9/04/2016, 17:35
La chica se embajonó por completo al ver el panorama. La panadería realmente estaba hasta los topes, no cabía ni un alfiler entre persona y persona. Realmente era una locura pensar en la opción de esperar turno en esa muchedumbre, absurdo. Como mucho podían acudir a una panadería diferente, o simplemente desistir.
Lejos de las opciones que rondaban la cabeza de la chica, Karamaru lanzó su propuesta. Atrás quedaba el chico que casi empezaba a parecer normal, mucho cambió de nuevo su perspectiva acerca de un chico normal y corriente que había tomado como ejemplo a seguir a su abuelo... ¿Sería un pervertido ese viejo del que hablaba? Diablos, qué ejemplo...
Dejó caer un suspiro tras esa propuesta. Ni por asomo pensaba ir a casa de un desconocido que solo hacía decir cosas disparatadas y parecía una especie de maníaco sexual. ¿Qué clase de chico se había formado en esa aldea sin ningún tipo de bochorno social ante ese tipo de proposiciones? Se llevó la mano de nuevo hacia el pelo, y nuevamente se echó la cabellera excedente hacia detrás, quizás estaba siendo su manera de calmarse e intentar no ser una bruta.
—Mira, Karamaru... no estoy interesada en ir a tu casa. Quizás podamos encontrar otro sitio, no será por falta de sitios para comprar ese aperitivo que te hice tirar.—
Sin mas, comenzó a andar de nuevo, ésta vez en busca de otra tienda algo menos abarrotada. Obviamente, no pensaba ir a casa del chico. Entre tanto, miraba de un lado a otro, buscando una tienda que tuviese ese maldito aperitivo del infierno.
Lejos de las opciones que rondaban la cabeza de la chica, Karamaru lanzó su propuesta. Atrás quedaba el chico que casi empezaba a parecer normal, mucho cambió de nuevo su perspectiva acerca de un chico normal y corriente que había tomado como ejemplo a seguir a su abuelo... ¿Sería un pervertido ese viejo del que hablaba? Diablos, qué ejemplo...
Dejó caer un suspiro tras esa propuesta. Ni por asomo pensaba ir a casa de un desconocido que solo hacía decir cosas disparatadas y parecía una especie de maníaco sexual. ¿Qué clase de chico se había formado en esa aldea sin ningún tipo de bochorno social ante ese tipo de proposiciones? Se llevó la mano de nuevo hacia el pelo, y nuevamente se echó la cabellera excedente hacia detrás, quizás estaba siendo su manera de calmarse e intentar no ser una bruta.
—Mira, Karamaru... no estoy interesada en ir a tu casa. Quizás podamos encontrar otro sitio, no será por falta de sitios para comprar ese aperitivo que te hice tirar.—
Sin mas, comenzó a andar de nuevo, ésta vez en busca de otra tienda algo menos abarrotada. Obviamente, no pensaba ir a casa del chico. Entre tanto, miraba de un lado a otro, buscando una tienda que tuviese ese maldito aperitivo del infierno.