31/03/2016, 23:20
Cuando Ayame depositó la bolsa de bollitos entre Kori y ella, su hermano alargó el brazo e inclinó la espalda y cogió dos, no un bollito con una mano. Dejó uno sobre la otra mano, y se quedó allí, mirándola intensamente unos segundos.
—Yo... Lo siento... —balbuceó, con un hilo de voz que amenazaba con nuevos sollozos—. Por lo de los bollitos... Y... Por intentar irme así...
Repentinamente y como una centella, uno de los dos bollitos golpeó la cara de Ayame con la parte plana. Afortunadamente, la textura blanda del pastel hizo que apenas sintiera una caricia, sorprendentemente, y el bollo aterrizó en sus manos con delicadeza.
—Ahora te lo comes, te callas y escuchas —ordenó Kori, y dio un bocado del suyo con su habitual falta de expresión.
Esperó otros veinte segundos más, aproximadamente, pero hasta que Ayame no probara bocado no se dignaría a continuar:
—Cuando te eligieron como jinchuuriki, unos extraños que decían representar al clan Hozuki vinieron a casa, reclamandote como suyo por pertenecer, supuestamente, a su clan —explicó—. Obviamente, papá se negó y denunció a la Arashikage los hechos. Entonces, el tío Karoi se ofreció para entregarse a su voluntad y mantenerse en la organización como un doble agente. Hasta ahora, eso ha servido para poco, porque los Hozuki nunca confiaron del todo en él y no le revelaron la ubicación de la guarida ni el lugar de sus reuniones. Pretendían decírselo, pero sólo cuando te entregara.
»El tío ha intentado ganar tiempo, pero al parecer, o se cansaron o descubrieron para quién trabajaba en realidad. Ahora tendrá que volver a la vida normal, y todos... deberíamos tener más cuidado. Supongo que Yui acabará con ellos, los detendrá, o algo, pero quizás les de tiempo a escapar o haya un reducto más allá de la aldea. Lo importante... es que ahora estás a salvo.
Se comió el resto del bollito de un sólo bocado y alcanzó la bolsa para coger otro más.
—¿Te gusta Hanaiko Daruu?
La pregunta vino por sorpresa, como una puñalada por la espalda. No había intenciones ocultas en ella, y si las había jamás podría haberlas adivinado. El rostro de Kori era todo hielo, un espejo sin reflejos. Vino rápida, apenas una pequeña pausa tras toda la explicación anterior.
—Yo... Lo siento... —balbuceó, con un hilo de voz que amenazaba con nuevos sollozos—. Por lo de los bollitos... Y... Por intentar irme así...
Repentinamente y como una centella, uno de los dos bollitos golpeó la cara de Ayame con la parte plana. Afortunadamente, la textura blanda del pastel hizo que apenas sintiera una caricia, sorprendentemente, y el bollo aterrizó en sus manos con delicadeza.
—Ahora te lo comes, te callas y escuchas —ordenó Kori, y dio un bocado del suyo con su habitual falta de expresión.
Esperó otros veinte segundos más, aproximadamente, pero hasta que Ayame no probara bocado no se dignaría a continuar:
—Cuando te eligieron como jinchuuriki, unos extraños que decían representar al clan Hozuki vinieron a casa, reclamandote como suyo por pertenecer, supuestamente, a su clan —explicó—. Obviamente, papá se negó y denunció a la Arashikage los hechos. Entonces, el tío Karoi se ofreció para entregarse a su voluntad y mantenerse en la organización como un doble agente. Hasta ahora, eso ha servido para poco, porque los Hozuki nunca confiaron del todo en él y no le revelaron la ubicación de la guarida ni el lugar de sus reuniones. Pretendían decírselo, pero sólo cuando te entregara.
»El tío ha intentado ganar tiempo, pero al parecer, o se cansaron o descubrieron para quién trabajaba en realidad. Ahora tendrá que volver a la vida normal, y todos... deberíamos tener más cuidado. Supongo que Yui acabará con ellos, los detendrá, o algo, pero quizás les de tiempo a escapar o haya un reducto más allá de la aldea. Lo importante... es que ahora estás a salvo.
Se comió el resto del bollito de un sólo bocado y alcanzó la bolsa para coger otro más.
—¿Te gusta Hanaiko Daruu?
La pregunta vino por sorpresa, como una puñalada por la espalda. No había intenciones ocultas en ella, y si las había jamás podría haberlas adivinado. El rostro de Kori era todo hielo, un espejo sin reflejos. Vino rápida, apenas una pequeña pausa tras toda la explicación anterior.