31/05/2016, 00:18
Y así fue como Jin, Anzu y Daruu comenzaron su viaje a través de la mugre en busca de Satoru. Cuando veía que la plancha se les quedaba corta, Daruu volvía a hacer un sello y la ampliaba un poco más, despacio, tratando que el ruido de la madera surcando el agua fuera el mínimo. Entre una cosa y otra estaba agotado cuando Anzu les señaló un desvío que se abría sumido en la oscuridad, hacia un lado.
Daruu resopló y se forzó a extender un poco más la plataforma. Probablemente, si hubiera podido ver algo en primer lugar, habría podido asegurar que se le estaba nublando la vista.
Pero estaba de suerte: no tendrían que buscar mucho más.
—Satoru-sama —dijo Jin.
Allá estaba, efectivamente, un pequeño ratonzuelo acurricado en un callejón, huyendo de los gatos y de, bueno... la peste de la vía principal. Ahí tirado como si no fuera más que un objeto que alguien había arrojado a la basura, nadie podría decir que se trataba de un pariente del Señor Feudal, siquiera lejano. Daruu se mordió el labio inferior: seguía teniendo dudas de si lo que estaba haciendo estaba bien o no, pero... pero...
...¿acaso le quedaba alternativa?
«No sé... esto es de locos...»
Repasando el día, él sólo estaba dando un paseo y relajándose bajo los efectos de unos calmantes que...
...los calmantes. Debía ser la hora de los calmantes. Como si antes todo aquello le hubiera evadido del hecho de que estaba, al fin y al cabo, convaleciente, Daruu empezó a notar un ligero escozor que subía por las piernas...
Daruu resopló y se forzó a extender un poco más la plataforma. Probablemente, si hubiera podido ver algo en primer lugar, habría podido asegurar que se le estaba nublando la vista.
Pero estaba de suerte: no tendrían que buscar mucho más.
—Satoru-sama —dijo Jin.
Allá estaba, efectivamente, un pequeño ratonzuelo acurricado en un callejón, huyendo de los gatos y de, bueno... la peste de la vía principal. Ahí tirado como si no fuera más que un objeto que alguien había arrojado a la basura, nadie podría decir que se trataba de un pariente del Señor Feudal, siquiera lejano. Daruu se mordió el labio inferior: seguía teniendo dudas de si lo que estaba haciendo estaba bien o no, pero... pero...
...¿acaso le quedaba alternativa?
«No sé... esto es de locos...»
Repasando el día, él sólo estaba dando un paseo y relajándose bajo los efectos de unos calmantes que...
...los calmantes. Debía ser la hora de los calmantes. Como si antes todo aquello le hubiera evadido del hecho de que estaba, al fin y al cabo, convaleciente, Daruu empezó a notar un ligero escozor que subía por las piernas...