21/05/2016, 20:29
—¿Planeas seguirme a todas partes el resto del día? —Se le podía sentir un tanto incomodo.
—¡Por supuesto, Kazuma-sama! —era consciente de la situación de su señor—. ¿De qué otra forma se puede evitar que se meta en más problemas innecesarios?
La guardiana se encontraba notablemente molesta por el actuar reciente del joven, por su falta de autocontrol principalmente, y no era para menos con lo que había sucedido hacía unos días.
Naomi había visitado el hospital con la intención de acompañar al Ishimura, que iba ser dado de alta aquel día. Grande fue su decepción cuando se encontró con una habitación vacía y con un chisme que aseguraba que el joven se había marchado en horas de la mañana. Lo peor de todo aquello es que no sabía qué dirección pudo haber tomado, pero conociendo a su protegido, y su forma de pensar, era casi seguro de que iría en busca de problemas.
«¿Cómo culparla por estar así? Su disgusto está totalmente justificado» Podía comprender el sentir de la joven, pero aquello solo conseguía hacer que se sintiera más culpable.
Primero lo buscó durante algunas horas en los alrededores, pero en vista de que encontrarlo de aquella manera sería imposible, decidió esperarlo en el hospital. Se mantuvo ansiosa y preocupada en aquella amplia resección durante horas que se hacían eternas. Finalmente el joven de cabellos blancos se dignó a aparecer, pero lo hizo siendo transportado en una camilla pues portaba heridas que le impedían caminar por cuenta propia. Ya lo habia visto asi en varias ocasiones, pero sentia que jamás llegaría a acostumbrarse lo suficiente como para no alterarse.
«Debo admitir que no esperaba que las cosas terminaran así... Conmigo derrotado de aquella manera» Lo trataron de emergencia, y pesar de que estaba lleno de cardenales y cortés, su vida no corría ningún riesgo, según el médico. Pese a que estaba lejos de morir, el cuerpo le dolía lo suficiente como para poner las palabras del sanador en duda.
—Solo estoy dando un paseo, no tienes de qué preocuparte. —le aseguro con rostro solemne, pero aun así la criada se mantenía a paso firme tras él, desconfiando no de sus palabras, sino de su impulsivo actuar.
—Lo sé, Kazuma-sama —contestó con amabilidad trabajada—, pero me aseguro de que se mantenga así, no se sabe en qué momento le provoque arrojarse a una pelea sin sentido y entonces haga falta el detenerlo.
La de ojos color ciruela le conocía bastante bien, pero en aquella ocasión estaba herrando un poco el tiro. El de tez morena también entendía su forma de pensar, y sabía que ella estaba esperando a que él fuera corriendo tras aquel sujeto que lo había mandado de vuelta al hospital. Le dolía un poco admitirlo, pero aunque le hubiera gustado tener su revancha… Aún era demasiado débil como para hacerle frente a aquel monstruo. Ahora que estaba más calmado podía comprender aquello, aunque era algo que no le gustaría admitir frente a su cuidadora.
«Parece absolutamente determinada a no perderme de vista —sabía que aquel día no habría manera de librarse de su cuidado—, y no puedo buscar problemas con ella observando mis movimientos, por lo que… No hay de otra…» Aquel tendría que ser un día de “Relajación”
Se decanto por visitar la zona comercial, quizás ver las artesanías y las mezcla de colores y formas le ayudaría a relajarse y alejar su mente de pensamientos sombríos. El día era bastante caluroso y la gran cantidad de personas hacia un poco incomodo el transitar por las calles estrechas. Llevaba ropa adecuada; un guarda camisa negro, una gorra del mismo color y unos pantaloncillos kaki bastante frescos, pero aun ya se encontraba falto de aliento luego de media hora bajo el sol.
«Necesito descansar, parece que aun estoy un poco débil.» En ese momento lo mejor era buscar un sitio en el cual sentarse a recuperar el aliento.
—Con permiso, señor. —Al final se decanto por el único banquillo al cual le quedaba un puesto desocupado, uno que tendría que compartir con alguien que, por su sombrero de paja y su abanico de papel, se podía suponer que también estaba descansando del golpe de calor.
Naomi se mantuvo cerca de él, de pie y sin quitarle el ojo de encima. Ese dia habia tomado medidas para asegurar el buen comportamiento de su señor. Una de ellas fue el despojarlo de Bohimei, de manera que le fuera imposible escapar, pues sabía que no iría a pelear abandonando su katana. Al final Kazuma tuvo que admitir que era una buena idea, el tener lejos los tentadores susurros de su espada le ayudaria a estar mas tranquilo.
—¡Por supuesto, Kazuma-sama! —era consciente de la situación de su señor—. ¿De qué otra forma se puede evitar que se meta en más problemas innecesarios?
La guardiana se encontraba notablemente molesta por el actuar reciente del joven, por su falta de autocontrol principalmente, y no era para menos con lo que había sucedido hacía unos días.
Naomi había visitado el hospital con la intención de acompañar al Ishimura, que iba ser dado de alta aquel día. Grande fue su decepción cuando se encontró con una habitación vacía y con un chisme que aseguraba que el joven se había marchado en horas de la mañana. Lo peor de todo aquello es que no sabía qué dirección pudo haber tomado, pero conociendo a su protegido, y su forma de pensar, era casi seguro de que iría en busca de problemas.
«¿Cómo culparla por estar así? Su disgusto está totalmente justificado» Podía comprender el sentir de la joven, pero aquello solo conseguía hacer que se sintiera más culpable.
Primero lo buscó durante algunas horas en los alrededores, pero en vista de que encontrarlo de aquella manera sería imposible, decidió esperarlo en el hospital. Se mantuvo ansiosa y preocupada en aquella amplia resección durante horas que se hacían eternas. Finalmente el joven de cabellos blancos se dignó a aparecer, pero lo hizo siendo transportado en una camilla pues portaba heridas que le impedían caminar por cuenta propia. Ya lo habia visto asi en varias ocasiones, pero sentia que jamás llegaría a acostumbrarse lo suficiente como para no alterarse.
«Debo admitir que no esperaba que las cosas terminaran así... Conmigo derrotado de aquella manera» Lo trataron de emergencia, y pesar de que estaba lleno de cardenales y cortés, su vida no corría ningún riesgo, según el médico. Pese a que estaba lejos de morir, el cuerpo le dolía lo suficiente como para poner las palabras del sanador en duda.
—Solo estoy dando un paseo, no tienes de qué preocuparte. —le aseguro con rostro solemne, pero aun así la criada se mantenía a paso firme tras él, desconfiando no de sus palabras, sino de su impulsivo actuar.
—Lo sé, Kazuma-sama —contestó con amabilidad trabajada—, pero me aseguro de que se mantenga así, no se sabe en qué momento le provoque arrojarse a una pelea sin sentido y entonces haga falta el detenerlo.
La de ojos color ciruela le conocía bastante bien, pero en aquella ocasión estaba herrando un poco el tiro. El de tez morena también entendía su forma de pensar, y sabía que ella estaba esperando a que él fuera corriendo tras aquel sujeto que lo había mandado de vuelta al hospital. Le dolía un poco admitirlo, pero aunque le hubiera gustado tener su revancha… Aún era demasiado débil como para hacerle frente a aquel monstruo. Ahora que estaba más calmado podía comprender aquello, aunque era algo que no le gustaría admitir frente a su cuidadora.
«Parece absolutamente determinada a no perderme de vista —sabía que aquel día no habría manera de librarse de su cuidado—, y no puedo buscar problemas con ella observando mis movimientos, por lo que… No hay de otra…» Aquel tendría que ser un día de “Relajación”
Se decanto por visitar la zona comercial, quizás ver las artesanías y las mezcla de colores y formas le ayudaría a relajarse y alejar su mente de pensamientos sombríos. El día era bastante caluroso y la gran cantidad de personas hacia un poco incomodo el transitar por las calles estrechas. Llevaba ropa adecuada; un guarda camisa negro, una gorra del mismo color y unos pantaloncillos kaki bastante frescos, pero aun ya se encontraba falto de aliento luego de media hora bajo el sol.
«Necesito descansar, parece que aun estoy un poco débil.» En ese momento lo mejor era buscar un sitio en el cual sentarse a recuperar el aliento.
—Con permiso, señor. —Al final se decanto por el único banquillo al cual le quedaba un puesto desocupado, uno que tendría que compartir con alguien que, por su sombrero de paja y su abanico de papel, se podía suponer que también estaba descansando del golpe de calor.
Naomi se mantuvo cerca de él, de pie y sin quitarle el ojo de encima. Ese dia habia tomado medidas para asegurar el buen comportamiento de su señor. Una de ellas fue el despojarlo de Bohimei, de manera que le fuera imposible escapar, pues sabía que no iría a pelear abandonando su katana. Al final Kazuma tuvo que admitir que era una buena idea, el tener lejos los tentadores susurros de su espada le ayudaria a estar mas tranquilo.