19/04/2016, 18:48
- Sí... Estoy bien, muchísimas gracias.
Datsue se quedó por un momento contrariado. Conocía aquella voz. La había oído hacía un tiempo y, ahora que se fijaba mejor, también había visto aquellos ojos... ¡Claro! ¿Cómo pude haberme olvidado? Era la kunoichi de Uzu que le había salvado en los Templos Abandonados del País del Río. No había duda.
Sin embargo, antes de que pudiese confirmar sus sospechas, la kunoichi volvió a hablar:
-Pero no lo comprendo, me he caído porque estaba detrás de unos árboles, no porque me haya caído del cielo.
Tras unos segundos en los que Datsue se quedó con la boca entreabierta, sin saber muy bien como encajar aquella respuesta, estalló en sonorosas carcajadas, cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás.
Luego, se secó una lagrimilla que amenazaba con deslizarse por la mejilla y volvió a mirarla, todavía sonriente. Demonios, es mucho más inocente que Noemi… En realidad, eran totalmente opuestas. Una era alta, rubia y provocadora; la otra, bajita, de pelo azul y terriblemente inocente. Sin embargo, ambas coincidían en algo: eran arrebatadoramente hermosas. Bueno, si mal no recuerdo, ella era de Uzu… Pero supongo que nadie es perfecto.
—Algún día lo comprenderás —respondió, haciéndose el interesante—. Y ese día te acordarás de mí —añadió, guiñándole un ojo.
El shinobi aupó a la kunoichi sin aparente esfuerzo, con la suerte de que la fortuna le sonrió por una segunda vez:
-Ay... ¡Ay!
La kunoichi no podía caminar. Eso era un mensaje, un código encriptado que sólo él podía descifrar: le indicaba que tenía una nueva oportunidad para hacerse el héroe.
Sin embargo, antes de poder hacer nada, la kunoichi intervino nuevamente:
-Desconocido-san, ¿no será aquel chico al que tuve que dar un poco de mi chakra porque una piedra misteriosa le había succionado hasta dejarlo en el suelo tirado?
Datsue sonrió. Le recordaba. Eso era otra señal. Todavía no estaba muy seguro de lo que significaba, pero definitivamente era una buena señal.
—¡Así es! —exclamó, sonriente—. Tú me salvaste en aquella ocasión, ahora déjame devolverte el favor —dijo, pasando la mano que mantenía sujeta por encima de sus hombros para ayudarla a caminar—. ¿Hacia dónde te dirigías? —preguntó, con su rostro a apenas un palmo del suyo—. Por cierto, soy Datsue. Uchiha Datsue.
Datsue se quedó por un momento contrariado. Conocía aquella voz. La había oído hacía un tiempo y, ahora que se fijaba mejor, también había visto aquellos ojos... ¡Claro! ¿Cómo pude haberme olvidado? Era la kunoichi de Uzu que le había salvado en los Templos Abandonados del País del Río. No había duda.
Sin embargo, antes de que pudiese confirmar sus sospechas, la kunoichi volvió a hablar:
-Pero no lo comprendo, me he caído porque estaba detrás de unos árboles, no porque me haya caído del cielo.
Tras unos segundos en los que Datsue se quedó con la boca entreabierta, sin saber muy bien como encajar aquella respuesta, estalló en sonorosas carcajadas, cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás.
Luego, se secó una lagrimilla que amenazaba con deslizarse por la mejilla y volvió a mirarla, todavía sonriente. Demonios, es mucho más inocente que Noemi… En realidad, eran totalmente opuestas. Una era alta, rubia y provocadora; la otra, bajita, de pelo azul y terriblemente inocente. Sin embargo, ambas coincidían en algo: eran arrebatadoramente hermosas. Bueno, si mal no recuerdo, ella era de Uzu… Pero supongo que nadie es perfecto.
—Algún día lo comprenderás —respondió, haciéndose el interesante—. Y ese día te acordarás de mí —añadió, guiñándole un ojo.
El shinobi aupó a la kunoichi sin aparente esfuerzo, con la suerte de que la fortuna le sonrió por una segunda vez:
-Ay... ¡Ay!
La kunoichi no podía caminar. Eso era un mensaje, un código encriptado que sólo él podía descifrar: le indicaba que tenía una nueva oportunidad para hacerse el héroe.
Sin embargo, antes de poder hacer nada, la kunoichi intervino nuevamente:
-Desconocido-san, ¿no será aquel chico al que tuve que dar un poco de mi chakra porque una piedra misteriosa le había succionado hasta dejarlo en el suelo tirado?
Datsue sonrió. Le recordaba. Eso era otra señal. Todavía no estaba muy seguro de lo que significaba, pero definitivamente era una buena señal.
—¡Así es! —exclamó, sonriente—. Tú me salvaste en aquella ocasión, ahora déjame devolverte el favor —dijo, pasando la mano que mantenía sujeta por encima de sus hombros para ayudarla a caminar—. ¿Hacia dónde te dirigías? —preguntó, con su rostro a apenas un palmo del suyo—. Por cierto, soy Datsue. Uchiha Datsue.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado