24/04/2016, 17:53
Ante la respuesta de la chica, el joven reaccionó como si le hubiesen anunciado que era ganador de algún tipo de premio y se había vuelto multimillonario, una cosa alocada. Afirmó que la esperaba en la puerta del edificio, y tras tomar todas sus posesiones allí residentes, salió dirección hacia el hall del edificio. No perdió un solo segundo, la emoción lo invadía. Quizás se emocionó demasiado, o simplemente nunca había tenido que esperar a una chica mientras se arreglaba. Todo el mundo sabe que la belleza no se puede simular, pero es cierto que para sacarla a relucir es necesario tomarse su tiempo.
La kunoichi tomó una dirección similar a la del chico, pero poco después se desvió de su rumbo. El baño femenino se hallaba cerca, pero tomaba otra parte del ala este del edificio. Tras un breve rato caminando, llegó hasta el baño. Se desvistió rápidamente, y no perdió tiempo alguno en adentrarse en una aguas que rozaban la temperatura del mismo infierno. Enjabonó su cuerpo, así como su cabellera, y tras ello se aclaró con la misma brevedad; es decir no demasiada. Tras el enjabonado y aclarado, bañó su cuerpo en crema hidratante, y cerró el grifo de la ducha.
—Qué buen baño...
Realmente adoraba las altas temperaturas.
Tomándose su tiempo, la chica se dirigió hacia la taquilla que le pertenecía dentro de esos vestuarios, y tomó la ropa limpia. Se vistió apresuradamente, y se enrolló una toalla en la cabeza, asegurando toda su cabellera en el interior de la misma. Tras ello, tomó su neceser y se dirigió hacia uno de los espejos. No desperdició tiempo, se puso una base de maquillaje sencilla, un poco de colorete, y se pintó los labios en un color carmín intenso. No necesitaba mas, su belleza ya era palpable, aunque le gustaba destacarla con esos pocos detalles.
De nuevo se dirigió hacia su taquilla. Guardó la mochila con el neceser y sus productos cosméticos, así como la ropa que había usado para el entrenamiento, y la dejó en la taquilla hasta que regresase al día siguiente. No se la iba a llevar a comer fuera, pasaba de llevar la mochila a todos lados.
« Nota mental: Recoger la mochila mañana temprano y poner la ropa a lavar. »
Terminó de secarse la cabellera con un frenético agitado de la toalla que tenía en la cabellera, y dejó la toalla secando en el lateral de su taquilla, en una pequeña percha que tenía ese propósito. Su pelo no había secado del todo, cosa normal, pero al menos solo había quedado un poco húmedo. Lo repeinó hacia detrás pasando por la mitad derecha de su cabeza, y dió por terminada la ducha.
Tras asegurarse de que estaba bien un par de segundos frente al espejo, la chica tomó camino hacia el hall del edificio, donde aguardaba Len. Desde el inicio del pasillo, comenzó a ver su inconfundible cabellera. Al llegar a una distancia considerable, alzó la mano en un cordial saludo.
—Ya terminé, Len.—
Ya podían acudir a esa improvisada cita.
La kunoichi tomó una dirección similar a la del chico, pero poco después se desvió de su rumbo. El baño femenino se hallaba cerca, pero tomaba otra parte del ala este del edificio. Tras un breve rato caminando, llegó hasta el baño. Se desvistió rápidamente, y no perdió tiempo alguno en adentrarse en una aguas que rozaban la temperatura del mismo infierno. Enjabonó su cuerpo, así como su cabellera, y tras ello se aclaró con la misma brevedad; es decir no demasiada. Tras el enjabonado y aclarado, bañó su cuerpo en crema hidratante, y cerró el grifo de la ducha.
—Qué buen baño...
Realmente adoraba las altas temperaturas.
Tomándose su tiempo, la chica se dirigió hacia la taquilla que le pertenecía dentro de esos vestuarios, y tomó la ropa limpia. Se vistió apresuradamente, y se enrolló una toalla en la cabeza, asegurando toda su cabellera en el interior de la misma. Tras ello, tomó su neceser y se dirigió hacia uno de los espejos. No desperdició tiempo, se puso una base de maquillaje sencilla, un poco de colorete, y se pintó los labios en un color carmín intenso. No necesitaba mas, su belleza ya era palpable, aunque le gustaba destacarla con esos pocos detalles.
De nuevo se dirigió hacia su taquilla. Guardó la mochila con el neceser y sus productos cosméticos, así como la ropa que había usado para el entrenamiento, y la dejó en la taquilla hasta que regresase al día siguiente. No se la iba a llevar a comer fuera, pasaba de llevar la mochila a todos lados.
« Nota mental: Recoger la mochila mañana temprano y poner la ropa a lavar. »
Terminó de secarse la cabellera con un frenético agitado de la toalla que tenía en la cabellera, y dejó la toalla secando en el lateral de su taquilla, en una pequeña percha que tenía ese propósito. Su pelo no había secado del todo, cosa normal, pero al menos solo había quedado un poco húmedo. Lo repeinó hacia detrás pasando por la mitad derecha de su cabeza, y dió por terminada la ducha.
Tras asegurarse de que estaba bien un par de segundos frente al espejo, la chica tomó camino hacia el hall del edificio, donde aguardaba Len. Desde el inicio del pasillo, comenzó a ver su inconfundible cabellera. Al llegar a una distancia considerable, alzó la mano en un cordial saludo.
—Ya terminé, Len.—
Ya podían acudir a esa improvisada cita.