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—Cierra la boca, si no me conoces no me critiques— Clavó una mirada de rabia mezclada con frustación en él —No juzgues a simple vista— Lo dijo muy serio aunque su voz estaba quebrada.
Aquel muchacho no dejaba de superarse, se hundia en la mierda y cuando uno pensaba "Joder, no se puede ir más lleno de mierda" entonces se la empezaba a comer, llenandose de mierda por dentro y subiendo el porcentaje de mierda por encima del cien por cien. Y ahí, bajo la atenta mirada del sharingan de Nabi, el borrachin empezó a comerse la mierda metaforica.
— Yo no te juzgo por como te veo, te juzgo por los actos que me has enseñado.
De hecho, no parecia tan malo como en verdad era, así que si tuviera que juzgarle por su apariencia aún saldria ganando. Pero todos y cada uno de sus actos durante aquella pequeña parte de la noche que habia podido contemplar habian sido catastroficamente malos. Malos, infantiles, agresivos y estupidos. Ah, e ilegales.
—La única persona a quién recurrir es mi padre, ¿para que volver? ¿¡para que me golpee de nuevo!?— Una lágrima rodó en su mejilla mientras le enseñaba la sangre en su mano
Si se hubiera enterado antes de todo aquel embrollo, si se hubiera enterado cuando lo vio caminar haciendo cosas raras con unas cuantas heridas encima, hubiera pensado, pobre muchacho que sufre malos tratos. Pero ahora, quien le daba pena era el padre. Tener un hijo borracho que lo único que tiene de shinobi es la bandana es una cruz que no debe ser facil de llevar a la espalda. No iba a defender al maltratador, con violencia no lo iba a solucionar, si te ha salido un hijo que es incapaz de portarse como un shinobi, pues no le dejes que se haga shinobi.
Despues de negarse en redondo a volver con su padre, golpeó la pared. Nabi no lo detuvo, aunque lo seguia observando, como quien observa un ratón de laboratorio al que acaba de inyectarle una sustancia desconocida, para ver qué pasa. Era igual que su padre, parecia querer resolverlo todo con violencia.
Justo cuando el rubio iba a contestarle, el desagradecido empezó a trepar la pared para huir por los tejados, a lo que el shinobi de Uzu respondió de inmediato, acabando en una persecución por las cimas de los edificios del lugar.
— Sabes que tarde o temprano te cogere. Si no te detienes ahora, no puedo asegurar que no salgas herido.
A pesar de que el shinobi de Takigakure era más agil que el de Uzushiogakure, su estado ebrio y sus heridas le hacian casi imposible dejarle atras. Por lo que Nabi no tuvo ni que levantar la voz para que sus palabras llegaran hasta el otro ninja. Que al chico le traicionara su estado y acabara cayendo no era ni una predicción, era una evidencia. Nabi sabia perfectamente donde pisaba y donde estaba su equilibrio y se concentraba en mantener su ritmo, sin hacer ningún intento de detener al borrachin, ya se detendria solo.
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Su huida a través de las terrazas no estaba saliendo según lo planeado, cada paso y cada salto errático cortaban la poca ventaja que tenía respecto a velocidad. El Uchiha tenía razón, tarde o temprano terminaría alcanzándolo pero aún así seguía corriendo, no escucharía razonamientos de ningún tipo. Había momentos en los cuales pisaba alguna teja floja y perdía el equilibrio por instantes, pero se las apañaba para seguir corriendo.
Entre tanto, abajo en las calles había algunos transeuntes que no podían evitar alarmarse al ver dos adolescentes brincando de casa en casa. Además había alguno que otro que se molestaba por la intrusión en sus territorios, si antes estaban en el barrio bajo ahora debían encontrarse en la mera cloaca, pues el ambiente no sólo lucía pobre sino también hostil. Justo en ese lugar estaba otra vez el mismo samurai que había sido testigo del penoso espectáculo que previamente había montado el Takanashi, el guardia se quedó un tanto perplejo al ver de nuevo a ambos shinobis.
—¿Que cojones?— Exclamó estupefacto.
Inmediatamente se lanzó a intentar perseguirlos, pero al adentrarse en uno de los callejones se topó con un muro que le impidió avanzar, tendría que rodear la calle para alcanzarlos entre las casas y eso le tomaría algo de tiempo.
Mientras el pelinegro empezaba a cansarse, sí de por sí es incapaz de aguantar una persecución demasiado larga estando lastimado y ebrio terminaría agotándose. Llegó un momento en el que antes de dar un salto apoyó su pie en una teja safada, resbalándose y torciéndose el tobillo al instante. Al estar justo en el borde terninó por caer en un callejón donde algunos perros salieron corriendo cuando el de Taki llegó del cielo, cayó en medio de lo que parecían ser cajas y bolsas con desechos de carne descompuesta, acompañadas de un olor fuerte a orines en todo el sitio, sin garantía de que fueran meados de los animales.
—¿¿¿Porqué???... Preguntó a la nada.
Ahora se encontraba cubierto de desperdicios, sin dignidad, sin nada. Quería saber cómo es que había terminado de esa manera, deseaba estar sólo, era lo único que quería. Intentó levantarse pero el dolor en el tobillo no le dejó, ahora estaba arrodillado de cara al piso y lo único que podía hacer era ponerse a sollozar mientras golpeaba con rabía el suelo. Sin importarle que el de Uzu estuviera tras él.
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Cualquier persona que estuviera en las calles podia observar como un chico corria desesperado de tejado en tejado de otro que le perseguia a un ritmo constante. El primero se iba tropezando de vez en cuando al dar un mal paso y con cada tropiezo la distancia que los separaba se recortaba. Todas las circunstancias parecian darle la razón a Nabi una y otra vez, solo era cuestión de tiempo que acabara haciendose daño y aquel muchacho parecia ser el único que no se daba cuenta.
Hubo un peaton que le llamo especialmente la atención, pues al verles por los tejados intentó seguirles por tierra a toda prisa. Llevaba la vestimenta tipica de los samurais ademas de una katana en la cintura, como era de esperar. Todo parecia indicar que era una autoridad local que se habia apremiado en detener al alborotador que el rubio estaba persiguiendo. Sin embargo, no es cosa facil perseguir desde el suelo a quien va de tejado en tejado y no tardó en desaparecer de la aguda vista de Nabi.
Poco despues de aquello, finalmente el borracho dio un mal paso definitivo. Al apoyarse tras un salto la teja en la que se habia apoyado le abandonó en manos de la gravedad, dejandolo caer en el pequeño callejón que habia entre los edificios. El Uchiha se paró en el edificio anterior y se asomó para ver el estropicio. El chico habia caido encima de unas cajas llenas de desechos, así se habia salvado de daños mayores, pero desde luego habia conseguido tocar bien fondo.
—¿Has acabado ya con el numerito?
Toda aquella persecución acabó por agotarle la paciencia al shinobi del remolino, pensó varias veces en acelerar su paso para engancharle y dejarle inutiles las piernas, pero se habia controlado sabiendo que lo mejor era que él mismo se dejara inutil. Ahora, en frio, era obvio que no podia hacerle nada al shinobi de otra villa sin empezar una guerra, o por lo menos, poner en una mala situación a su villa.
Deberia marcharse y quitarse de todos esos problemas, pero dejar a sus anchas a tal tipejo capaz de muchas cosas y no de controlarse, ebrio, con mucha ira cociendose en su interior, no era una opción. Pero se lo estaba poniendo muy dificil y se empezaba a plantear usar metodos poco democraticos para que se estuviera quieto.
Solo le quedaba esperar que ya se le hubieran bajado los humos a aquel subnormal, o se los bajaria él, porque lo tenia más que justificado a esas alturas.
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—¿¡Quieres dejarme en paz!?— respondió furioso —Ya tengo un padre cómo para que tú me andes siguiendo.
Ya sea por buena o mala fortuna, o quizás por el golpetazo, parecía que el alcohol se le empezaba a bajar pudiendo hablar con un poco más de coherencia, aunque eso poco imporaba ya.
—Quiero estar sólo, nada más.
Empezaba a darse cuenta de lo que había pasado, llenándose de remordimiento por todo lo ocurrido. Pero eso no cambiaba las cosas, de hecho estaba peor que un inicio, si volvía temía por una reprimenda aún mayor. Había tocado fondo en más de un sentido y ahora no sabía que hacer, no quería volver, pero tampoco quería quedarse ahí hundido en la miseria. Su idea de mandar todo al diablo pasaba una y otra vez por su cabeza.
"¿Porqué?"
No era la primera vez que acumulaba tensión al punto de estallar en un ataque, pero esta vez había sido por motivos diferentes y con consecuencias mucho más graves. No era del todo consciente de lo que había pasado, lo único que tenía claro era que estando cuerdo nunca habría hecho algo así.
—No sé a donde ir, no sé que hacer— Admitió afligido.
Mientras tanto el samurai seguía intentado darles caza a los dos shinobis, virando entre calles y calles en búsqueda de los jóvenes que habían saltado entre los techos, buena parte del vecindario se encontraba molesto por el escándalo a esas horas de la noche.
—Cuando los encuentre me llevaré a los dos derechito a la carceleta— Musitó para sí.
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—¿¡Quieres dejarme en paz!?— respondió furioso —Ya tengo un padre cómo para que tú me andes siguiendo.
El chaval empezaba a sacar su ira interior, aunque perdia bastante carisma haciendolo desde un montón de mierda. Estaba consiguiendo que en Nabi afloraran sentimientos, pero nada que tuviera algo bueno en ello. Los ojos carmesí se clavaban violentamente en el desecho que se encontraba sobre un montón de basura y restos organicos.
— ¿No te das cuenta de que no eres capaz de controlarte? Eres un peligro para todos los civiles y para ti mismo.
El rubio empezó a bajar por la pared controlando el chakra en la planta de sus pies para engancharse paso a paso, hasta llegar al suelo y plantarse a la entrada del callejon. Cada vez la idea de conseguir razonar con él y salir de aquello de forma pacifica parecia más lejana e irreal. La ira descontrolada del muchacho era demasiado grande y obvia para hacerle entrar en razon.
—Quiero estar sólo, nada más.
— No soy tu amigo ni tu abuela. Soy quien te va a llevar a una persona adulta que se pueda hacer responsable de ti, ya que tú no eres capaz de comportarte como un shinobi y eres un peligro. No me interesa lo que quieras.
Ambos recordaban la última vez que lo habia dejado ir pensando que seria capaz de comportarse, y ambos debian saber que no se iba a repetir tal error. Para Nabi estaba cristalino ahora que habia oido hablar tanto de su papi. O lo dejaba con su tutor legal, es decir, su padre o lo dejaba con las autoridades locales.
—No sé a donde ir, no sé que hacer— Admitió afligido.
— O con tus parientes o con las autoridades.
Si intentaba escapar, esta vez no se contendria, ya tenia más que justificado usar cualquier metodo para contener a aquel desmadrado delincuente juvenil. Ya tenia la mano posaba sutilmente sobre el mango de su katana y la habia desenfundado levemente, lo justo para que asomara la hoja.
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—Lo que me faltaba, que un desconocido me venga a dar a mí una lección de moral— Le espetó
Tras lograr incorporarse y ponerse medianamente en pie sin tambalearse demasiado le devolvió la mirada desafiante al de Uzushio sin percatarse de que el rubio estaba pensando ya en tomar medidas drásticas. Por un instante sonrió, le parecía muy pero muy gracioso que el argumento de su interlocutor fuese que él no actuaba como un shinobi. Y en eso le daba la razón, el estaba consciente de que no tenía el temperamento necesario para ser ninja, en casi todas las ocasiones que se había visto en riesgo demostraba no tener carácter para afrontar las cosas. Aún así le fastidiaba que se lo estuvieran recordando a cada rato, no sólo su padre, ahora también ese ninja del remolino.
"Este muchacho es irritante"
El espadachín suele ser muy tolerante con la gente, pero la situación ya lo había llevado al borde de la desesperación, además esos ojos carmesí le incomodaban demasiado.
—...— Iba a decir algo, pero en último momento sus labios ya no hicieron movimiento alguno, decidió guardar silencio, ya se había hartado de hablar, se había hartado de la situación, se había hartado... de todo.
Dió media vuelta y se llevó las manos a la nuca, para desatarse la bandana de su villa la cual tomó con su mano diestra, alzándola dispuesto a arrojarla creyendo así que se libraría de la frustración que llevaba encima. Pero su brazo no realizó movimiento alguno, agachó la cabeza y apretó con fuerza la mano al darse cuenta de que ni siquiera era capaz de tomar tal decisión.
Bajó el brazo y entonces sujetó la bandana frente así, mirando fijamente la placa de metal con el símbolo de su aldea tallado en él. Recordó el juramento que se hizo a sí mismo, cambiar, demostrar que podía lograr algo en esta vida más allá de ser un shinobi por obligación, seguir su camino y no el que le impusieron.
—¿Vas a abandonar las promesas que le hiciste a los demás?— Se preguntó de forma retórica.
Pensó en voz alta aquello, tantas personas que había conocido hasta ahora, ¿tiraría todo a la basura a estas alturas? Le abrumaba todo lo acontencido, la mala reputación que tenía ahora la aldea, la guerra que se les venía encima...
"No"
Mientras observaba el símbolo de su aldea apretó con fuerza la placa metálica. Tenía que aclarar las cosas con su padre, así de simple. Tenía miedo de lo que le fuera a pasar, si regresaba lo regañarían, si iba a las autoridades lo arrestarían, le diríana su padre e igual le regañaría. Pero no tuvo tiempo de seguir pensando cuando la sombra de una silueta con armadura se asomó por el callejón.
—¡Ustedes dos!— El samurai desenfundó a medias su espada mientras examinaba de pies a cabeza a ambos shinobi. —¡Así los quería agarrar! ¡Quedan detenidos por desorden en la vía pública!— Se le escuchó hablar por debajo de su máscara.
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—Lo que me faltaba, que un desconocido me venga a dar a mí una lección de moral—
— Hasta una piedra podria darte lecciones de moral, pues tú careces de ella totalmente.
Aquel chico realmente parecia incontrolable, por mucho que le dijera el rubio, él solo se revolveria en la mierda y le reprocharia que no paraba de sermonearle. A pesar de que se pusiera en pie, estaba claro que huir ya no era una opción para él. Se tambaleaba de un lado a otro intentando mantener el delicado equilibrio que le permitia mantenerse por encima del suelo. Verlo así le hizo recuperar la sangre fria. Envainó lo poco que habia desenfundado de su Kodachi y se relajó un poco.
Cuando parecia que el borracho le iba a devolver otra de sus replicas de niño pequeño e irresponsable se echó atras, dio media vuelta y se llevó las manos a su bandana para desenvolver el nudo que la mantenia en su sitio. Se la quitó y por un momento pareció con intención de lanzarla pero finalmente la mantuvo en su mano, apretandola con fuerza y mirandola. Empezó a hablar solo, aunque Nabi no queria o no podia escucharle.
— ¿Por las buenas o por las malas... Otra vez?
Antes de que tuviera tiempo a responder una tercera persona entró en escena. Un samurai hecho y derecho que a Nabi le vino como anillo al dedo, joder ya era hora.
—¡Así los quería agarrar! ¡Quedan detenidos por desorden en la vía pública!—
El rubio suspiró.
— Menos mal que has aparecido, llevate a este chico, andaba por la ciudad sembrando el panico con una borrachera impresionante. Al instarle a que se detuviera salió corriendo y aqui lo tienes, todo tuyo.
Su responsabilidad para con el extraño shinobi de Takigakure acababa de tocar a su fin, y el rubio no se arrepentia para nada, su prioridad era encontrar otra autoridad a la que echarle el borracho y lo habia conseguido. Así que se dio media vuelta y se dispuso a irse dejando al samurai con el shinobi o al shinobi con el samurai.
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—¡Eheheheh!— El samuraí corrió y acortó distancia hasta llegar a Nabi, colocándole la mano con fuerza encima al Uchiha —Creí haber dicho claramente que quedan arrestados. Sí, tú vienes también— Dijo un tanto burlesco.
Tatsuya no se lo había tomado tan bien, ahora sí o sí iba a terminar arrestado. Para colmo el samurai estaba involucrando al rubio si bien le había retorcido el brazo no tenía otra intención que la de ayudar, quizás el espadachín hubiese actuado en una situación similar, pero no de esa forma. Era curioso, tras los regaños del de ojos rojos pensó en que quizás así se sentía Datsue cuando él mismo lo regañaba, también era curioso que tuviese los mismos ojos.
"Maldición no es momento para divagar"
Ya después pensaría en los parecidos.
—Él, no tiene que ver— Fue lo único que se le ocurrió decir, aún no estaba en sus cabales.
El samurai se volteó y chasqueó la lengua molesto.
—Tú tienes derecho a guardar silencio, te recomiendo que hagas uso de él— Carraspeó.
—¡Que no tiene nada que ver!— Intento excusarlo.
—Mira, el otro día tu compañerito de Uzu faltó el respeto a los samurai diciendo que no haciamos bien nuestro trabajo. Así que para demostrale lo contrario esta vez no planeo dejar ir a ninguno de ustedes dos, vendrán conmigo a la carceleta— Remató.
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—¡Eheheheh!— El samuraí corrió y acortó distancia hasta llegar a Nabi, colocándole la mano con fuerza encima al Uchiha —Creí haber dicho claramente que quedan arrestados. Sí, tú vienes también— Dijo un tanto burlesco.
El momento en que la mano de aquel samurai se posó sobre el hombro de Nabi este le dirigió la mirada y despues la movió a la cara del samurai, teñida de rojo. Movió el hombro hacia abajo y a un lado al mismo tiempo, haciendo que la mano del samurai se despegara de él.
— Quiero ver su identificación y quiero saber de qué se me acusa y con qué pruebas.
Sorprendentemente el borrachin abrió la boca para decir que él no tenia nada que ver, lo cual ya habia dicho el rubio, pero sonó como que habia algo pendiente entre el samurai y él. Lo cual no extrañó en absoluto al shinobi.
—Mira, el otro día tu compañerito de Uzu faltó el respeto a los samurai diciendo que no haciamos bien nuestro trabajo. Así que para demostrale lo contrario esta vez no planeo dejar ir a ninguno de ustedes dos, vendrán conmigo a la carceleta— Remató.
Nabi era un chaval integro y creia en la justicia sin dudarlo. Pero no iba a aceptar que una persona abusara de su deber como agente de la justicia para llevar a cabo una estupida venganza, y aún menos si se trataba de un samurai, los mismos que estaban a punto de invadirles. Si se tratara de un chunnin o un jounnin de su villa, hubiera aceptado sin rechistar. Pero desconfiaba demasiado de los extranjeros, y de los samurais, y aquel hombre era ambas cosas y acababa de afimar ante él que solo se estaba vengando de una forma absurda.
— Me has hecho cambiar de idea, ves a buscar a tu superior, o mejor, a mi superior. Yo le mantendré aqui el tiempo que haga falta. Pero no te voy a dejar ni llevartelo a él y aún menos a mi cuando acabas de admitir ante mi que solo buscas subir tu ego y vengarte de un shinobi de mi villa que no dijo más que la verdad.
Se posicionó entre el samurai y el borracho sin dudar un instante. Miraba fijamente al susodicho samurai, observandolo y a la vez amenazandole con la mirada. Él era un extranjero invitado y tenia su testimonio y el del borracho de que no habia hecho nada malo, a pesar del escandalo que habia montado, aquel shinobi parecia un tipo honesto. Era improbable que se posicionara a favor de aquel estupido hombre que se creia superior a ellos. Si iniciaba un enfrentamiento lo más probable es que ambos, samurai y shinobi, acabaran saliendo mal parados. Tanto fisica como socialmente.
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"¿Compañero de Uzu? ¿Se refiere a Riko-kun?"
No lo reconocía, pero sospechaba que se trataba de uno de los dos samurai que casi lo arrestan tras la riña en la casa de té. Esto era una rencilla personal pero poco podía hacer para calmarlo, sí de por sí era un corrupto intentar razonar con él no sería la mejor opción... Pero debía intentarlo. Caminó y se asomó desde atrás de Nabi para intentar apaciguarlo.
—Creo que todo esto es un malentendido— Habló con la cabeza gacha.
—A ver, hicieron escándalo a media calle, se pusieron a hacer carreritas sobre las casas ¿y aún así dices que es un malentendido?— Cruzó los brazos e hinchó el pecho —Ya me harté de que ustedes ninjas insolentes hagan lo que se les de la puta gana por la ciudad. Es más, con la cara que se trae este vago bien invento que se dieron de hostias que nadie puede probar lo contario.
En esos momentos el Takanashi se percató de una sombra en en el otro extremo del callejón, con la misma armadura y katana que el guardia que les estaba regañando. El otro samurai se estaba acercando por detrás pero el que hablaba estaba tan concentrado en su discurso que no notó la presencia del otro. El pelinegro quiso comentar pero el guardia prepotente no iba a dejar que nadie le interrumpiera, al más mínimo movimiento de labios el samurai alzaba la voz para dejar en claro su mensaje.
—Estuve observándolos, esperando a que los dos cometieran alguna cagada para arrestarlos, sin mencionar a ricitos de oro va de lengua suelta y me falta el respeto, bueno, que van a saber de respeto, son ninjas al final de cuentas— El otro guardia estaba ya atrás de el, pero seguía ensimismado y no le prestó atención —Ya está, ¿algún otro cargo que quieran que añada a su orden? jejejeje— Se burló extendiendo las manos.
—Aquí nadie va a ponerle cargos a nadie— Soltó de pronto el samurai que acababa de entrar en escena.
Si no fuera por la máscara, ambos shinobis hubieran visto cómo el rostro del hombre palidecia mientras giraba hacia atrás su cabeza como engranaje oxidado al escuchar la voz del que estaba a su espalda. Tatsuya si reconoció a ese hombre, fue el que los sacó de apuros a Riko, Mogura y a él en el incidente anterior.
—Lo escuché todo... Joven de Uzushiogakure, me disculpo por la actitud de mi compañero, puedes irte.
—¡NO! ¿¡Acaso los vas a dejar ir cómo la otra vez!?— Bramó a todo pulmón.
—Tú mejor cierra la boca— Le amenazó para luego mirar al Takanashi. —En cuanto a tí, la vez pasada sé que sólo querías ayudar, pero en esta ocasión no puedo dejarte ir, dudo que tengas edad siquiera para ingerir alcohol, por lo que tendré que llevarte con quién esté a cargo— Reafirmó.
Tatsuya miró al samurai, luego volteó a ver al Uchiha y después volvió a clavar su mirada en el samurai.
—Si— Se limitó a decir, en este punto ya nada lo iba a salvar del regaño que le esperaba, sólo le quedaba asumir las consecuencias de sus actos.
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Lejos de aceptar que no tenia ni pizca de razón y que se estaba moviendo por intereses egoistas muy alejados del ideal de justicia que deberian llevar todos los agentes del orden en lo más profundo de sus corazones, el samurai siguió con su estupida y poco etica artimaña para vengarse de su villa y del borrachuzo que habia encontrado Nabi liandola en plena calle.
—A ver, hicieron escándalo a media calle, se pusieron a hacer carreritas sobre las casas ¿y aún así dices que es un malentendido?— Cruzó los brazos e hinchó el pecho —Ya me harté de que ustedes ninjas insolentes hagan lo que se les de la puta gana por la ciudad. Es más, con la cara que se trae este vago bien invento que se dieron de hostias que nadie puede probar lo contario.
No estaba dispuesto a caer en la treta de un loco que no tenia ninguna razón de peso más allá de sus propias invenciones y faroles. Así pues, el rubio se mantuvo quieto y callado con los brazos cruzados esperando a que acabara el espectaculo que estaba montando ese hombre tan amablemente para entretenerle.
—Estuve observándolos, esperando a que los dos cometieran alguna cagada para arrestarlos, sin mencionar a ricitos de oro va de lengua suelta y me falta el respeto, bueno, que van a saber de respeto, son ninjas al final de cuentas— El otro guardia estaba ya atrás de el, pero seguía ensimismado y no le prestó atención —Ya está, ¿algún otro cargo que quieran que añada a su orden? jejejeje— Se burló extendiendo las manos.
Al parecer, no se habia percatado de que un compañero suyo, o con suerte un superior, se habia empezado a acercar por su espalda y por su expresión parecia más avergonzado por la actuación del samurai que dispuesto a ayudarle. Y así fue, el segundo samurai mandó callar al primero y le dio la razón a Nabi, a quien dejó que se fuera sin más demora. Como tenia que ser. Sin embargo, el extraño y misterioso shinobi de Takigakure al que habia perseguido durante un buen rato tendria que responder ante él y ante su tutor legal.
— Muy bien, se lo dejo a usted, Samurai-san.
Aquel shinobi le dedicó una última mirada triste antes de que sus caminos se separaran definitivamente. Al menos aceptó por fin las consecuencias de sus actos, tal vez porque escaparse ya no era una opción o porque era una alternativa mejor que la carcel. Quien sabe. Nabi no lo sabia, ni se lo preguntaba, se marchó en dirección a Narnia, sin mirar a atras.
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