La chica quizás se confió demasiado. Su adiestramiento en Taijutsu era bastante mas a lo que cualquier civil podía aspirar, y sus movimientos precisos y certeros la hicieron elevarse en una pompa de jabón que no tardó en reventar. Tras su giro y golpe en barrida con la pierna extendida, no sacó mas que una mofa de esa montaña inamovible a la que podía llamar rival. Cuando ésto sucedió, la chica quedó asombrada, no lo esperaba para nada. Sus ojos se abrieron como platos, y tan solo pudo observar atónita como su oponente la asistía con un golpe de su barra.
El muy gorila no había perdido segundo alguno para atacar, y lo hizo con todas sus fuerzas. Ante el golpe, la kunoichi tan solo pudo poner ambos brazos cruzados, intentando al menos amortiguar el golpe. Pero para nada amortiguó el golpe. La fuerza del hombre fue tal, que la hizo retroceder al menos un par de metros. Hasta perdió la respiración por unos segundos, su pechó se había acogido casi a su espalda.
—Tght!
Intentó frenar su retroceso, mas su posición de haber golpeado se lo impidió por completo. De hecho, esa mala posición la hizo acabar rodando por lo suelos. En su recorrido, la kunoichi conservó ambas manos agarrando su pecho. Tras una rodada espectacular, la chica quedó observando a su oponente casi sin aliento. Cuando abrió la boca, no fue para mas que para escupir sangre. Sin duda, el golpe había sido demasiado.
A duras penas, se estabilizó hasta hincar una de las rodillas en el suelo, y elevarse con el resto de su cuerpo hasta tomar una posición casi de rodillas. Su zurda la mantenía en el suelo, mientras que la diestra aún acompañaba a su pecho, presionándolo como si le faltase aire a cusa de una grieta en esa zona.
Sus ojos se clavaron de nuevo con una ira indescriptible sobre su oponente. Sentía unas irremediables e incontrolables ganas de hacerlo arder hasta que solo quedasen de él cenizas. Hasta pensó en realizar sobre él su técnica mas poderosa, y llevárselo consigo al infierno, pero algo haría que sus pensares se difuminasen mas rápido que la pompa de jabón en la que había estado durante el combate.
—Te vas a enterar de lo que es una Sarutobi enfadada...— Amenazó la chica.
Para cuando sus palabras quedaron en el aire, el combate se vio rápidamente pausado. Dos sombras aparecieron a ambos lados de cada uno de los combatientes, agarrando ambos brazos de cada uno de los mismo. Se trataba de unos guerreros que llevaban armadura tipo samurai, quizás parte de la guardia del señor feudal, o meramente los encargados de la justicia en esa urbe.
—Quedan detenidos por desorden público, destrucción de bienes, amenazar a civiles, y poner en riesgo la vida de los mismos. Tienen el derecho y obligación a permanecer en silencio.— Pronunciaron los ocho individuos casi a la vez, como si llevasen semanas ensallandolo.
La chica en un principio no quiso ni soltar una palabra, mas que nada porque necesitaba esas bocanadas de aire para continuar respirando. El hombre de la vara metálica si que quiso dar su queja, mas tan solo consiguió un rápido y fugas golpe en el estómago que casi le hace perder la consciencia. Una justicia muy dura.
—Serán llevados al calabozo, y se les juzgará mañana a primera hora.
La justicia parecía haber decidido, y no era cuestión de protestar según parecía.
El muy gorila no había perdido segundo alguno para atacar, y lo hizo con todas sus fuerzas. Ante el golpe, la kunoichi tan solo pudo poner ambos brazos cruzados, intentando al menos amortiguar el golpe. Pero para nada amortiguó el golpe. La fuerza del hombre fue tal, que la hizo retroceder al menos un par de metros. Hasta perdió la respiración por unos segundos, su pechó se había acogido casi a su espalda.
—Tght!
Intentó frenar su retroceso, mas su posición de haber golpeado se lo impidió por completo. De hecho, esa mala posición la hizo acabar rodando por lo suelos. En su recorrido, la kunoichi conservó ambas manos agarrando su pecho. Tras una rodada espectacular, la chica quedó observando a su oponente casi sin aliento. Cuando abrió la boca, no fue para mas que para escupir sangre. Sin duda, el golpe había sido demasiado.
A duras penas, se estabilizó hasta hincar una de las rodillas en el suelo, y elevarse con el resto de su cuerpo hasta tomar una posición casi de rodillas. Su zurda la mantenía en el suelo, mientras que la diestra aún acompañaba a su pecho, presionándolo como si le faltase aire a cusa de una grieta en esa zona.
Sus ojos se clavaron de nuevo con una ira indescriptible sobre su oponente. Sentía unas irremediables e incontrolables ganas de hacerlo arder hasta que solo quedasen de él cenizas. Hasta pensó en realizar sobre él su técnica mas poderosa, y llevárselo consigo al infierno, pero algo haría que sus pensares se difuminasen mas rápido que la pompa de jabón en la que había estado durante el combate.
—Te vas a enterar de lo que es una Sarutobi enfadada...— Amenazó la chica.
Para cuando sus palabras quedaron en el aire, el combate se vio rápidamente pausado. Dos sombras aparecieron a ambos lados de cada uno de los combatientes, agarrando ambos brazos de cada uno de los mismo. Se trataba de unos guerreros que llevaban armadura tipo samurai, quizás parte de la guardia del señor feudal, o meramente los encargados de la justicia en esa urbe.
—Quedan detenidos por desorden público, destrucción de bienes, amenazar a civiles, y poner en riesgo la vida de los mismos. Tienen el derecho y obligación a permanecer en silencio.— Pronunciaron los ocho individuos casi a la vez, como si llevasen semanas ensallandolo.
La chica en un principio no quiso ni soltar una palabra, mas que nada porque necesitaba esas bocanadas de aire para continuar respirando. El hombre de la vara metálica si que quiso dar su queja, mas tan solo consiguió un rápido y fugas golpe en el estómago que casi le hace perder la consciencia. Una justicia muy dura.
—Serán llevados al calabozo, y se les juzgará mañana a primera hora.
La justicia parecía haber decidido, y no era cuestión de protestar según parecía.