28/04/2016, 23:30
Karamaru no tenía reparos en probar la comida de aquél sitio según dio a entender. Ya no era cosa de que le gustase o no el picante, ahora era cosa de que el local estaba autoproclamandose creador del curry mas picante de la aldea. ¿De verdad tan poco apego le tenía a su paladar? Al menos la chica pensó que el joven se dejaría hasta la última gota de sudor con un picante tan fuerte, qué mínimo a que perdería el placer de saborear el resto de comidas por siempre...
Tragó saliva, y continuó caminando como si nada. —Sobre gustos dicen que no hay nada escrito...—
A cada paso que daban, el intenso olor a especias se hacía mas y mas intenso. Casi se le saltaban las lágrimas a la chica, pero a su acompañante eso no pareció ni inmutarlo. Él continuó con su decisión tomada, hecho a valorar, y se presentó ante la chica que estaba encargada del establecimiento. La chica tomó a ambos con la calificación de pareja, y aunque Karamaru intentó arreglar la confusión, la chica no pareció querer hacerle caso.
« ¿Pareja... en serio? »
Miró a Karamaru, y no pudo evitar que un escalofrío recorriese su espalda de principio a fin.
« Ni por asomo... »
Sin embargo, no pronunció una sola palabra acerca de lo que pensaba. Quizás su gesticulación la había delatado, o su mirada. Sin duda Katomi era bastante expresiva, era imposible que pudiese ocultar aquel sentimiento de rechazo hacia Karamaru. Sin embargo, no fue porque él no intentase arreglar la situación, la tendera no prestaba atención alguna a los clientes. Al cliente, mejor dicho.
—Es irónico. El cliente siempre tiene la razón, pero si no escuchan a la clientela, son ellos los que la llevan... ¿no? Quizás ni sea la comida mas picante de la aldea, no creo que hayan escuchado la opinión de los comensales...
La chica no dudó en dejar caer una crítica sobre el trato de la tendera hacia ellos. Si había algo en lo que pecase, era en ser demasiado sincera.
Tragó saliva, y continuó caminando como si nada. —Sobre gustos dicen que no hay nada escrito...—
A cada paso que daban, el intenso olor a especias se hacía mas y mas intenso. Casi se le saltaban las lágrimas a la chica, pero a su acompañante eso no pareció ni inmutarlo. Él continuó con su decisión tomada, hecho a valorar, y se presentó ante la chica que estaba encargada del establecimiento. La chica tomó a ambos con la calificación de pareja, y aunque Karamaru intentó arreglar la confusión, la chica no pareció querer hacerle caso.
« ¿Pareja... en serio? »
Miró a Karamaru, y no pudo evitar que un escalofrío recorriese su espalda de principio a fin.
« Ni por asomo... »
Sin embargo, no pronunció una sola palabra acerca de lo que pensaba. Quizás su gesticulación la había delatado, o su mirada. Sin duda Katomi era bastante expresiva, era imposible que pudiese ocultar aquel sentimiento de rechazo hacia Karamaru. Sin embargo, no fue porque él no intentase arreglar la situación, la tendera no prestaba atención alguna a los clientes. Al cliente, mejor dicho.
—Es irónico. El cliente siempre tiene la razón, pero si no escuchan a la clientela, son ellos los que la llevan... ¿no? Quizás ni sea la comida mas picante de la aldea, no creo que hayan escuchado la opinión de los comensales...
La chica no dudó en dejar caer una crítica sobre el trato de la tendera hacia ellos. Si había algo en lo que pecase, era en ser demasiado sincera.