16/04/2016, 17:06
Zetsuo dibujó una sonrisa triste y se agachó frente Ayame. Sujetó la barbilla de la muchacha con el dedo índice y el pulgar, y le obligó a levantar la vista y mirarle a los ojos.
—Tus disculpas te honran, Ayame —dijo él—. Pero acepta las mías también. Cada uno cargamos con la culpa de las decisiones que tomamos. Yo no soy una excepción.
Se levantó y echó a caminar hacia la entrada del valle.
—Lo más importante es saber cuándo dejarlas a un lado y continuar tomando más decisiones de las que arrepentirse —explicó—. Eso, hija... Es la madurez.
Padre e hija se internaron en el valle y caminaron hasta el hotel donde estaban alojados. Zetsuo se detuvo un momento y gruñó por lo bajo al pasar bajo el cartel del Patito Frito, y, finalmente, atravesó el portal.
—Cuando vuelva tu hermano, iremos a un buen restaurante. Tenemos que estar unidos y ser fuertes. ¿Qué te parece, Ayame? Todavía espero mucho de ti en este torneo.
Fin del tema
—Tus disculpas te honran, Ayame —dijo él—. Pero acepta las mías también. Cada uno cargamos con la culpa de las decisiones que tomamos. Yo no soy una excepción.
Se levantó y echó a caminar hacia la entrada del valle.
—Lo más importante es saber cuándo dejarlas a un lado y continuar tomando más decisiones de las que arrepentirse —explicó—. Eso, hija... Es la madurez.
Padre e hija se internaron en el valle y caminaron hasta el hotel donde estaban alojados. Zetsuo se detuvo un momento y gruñó por lo bajo al pasar bajo el cartel del Patito Frito, y, finalmente, atravesó el portal.
—Cuando vuelva tu hermano, iremos a un buen restaurante. Tenemos que estar unidos y ser fuertes. ¿Qué te parece, Ayame? Todavía espero mucho de ti en este torneo.
Fin del tema