16/04/2016, 22:14
¿Qué iba a hacer? Ya había llegado y el torneo no había terminado, podría tranquilamente quedarse un poco más para poder ver la última pelea pero el motivo por el que había llegado era completamente distinto y parecía ser que no lo podría cumplir.
- Lo volverás a ver, no te preocupes. - Decía muy convencida la mujer que le acompañaba. - Si claro, porque es de fácil hablarse con un ninja de otra aldea. - Soltó sarcástica la pelirroja que ni siquiera se había molestado en maquillarse el rostro y llevaba la máscara amarrada a la tela de la bandana.
Le fastidiaba bastante la idea de haber llegado allí pura y exclusivamente para perder su tiempo, quería reencontrarse con Reiji pero todo parecía indicar que no lo lograría, quién sabe, puede que incluso haya muerto en el encuentro y tal. Aquello podía ser que se enterara como puede que se quede con la duda hasta el momento de su muerte, vaya uno a saber.
De cualquier manera, estando en ese lugar de alguna manera debería aprovechar o al menos eso se suponía. De todo el tiempo que llevaba allí se la había pasado deambulando por las calles sin mucho ánimo y apenas si se había relacionado con gente, poco más de lo justo y necesario podría decirse.
Le fastidiaba, la idea de haber llegado por una invitación extranjera y que para colmo le hicieran perder su tiempo que bien podría haber aprovechado para ganarse algo de dinero o incluso para reparar como era debido la puerta de casa pero no, estaba allí, sola, incapaz de encontrarse con alguno de sus compañeros y si vamos al caso, encontrar a Yubiwa debería ser lo más sencillo por la cantidad de guardias y tal que andarían a su alrededor pero no. - Por dios Ritsuko… Es un ninja, si fuese fácil encontrarlo sería un fracaso. - Y si, su madre mucha razón tenía pero la pelirroja se negaba a aceptarlo. - Pero no puede ser que no pueda encontrar a nadie. - Se quejaba en voz alta como si hablase con alguien.
Ya había pasado el mediodía, pronto el sol comenzaría a esconderse y la pelirroja sabía bien donde querría estar para ese momento. Afuera, donde estaban los samurái cuidando todo y donde se había encontrado una buena roca donde quedarse a ver el horizonte. - ¿Otra vez...? - Ya había estado allí previamente… - ¿Y qué tiene...? -
Todavía no había llegado al lugar, es más, le tomaría unos cuanos minutos llegar si es que no se topaba con nadie. Aunque a final de cuentas terminó por ponerse la máscara para justamente facilitar los trámites y así tener un camino algo más despejado. - Para algo tenía que servirme tu cara. - Canturreaba alegre mientras se desplazaba tranquilamente por las calles.
- Lo volverás a ver, no te preocupes. - Decía muy convencida la mujer que le acompañaba. - Si claro, porque es de fácil hablarse con un ninja de otra aldea. - Soltó sarcástica la pelirroja que ni siquiera se había molestado en maquillarse el rostro y llevaba la máscara amarrada a la tela de la bandana.
Le fastidiaba bastante la idea de haber llegado allí pura y exclusivamente para perder su tiempo, quería reencontrarse con Reiji pero todo parecía indicar que no lo lograría, quién sabe, puede que incluso haya muerto en el encuentro y tal. Aquello podía ser que se enterara como puede que se quede con la duda hasta el momento de su muerte, vaya uno a saber.
De cualquier manera, estando en ese lugar de alguna manera debería aprovechar o al menos eso se suponía. De todo el tiempo que llevaba allí se la había pasado deambulando por las calles sin mucho ánimo y apenas si se había relacionado con gente, poco más de lo justo y necesario podría decirse.
Le fastidiaba, la idea de haber llegado por una invitación extranjera y que para colmo le hicieran perder su tiempo que bien podría haber aprovechado para ganarse algo de dinero o incluso para reparar como era debido la puerta de casa pero no, estaba allí, sola, incapaz de encontrarse con alguno de sus compañeros y si vamos al caso, encontrar a Yubiwa debería ser lo más sencillo por la cantidad de guardias y tal que andarían a su alrededor pero no. - Por dios Ritsuko… Es un ninja, si fuese fácil encontrarlo sería un fracaso. - Y si, su madre mucha razón tenía pero la pelirroja se negaba a aceptarlo. - Pero no puede ser que no pueda encontrar a nadie. - Se quejaba en voz alta como si hablase con alguien.
Ya había pasado el mediodía, pronto el sol comenzaría a esconderse y la pelirroja sabía bien donde querría estar para ese momento. Afuera, donde estaban los samurái cuidando todo y donde se había encontrado una buena roca donde quedarse a ver el horizonte. - ¿Otra vez...? - Ya había estado allí previamente… - ¿Y qué tiene...? -
Todavía no había llegado al lugar, es más, le tomaría unos cuanos minutos llegar si es que no se topaba con nadie. Aunque a final de cuentas terminó por ponerse la máscara para justamente facilitar los trámites y así tener un camino algo más despejado. - Para algo tenía que servirme tu cara. - Canturreaba alegre mientras se desplazaba tranquilamente por las calles.