28/05/2016, 11:03
Al rato de la chica llegar al antro, los bramidos volvieron a alzarse. Difuntas amenazas que anunciaban la llegada de un nuevo miembro de esa sociológicamente extraña familia. Entre mofas y burlas, solicitaban al nuevo que su trasero no pasase hambre, algo un tanto extraño en una cárcel que al parecer era mixta; hombres y mujeres dormían bajo el mismo techo. Realmente éste tipo de sitios estaban llenos de depravados y criminales de todo tipo, hasta sexuales, tampoco era para extrañarse con esos comentarios que le daban la bienvenida al nuevo.
La chica se reincorporó, haciendo sin querer que su cama crujiese un un estridente sonido. Tenía curiosidad, quería saber si el que llegaba era uno de los matones, el ratero, o Riko. Sin embargo ni se hubiese imaginado que los caminares guiados del nuevo le conducían hasta la celda frente a la suya. Cuando lo vio, hasta se le marcó una sonrisa, al menos con él en frente no estaría sola en éste lúgubre sitio.
Descansó un poco la postura, dejándose caer sobre las rodillas con los codos, y evidentemente agazapándose un poco. Fue entonces que el chico también se percató de la presencia de la peliblanco, y no dejó de lado el sentido del humor. Realmente los batidos iban que tener que esperar, minimamente un día.
—Si, realmente vamos a tardar un buen rato en tomarnos esos batidos... si es que nos dejan volver al sitio.— Contestó la chica como si no estuviesen a punto a ser procesados penalmente. Su sonrisa aún iluminaba su rostro, por oscuro que fuese el sitio. Su mirada había sido devuelta a los ojos del chico, y aunque su pose databa a una chica abatida, apenas parecía ser cierto.
—Bueno, según he entendido, a lo muy tarde mañana estará todo aclarado... mientras tanto, te sugiero no ir a las duchas... jajajaja...
Ante todo, lo último que debían perder era el sentido del humor, por mala que fuese la situación.
La chica se reincorporó, haciendo sin querer que su cama crujiese un un estridente sonido. Tenía curiosidad, quería saber si el que llegaba era uno de los matones, el ratero, o Riko. Sin embargo ni se hubiese imaginado que los caminares guiados del nuevo le conducían hasta la celda frente a la suya. Cuando lo vio, hasta se le marcó una sonrisa, al menos con él en frente no estaría sola en éste lúgubre sitio.
Descansó un poco la postura, dejándose caer sobre las rodillas con los codos, y evidentemente agazapándose un poco. Fue entonces que el chico también se percató de la presencia de la peliblanco, y no dejó de lado el sentido del humor. Realmente los batidos iban que tener que esperar, minimamente un día.
—Si, realmente vamos a tardar un buen rato en tomarnos esos batidos... si es que nos dejan volver al sitio.— Contestó la chica como si no estuviesen a punto a ser procesados penalmente. Su sonrisa aún iluminaba su rostro, por oscuro que fuese el sitio. Su mirada había sido devuelta a los ojos del chico, y aunque su pose databa a una chica abatida, apenas parecía ser cierto.
—Bueno, según he entendido, a lo muy tarde mañana estará todo aclarado... mientras tanto, te sugiero no ir a las duchas... jajajaja...
Ante todo, lo último que debían perder era el sentido del humor, por mala que fuese la situación.