6/04/2016, 00:58
Ayame sonrió perversamente, y Kori levantó una ceja, confuso. De su actitud a punto de derrumbarse no quedaba ni rastro. Como si acabase de tener alguna idea de bombero.
—Aaaaahhhh... Ya sé a qué viene todo esto de Daruuuuu. Nunca me has visto con otro chico que no fueras tú, y claroo... —Ahí estaba, definitivamente. Ladeó el rostro, soltó una risilla juguetona y le señaló con el dedo índice—. Tienes que actuar como el hermano mayor.
»¡Estás CELOSO!
Si Zetsuo hubiera aparecido en aquél momento, en el claro, tal vez hubiera pensado que aquél señor que vestía de blanco no era en absoluto su hijo Kori. Nada habitual en él, el muchacho había soltado una distendida carcajada, que sin duda era una de muchas en una fracción abismal, abismal de tiempo.
Pero cuando se limpió las lágrimas su rostro apenas tardó unos segundos en recuperar su falta de expresividad.
—Eres tonta, hermanita —aseguró—. Mi papel de hermano mayor es sólo asegurar que no te pase nada. Y si Daruu resulta ser un buen chico, pues está bien así.
Terminó el último bocado de su bollito. Echó un vistazo a la bolsa. Le brillaron los ojos.
Cogió otro y le dio un bocado.
—Además, a lo mejor sabe hacer también estos bollitos, y si eso es así... pues está bien así, también —aseguró, con un especial brillo de entusiasmo en sus ojos. Bueno, el brillo de entusiasmo que Ayame sabía distinguir entre el mar de inocuidad de los gestos de Kori—. ¿No tienes alguna pregunta más? Dejemos lo de Daruu. Es posible que no podamos hablar de lo de Kusagakure con tranquilidad y con sinceridad a partir de que vuelva padre.
—Aaaaahhhh... Ya sé a qué viene todo esto de Daruuuuu. Nunca me has visto con otro chico que no fueras tú, y claroo... —Ahí estaba, definitivamente. Ladeó el rostro, soltó una risilla juguetona y le señaló con el dedo índice—. Tienes que actuar como el hermano mayor.
»¡Estás CELOSO!
Si Zetsuo hubiera aparecido en aquél momento, en el claro, tal vez hubiera pensado que aquél señor que vestía de blanco no era en absoluto su hijo Kori. Nada habitual en él, el muchacho había soltado una distendida carcajada, que sin duda era una de muchas en una fracción abismal, abismal de tiempo.
Pero cuando se limpió las lágrimas su rostro apenas tardó unos segundos en recuperar su falta de expresividad.
—Eres tonta, hermanita —aseguró—. Mi papel de hermano mayor es sólo asegurar que no te pase nada. Y si Daruu resulta ser un buen chico, pues está bien así.
Terminó el último bocado de su bollito. Echó un vistazo a la bolsa. Le brillaron los ojos.
Cogió otro y le dio un bocado.
—Además, a lo mejor sabe hacer también estos bollitos, y si eso es así... pues está bien así, también —aseguró, con un especial brillo de entusiasmo en sus ojos. Bueno, el brillo de entusiasmo que Ayame sabía distinguir entre el mar de inocuidad de los gestos de Kori—. ¿No tienes alguna pregunta más? Dejemos lo de Daruu. Es posible que no podamos hablar de lo de Kusagakure con tranquilidad y con sinceridad a partir de que vuelva padre.