17/05/2015, 17:30
La muchaha parpadeó, ligeramente sorprendida, cuando Daruu se refiririó a uno de los examinadores como "el gorila". Saltaba a la vista que no sentía mucho aprecio por él. Pero aunque ella no le conocía lo suficiente como para hacerse jna idea de su carácter, sí se cuestionó la posibilidad de insultar gratuitamente a un shinobi de rango superior al suyo. Sin embargo podía justificarse aquel berrinche con el hecho de que hubiese estado a punto de suspender entre sus manos.
—Vaya, ¿tan malo es ese sensei? Yo no he tenido la ocasión de conocerle demasiado...
Y algo le decía que había tenido suerte de no hacerlo.
Pero Daruu pareció reparar en el gesto de dolor que había cruzado momentáneamente su rostro, por lo que se esforzó en esbozar una sonrisa conciliadora.
—Oh, no tiene que ver con los exámenes. Al menos, no con los resultados —se acomodó el hombro con un sencillo masaje y después volvió a su postura relajada—. He debido hacerme daño en la prueba de taijutsu de esta mañana, eso es todo.
Aún recordaba lo catastrófico de aquel sencillo test. Los habían enfrentado por parejas, en la que la única regla era utlizar sólo técnicas de taijutsu y el objetivo, derribar al adversario. Aún recordaba a su adversario: un muchacho un poco más alto que ella de cabellos rojos y barba incipiente. Pese a su escuálido aspecto, poco le había costado aferrar su brazo y lanzar su cuerpo por encima de él para acabar aterrizando con rudeza sobre el hombro. Aún recordaba el relámpago de dolor que la recorrió de arriba a abajo. Pero se había esforzado en morderse la lengua para no decir nada y poder actuar en el examen final de la tarde. Ya que alguien tan debilucha, físicamente hablando, no podía destacar en el taijutsu, tenía que compensar aquel estrepitoso espectáculo con una demostración magistral de lo que podía hacer de verdad.
—Vaya, ¿tan malo es ese sensei? Yo no he tenido la ocasión de conocerle demasiado...
Y algo le decía que había tenido suerte de no hacerlo.
Pero Daruu pareció reparar en el gesto de dolor que había cruzado momentáneamente su rostro, por lo que se esforzó en esbozar una sonrisa conciliadora.
—Oh, no tiene que ver con los exámenes. Al menos, no con los resultados —se acomodó el hombro con un sencillo masaje y después volvió a su postura relajada—. He debido hacerme daño en la prueba de taijutsu de esta mañana, eso es todo.
Aún recordaba lo catastrófico de aquel sencillo test. Los habían enfrentado por parejas, en la que la única regla era utlizar sólo técnicas de taijutsu y el objetivo, derribar al adversario. Aún recordaba a su adversario: un muchacho un poco más alto que ella de cabellos rojos y barba incipiente. Pese a su escuálido aspecto, poco le había costado aferrar su brazo y lanzar su cuerpo por encima de él para acabar aterrizando con rudeza sobre el hombro. Aún recordaba el relámpago de dolor que la recorrió de arriba a abajo. Pero se había esforzado en morderse la lengua para no decir nada y poder actuar en el examen final de la tarde. Ya que alguien tan debilucha, físicamente hablando, no podía destacar en el taijutsu, tenía que compensar aquel estrepitoso espectáculo con una demostración magistral de lo que podía hacer de verdad.