5/04/2016, 23:36
Daruu sacó de la despensa un par de envases y las dejó en la mesa, uno para cada uno. Y aledaño a la misma, unos cuantos sacos de harina esperaban ansiosos a ser usados. No obstante, el tiburón clavó su mirada en el utensilio que su interlocutor le facilitó para, lo que pensaba él, sería su propio instrumento para practicar en la fabricación de su propia pizza.
Entonces él empezó a hablar, como quien es asiduo a impartir sus conocimientos a alguien.
—Hacer la masa es súper sencillo, pero tienes que tener claro el procedimiento y utilizar la cantidad adecuada para las personas que van a comer —explicó—. Por supuesto, voy a tomar por hecho que tienes mucha hambre, y yo soy un voraz comedor de pizzas así que vamos a hacer unas cuatro o cinco... ¿No?
Asintió con la cabeza y dejó que prosiguiera. Está bien que luciera como una bestia, pero no necesariamente tenía que comer como una.
»También hay que decidir si quieres la masa fina, o la masa gruesa, más contundente —añadió Daruu—. Como quieras.
—Me da igual. La textura no es precisamente algo de lo que pueda disfrutar, teniendo en cuenta...
Sonrió y se señaló a sí mismo ls manija de navajas, pequeñas como un diente común, pero tan afiladas que hasta parecían brillar cuando la luz tocaba su superficie.
—Sigamos, sigamos. ¿Ahora qué? —resultaba evidente la poca paciencia que tenía para ese tipo de cosas. Muchos lidiaron con ello durante su entrenamiento en el Valle Aodori, y ahora Daruu también tenía que hacerlo. Enseñarle al tiburón no era una tarea precisamente sencilla, después de todo.
Entonces él empezó a hablar, como quien es asiduo a impartir sus conocimientos a alguien.
—Hacer la masa es súper sencillo, pero tienes que tener claro el procedimiento y utilizar la cantidad adecuada para las personas que van a comer —explicó—. Por supuesto, voy a tomar por hecho que tienes mucha hambre, y yo soy un voraz comedor de pizzas así que vamos a hacer unas cuatro o cinco... ¿No?
Asintió con la cabeza y dejó que prosiguiera. Está bien que luciera como una bestia, pero no necesariamente tenía que comer como una.
»También hay que decidir si quieres la masa fina, o la masa gruesa, más contundente —añadió Daruu—. Como quieras.
—Me da igual. La textura no es precisamente algo de lo que pueda disfrutar, teniendo en cuenta...
Sonrió y se señaló a sí mismo ls manija de navajas, pequeñas como un diente común, pero tan afiladas que hasta parecían brillar cuando la luz tocaba su superficie.
—Sigamos, sigamos. ¿Ahora qué? —resultaba evidente la poca paciencia que tenía para ese tipo de cosas. Muchos lidiaron con ello durante su entrenamiento en el Valle Aodori, y ahora Daruu también tenía que hacerlo. Enseñarle al tiburón no era una tarea precisamente sencilla, después de todo.