25/04/2016, 21:01
El señor escuchó la respusta del joven atentamente, pero al parecer el mensaje que este trataba de incurcarle no terminaba de llegar a su circunstancial alumno. Pero no perdía la esperanza, el chico estaba dispuesto a seguir intentándolo e incluso quería probar a combatir con la Hyuga.
—¡Pu...— el anciano empezaba a responder cuando la joven peliblanca habló
—Lo lamento, pero me temo que no pariticiparé en un combate— comenzó la peliblanca haciendo una pequeña reverencia —Mis ropas no son adecuadas, disculpadme— volvió a hacer una reverencia. Aunque la verdadera razón era que no quería combatir, y aún menos después del pequeño incidente anterior, lo cierto es que combatir con aquel cuidado kimono no era la mejor de las ideas. Aquella ropa había sido confeccionada para vestir de manera elegante y no para combatir.
—Oh vaya— se lamento el anciano que casi se emociona al presentarse la oportunidad de ver un combate de sangre joven —Pero es cierto que sería una lástima que ese bonito kimono se estropesase...— el anciano se meso la barba durante unos instantes —En ese caso yo seré tu rival— se levantó de un salto y se adelanto unos pasos hasta quedar frente a frente con el chico de las rastas —¡No tengas piedad de este pobre viejo, pues yo no la voy a tener!— bromeo el anciano mientras se colocaba en posición bastante diferente a la de la peliblanca. Puños cerrados, brazo derecho adelantado, mano izquierda al altura del codo derecho y la pierna izquierda ligeramente adelantada, todo en dirección adonde se encontraba el joven —¡En guardia!— instó el anciano
Mientras ambos hombres se preparaban para combatir, la Hyuga volvió hasta el borde del dojo, sentandose en el pequeño porche junto a su té. Envolvió el pequeño vaso cuidadosamente con sus manos y se dispuso a disfrutar del combate. Quizás podría aprender algo nuevo
—¡Pu...— el anciano empezaba a responder cuando la joven peliblanca habló
—Lo lamento, pero me temo que no pariticiparé en un combate— comenzó la peliblanca haciendo una pequeña reverencia —Mis ropas no son adecuadas, disculpadme— volvió a hacer una reverencia. Aunque la verdadera razón era que no quería combatir, y aún menos después del pequeño incidente anterior, lo cierto es que combatir con aquel cuidado kimono no era la mejor de las ideas. Aquella ropa había sido confeccionada para vestir de manera elegante y no para combatir.
—Oh vaya— se lamento el anciano que casi se emociona al presentarse la oportunidad de ver un combate de sangre joven —Pero es cierto que sería una lástima que ese bonito kimono se estropesase...— el anciano se meso la barba durante unos instantes —En ese caso yo seré tu rival— se levantó de un salto y se adelanto unos pasos hasta quedar frente a frente con el chico de las rastas —¡No tengas piedad de este pobre viejo, pues yo no la voy a tener!— bromeo el anciano mientras se colocaba en posición bastante diferente a la de la peliblanca. Puños cerrados, brazo derecho adelantado, mano izquierda al altura del codo derecho y la pierna izquierda ligeramente adelantada, todo en dirección adonde se encontraba el joven —¡En guardia!— instó el anciano
Mientras ambos hombres se preparaban para combatir, la Hyuga volvió hasta el borde del dojo, sentandose en el pequeño porche junto a su té. Envolvió el pequeño vaso cuidadosamente con sus manos y se dispuso a disfrutar del combate. Quizás podría aprender algo nuevo