6/04/2016, 12:10
Todo sucedió tan rápidamente que la kunoichi de Takigakure no tuvo tiempo ni para pestañear. De repente, Daruu le dijo algo en voz baja, hizo un sello, y ambos se vieron propulsados hacia arriba con una fuerza inusual. Anzu tardó unos instantes en darse cuenta de que un bloque de madera había surgido bajo sus propios pies, y se alzaba como una columna celestial hacia el mismísimo Sol... Bueno, puede que no llegase a tanto; pero sin duda era suficiente para saltar ágilmente al tejado contiguo.
—Creo que nuestro amigo Satoru está escondido dentro de ahí —el de Amegakure señaló el contenedor, que irremediablemente había subido con ellos—. Y sinceramente estoy empezando a cagarme un poco en los pantalones, ¿tú has sentido eso? Era como si... como si...
—Ese tío es un jodido monstruo —balbuceó la Yotsuki, todavía en estado de shock—. ¿Qué nos ha pasado? Nunca había visto a nadie hacer algo así...
De repente, los gennin empezaron a notar aquella presión. Anzu, que ya se había reincorporado de la caída contra el contenedor, trató de saltar al tejado para emprender una carrera por su vida. Sin embargo, notó cómo todo su cuerpo le pesaba terriblemente; era como si la gravedad hubiera quintuplicado su atracción en ella. Daruu experimentaría los mismos efectos. No podían huír.
—¡No podéis escapar, criajos del demonio!
Ante ellos apareció la figura del robusto mercenario. Sin dejar de taladrarlos con su chakra y mirada a partes iguales, el tipo cogió el pesado contenedor con ambas manos... Y lo levantó en peso. Los gruesos músculos de sus brazos se tensaron como cuerdas ante el esfuerzo cuando volcó el cubo metálico. Basura de variada índole quedó desparramada por el tejado... Pero ni rastro de Satoru. El mercenario frunció los labios en una mueca de disgusto.
—Así que sólo estábais distrayéndome para que Satoru-sama pudiera escapar...
—Pero qué... Cojones... Estás.... Diciendo... —balbuceó la Yotsuki, que sentía como si le estuvieran retorciendo el esófago—. No sabemos... Nada de... Ese Satoru...
—¡Mientes! —de repente sus ojos oscuros y afilados se fijaron en Daruu—. ¡Y tú! Tú eres Hanaiko Daruu, de Amegakure. ¡Un guerrero prometedor como tú debería tener más dignidad! ¿Qué dirá tu Kage cuando sepa que estás negando ayuda al propio Machii Isao, pariente cercano de Daimyo-sama?
Anzu se quedó paralizada. No es que ya no lo estuviera a causa del poderoso chakra de aquel hombre, sino porque éste afirmaba que le había contratado, nada más y nada menos, que algún primo del Señor Feudal de Hi no Kuni.
—Creo que nuestro amigo Satoru está escondido dentro de ahí —el de Amegakure señaló el contenedor, que irremediablemente había subido con ellos—. Y sinceramente estoy empezando a cagarme un poco en los pantalones, ¿tú has sentido eso? Era como si... como si...
—Ese tío es un jodido monstruo —balbuceó la Yotsuki, todavía en estado de shock—. ¿Qué nos ha pasado? Nunca había visto a nadie hacer algo así...
De repente, los gennin empezaron a notar aquella presión. Anzu, que ya se había reincorporado de la caída contra el contenedor, trató de saltar al tejado para emprender una carrera por su vida. Sin embargo, notó cómo todo su cuerpo le pesaba terriblemente; era como si la gravedad hubiera quintuplicado su atracción en ella. Daruu experimentaría los mismos efectos. No podían huír.
—¡No podéis escapar, criajos del demonio!
Ante ellos apareció la figura del robusto mercenario. Sin dejar de taladrarlos con su chakra y mirada a partes iguales, el tipo cogió el pesado contenedor con ambas manos... Y lo levantó en peso. Los gruesos músculos de sus brazos se tensaron como cuerdas ante el esfuerzo cuando volcó el cubo metálico. Basura de variada índole quedó desparramada por el tejado... Pero ni rastro de Satoru. El mercenario frunció los labios en una mueca de disgusto.
—Así que sólo estábais distrayéndome para que Satoru-sama pudiera escapar...
—Pero qué... Cojones... Estás.... Diciendo... —balbuceó la Yotsuki, que sentía como si le estuvieran retorciendo el esófago—. No sabemos... Nada de... Ese Satoru...
—¡Mientes! —de repente sus ojos oscuros y afilados se fijaron en Daruu—. ¡Y tú! Tú eres Hanaiko Daruu, de Amegakure. ¡Un guerrero prometedor como tú debería tener más dignidad! ¿Qué dirá tu Kage cuando sepa que estás negando ayuda al propio Machii Isao, pariente cercano de Daimyo-sama?
Anzu se quedó paralizada. No es que ya no lo estuviera a causa del poderoso chakra de aquel hombre, sino porque éste afirmaba que le había contratado, nada más y nada menos, que algún primo del Señor Feudal de Hi no Kuni.