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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#62
Datsue dijo algo, pero ella no le escuchó. Se había quedado paralizada, con el cuerpo apoyado en la mesa de cristal sobre la que todavía reposaban sendos cuencos de aquella pasta azul. Sus ojos iban de uno a otro hombre con expresión vacía; parecía que hubiese visto un fantasma —o dos—. Pese a que estaba absorta, se podían ver sus pupilas, ágiles, tratando de examinar al milímetro cada movimiento que hacían aquellos dos tipos.

«Parecen... Tranquilos.» Yotsuki Hida era un gran shinobi, no había nadie en Takigakure que pudiera dudarlo. Y Anzu había peleado muchas veces contra él. Pero ahora había visto la diferencia entre un entrenamiento y un combate real, porque Haskoz y Katame se movían con extrema lentitud... «No, no son lentos. Sus movimientos son, sencillamente, eficientes. No se molestan en cansarse ni un ápice más de lo necesario.» Esos eran los rasgos técnicos, los que sus ojos eran capaces de captar. Sin embargo, eran otros detalles los que habían tensado algo dentro de ella, como un cable de acero. La expresión en el rostro de Haskoz, que reflejaba una tranquilidad absoluta. El brillo del ojo sano de Katame, que despedía una determinación capaz de romper una piedra por la mitad con sólo desearlo.

Era la primera vez que veía a dos guerreros tan poderosos medir sus fuerzas. Y estaba muerta de miedo.

Eso es, ahí está. Ahí está. Estaba empezando a creer que no lo sacarías, maldito bastardo.

La voz de Katame sonaba dura y áspera como el cuero curtido. Demasiado para dirigirse a un amigo. El tuerto, lentamente, puso la mano zurda sobre la empuñadura de su wakizashi, como respuesta a la presa que ejercieron los dedos de Haskoz sobre su hacha.

Siempre te creíste mejor. Nos mirabas por encima del hombro... ¡A todos! ¿Y por qué? Ah, yo sé por qué... —Katame paladeó cada sílaba, con rabia y gozo al mismo tiempo—. Porque tú tenías esos ojos.

El pelirrojó lanzó un rápido corte horizontal, directo a rajar de hombro a hombro a su contrincante. «¿¡Cuándo ha desenvainado la espada...!?» Como una secuencia en la que faltaran varias imágenes, los ojos de Anzu no habían sido capaces de captar enteramente los movimientos de Katame. Era demasiado rápido para ella... Pero no para Haskoz.

¡Uchiha Haskoz! ¡El cabronazo más temible de este rincón de Oonindo! Los demás estábamos acostumbrados a ser poco más que tu sombra, pero para tí.... Para tí debió ser muy duro fracasar.
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

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RE: La balada nocturna de Shinogi-to - por Uchiha Akame - 19/04/2016, 21:42


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