17/05/2016, 22:30
Su compañero dio el que aproveche casi a su par, dando comienzo a la cena. La chica quizás fue la primera en asestar la primera tacada a la comida, e incluso la primera en arrimarse el plato hacia ella. Sin embargo, Mogura no se quedó atrás. Tras haber dado comienzo, no paró de comer ni tan siquiera para respirar. Casi le faltaba el aliento de tanto que comía, parecía que pensase que la comida era robada o algo similar. Comía y comía sin parar, sin apartar la vista de su plato, poco le iba a durar la comida si seguía a ese ritmo. Anonadada, la chica quedó mucho mas lenta, bastante cortada.
No tardó demasiado en darse cuenta el chico. Paró en seco de comer, y soltó una frase de lo más cómica. Desde luego, éste chico era único...
Katomi antepuso su puño a su boca, tapando una leve carcajada que casi le hace saltar las lágrimas. No tenía remedio éste chico, de verdad. Pero eso mismo le hacía mas interesante. Sin mas, Mogura comenzó a servir el té verde. Empezando por el vaso de la chica, y terminando con el suyo para propinarle un buen sorbo y bajar la comida. Seguro que hasta la tenía en el buche y no podía bajarla.
—Muchas gracias, Mogu.— Contestó cuando éste le acercó el vaso.
Ella también aprovechó para tomar un sorbo de té, que suavemente saboreó con parsimonia. Disfrutó hasta el último ápice de sabor, y dejó tras ello el vaso justo al lado de su plato. Tras ello, volvió a atacar su plato. Lento y saboreandolo, como desde un principio había hecho. Era de comer singular, o al menos no conocía a demasiada gente que comiese tan lenta como ella.
Tras saborear parte de la carne que tenía su bol de fideos, terminó secándose los labios cuidadosamente. Aún no había terminado de comer, pero se estaba dando un respiro. —Bueno... ¿Y no tienes hermanos o hermanas?
Si, efectivamente, el silencio le estaba sacando un poco de los nervios, y prefería hablar de cualquier cosa. Nada mejor que continuar conociendo un poco mas a su acompañante.
No tardó demasiado en darse cuenta el chico. Paró en seco de comer, y soltó una frase de lo más cómica. Desde luego, éste chico era único...
Katomi antepuso su puño a su boca, tapando una leve carcajada que casi le hace saltar las lágrimas. No tenía remedio éste chico, de verdad. Pero eso mismo le hacía mas interesante. Sin mas, Mogura comenzó a servir el té verde. Empezando por el vaso de la chica, y terminando con el suyo para propinarle un buen sorbo y bajar la comida. Seguro que hasta la tenía en el buche y no podía bajarla.
—Muchas gracias, Mogu.— Contestó cuando éste le acercó el vaso.
Ella también aprovechó para tomar un sorbo de té, que suavemente saboreó con parsimonia. Disfrutó hasta el último ápice de sabor, y dejó tras ello el vaso justo al lado de su plato. Tras ello, volvió a atacar su plato. Lento y saboreandolo, como desde un principio había hecho. Era de comer singular, o al menos no conocía a demasiada gente que comiese tan lenta como ella.
Tras saborear parte de la carne que tenía su bol de fideos, terminó secándose los labios cuidadosamente. Aún no había terminado de comer, pero se estaba dando un respiro. —Bueno... ¿Y no tienes hermanos o hermanas?
Si, efectivamente, el silencio le estaba sacando un poco de los nervios, y prefería hablar de cualquier cosa. Nada mejor que continuar conociendo un poco mas a su acompañante.