26/04/2016, 22:19
Conforme la chica tomó todo lo necesario, no dudó en soltar un halago a la peliblanco. Casi consigue hasta hacerle saltar los colores, aunque para esas cosas Katomi era bastante reservada. Difícil no, lo siguiente para sacarle los colores a la chica de piel pálida. Pero bueno, al menos le regaló una dulce sonrisa de vuelta hacia aquél fugaz halago.
Mogura por su parte quedó bastante impactado ante la pregunta que con descaro le hizo la kunoichi. Se tomó su tiempo para pensar una respuesta, quizás ni se la hubiese planteado tiempo atrás. Admitió que la pregunta era buena, e incluso comenzó a rondar las típicas y comunes respuestas o motivos que solían mover a los shinobis. Pero él no estaba siendo impulsado por esos motivos tan primales, no señor. Su respuesta fue bastante mas elaborada, casi la había engañado, ya tenía mas que pensada una repuesta ante esa imponente pregunta.
El joven quería convertirse en una especie de héroe de los de verdad, de capa y espada. Quería defender a los indefensos, salvar vidas a simples rasgos. Quería volverse uno de los mejores usuarios del ninjutsu médico de la aldea, ser reconocido por ello. Tan solo pensaba en salvar la vida de aquellos que debían poder regresar a casa, aquellos a los que alguien los esperaba.
—Entiendo...
Sin embargo, la pregunta que había lanzado en un principio, era un arma de doble filo. Mogura no tardó en usarla, tal y como la chica no esperaba. Pareció sorprenderse un poco, y tomó aire intentando asimilar la pregunta. Aunque en realidad, tal y como su compañero, ella ya tenía mas que mascada esa pregunta.
—Yo... yo no quiero ser una heroína. No es mi estilo.— Masculló en una primera impresión. —Tan solo tengo una meta ahora mismo en la cabeza, y quizás es demasiado egoísta. Mi objetivo ahora mismo es labrarme una pequeña reputación, conseguir un buen dinero, y con ello poder traer de vuelta a mi madre de manos de un imbécil que la trata peor que a un perro. Una vez lo consiga, supongo que centraría mis esfuerzos en evitar que gente que no lo merece tome demasiado poder... el dinero a veces condena las almas...
Dicho eso, dejó caer un suspiro profundo. Aún veía demasiado lejos esa posibilidad, puesto que su padrastro arrastraba tras de si a uno de los mayores imperios de comercio de opio. No era de extrañar que tuviese a los mejores guardaespaldas del mercado.
—Mientras tanto, entrenar y hacer misiones son mis prioridades.
Mogura por su parte quedó bastante impactado ante la pregunta que con descaro le hizo la kunoichi. Se tomó su tiempo para pensar una respuesta, quizás ni se la hubiese planteado tiempo atrás. Admitió que la pregunta era buena, e incluso comenzó a rondar las típicas y comunes respuestas o motivos que solían mover a los shinobis. Pero él no estaba siendo impulsado por esos motivos tan primales, no señor. Su respuesta fue bastante mas elaborada, casi la había engañado, ya tenía mas que pensada una repuesta ante esa imponente pregunta.
El joven quería convertirse en una especie de héroe de los de verdad, de capa y espada. Quería defender a los indefensos, salvar vidas a simples rasgos. Quería volverse uno de los mejores usuarios del ninjutsu médico de la aldea, ser reconocido por ello. Tan solo pensaba en salvar la vida de aquellos que debían poder regresar a casa, aquellos a los que alguien los esperaba.
—Entiendo...
Sin embargo, la pregunta que había lanzado en un principio, era un arma de doble filo. Mogura no tardó en usarla, tal y como la chica no esperaba. Pareció sorprenderse un poco, y tomó aire intentando asimilar la pregunta. Aunque en realidad, tal y como su compañero, ella ya tenía mas que mascada esa pregunta.
—Yo... yo no quiero ser una heroína. No es mi estilo.— Masculló en una primera impresión. —Tan solo tengo una meta ahora mismo en la cabeza, y quizás es demasiado egoísta. Mi objetivo ahora mismo es labrarme una pequeña reputación, conseguir un buen dinero, y con ello poder traer de vuelta a mi madre de manos de un imbécil que la trata peor que a un perro. Una vez lo consiga, supongo que centraría mis esfuerzos en evitar que gente que no lo merece tome demasiado poder... el dinero a veces condena las almas...
Dicho eso, dejó caer un suspiro profundo. Aún veía demasiado lejos esa posibilidad, puesto que su padrastro arrastraba tras de si a uno de los mayores imperios de comercio de opio. No era de extrañar que tuviese a los mejores guardaespaldas del mercado.
—Mientras tanto, entrenar y hacer misiones son mis prioridades.