26/04/2016, 19:08
Tras la respuesta de la kunoichi, Mogura no pareció disgustado con la decisión, si no mas bien lo contrario. Coincidía con la chica en que el agua estaba sobrevalorada, mas aún en una aldea en la que nunca cesaba en caer, y un refresco no era la mejor de las opciones. Fuese por el frío, o por su concentración de azucares, el refresco quedaba descartado.
Estando todo dispuesto, no tardó un solo segundo en llamar a la camarera. Mogura se había apresurado, aunque realmente no era problema, ya habían decidido todo. Cuando la joven hizo presencia, lo hizo con una cálida y simpática sonrisa, desprendía cordialidad y amabilidad por todos los poros de su piel. Al llegar, comenzó a tomar nota, y volvió a hacerlo en cuanto el joven pronunció su decisión. Mogura anunció la bebida de ambos, así como el número de su plato. Tras de él, era el turno de la chica de orbes rojos.
—Yo voy a querer una ración del número 12... Ah! y por favor, no le pongan mucha sal.
Conforme anunció la peliblanco lo que deseaba tomar, tomó la carta y se la ofreció a la chica. Seguramente las iba a retirar, así que le ahorro parte del trabajo. Por otro lado, con esa amabilidad ofrecida a los clientes, no daban ganas de menos que ayudar en todo lo que estuviese en sus manos.
—Muchas gracias.— Añadió mientras la chica recogía la carta.
La camarera recogió la carta, y le hizo una pequeña reverencia ante el agradecimiento.
—Y bueno, Mogu, ¿cuales son tus aspiraciones como shinobi?
Su pregunta iba dirigida al chico que tenía frente a ella, lejos de quedarse callada, quería saber un poco mas de él. El silencio a veces podía resultar un poco incómodo, mas aún en mitad de una comida. Y eso que aún no estaba ni servida, mejor prevenir que lamentar, como se suele decir.
Estando todo dispuesto, no tardó un solo segundo en llamar a la camarera. Mogura se había apresurado, aunque realmente no era problema, ya habían decidido todo. Cuando la joven hizo presencia, lo hizo con una cálida y simpática sonrisa, desprendía cordialidad y amabilidad por todos los poros de su piel. Al llegar, comenzó a tomar nota, y volvió a hacerlo en cuanto el joven pronunció su decisión. Mogura anunció la bebida de ambos, así como el número de su plato. Tras de él, era el turno de la chica de orbes rojos.
—Yo voy a querer una ración del número 12... Ah! y por favor, no le pongan mucha sal.
Conforme anunció la peliblanco lo que deseaba tomar, tomó la carta y se la ofreció a la chica. Seguramente las iba a retirar, así que le ahorro parte del trabajo. Por otro lado, con esa amabilidad ofrecida a los clientes, no daban ganas de menos que ayudar en todo lo que estuviese en sus manos.
—Muchas gracias.— Añadió mientras la chica recogía la carta.
La camarera recogió la carta, y le hizo una pequeña reverencia ante el agradecimiento.
—Y bueno, Mogu, ¿cuales son tus aspiraciones como shinobi?
Su pregunta iba dirigida al chico que tenía frente a ella, lejos de quedarse callada, quería saber un poco mas de él. El silencio a veces podía resultar un poco incómodo, mas aún en mitad de una comida. Y eso que aún no estaba ni servida, mejor prevenir que lamentar, como se suele decir.