9/05/2016, 18:20
—¿Y eso aguantará nuestro peso? —preguntó Anzu, con desconfianza.
—Igual que lo ha aguantado antes, en el callejón. La madera sale desde el suelo, sólo tengo que hacerla crecer hacia delante y podremos tener una buena idea de a dónde ha ido Satoru —explicó, señaló la pieza de madera y subió encima.
Daruu hizo un sello y la pieza empezó a crecer, un poco a lo ancho y bastante más a lo largo, extendiéndose por el canal, abriendo un sendero que no estaba.
—Tengo una idea para localizar a Satoru —anunció Anzu, orgullosa—. Has dicho que lleva sandalias de madera, ¿no? —interpeló al grueso mercenario, que asintió con cara de no saber por dónde iban los tiros—. Pues verás, resulta que aquí la menda tiene un oído fino, fino. Un calzado como ese debe hacer mucho ruido al pisar sobre este suelo de piedra... —ilustró su teoría dando un par de zapatazos, que retumbaron en el túnel y cuyo eco se perdió en la oscuridad—. Pues bien, imagináos el alboroto que debe hacer un tipo corriendo por estos túneles.
Daruu caminó y se aseguró de que la madera no cedía antes de darse la vuelta y responder, rascándose la barbilla y meditando sobre lo que acababa de decir la kunoichi.
—Es por eso que debe haberse quitado las chancletas, si es que estaba ya tan desesperado de bajar aquí —sugirió—. De lo contrario, con ese oído tan fino... ¿No lo habrías oído ya? O va descalzo o se ha metido en el agua. De cualquier modo, si quiere seguir en silencio, o estará escondido o caminará muy lento, y...
Le echó una mirada al zapato de Anzu.
—A lo mejor nosotros deberíamos hacer menos ruido, ¿no? —intentó avisar, un poco amedrentado. No quería caldear los ánimos, pero la idea de golpear el túnel y hacer ruido le había parecido realmente estúpida—. Vosotros deberíais ir delante... Yo iré haciendo crecer la madera por donde caminéis. No debería llevarme mucho esfuerzo, pero tampoco puedo hacerlo indefinidamente, de modo que... Espero que esté cerca.
—Igual que lo ha aguantado antes, en el callejón. La madera sale desde el suelo, sólo tengo que hacerla crecer hacia delante y podremos tener una buena idea de a dónde ha ido Satoru —explicó, señaló la pieza de madera y subió encima.
Daruu hizo un sello y la pieza empezó a crecer, un poco a lo ancho y bastante más a lo largo, extendiéndose por el canal, abriendo un sendero que no estaba.
—Tengo una idea para localizar a Satoru —anunció Anzu, orgullosa—. Has dicho que lleva sandalias de madera, ¿no? —interpeló al grueso mercenario, que asintió con cara de no saber por dónde iban los tiros—. Pues verás, resulta que aquí la menda tiene un oído fino, fino. Un calzado como ese debe hacer mucho ruido al pisar sobre este suelo de piedra... —ilustró su teoría dando un par de zapatazos, que retumbaron en el túnel y cuyo eco se perdió en la oscuridad—. Pues bien, imagináos el alboroto que debe hacer un tipo corriendo por estos túneles.
Daruu caminó y se aseguró de que la madera no cedía antes de darse la vuelta y responder, rascándose la barbilla y meditando sobre lo que acababa de decir la kunoichi.
—Es por eso que debe haberse quitado las chancletas, si es que estaba ya tan desesperado de bajar aquí —sugirió—. De lo contrario, con ese oído tan fino... ¿No lo habrías oído ya? O va descalzo o se ha metido en el agua. De cualquier modo, si quiere seguir en silencio, o estará escondido o caminará muy lento, y...
Le echó una mirada al zapato de Anzu.
—A lo mejor nosotros deberíamos hacer menos ruido, ¿no? —intentó avisar, un poco amedrentado. No quería caldear los ánimos, pero la idea de golpear el túnel y hacer ruido le había parecido realmente estúpida—. Vosotros deberíais ir delante... Yo iré haciendo crecer la madera por donde caminéis. No debería llevarme mucho esfuerzo, pero tampoco puedo hacerlo indefinidamente, de modo que... Espero que esté cerca.