocase, soltando una grotesca carcajada. No cabía duda, el experimento le había gustado, mucho.
La peliblanco sonrió de nuevo, y terminó chocando su diestra contra la del chico. Un contundente aplauso sonó, entre que ambos reían.
—Que buena combinación... Ya te lo dije. Jajajaja.—
Entre tanto, el vapor iba quedando poco a poco en el olvido. Todo volvía a su tranquila apariencia anterior, bueno casi todo, pues la intensa lluvia arrastraba de nuevo todo a un constante vaivén bajo su manto. Lejos quedaba el anterior fogonazo, todo quedaba eclipsado de nuevo bajo ese grisáceo cielo.
—Oye, ¿te hace comer unos fideos en la ciudad, Mogura?—
Tras la breve demostración, y teniendo en cuenta que aún le quedaría un rato para llegar andando hasta Amegakure, ya habría entrenado mas que de sobra su equilibrio en el agua. Podía permitirse ese lujo, al menos por un día. Aunque eso era lo que pensaba al haber dejado de lado su principal moción que la llevaba a hacer esos entrenamientos. Quizás hasta a mitad de camino se arrepentía, pero de momento había optado por liberarse un rato del estrés y la rutina.
Todo el mundo merece un descanso, aunque sea de a siglo en siglo. Ya había dejado caer la oferta, cosa de su antagonista era aceptar o no.