11/04/2016, 00:38
(Última modificación: 11/04/2016, 00:38 por Amedama Daruu.)
—Me da igual. La textura no es precisamente algo de lo que pueda disfrutar, teniendo en cuenta...
Kaido sonrió y se señaló los dientes. Hasta ahora, Daruu no había advertido en ellos, pero sin duda era algo que se advertía casi solo, y desde luego algo para lo que uno debería estar advertido. En lugar de rectángulos de diferentes formas, como los dientes de una persona humana normal, los suyos eran afilados y triangulares, acabados en punta. Brillaban como un conjunto de cuchillas preparadas para triturar cualquier cosa que pasara por allí.
Daruu retrocedió unos centímetros y tragó saliva.
—Sigamos, sigamos. ¿Ahora qué?
—Eh... esto... —Después del shock, tuvo que dudar un segundo antes de seguir con la explicación—. La masa gruesa llena más, y se supone que no es la receta tradicional. Pero tenemos hambre, de modo que vamos a ello.
Sacó una pesa y un bol. Puso el bol encima de la pesa y empezó a añadir harina de la gran bolsa que había entre los dos con una cuchara sopera.
—Por cada pizza, 200 gramos de harina de fuerza —indicó—. —Medio vaso de agua. Si luego queda muy seca y la masa no integra todo el ingrediente bien, añadimos un poco más, pero por el momento bastará.
Se retiró hacia la isla de la cocina y tiró de la manija del grifo. Agarró un vaso cercano y lo puso bajo la corriente de agua hasta llenarlo por la mitad. Volvió hasta el bol y lo virtió con delicadeza.
—Dos cucharadas de aceite de oliva —Cogió el bote del aceite, pero en lugar de echar dos cucharadas echó un chorro bien medido a ojo—. He hecho muchas pizzas en mi vida, perdona. Tengo ojo para esto ya.
Depositó el aceite y trajo consigo una pequeña bolsita de grano, parecida a la harina pero de un color dorado y con mucha menos consistencia.
—Esto le va genial. 110 gramos de sémola de trigo. La hace más crujiente. —Arrojó la cantidad medida previamente en la pesa y con ayuda del vaso del agua, ahora vacío—. Media cucharada sopera de sal, e, importante, un sobre de levadura seca de panadería.
Echó el resto de ingredientes uno a uno y se sacudió las manos, satisfecho. Asintió contemplando el mejunge sin mezclar que había dejado en el bol, y le prestó uno a Kaido.
—Ahora tú. Si tienes dudas sobre la cantidad, te lo iré diciendo. Cuando tengas todos los ingredientes en tu bol, procederemos a amasar.
Kaido sonrió y se señaló los dientes. Hasta ahora, Daruu no había advertido en ellos, pero sin duda era algo que se advertía casi solo, y desde luego algo para lo que uno debería estar advertido. En lugar de rectángulos de diferentes formas, como los dientes de una persona humana normal, los suyos eran afilados y triangulares, acabados en punta. Brillaban como un conjunto de cuchillas preparadas para triturar cualquier cosa que pasara por allí.
Daruu retrocedió unos centímetros y tragó saliva.
—Sigamos, sigamos. ¿Ahora qué?
—Eh... esto... —Después del shock, tuvo que dudar un segundo antes de seguir con la explicación—. La masa gruesa llena más, y se supone que no es la receta tradicional. Pero tenemos hambre, de modo que vamos a ello.
Sacó una pesa y un bol. Puso el bol encima de la pesa y empezó a añadir harina de la gran bolsa que había entre los dos con una cuchara sopera.
—Por cada pizza, 200 gramos de harina de fuerza —indicó—. —Medio vaso de agua. Si luego queda muy seca y la masa no integra todo el ingrediente bien, añadimos un poco más, pero por el momento bastará.
Se retiró hacia la isla de la cocina y tiró de la manija del grifo. Agarró un vaso cercano y lo puso bajo la corriente de agua hasta llenarlo por la mitad. Volvió hasta el bol y lo virtió con delicadeza.
—Dos cucharadas de aceite de oliva —Cogió el bote del aceite, pero en lugar de echar dos cucharadas echó un chorro bien medido a ojo—. He hecho muchas pizzas en mi vida, perdona. Tengo ojo para esto ya.
Depositó el aceite y trajo consigo una pequeña bolsita de grano, parecida a la harina pero de un color dorado y con mucha menos consistencia.
—Esto le va genial. 110 gramos de sémola de trigo. La hace más crujiente. —Arrojó la cantidad medida previamente en la pesa y con ayuda del vaso del agua, ahora vacío—. Media cucharada sopera de sal, e, importante, un sobre de levadura seca de panadería.
Echó el resto de ingredientes uno a uno y se sacudió las manos, satisfecho. Asintió contemplando el mejunge sin mezclar que había dejado en el bol, y le prestó uno a Kaido.
—Ahora tú. Si tienes dudas sobre la cantidad, te lo iré diciendo. Cuando tengas todos los ingredientes en tu bol, procederemos a amasar.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)