26/05/2016, 01:25
—Mi nombre es Manase Mogura, un gusto Kazuma del Remolino.
—Esto... El gusto es mío... Mogura de la lluvia. —Contesto, un poco dudoso en su hablar.
Le era un poco extraña aquella referencia sobre su lugar de origen en el nombre. En varias ocasiones había encontrado aquel designativo, en libros que narraban viejas historias, como en juego de kages, pero jamás se le había presentado la oportunidad de usarlo. Esto último era porque en general aquello se aplicaba a las personas que no tenían apellido, los bastardos por ejemplo, al no poseer aquella herencia, típica de padres a hijos, se les agregaba el de “donde fuese” al nombre.
—Cof, cof… —Naomi se mostró un tanto ofuscada luego de escuchar aquello.
«Vamos, no es para tanto, quizás es lo que se acostumbra en sus tierras —le dijo con la mirada mientras se giraba hacia ella—. Aunque… Karamaru también es de Amegakure y utiliza los honoríficos y los apellidos de manera correcta… Bueno, tampoco es como que me importen mucho esas formalidades.» Pero a la Miyazaki si le importaba, ella era una señorita formada en la etiqueta y en los modales, y era consciente de que para las personas de alta cuna, como su joven protegido, negar su linaje era un insulto atroz y un golpe bajo.
«Está bien —le insistió con sus grises ojos. El de cabellos blancos provenía de la alta sociedad y había vuelto a la misma, pero su días en las calles le quitaron todo deseo y pretensión de seguir las insulsas normas de la vida burguesa—, pero… debería ser cuidadoso respecto a referirse de aquella forma a uno de los samuráis de esta ciudad.»
Los samuráis eran, moralmente y en pocas palabras, extremadamente orgullosos y delicados con lo que a su linaje o apellido se refiere. Hablarle de esa manera a uno de esos guerreros podía significar enfrentarse en un desafío a muerte con el honor de su clan en juego. El propio Kazuma, con su personalidad libre, había tenido roces con algunos apasionados amantes de la formalidad absoluta en aquella misma ciudad.
—Espero no ser descortés al preguntar esto pero... ¿cómo fue tu combate en el torneo? —Preguntó repentinamente, haciendo que el de ojos grises perdiera el hilo de pensamiento que llevaba.
—Esto… No, no es que seas descortés —solo era que la pregunta lo había agarrado con la guardia baja—. Siendote sincero, creo que fue uno de los más cortos y menos vistosos… Pero fue bastante interesante a nivel de estrategia… Aunque mi desempeño tampoco fue el mejor… —su rostro se ensombreció un poco al imaginar el regaño que le daría Shiori-sensei—. Y… No sé qué más contarte, jejeje.
Podía darle algunos detalles y descripciones, pero no le era posible hacerlo sin exponer las tácticas y habilidades de Eri. Ciertamente podría leer algunas cosas en la prensa, pero la información que podía dar un contrincante era mucho más clara y profunda. Estando su compañera de villa aún en torneo, le pareció que sería poco adecuado el proporcionar, a un no participante nativo de Ame, información que pudiera dar ventaja alguna a su rival en la final… (No es que pensara que el chico pudiese ser un espia o ¿si lo pensaba?) Aunque le seguía conviniendo que ganara la muchacha de la aldea oculta de la lluvia, todo por aquella apuesta inviolable.
—Esto... El gusto es mío... Mogura de la lluvia. —Contesto, un poco dudoso en su hablar.
Le era un poco extraña aquella referencia sobre su lugar de origen en el nombre. En varias ocasiones había encontrado aquel designativo, en libros que narraban viejas historias, como en juego de kages, pero jamás se le había presentado la oportunidad de usarlo. Esto último era porque en general aquello se aplicaba a las personas que no tenían apellido, los bastardos por ejemplo, al no poseer aquella herencia, típica de padres a hijos, se les agregaba el de “donde fuese” al nombre.
—Cof, cof… —Naomi se mostró un tanto ofuscada luego de escuchar aquello.
«Vamos, no es para tanto, quizás es lo que se acostumbra en sus tierras —le dijo con la mirada mientras se giraba hacia ella—. Aunque… Karamaru también es de Amegakure y utiliza los honoríficos y los apellidos de manera correcta… Bueno, tampoco es como que me importen mucho esas formalidades.» Pero a la Miyazaki si le importaba, ella era una señorita formada en la etiqueta y en los modales, y era consciente de que para las personas de alta cuna, como su joven protegido, negar su linaje era un insulto atroz y un golpe bajo.
«Está bien —le insistió con sus grises ojos. El de cabellos blancos provenía de la alta sociedad y había vuelto a la misma, pero su días en las calles le quitaron todo deseo y pretensión de seguir las insulsas normas de la vida burguesa—, pero… debería ser cuidadoso respecto a referirse de aquella forma a uno de los samuráis de esta ciudad.»
Los samuráis eran, moralmente y en pocas palabras, extremadamente orgullosos y delicados con lo que a su linaje o apellido se refiere. Hablarle de esa manera a uno de esos guerreros podía significar enfrentarse en un desafío a muerte con el honor de su clan en juego. El propio Kazuma, con su personalidad libre, había tenido roces con algunos apasionados amantes de la formalidad absoluta en aquella misma ciudad.
—Espero no ser descortés al preguntar esto pero... ¿cómo fue tu combate en el torneo? —Preguntó repentinamente, haciendo que el de ojos grises perdiera el hilo de pensamiento que llevaba.
—Esto… No, no es que seas descortés —solo era que la pregunta lo había agarrado con la guardia baja—. Siendote sincero, creo que fue uno de los más cortos y menos vistosos… Pero fue bastante interesante a nivel de estrategia… Aunque mi desempeño tampoco fue el mejor… —su rostro se ensombreció un poco al imaginar el regaño que le daría Shiori-sensei—. Y… No sé qué más contarte, jejeje.
Podía darle algunos detalles y descripciones, pero no le era posible hacerlo sin exponer las tácticas y habilidades de Eri. Ciertamente podría leer algunas cosas en la prensa, pero la información que podía dar un contrincante era mucho más clara y profunda. Estando su compañera de villa aún en torneo, le pareció que sería poco adecuado el proporcionar, a un no participante nativo de Ame, información que pudiera dar ventaja alguna a su rival en la final… (No es que pensara que el chico pudiese ser un espia o ¿si lo pensaba?) Aunque le seguía conviniendo que ganara la muchacha de la aldea oculta de la lluvia, todo por aquella apuesta inviolable.