17/04/2016, 21:02
—Eh, chica, tranquila —escuchó a Kiroe reírse mientras se acercaba a ella de nuevo entre sonoros chapoteos—. Relájate. Es sólo una pregunta. ¿Estás bien?
—S... Sí... Lo siento... Lo siento... —murmuraba, y ni siquiera tenía muy claro por qué se disculpaba. ¿Por no responder a su pregunta? ¿Por haberse mareado de aquella forma? ¿Por haber hecho el ridículo?
Se dejó ayudar, sin embargo, y Kiroe chasqueó la lengua.
—Tsk. Llevamos demasiado tiempo aquí. Aparte de quedarnos hechas unas pasas, no se puede estar mucho tiempo en un onsen. Hay que salir de vez en cuando, por lo menos. Si no, es malo para la circulación.
Kiroe salió del agua y se envolvió en una toalla. Justo en ese momento Ayame se dio cuenta de que tenía la frente desnuda, y al volver la mirada hacia el onsen supuso que debía de haber perdido la toallita con la que la cubría cuando se había mareado.
—Venga, vamos —la llamó Kiroe, con la mano tendida. Tras algunos segundos de indecisión, la aceptó. Pero, y pese a que la mujer ya lo sabía y pese a lo que había dicho con anterioridad, no pudo evitar taparse la luna con su mano libre.
Kiroe la acompañó con fraternidad hacia los vestuarios, y al sentir su brazo rodeando sus hombros, Ayame no pudo evitar preguntarse si aquello sería parecido a lo que haría una madre...
—Pero yo creo que hacéis buena pareja.
Aquella frase rompió la magia del momento. Ayame suspiró, pero una sonrisa asomó a sus labios.
—Él... sólo es un buen amigo... —le respondió, su rostro ruborizado por el calor.
¿Sólo por el calor?
Fin de la cita.
—S... Sí... Lo siento... Lo siento... —murmuraba, y ni siquiera tenía muy claro por qué se disculpaba. ¿Por no responder a su pregunta? ¿Por haberse mareado de aquella forma? ¿Por haber hecho el ridículo?
Se dejó ayudar, sin embargo, y Kiroe chasqueó la lengua.
—Tsk. Llevamos demasiado tiempo aquí. Aparte de quedarnos hechas unas pasas, no se puede estar mucho tiempo en un onsen. Hay que salir de vez en cuando, por lo menos. Si no, es malo para la circulación.
Kiroe salió del agua y se envolvió en una toalla. Justo en ese momento Ayame se dio cuenta de que tenía la frente desnuda, y al volver la mirada hacia el onsen supuso que debía de haber perdido la toallita con la que la cubría cuando se había mareado.
—Venga, vamos —la llamó Kiroe, con la mano tendida. Tras algunos segundos de indecisión, la aceptó. Pero, y pese a que la mujer ya lo sabía y pese a lo que había dicho con anterioridad, no pudo evitar taparse la luna con su mano libre.
Kiroe la acompañó con fraternidad hacia los vestuarios, y al sentir su brazo rodeando sus hombros, Ayame no pudo evitar preguntarse si aquello sería parecido a lo que haría una madre...
—Pero yo creo que hacéis buena pareja.
Aquella frase rompió la magia del momento. Ayame suspiró, pero una sonrisa asomó a sus labios.
—Él... sólo es un buen amigo... —le respondió, su rostro ruborizado por el calor.
¿Sólo por el calor?
Fin de la cita.