5/06/2016, 23:35
La chica hizo reflexionar sobre la contundencia de sus palabras a su interlocutor, el cuál rápidamente dejó atrás su recuerdo. De hecho, tanto iba de tristeza la conversación que hasta el final parecía descarrilar en un tono amargo. Mogura inquirió que cambiasen sabores, que se intercambiasen parte del contenido de sus respectivos boles. La chica lo miró inquieta, había dejado de dar vueltas con el dedo sobre el mantel, pero no paraba quieta; bajo la mesa, sus piernas no paraban de balancearse.
—Bueno, está bien...
La verdad, casi parecía obligada. Acercó lentamente el bol hacia Mogura, arrastrándolo por el mantel de manera paulatina, a la par que se le hinchaban un poco los mofletes. Su mirada, penetrante y casi sin brillo, se clavó en la de Mogura casi al mismo ritmo que había arrastrado el bol. —No te ha gustado tu plato, ¿verdad?— Preguntó casi rompiendo a reír.
Terminó de acercarle a su acompañante el plato que ella misma se había pedido, dejando que éste pudiese degustar el contenido del mismo. Supuestamente, si el trato iba bien, poco después le tocaría a ella hacer lo mismo pero a la inversa. Tan solo esperaba que el plato del chico supiese tan bien como el suyo, aunque quizás pintaba demasiado cárnico. En fin, nada es perfecto, la perfección no es mas que una idea, una idea lejana a ser palpable por cualquier persona.
—Prueba, la verdad es que éste plato sabe genial.— Cedió permiso.
¿Quién lo hubiese pensado? Había pasado de estar entrenando, a cenar con un chico haciendo tonterías de éste calibre...
—Bueno, está bien...
La verdad, casi parecía obligada. Acercó lentamente el bol hacia Mogura, arrastrándolo por el mantel de manera paulatina, a la par que se le hinchaban un poco los mofletes. Su mirada, penetrante y casi sin brillo, se clavó en la de Mogura casi al mismo ritmo que había arrastrado el bol. —No te ha gustado tu plato, ¿verdad?— Preguntó casi rompiendo a reír.
Terminó de acercarle a su acompañante el plato que ella misma se había pedido, dejando que éste pudiese degustar el contenido del mismo. Supuestamente, si el trato iba bien, poco después le tocaría a ella hacer lo mismo pero a la inversa. Tan solo esperaba que el plato del chico supiese tan bien como el suyo, aunque quizás pintaba demasiado cárnico. En fin, nada es perfecto, la perfección no es mas que una idea, una idea lejana a ser palpable por cualquier persona.
—Prueba, la verdad es que éste plato sabe genial.— Cedió permiso.
¿Quién lo hubiese pensado? Había pasado de estar entrenando, a cenar con un chico haciendo tonterías de éste calibre...